Partida Rol por web

Davdak recuperó la flecha clavada en las costillas del lobo y limpió la sangre negra de la criatura contra la hojarasca. Miró la flecha detenidamente y arrugó la nariz. Finalmente decidió partir la flecha y quedarse únicamente con la punta para construir otra más adelante. La madera era inservible.

—Si el clérigo está bien subidlo a la grupa de su caballo y atadlo a uno de los vuestros. Me adelantaré por el camino a Kretz. Todavía nos queda camino.

Dicho eso subió a su caballo y comenzó a cabalgar en dirección a Kretz.

Y así la comitiva reemprendió el viaje en dirección a Krekz. Avanzaban por un sendero sobre el que se cernían nuevamente los árboles, creando casi un túnel sobre sus cabezas de tal manera que costaba medir el paso del tiempo. En aquel sitio siempre parecía a punto de anochecer en todo momento. Pasadas un par de horas alcanzaron un nuevo cruce donde al menos podían ver el nuboso cielo. Todavía no era de noche pero no faltaba demasiado. De nuevo lo que se encontraron fue un cruce pero esta vez de tres direcciones.

En el cartel que apuntaba hacia el norte podía leerse 'Krekz' y, a través de los árboles, se divisaba un puente de piedra que cruzaba un río. Hacia el suroeste señalaba 'El mago de los vinos' hacia un camino que descendía gradualmente en dicha dirección. El último ramal, que señalaba al este que quedaba a sus espaldas, indicaba 'Vallaki'.

Coates continuaba inconsciente en la grupa de su caballo, aunque su estado no parecía haber empeorado¹.

- Este debe ser el último desvío. - dijo Jarvo ubicando mentalmente en el mapa las distintas bifurcaciones que habían pasado, una de ellas hacia las montañas y otras hacia una especie de calavera.

Ni siquiera preguntó a los demás qué camino tomarían y tomó rumbo a Krekz.

- Tienen que recuperarse. Ambos. - susurró a Biblings cuando estuvo a su altura.

Ian asintió acompañando a Jarvo. -La verdad es que no estamos como para combatir ni a un bandido cojo. Recuperar a los otros me parece prio... Pior... Poir... lo de las palabras complicadas de eruditos se le hacía difícil a Ian. -...Que hay que hacerlo antes que otras cosas... Es aquí donde el cura dijo que estaba el último lugar sagrado de Barovia, ¿no?-

Sólo la voz de los aventureros rompía el ominoso silencio que cubría aquel bosque maldito por el que nuevamente se aventuraban a través de un sendero sólo lo suficientemente ancho como para que un carro pasase por él. Parecía descuidado y carente de tránsito. De hecho en algunos puntos Davdak tuvo que aplicar la espada para limpiar algunos rastrojos que llegaban a alcanzar el camino de cantos rodados.

Más tarde, cuando la noche ya se ceñía sobre ellos, Lord Coates recuperó la consciencia. En algún punto, muy lejano, escucharon el tañir de una campana. Si pertenecía a Kretz eso significaba que estaba todavía a algunas horas de distancia. En algún lugar, como respondiendo a las campanadas, escucharon el aullido de un lobo.

Davdak desmontó y ató el caballo junto a un árbol.

—Id desmontando... voy a explorar los alrededores. Creo que podemos acampar aquí. No conozco estos bosques como para arriesgarme a caminar en la noche.

Se dirigió a Jarvo.

—Monta el campamento y prepara un buen fuego. Si no he vuelto antes de que cuentes hasta 100, busca otro campamento.

Dicho eso se introdujo en la oscuridad del bosque para asegurar el perímetro.

Coates despertó desorientado.

- ¿Que ha pasado?, dijo mirando a sus compañeros.

- U otro compañero de viaje... - murmuró con guasa cuando Davdak se puso intensito, como si fuesen a dejarle allí solo en caso de que se hubiera encontado con problemas.

Se acercó a Coates y trató de que no se levantara.

- Aquellos lobos te cogieron más cariño del necesario pero ya nos encargamos de darles en el hocico. - dijo sonriendo mientras tendía un odre de agua al máscara. - ¿Puedes pedirle a Nig-Cö sanación para ti y para Ian o necesitas descansar?

Trataba de no mostrar su preocupación ya que se habían visto forzados a no continuar por la oscuridad pero temía lo que otra noche pudiese suponer para Davdak si Strahd volvía a atacarle en sueños.

Mientras Jarvo se ocupaba del Máscara, y Davdak intentaba suicidarse, Ian se limitó a atar los caballos y preparar el fuego, pero alerta por si acaso los lobos volvían a intentar de las suyas gruñendo por lo bajo.

Cuando encendió el fuego se relajó un poco -Oye Jarvo. ¿Crees lo que dijeron los parroquianos en la taberna sobre los lobos? Porque, si es cierto, a lo mejor el maldito vampiro ese está furioso y ha perdido la calma, porque si yo fuera él atacaría al mismo tiempo: con los sueños de Davdak y los lobos a la vez para cogernos debilitados, no por separado...

Davdak regresó de entre la espesura. El punto escogido era el mejor que podían permitirse dadas las circunstancias. Estaba en un claro a un lado del camino, con un riachuelo de agua fresca y espacio suficientemente amplio para hacer una fogata. Probablemente la propia espesura tapase en parte el resplandor del fuego, a la par que los protegía del frío nocturno. Aún así limpió matorrales alrededor para tener un espacio amplio mediante el cual podrían ver a cualquier criatura que saliese para atacarlos. Los lobos eran muy rápidos pero la otra opción sería dormir en lo alto de los árboles y eso no daría descanso a ninguno de ellos.

Regresó antes de que nadie tuviese que contar cien y quizás por eso hubo cierto alivio en el grupo. Desde que estaban en aquel lugar se notaba una tensión creciente que no era habitual entre los aventureros, quizás porque aquel lugar parecía un continuo desafío.

—Es todo lo seguro que puede ser un sitio como este —dijo el pícaro apareciendo de entre la oscuridad—. Descansad lo que podáis. Estemos atentos a las reacciones de los compañeros mientras duermen... no sea que ese monstruo vuelva a atacar nuestro descanso.

Davdak se sentó junto al fuego y comenzó a afilar una de las puntas de flecha que había recuperado de los lobos. En el fuego había un puchero con agua y un par de conejos escaldados que había cazado por el camino.

Jarvo estaba encendiendo el fuego cuando vio que Davdak regresaba enseguida y lo celebró con una sonrisa.

- Si alguno necesita descansar, no tengo problema en hacer guardia doble esta noche. - se ofreció.

Cuando Davdak hubo llegado y el fuego empezaba a calentar. Coates pidió a sus compañeros que se acercasen y pidió que le acompañases, siquiera silenciosamente en una plegaria a su Dios.

Antes de iniciar las guardias sería buena idea que recuperasen algo de salud. Les esperaban aún más peligros y Coates prefería que todo su grupo estuviese plenamente recuperado en la noche.

Con la oración a Nig Cö se sintieron un poco más confortados. Tras cenar algo caliente todos se echaron a dormir dejando que Davdak hiciera la primera guardia. La noche anterior había dormido mal y no esperaba que ésta, al raso, pudiera ser mejor. Un par de horas después Ian tomó el relevo mientras el pícaro se metía entre las mantas.

El guerrero estuvo atento a la noche. Cuando llevaba una hora de vigilancia le sorprendió un gemido a sus espaldas. Se giró para comprobar que Davdak se removía inquieto, sudoroso. Parecía tener una horrible pesadilla que hacía que se retorciera inquieto. Se aproximó a su compañero para intentar tranquilizarlo pero éste retomó el sueño repentinamente, aunque permaneciese pálido.

Lo mismo sucedió en las otras dos guardias. Cada vez que uno de los vigilantes notaba que Davdak se inquietaba éste volvía a quedar quieto, aunque tenso.

A la mañana siguiente Davdak se levantó sediento y pálido. Se le veía seriamente demacrado. El pícaro se levantó embotado y empezaba a sentir que aquello era algo mucho más serio que una noche de mal dormir simplemente¹.

Davdak se dirigió hacia un árbol cercano se agachó junto a él. Después de unas cuantas toses vomitó junto al tronco y acto seguido se incorporó para patear el tronco del árbol.

—¡Maldito seas monstruo del demonio! —gritó mirando hacia arriba.

Volvió con el resto del grupo torciendo el gesto por la sensación de quemazón de la bilis en su garganta.

—Venga, no tardéis mucho. ¡En marcha!

Cogió un odre de agua y lo vació por completo tras esas palabras. Movió la lengua, todavía pegajosa y volvió a escupir al suelo.

—¡Vamos os he dicho!

Ian miró significativamente a Jarvo cuando Davdak salió refunfuñando y mascullando como alma que llevaba el diablo -Habrá que echarle un ojo, creo que la situación empieza a superarle...- Luego recogió y ensilló a toda prisa y salió tras el pícaro.

Coates subió a su caballo y aceleró el paso para colocarse cerca de Davdak. 

En la última guardia pudo ver con mucha mayor claridad lo que le sucedía a su compañero. 

No tenía muy claro si Nig-Cö ofrecería sus favores para curar a Davdak de su situación. Al fin y al cabo, Davdak no creía ni en Nig-Cö ni en ningún Dios y si lo hacía, desde luego no era en público.

No obstante, todas las almas, incluso las perdidas tienen garantizada la redención, sobre todo al final del camino... El máscara esperaba que a su compañero aún le quedase una próspera y larga vida...

Se acercó en paralelo a su compañero y le puso una mano en el hombro.

- Davdak, amigo... tus pesadillas cada vez son más intensas... Quizá sea buena idea que no hagas la próxima guardia. Si quieres puedo prepararte un brebaje que te ayude a conciliar mejor el sueño... Ciertas hierbas del bosque, mezcladas con el brebaje de mi familia hacen auténticas maravillas, te lo garantizo...

Sus dedos acabaron de tocar a Davdak moviéndose de una forma acompasada, casi como si los dedos del máscara tocansen una flauta, mientras casi en un susurro Coates encomendaba el alma y el descanso de Davdak a Nig-Cö.

Jarvo se mantuvo en un inusitado silencio mientras Davdak se recomponía y Coates le atendía, tratando de no molestar.

Coates invocó el poder de su dios. Se dio cuenta entonces de que la aflicción de su amigo era mucho peor de lo que imaginaba. Sería necesario un conjuro de Restablecimiento Mayor para poder eliminar su afección. Algo le estaba drenando la vida por las noches. Aunque el clérigo intuía que Strahd podría estar tras esto también era posible que tuviera otros orígenes, aunque en ese momento no era capaz de recordar ninguno¹.

Y aunque recuperase la energía perdida mediante el conjuro correspondiente quedaba el tema de proteger a su compañero durante las noches. Eso podría hacerlo mediante un conjuro de Protección contra el Mal o usando Círculo Mágico. Si bien no terminaba con el problema al menos podría darle algo de protección frente a él.

Nuevamente, en la lejanía del camino que tenían por delante, escucharon el repicar de campanas.

—Y de qué me iba a servir estar más tiempo dormido... cuanto más tiempo intento dormir más tiempo le doy a ese demonio para que juegue a su estúpido juego con mi mente. No... tenemos que apretar el paso y buscar un buen curandero que pueda sacármelo de dentro. La próxima noche haré toda la guardia si no hemos encontrado ayuda antes.

De repente escuchó las campanas.

—¿Serán las campanas de Krekz? —dijo con más deseo que otra cosa. Golpeó con las riendas a su caballo haciendo que éste apretara el paso ligeramente y dejando atrás la compañía de Coates.