Partida Rol por web

El pueblo estaba en bastante mal estado, se notaba que muchas casas había sufrido distintos grados de daños. Por suerte no había una que no pudiera ser reparada y creías que con paciencia, en unas semanas lograrían arreglar todos los desperfectos

Ahora podías ver el rio, en donde se podia notar como el caudal había aumentado de forma exponencial. Se veían algunos troncos girando entre sus aguas tempestuosas, seguramente arrancados de raíz por la fuerza de sus aguas. Nada podría cruzar el rio, al menos no hasta que baje un poco su caudal.

No te costó mucho localizar al alcalde, quien hablaba con una mujer. Esta estaba en ropa interior y llevando una remera blanca, sucia y algo rota. Parecía perdida, pero no era la mujer que viste en la plaza del Árbol. 

El vehículo se estaciona y el oficial Lee baja con rapidez, acercándose al Alcalde y la mujer. Esta no parece notar su presencia, pero mueve su cabeza de un lado a otro, como si estuviera buscando algo. De no ser porque el alcalde la detiene, habría dejado ese lugar.

Karl no lo dudó ni un instante, revisó sus bolsillos sacando las llaves de la patrulla. Se las arrojó a Eric diciendo.

-Llévatela, podrían necesitar traerla con rapidez- empezó a caminar también hacia la salida-. Debo ir hacia otro lado. Llamaron los Harrnak que su casa esta electrificada. Así que me ocuparé de eso- Ellie se levantó de su asiento, pero Karl la detuvo con un gesto-. Tendré cuidado, no te preocupes.

Apenas salieron de la comisaria se separaron, Karl salió corriendo, atravesando la plaza diagonalmente. Ambos periodistas llegaron en menos de dos minutos a la casa de Ellen Praice, una joven que solía trabajar de niñera y cuyo marido era camionero. Este solía ausentarse buena parte del tiempo por su trabajo.

La casa tenia un gran árbol obstruyendo la entrada, el porche había sido destruido por este y en el interior de la casa se podia escuchar golpes. Con solo un vistazo, se dieron cuenta que deberían buscar otra forma de acceder a la casa. Seguramente no tendría puerta trasera (o esta estaría también bloqueada), quizás por alguna ventana o por el piso de arriba. Los golpes que se oían era rítmicos, como si se estuviera haciendo algún tipo de trabajo.

La mujer dejó escapar un suspiro, en parte de alivio, pues habria odiado que fuera otra cosa. Cerró el capuchón y observó la flor que le había dibujado en la ferula con su firma debajo.

- Es normal tenerle miedo a los monstruos - Pasó una mano por la cabecita de la pequeña para luego deslizar los dedos entre sus cabellos hasta llegar a la punta - pero todos tienen un punto débil - alzó una ceja en ademán conspiratorio - A ver... dime como era el monstruo e intentaré ayudarte para acabar con él -

Sabía que era tonteria negar lo que los niños veían con su imaginación. Aquelló provocó que Noah acudiera a su mente. Siempre sonriente y ojos brillantes ansiosos de descubrimientos. Pero también se asustaba. Una vez lloró durante horas porque habia una araña dibujada en uno de sus libros de cuentos. El insistia que se movia y por más que quisieron hacerle ver que no era así no hubo manera.

Carraspeó mientras parpadeaba muy rápido para hacer desaparecer las lágrimas que amenzaban con desbordarse mientras comenzaba a recoger las cosas. De vez en cuando echaba una mirada a Sahron mientras respondia.

Uno pensaría que con el tiempo el dolor se iba disipando, que las lágrimas dejarían de fluir cuando los recuerdos se hicieran más lejanos… pero eso era una vil mentira, el dolor continuaba tan fresco como una herida recién hecha. Por suerte la pequeña Sharon no notó tu expresión, entretenida mirando la flor que habías dibujado en su yeso.

-Ojos- dijo la niña luego de alzar la mirada y perderla en algún punto al lado de tu rostro, como si no se atreviera a mirarte directamente-. Ojos y bocas. Muchas. Ocupaban todo. La lluvia no lograba taparlas.

Había agarrado el marcador y distraídamente hacia dibujitos en la férula. Ahora parecía distraída, como si su mente se hubiera desconectado de la conversación. La niña parecía estar dibujando el pasto a los pies de la flor y un sol radiante por encima.

- Eso tiene que haber sido horrible...  - arrugó el entrecejo. La verdad que era una imagen digna de temer, y barrió de un plumazo el recuerdo de Noah. Rebuscó en el cajón un boli de esos que tenían una luz en el lado opuesto para poder hacer un examen ocular y medir la reacción de las pupilas

- Toma. Cuando vuelva a aparecer le apuntas a los ojos con esto - giró la parte de arriba para encender la lucecita y que viera como se hacia - Aunque sea muy grande, si lo ciegas con la luz seguro que se irá por donde ha venido - sonrió mientras se lo ponia en el bolsillo de su camisa vaquera

- Vamos con tu madre. Estará preocupada -

-Sip- dijo aun si levantar la vista y remarcando el sol con fuerza-. Por eso fue a ver a mami y a papi... La cosa de afuera daba mucho miedo- solo levantó la mirada cuando notó que buscabas algo.

Miró el haz luminoso con sorpresa, logrando que el temor y esa sensación de aislamiento desaparecieran de su rostro. Guardó el bolígrafo, sonriendo enormemente cuando dejaste el laser en su bolsillo. La niña estaba cambiando sus dientes, por lo que le faltaban los dos de adelante, haciendo que su sonrisa fuera mas adorable. Podia resultar un poco doloroso si dejabas que tus recuerdos te inundaran.

Saltó de donde estaba sentada en cuanto nombraste a su madre, asegurándose de que el laser no se cayera y el marcador continuara en su bolsillo. La niña aun sentía algo de molestia por el yeso, pero sin duda estaba de mejor humor que cuando entró. Notaste que el sol que estaba dibujando se había ido deformando hasta formar un enorme ojo negro, que el pasto parecía estar formado por puras espinas y que tu flor lucia solitaria y triste. 

- ¿Q-q... Qué? ¿Qué es lo que has dicho?

 El alcalde se encontraba mirando incrédulo a la mujer desorientada. Le hace señas al oficial para que se acercara, manteniendo la mirada fija en aquella extraña persona.

- Ver... Koru... Val- ¿De donde sacaste esas palabras? ¿Que tienen que ver estas palabras con todo esto? Espabila, mujer, y habla... Oficial, ayúdeme con esto.

El alcalde parecía algo inquieto con lo que Harry al bajar del coche con una manta se aproximó a él y la mujer. - Buenos días Sr alcalde. Harry Lee a su servicio. Déjeme ayudarle con esta señorita-. Dirigiéndose a ella le pregunta. ¿Puedo ayudarla en algo Sra....? Parece un poco desorientada -. Harry aguarda unos segundos para ver si se identifica y le explica algo mientras la observa con atención para ver si muestra algún estado de embriaguez o intoxicación por algún tipo de droga. No era la primera vez que veía alguna chica en un estado como el que demostraba la señorita, pero normalmente era en otro tipo de contexto mucho más lujurioso que este. 

Con la intención de ganarse la confianza de la mujer Harry la arrima a su cuerpo tapándola con la manta para que no coja frío y le dice. - No se preocupe que todo irá bien. ¿Tiene algún familiar o conocido que pueda ayudarla?-.

Tras la posible respuesta de la dama Harry se dirige al Sr Batterman y le pregunta. -¿Qué es lo que ha sucedido?.

La joven mueve sus ojos, buscando, no se sitúa en el rostro de ninguno de los dos, tampoco parece oírles. La manta cae sobre ella, pero podría estar desnuda que no lo notaria. Lee examina sus ojos, notando que sus pupilas están normales, tampoco huele a alcohol, los brazos de la joven no tienen marcas. Eso no parece ser producto de drogas o similares.

De repente aferró a Batterman con ambas manos, mirándole directamente a los ojos. Por primera vez desde que la vio, una emoción alteró sus facciones: Miedo. El horro pareció alterar su bello rostro, haciendo sus ojos grandes como los de un ciervo herido.

-No puedo… no puedo entenderle- sus manos eran pequeñas, pero ejercían una gran presión sobre los brazos del Alcalde-. Me habla pero… es como un grito, un rugido, pero en el más absoluto silencio…- su cuerpo parece volverse frágil, dejándose caer sobre sus rodillas en el frio suelo y comenzó a sollozar-. No lo entiendoooo….

Se abrazó a sí misma y a moverse de adelante hacia atrás. Sacando de lado el estado general, la mugre en su rostro y su aspecto, logran reconocerla al fin. Se llama Alicia. Una chica tímida que a veces suele aparecerse en la biblioteca. 

Evelyn estaba atenta a la herida pero también a las palabras de la mujer. Había algo que le hacía sospechar, puede que lo inverosímil de la situación o por cómo lo decía, pero sabía que detrás de lo que decía había, oculto, otra historia bien distinta. Sin embargo no tenía pruebas y, aunque quisiera, no estaba permitido inmiscuirse en otros temas, menos en algo tan personal.

- Túmbese, estará más cómoda.- Señaló con una mano la camilla negra a un lateral, acercándose antes de que lo hiciera para poner el papel blanco a lo largo.- No es grave, pero por precaución tendré que coserla.- Mientras hablaba se dirigió a una estantería de cristal detrás de la mesa, abriéndolo y sacando una jeringa y varios botes pequeños con etiquetas, dejándolos a un lado. Aparte, una pequeña caja de metal donde guardaba los útiles médicos para la intervención.

Cogió un taburete y la acercó a la camilla, cogiendo la bolsa y abriéndolo, apartó la jeringa con cuidado.- ¿Sabe? A mí me pilló la tormenta durmiendo.- No sabía si la mujer tenía algún tipo de fobia a las agujas o pinchazos, así que usaba la técnica de la distracción mientras trabajaba, hablando sin parar.- Me despertaron entre los ladridos del perro y la lluvia. Cuando quise darme cuenta me encontré media casa inundada.- En este lapso de tiempo había metido la jeringa en uno de los botes y sacado el líquido, una anestesia en baja dosis. Se colocó de nuevo los guantes verdes y, con cuidado, le puso una inyección en la zona cercana de la herida, para adormilar esa parte y que no le doliera en sobremanera.- Estuve toda la noche intentando no morir ahogada.- Soltó una pequeña risa mientras empezaba a coserla lentamente, cuidando que cada punzada quedara bien unida a la anterior y que no hubiera peligro de que se abriera en un mal movimiento. Aparte, con una gasa empapada, iba limpiando restos de sangre que pudieran salirse, con cuidado de no hacerla daño.- Creo que nunca había fregado tanto, pero al menos tuve suerte.- Cuando terminó miró unos largos segundos la herida antes de ponerle otra gasa limpia encima para taponarla, y añadir un poco de celo médico.- Esto ya está.

Se levantó del taburete, retirando todo lo que había usado a un lado y tirando aquello que le molestara, como el bote vacío o la gasa húmeda, además de los guantes. Se dirigió a su mesa y escribió en un papel que sacó del cajón derecho.

- Cambie de gasa una vez al día, puede limpiar sin problema la herida, pero cuidado con ser demasiado brusca o volverá a abrirse.- Terminó de escribir, entregándole el papel donde podía verse unas pastillas recetadas para la inflamación y el dolor.- Tómese una cada 12 horas, y en dos semanas pásese por aquí para retirarle los puntos.

La mujer se acostó en la camilla, con el cuerpo algo rígido y sin saber bien como poner sus brazos. Mantuvo los ojos en el techo, sin atreverse a ver como trabajabas, quizás si le temía a las agujas o solo era por el proceso en sí. Tu conversación pareció calmarla bastante.

-Mi casa también se inundó- lanzó un pequeño “oh” cuando sintió la aguja, pero no se movió mucho más-. Aunque no pude ayudar mucho, la herida era bastante molesta- las puntadas se van sucediendo sin que ella se quejara-. Mi esposo y mi hijo tuvieron que hacer todo el trabajo… El pequeño Graham se esmeró mucho- se quedó callada unos segundos, pensativa-. Mi esposo luego se quedó a mi lado, vigilando la ventana. Dijo que le pareció ver algo y temía que el viento la rompiera- al terminar, se levantó lazando un pequeño suspiro y examinando la zona herida-. Apenas duele- dijo con una sonrisa agradecida. Dudó unos segundos antes de agregar-. ¿Podría decir que me accidenté con un vidrio? Aunque fue un accidente, no quiero que los rumores circulen…

Aquel dibujo se quedó clavado en su rutina y una sensación inquietante se instaló en su pecho. Aquello le hizo borrar de un plumazo el sentimiento familiar y nostalgico que le había inspirado la sonrisa de Sharon.

"No seas tonta. Solo es un dibujo"

Cogió la manita de la pequeña y la acompañó donde estuviera su madre. En el camino intentó localizar a Evelyn o al doctor Körper
 

Aparte de despistarla también quería saber su versión y, a medida que hablaba, las piezas no encajaban. Tenía una alarma en su cabeza que sonaba a un volumen desagradable y emitía un continuo pase de luces anaranjados y rojos, avisándola de que algo no iba nada, nada bien. No pudo evitar mirarla de arriba abajo buscando cualquier tipo de herida visible antes de inclinarse sobre la mesa con las manos juntas, pensando en su petición.

- Señora Farbe, ¿hay algo que quiera contarme? – Miró la puerta cerrada, asegurándose que no hubiera ningún resquicio que pudiera molestar en la conversación, incluso bajó levemente su voz para quedar en una charla íntima.- Aquí está a salvo, nadie la juzga ni la juzgará y, por supuesto, nada de lo que diga saldrá de esta habitación.- Respiró hondo, temiendo meterse donde no la incumbía.- Si necesita ayuda puedo garantizarle un equipo especializado.

 Wilson intenta contener a la pobre muchacha que estaba al borde del desvarío. Lamentablemente, solo se pudo quedar escuchando absorto la descripción de las alucinaciones que Alicia padecía. Una vez que la chica quedo en el suelo, sollozando, el alcalde hace un ademán de levantarla y subirla al auto del Harry. Todo con un sumo cuidado, digno de un servidor público lidiando con un tema delicado.

- Vamos, incorpórate niña... ¿Alicia, verdad? Necesitas atención; déjanos llevarte con alguien que pueda ayudarte...

 Apenas si recordaba el nombre de aquella muchacha y de haberla visto en alguna reunión Mientras intenta guiar a la muchacha al auto del oficial, Wilson dirige su mirada hacía el mismo hombre.

- Harry, fíjate si la hay gente en aquella casa. Ella provino de ahí. Y luego ayúdame a llevar a esta muchacha al hospital: la Dra. Scofield sabrá que hacer con ella. Estaba dirigiéndome para allá , de hecho.

Al llegar a la casa comprendí inmediatamente por qué la pobre mujer estaba tan preocupada. El escenario era Dantesco. Me acerqué como pude a la casa, esquivando las ramas del árbol caído.

- ¿Ellen? ¡Ellen! - llamé a la mujer - Soy Luana, de la radio, estoy aquí con Eric. Hemos venido a ayudar. ¿Sabes por donde podemos entrar?

Los golpes rítmicos se detuvieron en cuanto la voz de Luana llegó hasta la joven. Le respondió luego de unos segundos, pudiendo notar que estaba bastante agitada.

-Hola Luana uff- pudieron ver al joven a través de las ramas que perforaron la ventana, tenía el rostro colorado y lleno de transpiración, en su mano había una pequeña hacha-. Pues por arriba, aunque no me animaba a bajar por allí.

Aunque si se animó a intentar cortar el árbol con un hacha. Para llegar a la planta alta, podrían ayudarse mutuamente o intentar trepar por el desagüe. La única diferencia entre los dos caminos era que por el desagüe podían subir ambos y de la otra forma solo uno.

Mira desvió la mirada, pasando sus dedos por sobre el vendaje. Pronto comenzó a negar con la cabeza con fuerza y comenzó a hablar atropelladamente.

-Es una tontería mía, no tiene que preocuparse. Como dije, fue un accidente y Will no tuvo la culpa- empezó a caminar hacia la salida, buscando su abrigo y poniéndose con rapidez-. Las luces se fueron, el ruido era atroz y… estábamos asustados- mientras abotonaba el abrigo con rapidez, algo la hizo detenerse, como recordando algo-. Debo irme ya…

Abrió la puerta y salió, sin agregar nada. Por pura precaución la seguiste y pudiste ver que un hombre grande y pelirrojo la esperaba. No podías asegurarlo, pero todo indicaba que era su marido. El hombre tiene un golpe en la cabeza, a la altura de la sien, pues lucia un buen vendaje. Seguramente Olivia ya le habia atendido.

Un poco despues, Lara salió del otro consultorio acompañaba a una pequeña niña, la cual tenía ahora una férula en el brazo y parecía contenta. Observaba algunos dibujos que tenía su nuevo yeso, no tardó en localizar a su madre y correr hacia ella para mostrarle.

-Mirá mami- en el yeso habia una flor y sobre ella lo que deberia ser un sol, solo que de color negro y con la apariencia de ser mas bien un ojo suspendido en el aire. Tambien habia otros detalles raros, como que el piso donde descansaba la flor habia cientos de espinas.

-Que bonito...- dijo su madre alternando su mirada entre el yeso y la doctora Scofield. La niña luego pasó a contarle con lujo de detalles como habia sido toda la "intervencion", dando especial incapié que que no le dolió nada y que la doctora era muy amable.

Mientras tanto, una mujer con un grueso abrigo y el tipo con aspecto de granjero hablaban en voz baja. Parecian estar teniendo una pequeña discusion.