Partida Rol por web

        Con las cejas fruncidas y una expresión de enfado, me acerco al elfo antes de detenerme  a poca distancia de el y contestar a sus palabras.

¿Y a quién le importa si va a nacesitarlas o no? No es correcto, no somos ladrones y el era nuestro compañero, se merece algo mejor por nuestra parte... - Me giro hacia la curandera con un gesto a medias de súplica - Tayza, por el hacedor, tu estás deacuerdo conmigo, ¿no es cierto?

En un primer momento a Imbordiel le sale la cólera

Claro, es muy fácil ser tan honrado y escrupuloso como Astarté cuando se es hijo de alguien pero algunos de nosotros no lo hemos tenido tan fácil.

Después parece que se calma un poco y, con gesto compungido adopta una actitud más dialogante.

Entiendo que quieras respetar su memoria pero, si no lo cojo yo, alguien más lo hará. ¿Que crees que él hubiera preferido?

     Las palabras del elfo me hacen contestar sin esperar la respuesta de Tayza. Le dirijo una mirada seria, pero no cargada de desprecio o ira como algunos caballeros habrían hecho... Mis viajes me han hecho comprender mejor cómo es la vida fuera de un castillo y cómo son vistos los grandes señores por algunos, asique me limito a procurar sacarle de su error al respecto, buscando un entendimiento sin ofenderle.

Te equivocas si piensas que "ser hijo de alguien" te hace las cosas faciles Imbrodiel... No se si habrás escuchado las noticias que se mueven por Ferelden, asique quizá decirte que fuí criado entre los Cousland y mi familia son sus vasallos te diga poca cosa, pero a base de "ser alguien" he tenido que sufrir al enterarme de que los Cousland, a quienes consideraba como unos segundos padres, fueron asesinados despiadadamente por el mero ansia de poder de otro hombre, y no se que ha sido de mi familia carnal, aunque he de presumir que también han muerto... - hago una leve pausa para tragar, pues el recuerdo sigue siendo doloroso - si mis padres fueran unos simples campesinos probablemente seguirian vivos y yo nunca me habría encariñado con esas personas, ni habría sido enviado a servir al Arl de Risco Rojo para ver como es envenenado, ni habría sido enviado por la Arlesa en una desesperada búsqueda de las cenizas de la sagrada Andraste... Una búsqueda que me ha llevado a encontrarme con vosotros y que me impide volver a Pináculo en busca de venganza, pues "ser hijo de alguien" me obliga a poner lo primero el deber, tal y como mi señor Cousland decia a sus hijos "hacemos lo que debe hacerse"...

      Finalmente me quedo pensativo unos instantes, unos breves instantes, mirando al suelo antes de alzar la mirada con los ojos ligeramente brillantes y llegar a la conclusión que quería llegar con tanta palabrería...

Y para mí, esto no es diferente. Hay que hacer lo que debe hacerse, y considero que saquear el cadaver de un compañero no está incluido entre esas cosas... Debemos respetar y honrar su memoria con un funeral apropiado... Pero si a pesar de todo lo que digo quieres sacarle algo, adelante, pero procura hacerlo mientras yo no miro.

       Dicho esto me giro y me dirijo a un tocón, donde saco mi piedra de afilar y me dedico a afilar la espada dando la espalda al difunto Magnus y al elfo.

Caminó hasta el caballero y apoyó su mano izquierda sobre su hombro derecho, intentando consolar a aquel hombre que se veía perdido tras relatar la pérdida de su familia - Lo siento... - acertó a decir mirando al horizonte - Y si, estoy de acuerdo... - murmuró ojeando de soslayo el cádaver.

Permaneció ahí quieta, en silencio, sin apartar la mano del hombro de Darren; desviando la mirada de vez en cuando para observar a los dos elfos y el cuerpo del mago.

Un ligero olor dulzón os recuerda que por la zona hay más cadáveres, hecho que se os ha pasado debido al combate que acabáis de librar por vuestras vidas... de hecho, uno de vosotros lamentablemente ha caído.

Cuando miráis a vuestra derecha, no uno sino dos cadáveres, un hombre más mayor y otro joven se encuentran cerca uno del otro con mordeduras en el cuello y marcas de garras en la espalda. Parece como si hubieran sido atacados por la espalda mientras corrían para salvar su vida...

Dáis un respingo cuando oís el relincho de un caballo y el mugido de una vaca. han sonado muy muy cerca. ¿Cadáveres de hombres, y animales más jugosos e indefensos están ilesos?

      Al sentir el contacto de la mano de la sanadora, me limito a levantar la mirada hacia ella y esbozar una sonrisa triste antes de continuar con lo mio. Es el ruido de los animales lo que me saca de mi ensimismamiento. Levantándome de golpe, guardo la piedra de afilar y miro alrededor con la punta de la espada frente a mi, no tiene sentido que unos meros depredadores ataquen a los hombres e ignoren a una vaca...

Aqui pasa algo raro...

- Siempre pasa algo raro... - murmuró siguiendo al guerrero y observando por encima de su hombro, ladeando su cuerpo - ¿Vamos a ir? - preguntó algo sorprendida por verse caminando tras él.

Imbrodiel se levanta algo más pesado que antes. Avanza hacia sus compañeros.

Darren tiene razón. Esto me da mala espina.

Sí que es extraño... los animales encerrados en cuadras son objetivos más jugosos que humanos que se defienden...

      Con la espada de la mano, y el escudo listo nuevamente por si nos topamos con mas criaturas, avanzo lentamente buscando la fuente de los sonidos. Aunque no me preocupo en exceso por el sigilo, mis movimientos son lentos pues voy alerta a cualquier movimiento sospechoso.

Con el bastón sujeto y cruzado de un lado a otro de su cuerpo, siguió al guerrero con suma cautela, preparada para lo peor.

Cuando os dirigis hacia lo que parece el edificio principal de la granja, al otro lado del camino, divisáis otro cuerpo. Esta vez se trata de un hombred unos 40 años, muy maltratado, con las mismas marcas de garras y mordiscos en su espalda, vientre y cara.

Cuando llegáis al cadáver del hombre, véis que la puerta de la casa principal está combada y solo se sujeta por uno de sus goznes.

       Tras una rápida mirada a mis acompañantes, me acerco a la puerta de la casa, dispuesto a entrar en busca de alguna posible pista de lo que haya sucedido aqui... Con el escudo listo frente a mi, y la espada alzada a mi espalda, lista para propinar un golpe a cualquier cosa que asome, me introduzco en la vivienda, apartando la puerta de mi camino con una patada.

Caminó tras el guerrero de lado, tratando de ofrecer el menor bulto posible ante un ataque. Mantenía el bastón frente a ella, entrecruzado.

Cuando entró en la cabaña, se quitó la capucha de la capa mostrando su pelo oscuro por primera vez, pero no dejó de buscar la espalda del combatiente.

Con el arco por delante y una flecha encajada en él, Imbrodiel sigue de cerca a sus compañeros. Se mueve buscando las sombras, con cuidado de minimizar el ruido que hace su armadura.