Partida Rol por web

Marco estaba tenso desde aquella mañana, se había despertado en la taberna pero sin estar desnudo y con la hermosa mujer al lado como él hubiera esperado. Todo había sido extraño, él sabía que no había bebido lo suficiente como para que su cabeza estuviera aturdida de tal forma y que todo hubiera acabado como acabó. Caminó al lado del sacerdote hasta encontrar a su compañero.

- Me debió drogar con la bebida, pero no entiendo el motivo, máldita mujer. Con esos ademanes de timadora zafia debía tener parientes tileanos, no me cabe la menor duda. - contestaba con rabia contenida el duelista, mientras miraba en cada esquina buscando a la mujer de cabellos de fuego. Su mano derecha estaba anormalmente cerca de su arma.

- Demasiada coincidencia de la magia de esa mujer en un pueblo de mala muerte como este, teniendo en cuenta lo que venimos persguiendo ¿Puede tener alguna relación sacerdote? - cuando terminaba de hablar los dientes de Marco de Astarloa volvían a apretarse, al igual que su mandíbula, mientras movía su cabeza atento a cada paso o cada sonido. Oteando en todas las direcciones, como si el viento pudiera darle respuestas.

Han estaba esperando a sus compañeros , los cuales venían conversando sobre una mujer . No escuchó muy bien sus palabras pero si algunas . Mujer y magia . 

¿ Habéis descubierto algo o solo habéis pasado una agradable noche con mujeres ? . No me sorprendería de mi compañero estaliano , pero ¿ vos , padre ? . 

El sigmarita miró a Marco con dureza, y luego a Hans con reproche, y se apresuró a contestar. - Deberías aprender a escuchar a tus mayores, joven. Era magia lo que había en ese lugar, ni droga ni alcohol provocaron ese sueño nuestro. Sentí la magia del lugar, y de la muchacha. Abre bien las orejas, pues te digo que reconozco la magia cuando está a mi alrededor. Y eso era magia. Pero no sabré que relación pueda tener hasta que no hable con la chica. - reprocha al estaliano mientras le señala con dedo inquisitivo.

Después se gira hacia el caballero pantera, y contesta con un tono más tranquilo. - Todo lo que pasó fue que nos quedamos dormidos en la mesa por el influjo de esa muchacha. Que ya digo, era magia, pero no sentí mal alguno. Solo me ha reportado un dolor en los huesos, cosa que esta nielba no hace si no acentuar. - Añadió el padre, mientras llevaba una mano a su maltrecha espalda a causa de la mala postura en la que había pasado la noche.

¿ Magia ? a menos que me enseñe su certificado de los colegios imperiales voy a tener que hablar muy seriamente . Por cierto , el gordo que buscamos no ha pasado por aquí , aunque si se han visto gente de Erengarg . El alcalde debería saber algunos datos mas al respecto . 

También he averiguado que hay que caminos por el bosque , si es que pueden llamarse así . Solo 1 de ellos es seguro y nos ahorraría algún día de viaje , el resto son mas bien peligrosos aunque no descarto que gente como la que buscamos los hayan preferido a los seguros caminos por los que andamos . También hay un amigo vuestro , querido Marco , un Estaliano ; aunque parece más bien un ogro pequeño . En otro tiempo recorría mucho estos bosques y conoces los caminos , podríamos llegar a contratarlo . 

- No soy uno de sus fieles sacerdote, como para que me de sermones y menos con el dedo en alto. He atravesado a más de uno por menos, espero que esta advertencia le valga. - Responde Marco ante las palabras del sacerdote, no esta del mejor humor del mundo y su entusiasmo brilla por su ausencia. En ese momento su cabeza es un mar de ideas confrontadas.

- Por supuesto que vamos a buscar a esa chica, no será complicado, pelirroja, ojos de diferentes colores y al parecer con magia. - Comentó mirando de soslayo al anciano, para concederle algo. Pero fueron las palabras del caballero las que le sorprendieron de forma notable. - ¿Un amigo mío? ¿Me conoce? - En aquellos momentos en los que todo era caos, la mano del duelista que ya estaba cerca de su arma, se apretó a la empuñadura de esta, mientras esperaba que Hans aclarara un poco más los detalles.

Al menos es de origen tan sureño como tu , ya si es Estaliano o de otro lugar cercano no sabría decirte ; aunque no parece un duelista tan brioso como tu , seguramente de tener un arma yo pensaría por un garrote . 

Le comentó Hans a Marco pues es al menos lo que había visto , un hombre grande y torpón con pocas luces y con acento tan sureño como el propio Marco ; mas propio de un asaltador que de un ágil espadachin . 

- No, ustedes son quienes me pidieron que les acompañarse para valerse de mis consejos, por eso les recomiendo que los escuchen. Puedes amenzarme con tu acero todo lo que quieras, no temo a la muerte. Solo a la oscuridad y al tormento de mi alma, y al rechazo de Sigmar. Os cuento lo que veo y lo que sé, y si lo digo no es si no por vuestro bien. - Responde el Padre Sigmund cargado de humildad, aunque con voz sincera y carente de miedo o duda.

Luego se giró de nuevo al caballero pantera. - No sea muy duro con ella, Hans. Algo me dice que podría ser víctima de un don que no pidió y que no usa para mal alguno. Tal vez me equivoque, y en caso de atraer el mal seré el primero en desear la justicia de Sigmar. - Añadió el sacerdote, siempre con gran vocación para ayudar a los demás.

Tal vez , padre ; pero la ley es clara . Cualquiera con dones mágicos debe ingresar en los colegios de magia o vérselas con la justicia por el cargo de brujería . Es mi deber hacia mi orden y hacia Sigmar el verificarlo , y dado de que estamos en una misión y no podemos poner rumbo hacia una de las ciudades con un colegio de magia podría ser piadoso y aconsejarle que viajara por ella misma hacia ellos . Siempre y cuando afirméis que su alma no haya tomado la senda del caos o pueda verse descarriada . 

Contestó Han al padre Sigmund mostrando una alternativa pacífica y en la cual solo tendría que hablar con la susodicha practicante de magia . 

Marco resopló con desgana al escuchar al sacerdote - Te prefería asustado y encogido en la celda de la que te sacamos. - tras eso chasqueó la lengua y trató de centrar su mente en los verdaderos problemas que tenían entre manos. Pese a ello aún se encontraba algo apagado por todo lo sucedido la noche anterior.

- ¿Por qué intentaría dormirnos? No la hicimos nada malo, simplemente conversamos con ella ¿Qué la hace reaccionar de esa manera ante unos extranjeros? - mientras pensaba en aquello el estaliano se afanaba por reconducir sus cabellos a una posición digna y estirar su ropa para que esta recuperara una condición lo más aceptable posible.

- Espero que no sea un sucio tileano... bien es el momento de decidir ¿Continuamos o vamos en busca de la chica pelirroja? Yo apoyo la segunda idea, no debería tomarnos mucho tiempo. - por el gesto y la entonación era obvio que el espadachín quería reencontrarse con la mujer - Quizás tu amigo nuevo pueda ayudarnos o saber de ella, Hans. -

Lo primero es la misión , y debemos ir a hablar con el alcalde para saber más sobre los hombres de Erengarg . Es posible que tenga algunos detalles que puedan ser útiles . 

El padre Sigmund asintió ante las palabras de Hans. - Sí, hijo mío, la ley es clara. Pero la itención es siempre el bien de los ciudadanos, y los método son también importantes. Vuestra piedad os honra, pero antes deberemos dar con ella. Si es buena mujer, mostrar piedad será la mejor opción. Si se sirve de las malas artes... sabréis bien que hacer. - Añadió el padre con cierta sombra de tristeza, apenado por el destino de las almas de los que se veían seducidos por la oscuridad.

Después se gira hacia Marco, aunque finalmente decide obviar su primer comentario, y trata de responder a sus interrogantes. - No lo se, mi buen joven, pues no se por qué se fijó en nosotros o qué le haría actuar así, por eso creo que deberíamos dar con ella y resolver estas incógnitas. Pero vuestra es la misión y no seré yo quien os diga cómo llevarla a cabo. Así que os acompañaré para dar con ese ser que venimos persiguiendo. Y no sé si esta muchacha podrá tener algo que ver o saber algo de ello. - Respondió el sigmarita, atendiendo a las palabras del caballero pantera, y dispuesto a seguir sus decisiones y mantenerse en su papel de consejero.

Hans era el hombre al que encargaban la misión, el sacerdote de Sigmar el testigo presencial y él simplemente el atractivo y letal extranjero - Sea pues, vayamos a ver al alcalde ese y veamos que podemos recabar de información por el camino, además de la misión, sobre la chica pelirroja. - murmura entre dientes haciendo algo de hincapié en la segunda parte.

- Por cierto y que no se nos olvide tras eso deberíamos mandar una carta al conde elector que nos contrató, dijo que quería mantenerse informado de nuestros progresos así que soy partidario de informarle en cuanto haya tales progresos. -

La plaza del pueblo huele a humedad y a madera antigua. De algún modo, a sumidero, a calle cortada. Ese aspecto tiene, como un embudo. La niebla se dispersa lo suficiente como para ver un suelo embarrado formando un círculo imperfecto rodeado de casas. La calle por la que Hans, Marco y el sacerdote se acercan es la única que verdaderamente se gana el nombre de "acceso". Cualquier otra forma de llegar a esa plaza, hasta donde ellos ven, es por el estrecho espacio que dejan los distintos edificios, muchas veces insuficientes incluso hasta para que un hombre entre, excepto de perfil.

Un ruido sorprende a los recién llegados, justo antes de llegar a la plaza. En el interior de una de las viviendas, una casa bastante pobremente construida, una mujer grita:

-¡Otra vez soñando con esa puta de pelo rojo! ¡Esa bruja! ¡La perdición traeréis al pueblo, todos vosotros! ¡No más lo aguanto, mira lo que te digo! ¡Al alcalde! Al alcalde voy otra vez con mi historia. ¡Y a las demás mujeres del pueblo me llevo!

Inmediatamente, una mujer sale por la puerta. Aún es joven, aunque la dura vida de los pueblos se hace sentir en su rostro. Ha llorado. Detrás sale, a trompicones, un hombre abotargado, que Marco y el padre reconocen como uno de los feligreses, vestido con camisón de dormir que no cubre del todo la abultada inflamación entre las piernas.

-¡Mujer! ¿Dónde vas?

Al ver a los recién llegados, sobre todo al sacerdote, el hombre da un respingo y se oculta tras la puerta.

Mientras tanto, la mujer ya está gritando en las casas vecinas.

-¡Nora, Dunka, Grishka! ¡Salid conmigo! ¿Vamos a dejar que el alcalde nos siga ignorando? ¡Salid todas!

El revuelo tiene efecto en breve tiempo. Algunas ventanas se abren.

Señoras , señoras . Tranquilícense . 

Dijo en voz alta Hans a la mujer mientras que las otras ya se empezaban a asomar por la ventana . 

Ya he escuchado algo sobre esa , bruja . 

Comentó haciendo un gesto de comillas con los dedos . 

Pertenezco a la ilustre orden pantera y estos que me acompañan son el padre Sigmund de la magna orden de Sigmar y Marco , su brazo armado . 

Le fue explicando esperando que los títulos de sigmar y caballería , ambos dedicados a la lucha contra el caos la brujería las calmara . 

Tenemos un asunto que atender con el alcalde pero con gusto el padre Sigmund escuchará vuestras quejas y ambos se las retrasmitirémos al alcalde para que así se pueda dictaminar justicia adecuadamente . 

El sacerdote permaneció callado al principio, escuchando a las mujeres, y esperó a que Hans se adelantara. En ese momento se giró hacia Marco y le habló en un susurro. - Reconozco a ese hombre. Estaba ayer en la taberna. Parece que la muchacha ha usado su poder sobre todos los hombres que tiene cerca. Tenemos que averiguar el por qué y dirimir si es un peligro. - Después el sacerdote se adelantó hasta colocarse junto al futuro caballero Pantera.

- Señoras, por favor, escuchadme. A los hombres que estén tras las puertas pendientes de esta conversación, también, les ruego que presten oidos. - Comenzó el sacerdote, alzando las manos para pedir calma y atención. - No fue éste el motivo por el que pasamos por este pueblo, pero sin duda la providencia guió nuestros pasos hasta él. Quiera Sigmar que resolvamos los problemas que atormentan a los buenos ciudadanos de su Imperio. - El padre continuó su discurso con palabras francas y con la convicción de un devoto sigmarita. - Mi compañero y yo vimos a la mujer de la que habláis en la posada donde nos hospedamos, y por ello digo que entendemos vuestro recelo. Más os ruego que dejéis en nuestras manos la investigación, y nos ayudéis en la medida de lo posible para dar con la muchacha. Nosotros nos encargaremos de que la justicia del Imperio se imparta, y que la voluntad de Sigmar se vea cumplida. Por ello os pido, buenos ciudadanos, vuestra colaboración. Calmad vuestros ánimos, ayudadnos y dejad el resto en nuestras manos, pues las turbas furiosas jamás trajeron nada bueno. Continuad con vuestras plácidas vidas y dejad la justicia en nuestras capaces manos. - El sacerdote finalizó abriendo sus brazos para señalar a Hans y a Marco.

Los ojos de Marco bailaron de un lado al otro cuando se encontró con semejante agitación llegada de la nada. - Cuanto más me acerco al Norte más locos me encuentro... - murmuró a media voz el estaliano, tuve la deferencia de dejar actuar primero a sus compañeros. Los dos eran hombres teóricamente respetables y él no era más que un espadachín extranjero con un extraño acento, no era la mejor persona para calmar a una multitud enfurecida.

Arqueó una ceja como una suave muestra de disgusto al ver que se le nombraba el brazo armado del sacerdote, pero no echó más leños a la llama y guardó silencio de nuevo mientras Hans y Sigmund lanzaban sus discursos al vulgo revuelto. Cuando el sacerdote les señaló Marco simplemente se cuadró para fingir un aspecto más impresionante que ayudara a reforzar las palabras del anciano.

- Nosotros nos encargaremos de ese diablo pelirrojo, pero nos vendría bien que nos dieráis detalles de lo que sabéis. De forma ordenada y sin pegar voces si queréis ser efectivos. -

La mujer dudó al escuchar al sacerdote. El caballero pantera le produjo un cierto pasmo, pero al estaliano lo había mirado con clara desconfianza. Fue la presencia de Sigmund, era evidentísimo por sus gestos y su expresivo rostro, quien atemperó los ánimos de la mujer.

-Mire, padre. Con tol respeto pa sus dioses y los nuestros, que yo gustosa lo acompaño pa hablar con el alcalde. A ver si así tié redaños a vernos. Que hombre es, como hombres sois todos y así os comportáis.

Tanto Marco como Hans vieron que en las ventanas vecinas ya se empezaban a mover y a abrir las contraventanas. Rostros de mujeres surgían de ellas, seguidas del griterío de sus maridos detrás. La campesina hizo un gesto de desafío y triunfo.

-Hale. Que los acompañamos, señores. ¡Amos, chicas! Adentro al chozo del alcalde tras este buen padre!

Tres...cuatro...cinco mujeres más salieron por las puertas. Otras se quedaron en las ventanas.

El padre Sigmund asintió ante las palabras de las mujeres, al menos había conseguido controlar un tanto la situación, aunque los ánimos aún estaban caldeados. - Bien, señoras, acompañenos pues a hablar con el buen alcalde de este pueblo, sin duda él podra decirnos lo que necesitamos saber. - Contestó el sigmarita, señalando a sus dos acompañantes que avanzasen. Tampoco deseaba tomarse toda la iniciativa por su mano, pues la misión les había sido encomendada a ellos. Pero en este caso, en servicio a Sigmar, debía resolver el caso de la bruja y en servicio a su conciencia, debía solucionar los problemas del pueblo, de la forma más pacífica posible. Ante todo, debía averiguar si había mal en los poderes de la muchacha, al fin y al cabo todos los magos usaban los vientos del Caos, pero no por ello lo hacían con mal en sus corazones.

Marco aplaudió para llamar la atención era consciente de que le miraban a él con más desprecio que a sus dos acompañantes, no obstante quería dejar claro que no era menos que ellos. - Detrás nuestra entonces, nosotros somos los que podemos solucionar sus problemas. Así que os dejamos seguirnos a hablar con el alcalde. - Confiaba que con esas palabras pareciera que eran aún ellos los que manejaban la situación y que no eran tres desconocidos empujados por una turba furiosa y salvaje.

Tras decir esas palabras en voz alta se dio media vuelta para marchar a encontrar al dichoso alcalde, confiaba en poder hablar con él antes de que lo pillaran todas aquellas mujeres enfadadas.

Al parecer los ánimos de las señoras se habían aplacado temporalmente , pero sabía que eso no duraría mucho hasta que el asunto que les atañaba a ellas estuviera solucionado. Aunque ellos tuvieran la buena voluntad si el alcalde no les hacía caso era como tratar de enseñar a un goblin a cultivar , algo imposible ; tan solo esperaba que el alcalde les diera permiso para investigar a esa "bruja" y poder proseguir cuanto antes con el asunto que era verdaderamente importante .