Partida Rol por web

Yo ya se muchas cosas, elfo. Por ejemplo que tu nombre es Igreth y que perteneces a un grupo que acaba de llegar a la ciudad y dice haber acabado con la amenaza que nos mantiene aquí recluidos como corderos. Se que el capitán Enoch confía en vosotros, aunque no se hasta que punto eso es bueno.

La mujer sonríe abiertamente ante tu asombro. Como puedes ver, elfo, se mucho más de lo que crees. Sin embargo no se adonde os dirigis...todavía. Sin lugar a dudas no sería un detalle dificil de sonsacarle a alguno de tus compañeros antes de que partierais. Tengo entendido que alguno de ellos es especialmente hablador.

La imagen del gnomo revelando vuestro camino de forma imprudente mientras realiza sus compras no puede evitar aparecer en tu mente de forma automática.

¿Algo que añadir? pregunta la mujer con tono irónico.

Paladín y sacerdote continuan utilizando sus conocimientos sobre medicina y sanación para aliviar las heridas de aquellos que yacen en el templo de Elemuin. Finalmente el cansancio se apodera por completo de sus cuerpos. Tristán cae rendido un tiempo antes que Nugharth, más acostumbrado a las duras condiciones de vida de los orcos. Sin embargo a pesar de su fortaleza, el día ha sido largo, y el mundo de los sueños también reclama la presencia del mestizo.

Igreth estaba bastante sorprendido, pero trataba de evitar mostrarlo
- Bueno... la verdad que sabes bastante para ser que llegamos hace poco...- una sonrisa se cruza en el rostro del elfo.-... pero creo que hay algo que falta en todo esto. Dijiste que solo "decimos" que acabamos con la amenaza. ¿A que te refieres? Creo que hemos acabado parcialmente con los problemas de esta ciudad.- Antes de dejar responder a su pregunta empieza a caminar lentamente mirando a todos lados de la habitacón, y mirando a la ventana sigue comentando
- ¿Sabes? Creo que podemos entendernos bien. No simpatizo con humanos, pero creo que en tu caso será algo distinto. Dime si puedo serte de ayuda en algo.- concluyó el elfo mirándo repentinamente a la mujer.

Exacto, lo decís vosotros, lo dices tú ¿porque eso debería ser una garantía para mi? Hasta que no vea con mis propios ojos que esos bastardos han desaparecido, no terminaré de creerlo.

La mujer se dirige a una pequeña mesita junto a la cama y se sirve una copa de un extraño licor, no haciendo ningún amago de ofrecerte un trago. ¿Serme de ayuda? Si fuese otro tipo de persona no dudaría en matarte, ya que el miedo de la población provocado por la situación supone un claro incipiente para mis...negocios. Sin embargo algo de humanidad aún anida en mi corazón, y por muy beneficioso que para mi fuera, la muerte de tanos inocentes no forma parte de mis planes.

Podría decirse que si has acabado con ellos, ya me has sido de ayuda, a lo cuál yo he correspondido salvándote el pellejo de esos zafios muchachos de abajo. Ahora sinceramente creo que nuestra conversación se está extendiendo demasiado, y creo que ya va siendo hora de marcharte.

La mujer te invita con la mano a abandonar de una vez su habitación, aunque todavía tienes tiempo para decir algo más.

Una luz se enciende en la cabeza de Igreth
- ¿Negocio dijiste?- algo en el fondo de Igreth pensó que le sería de ayuda.- ¿Qué tipos de negocios realizas?-
Capaz que pueda traerme algo de información... la necesito. Quiero encontrar a ese viejo, quiero encontrar a los drows, y quiero encontrar... a mi padre pensaba con amargura el elfo, sin hacer caso a las insinuaciones de la mujer para que abandone el lugar.

La mujer frunce el ceño ante esa pregunta. Eso no es para nada de tu incumbencia, elfo. En esta ocasión, te recomiendo que te vallas antes de que nuestra agradable conversación acabe siendo un baño de sangre. Mientras ella habla y casi sin que llegues a percibirlo un pequeño puñal queda situado en tu garganta, dispuesto a degollarte si haces algún movimiento brusco. Y ahora, largo de aquí.

Ante la daga que amenaza el cuello del elfo, este responde con una sonrisa
- ¿Hay algo que te ponga nerviosa? En fin, supongo que sabrás que hacer, y me buscarás cuando lo creas necesario. Sé que lo vas a hacer.- dijo el elfo saliendo de la habitación.
Sin mirar atras Igreth pasa lo más desapercibido posible enfrente de la gente de la taberna y trata de dirigirse al cuartel.

Igreth sale de la habitación, amenazado por el cuchillo de la mujer. Cuando baja al salón, todas las miradas se posan sobre él con aires agresivos. Sin duda alguna más de uno de aquellos hombres desearía cargar contra el elfo en estos momentos, y lo único que parece detenerlos es la voluntad de una mujer ¿quien demonios será ella como para ejercer tal influencia?

Igreth abandona la posada, vigilando sus espaldas por si alguna espada traicionera decidiera atacarle. Por suerte, no es así. El elfo observa la posición de la Luna, lo cual le indica que el día no está demasiado lejos. El día ha sido largo y, a pesar de sus aptitudes naturales, los elfos también necesitan descansar. Igreth se dirige nuevamente hacia el cuartel, cuya puerta está vigilada por dos de los guardias de la ciudad, que le franquean el paso sin poner problema alguno. Al llegar a la habitación que se les ha dado, Antón, Kolia y Luthien descansan pacientemente, aunque no hay rastro del paladín ni del semiorco. Sin embargo el elfo no se preocupa por ello y decide entrar en trance hasta la mañana siguiente.

Los primeros rayos de Sol se cuelan por un estrecho ventanuco en la parte alta de la pared de vuestra habitación. Kolia, Antón y Luthien despiertan rápidamente para toparse con la imagen de Igreth, que permanece en trance sentado sobre una de las literas superiores. Ninguno de vosotros lo oyo llegar a media noche. En el exterior, el alboroto de la ciudad os espera a pesar de los numerosos peligros que acechan la ciudad, que aún desconocen vuestra hazaña en las cuevas.

Los rayos del Sol se filtran entre los grandes ventanales del templo de la diosa Elemuin. Allí, como cualquier viajero que no dispone de lo suficiente como para pagar una posada yacen Tristán y Nugharth, rendidos después de un día tan largo como fue el de ayer. La luz impacta de lleno en el rostro del semiorco, despertándolo al instante. El caballero no tarda mucho en ser despertado por su compañero de viaje. Ambos se quedaron dormidos mientras ayudaban a los heridos. A lamente de ambos viene la imagen de Antón corriendo hacia la ciudad en busca de su perro de monta, así que habrá que darse prisa para alcanzar a sus compañeros.

- Mejor no molestarlo - murmura Anton mirando el elfo que aparenta estar profundamente concentrado - y el resto vaya uno a saber donde está. Pero dijeron que saldrìamos al mediodìa, asi que tenemos tiempo de comprar algunas cosas - mientras el gnomo se frota las manos, dispuesto a lanzarse nuevamente a la aventura, aunque en este caso solo sea una aventura "comercial", mira a la elfa y el hechicero - Y? Que opinan? Vamos al mercado? -

En el momento en que Antón abre la boca, los ojos del elfo se abren, atentos a cualquier movimiento incluso estando en una profunda meditación.

Necesitaba descansar despues de ayer.Pero ahora debemos ir cuanto antes a buscar a los demas,no sea que Anton les meta en algun lio.

El semiorco se levanta del suelo, donde ha caído rendido, con la guardia alta, alterado por despertarse en un entorno extraño. Mirando a todos lados, por fin se orienta gracias a las palabras del paladín.

-Mejor que vamos a cuarto donde ellos duermen. Si no son allí, buscamos por ciudad.

Antón parece esperar la respuesta de sus compañeros, pero los elfos no parecen demasiado interesados en el asunto del perro. Sin embargo el hechicero si que parece prestar un poco más de atención a las palabras del gnomo. Bueno, a mi tampoco me vendría mal dar una vuelta por el mercado. Después de todo nuestra pequeña aventura acabo por desgastar bastantes de mis recursos, y necesito de algunas cosas para completar mi equipo de aventurero. Sin embargo que el semiorco aún no se haya decidido sobre el camino a tomar hace que sepa si comprar equipo de montaña o no. Orcos, que otra cosa se podría esperar.

El pequeño hombrecillo se frotó las manos complacido mientras hacia planes sobre su nueva posible adquisición - Survivitor, si - lo escucharon decir mientras se preparaba para salir de compras.

Igreth con la cabeza puesta en otro lado le dijo a Anton
- Hay que tener cuidado en el mercado. Digamos que el pueblo está bastante suceptible.- dijo el elfo mirándo por una ventana
- A todo esto... no aparecieron Tristan ni Nugharth. ¿Saben donde andan?-

Ni idea. Según recuerdo marcharon en busca del capitán Enoch para ayudar con los heridos. Lo más probable es que si hay heridos, se encuentren en alguno de los principales templos. Si no es así, siempre podemos preguntar al capitán. Y ahora, de compras se ha dicho ¿no?

El grupo abandona el edificio en dirección al mercado. A los pocos pasos, paladín y semiorco asoman en la lejanía. Tristán hace un gesto con la mano para saludaros.

Abandonais el templo con paso ligero mientras que los sacerdotes os despiden, agradecidos por vuestra ayuda. La ciudad aún permanece el silencio de la noche. Parece que la población no ha terminado aún de despertarse. Sin embargo desde la zona alta en la que os encontrais podeis observar como la zona del mercado comienza a animarse. Sin lugar a dudas el gnomo debe de estar ya allí en busca de su perro de monta.

Cuando mirais al frente veis a vuestros compañeros saliendo del edificio del barracón, partiendo con rumbo al mercado. Por suerte os ven sin demasiado problema, aguardando hasta que llegueis hasta ellos.