Partida Rol por web

Coates subió a toda velocidad las escaleras hacia el siguiente piso, mientras su mano izquierda sacaba su símbilo sagrado de Nig-Cö. 

Sus amigos estaban sufriendo numerosas heridas y, era el momento de que su Dios ayudase al grupo.

Con un gesto de labios muy sutil, el máscara rezó una plegaria a su Dios.

Una plegaria en la que a cambio de sus favores, tanto él como su grupo de compañeros se comprometían a derramar la sangre de aquellas insidiosas mujeres.

Davdak soltó una nueva flecha sobre Offalia. La situación se estaba complicando pero esperaba que Coates y Jarvo pudieran apoyarles de alguna manera y que el primero pudiera hacer algo por el bardo.

La flecha impactó sobre una pierna de la bruja y Davdak aprovechó que ésta bajó la cabeza para mirar el impacto y desapareció de nuevo en el piso superior. Observó ahí como Coates mostraba su símbolo a Jarvo y asintió conforme mientras preparaba la siguiente flecha.

Ian avanzó hasta acercarse cuerpo a cuerpo, fintó con el escudo a la bruja verde y le lazó un espadazo a la otra, pero la bruja simplemente se rio y se apartó de su camino. No logró impactarla... De repente a Ian le entraron ganas de matar a Coates porque a ver como salían de allí...

Ian estaba intentando guardar las escaleras pero las cosas no iban demasiado bien. Offalia se deslizó por su lateral y logró aferrarle el casco para bajarle el yelmo de tal manera que el guerrero perdió por un momento la visión¹. Su hermana aprovechó la ocasión para lanzar un contundente zarpazo contra el cabellero, clavando sus purulentas garras bajo las axilas².

—¡Tus amigos te han dejado a tu suerte!— chilló sibilina Offalia.

—¡Serás carne para nuestro estofado!— dijo Bella Sombra lanzando un lametón a la sangre que manaba del guerrero.

Jarvo notó como la energía divina del Máscara recorría su cuerpo, comenzando a cerrar la herida sufrida pero también vio cómo Ìan fallaba estrepitosamente el ataque contra aquella criatura.

- ¡Vamos, Biblings! - le gritó, imbuyendo sus palabras con la energía que había aprendido a manipular*. - Golpealas como hiciste con aquel elfo cerca de Candelero, ese que dijo algo de a tu santa madre y un troll de las colinas.

Echó de menos tener un arco en la mano para ayudar desde esa parte de la escalera y se dijo que debería conseguir uno en cuanto pudieran.

- Sufriéis como el hielo en un día de carlo con grandes tormentos y gran dolor. - dijo apuntando al colgante de la bruja más dañada, recordando como la madre había echado mano al suyo y a la vista que todas llevaban uno similar.

De pronto la cadena de metal que sostenía el colgante de Bella Sombra comenzó  enrojecerse y emanó un calor intenso del mismo. La bruja reaccionó al doloroso contacto con el metal.

—AAAAAAAAAAAAARGHHHHHHH— aulló —¡Te coceré a fuego lento maldito por esto!

Y sin embargo, pese al dolor eivdente,  no hizo intento alguno de sacárselo de encima.

Coates se acercó a Jarvo.... Era hora de que Nig-Cö comenzase a ayudarles o la situación se volvería realmente complicada para Ian que estaba actuando de tapón...

El máscara desató su ballesta y su carcaj y se lo cedió a Jarvo.

- Jarvo, dale cobertura a Ian. Si una de las brujas está entretenida esquivando virotes, nuestro amigo podrá concentrarse en un único oponente.

Después puso una de sus manos sobre las heridas de Jarvo y casi en un susurro suplicó la ayuda de Nig-Cö.

- Nig-Cö, sana nuestras heridas, retorna nuestra sangre a su lugar y danos la fuerza y la sabiduría para acabar con estas dos brujas, devoradoras de niños y auténticas afrentas para la vida.

Coates había recuperado a Jarvo y ahora el clérigo estaba en una posición perfecta para hacer de apoyo sobre el grupo. Un brillo en los ojos de Davdak reveló la confianza sobre el resultado de ese combate. Bajó un par de escalones con la flecha semitensa en su arco, hasta que pudo ver a Bella Sombra. Terminó de tensar la cuerda del arco y soltó la flecha sobre ella.

La flecha se desvió un poco e impactó sobre una de las piernas de la bruja que todavía gritaba por la cadena incandescente.

—Buena idea, Jarvo —susurró el pícaro.

Ian, recurrió a toda su energía para reponerse de sus heridas y luego, envalentonado por el bardo, lanzó un mandoble con todo lo que tenía a la bruja que tenía el cuello humeante y desprendía olorcillo a barbacoa... Pero solo logró herirla levemente.

Empezaba a sentir la fatiga de aquel combate...

Cuando Ian se notaba ya más fatigado realizó una finta que hirió levemente a la bruja. Pero en ese momento Negra Sombra se inclinó de nuevo la recibir el flechazo en la pierna por parte de Davdak y el caballero lo vio claro. Alzó su espada y cuando ésta bajo lo hizo cercenando limpiamente el cuello de la bruja cuya cabeza cayó rodando por el suelo. El amuleto, todavía al rojo vivo, se deslizó por el cuello hasta caer en el suelo.

Hubo un momento de breve silencio y sorpresa cuando los aullidos de la bruja fuero cortados de tajo.

Entonces se dieron cuenta de que Orffalia, aferrando la piedra colgante de su cuello, se estaba desvaneciendo mientras su cuerpo se hacía etéreo:

—¡Disfrutad de vuestra victoria pero os juro que mi venganza será terrible! ¡Mis sueños serán vuestras pesadillas!

En ese momento la bruja era una entidad espectral, traspasada al plano etéreo, donde las armas convencionales no podrían hacerle daño alguno. Aprovechando que Ian no podía siquiera tocarla se deslizó como un fantasma para huir a través de los muros del molino.

De momento el peligro había pasado, era momento de lamerse las heridas e investigar aquel lugar…

El máscara tenía claro que aquel lugar debía ser purificado para tratar de evitar que la bruja superviviente pudiese habitar de nuevo aquel molino.

- Ian, ¿cómo te encuentras? ¿necesitas que le eche un vistazo a alguna de tus heridas?

Después de esperar a que Ian contestarse se dirigió al resto del grupo.

- Me gustaría revisar el molino, ver qué podemos obtener de utilidad, si es que hay algo de utilidad aquí y, después, proceder a purificar el lugar y librarle del mal que le ha azotado durante tanto tiempo.

Davdak miró a Coates con el gesto enrudecido.

—Eres un inconsciente —le reprochó—. Tus actos han estado a punto de costarnos caro. La próxima vez no tendremos tanta suerte.

El pícaro soltó su arco en un rincón y fue a recuperar algunas de las flechas que había lanzado sobre esas brujas. Acto seguido se acercó al lugar donde descansaba el amuleto de Bella Sombra. Lo movió con la punta de su espada y comprobó como saltaban algunas chispas de aquel objeto todavía incandescente.

—Me pregunto si esto tendrá alguna utilidad. ¿Habéis oído algo de ellos?

Esperó a que se enfriara para cogerlo con las manos enguantadas en cuero y se lo llevó hasta un rincón donde se sentó a tomar algo de aire¹.

—Arriba había una trampilla —le dijo a Coates.

Ian que estaba dentado en el suelo, jadeante, se puso en pie con dificultad mirando a Coates -Pues mira, no te diría que no, que la del costado duele. Espero que tu dios se haya quedado contento, que casi nos matan.- Luego miró a su alrededor buscando algún indicio del tal Bran. -Mirad a ver si veis un escudero por ahí o algo que nos indique donde pueda estar, ya de paso...

Coates miró a Davdak. Muchas veces sus compañeros confundían los caprichos y deseos de su Dios.

- Amigo, Nig-Cö nos trajo hasta aquí por algo. Sus designios muchas veces no son evidentes para aquellos que no siguen su camino... pero te aseguro que hoy no es el día en el que ninguno de nosotros muera. Nig-Cö aún tiene planes para nuestro grupo... este lugar... Barovia... debe ser purgado de todo el mal que le domina. Estas brujas no sólo han profanado un lugar destinado al bien... lo han profanado con la sangre y la carne de niños... de seres inocentes... Eso es algo tan inmoral, tan asqueroso que no puedo comprender como no te revuelve las entrañas...

Miró hacia arriba buscando la trampilla... pensó en subir directamente pero después recordó a Ian...

- Ian, amigo, ven... recemos una plegaria a Nig-Cö y busquemos la sanación de tus heridas... Cuando terminemos iré a ver qué hay en esa trampilla y buscaré purificar el lugar... Quizá, incluso podamos hacer noche aquí o al menos descansar unas horas antes de continuar.

- También diría que vi unas cajas grandes con cerrojos, parecían jaulas... - indicó Jarvo, quien no tenía ganas de echar más leña al fuego y prefería desviar la situación a algo que no fuese seguir echando la culpa a Coates.

Había matado a una saga con su propio estoque y quemado a una segunda... ¡cómo iba a culpar de nada a su amigo con los versos que iban a salir de esa incursión!

Le hizo un gesto de espera a Davdak y pronunció unas palabras arcanas mientras señalaba el colgante, estaba seguro que el pícaro era capaz de distinguir la entonación para saber que iba a tratar de ver las auras mágicas de la zona.

- Echemos un vistazo juntos arriba. - le sugirió para evitar más confrontaciones.

Subieron a la segunda planta de la torre. Allí encontraron lo que Jarvo decía: unas cajas con cerrojos que parecían jaulas y de las que, efectivamente, escucharon unos sollozos asustados.

—Por favor... ¡Ayuda!— gritó una vocecita infantil desde el interior.

Cuando Davdak se aproximó vio, a través de unas pequeñas rendijas, el rostro rollizo de un niño de unos seis años aproximadamente. En la caja-celda que había debajo era una niña la que miraba suplicante desde el interior.

Coates solicitaba la intercesión de Nig-Co para sanar las heridas de Jarvo¹ mientras que Ian, con ayuda de un palo con gancho apoyado en una pared del muro, desplegaba la trampilla del techo que dejó caer una escalera de mano de madera para ascender a la última planta del molino.

Davdak sacó las ganzúas y se dispuso a abrir la caja-celda donde estaba la niña. Antes echó un vistazo sobre aquella caja para asegurarse de que nada saltaría y todo era seguro¹.

Una vez asegurado abrió la cerradura con las ganzúas para sacar a la pequeña.

—Ya pasó todo pequeña —dijo en tono tranquilizador—. ¿Estás tú sola en este lugar? ¿Hay más niños?

Ian se enfureció. ¿Quién demonios encerraría a niños en una jaula? Les dio algo de comer y beber y acto seguido trepó por la escalera a ver si, con suerte, el tal Bran se encontraba allí encerrado... -Atended a los chicos, yo voy arriba a ver si está Bran.

- Malditas brujas. - masculló Jarvo cuando comprobó que su instinto había sido certero y el proposito de aquellas jaulas era el de servir de jaulas. - Solo lamento no haber podido acabar con la tercera...

Pero la mejor de sus sonrisas vestía su rostro al momento, esperando ver a aquellos niños y tranquilizarles, tocar una tonadilla infantil mientras les explicaba que habían acabado con las brujas y les preguntaba dónde estaban sus padres, esperando que no hubieran acabado como harina del molino...