Partida Rol por web

Shanshar y Nalfeim se apresuraron a reunirse con Klurca, Tran y Tergrar siguiendo a la oscura nube.

Jess se lanzó a lomos de Botones en persecución del jinete osgo. La silla de montar, aunque espantosa, resultaba sorprendentemente práctica y la toporrata salió disparada en dirección Sur. Las anillas de la barda tintineaban a los costados pero no parecían restar velocidad a la bestia, alejándola rápidamente de sus compañeros.

Köyu intentó gritar algo, pero la herida que le había hecho Yazlik en la posada se lo impidió y las tres mineras corrieron tras la alocada joven para advertirla de algún peligro.

El enano se quedó solo con la toporrata parda. La bestia se volvió hacia Fornund mostrando sus incisivos anchos y grandes como la palma de su mano.

Nada más cerciorarme de que todos nuestros enemigos han caído y no volverán a levantarse, echo un vistazo a mi alrededor para evaluar la situación general. La mayoría de mis compañeros ya han salido corriendo por la galería, y están tan lejos que mi visión no me permite atravesar la tintosa negrura del subsuelo. ¿Qué habrá más allá?

Sin embargo, sí puedo ver a Nalfeim y a Shanshar, que se han quedado rezagados, y corro por el túnel hasta ponerme a su altura.

—¿A dónde ha ido todo el mundo? ¿Esta es su idea de actuación coordinada? —es lo primero que digo. Luego, me sereno, y continúo—: ¿Estáis bien, muchachos? ¿Os han herido? ¿No? Pues vamos a tener que correr para alcanzar a los demás...

Es en estos momentos cuando más me arrepiento de haber dejado a Theosod fuera de la mina. Qué bien me irían sus cuatro patas en este momento...

El grupo de aventureros, a excepción de la intrépida  Jess, continuó por el túnel noroeste.

    La toporrata parduzca alzó la cabeza y miró desconfiada como el último humanoide se alejaba traqueteando es su pesada armadura. Finalmente olisqueó en varias direcciones y reculó desorientada hacia el oscuro túnel que quedaba libre (por el que habían llegado los aventureros).

    Tran y Klurca abrían la marcha. La poderosa semiorca estaba a punto de arrearle a aquella extraña nube cuando el pícaro se detuvo bruscamente y alzó el puño. Tergrar llegó unos segundos después, se levantó el ala del sombrero para observar y preguntó:

-¿Que son todos estos cristalitos rotos?¿Crees que es algún tipo de trampa?-

El joven asintió con la cabeza y respondió:-Son como las esferas que encontramos en el portón, al final de la escalera-

Shanshar, Nalfeim y Fornund llegaron a la carrera y se asomaron por encima de los hombros de sus compañeros para observar la bifurcación: El suelo estaba iluminado por uno de aquellos extraños cuarzos brillantes. Decenas de esquirlas de vidrio roto salpicaban un área de 20´ de lado.

Los aventureros vieron con frustración como el muerto viviente en forma gaseosa les volvía a sacar ventaja. Tran se puso en cuclillas y con sumo cuidado usó su espada corta para barrer las esquirlas de cristal: -Los cristales hacen que sea fácil saber donde actúa la trampa, pero casi imposible encontrar sus trampillas o placas de presión-

El pasillo de la izquierda acababa en un robusto portón mientras que las vías continuaban hasta una amplia sala abovedada donde los raíles se bifurcaban. Una gran grúa se erigía en mitad de la sala, varias sombras colgaban de sogas arrolladas en su extremo más alto. Parecían ahorcados pero era difícil distinguir mas en la penumbra.

Entonces  pudo escucharse la voz de una joven: -¿Hola-ola?¿Hay alguien ahí-ahí?- Se oyó en tono de súplica.

No era más que un confuso eco pero Tergrar se volvió loco convencido de que tenía que tratarse de su hija:

-¡ELY...ELYYYY!¡SOY PAPÁ, YA VAMOS!-

Tran soltó su espada y retuvo a su amigo justo antes de que atravesara el peligroso tramo de cristales.

¿Qué tenía esa chica en la cabeza? La frescura de la juventud viejo Nalfeim, su ímpetu y su desprecio por el peligro que poco a poco fuiste dejando atrás junto con el color de tu pelo. ¿Es que no te acuerdas? 

¡NOOOO!- Cogió a Shansar brúscamente de la pechera.- No tendrá ella el ...libro- Se cortó de inmediato y aflojó el agarre sobre Shansar con evidente desconcierto. Se puso inmediatamente a curar la herida de su compañero recitando un pequeño salmo mientras lanzaba furtivas miradas a Shansar esperando la respuesta a su pregunta.

- Maese enano, me temo que con nuestras amigas toda planificación se verá echada abajo.- Se abstuvo de decirle que no debería haber dejado sola a la Gran Jess. No le hizo falta nombrarla para que su viejo amigo captara su preocupación por ella.- ¿Estará bien?

Al llegar donde los demás, Nalfeim echó un ojo a la situación. Le daban ganas de demostrar al enano sus palabras haciendo cruzar a una de las orcas para saber cómo funcionaba la dichosa trampa que les impedía el paso.

- Hay que darse prisa o se nos escapará.- Dijo con cierto tono de impotencia en la voz.- Tran, ¿crees que podrás desactivarla? ¿Hay algo en paredes y techo? Podría hacer que al menos un par pasaran por ellas cual arañas para seguir a ese condenado.- Rebuscó entre sus cosas hasta dar con los pergaminos adecuados.

—Por las barbas de Moradin, ¿ahora una trampa? —digo entre jadeos—. No me gusta cómo se está poniendo esto...

Mi sexto sentido me avisa de peligro inminente. Pensando que tal vez pueda necesitar algo de apoyo y velocidad adicional para lo que se nos avecina en la sala cercana, cierro los ojos. Intentando buscar un espacio de contemplación y recogimiento entre el caos que me rodea, concentro mis sentidos en la parte de mi alma que está conectada con el lugar donde moran los dioses y los seres celestiales. Una vez allí, tiro del cordón metafísico que me vincula a Theosod, mi destrero. «Ven, amigo —digo sin abrir los labios—. Ven, te necesito». Mis sentidos espirituales llaman a Theosod, atravesando la bruma que separa este mundo de los reinos superiores...

—Cuidado, muchachos... —murmuro a mis compañeros—. Pese a las apariencias, os garantizo que esa voz no es de Ely. Andaos con pies de plomo...

Asiente con agotado agradecimiento a Nalfeim cuando este le lanza un hechizo curativo.- gracias clérigo.- entonces entre jadeos mientras avanzan rápido dice -debes concentrarte en lo importante Nalfeim, combatir el geas. Confía en Ely, ha dado muestra de merecer esa confianza y lucha contra la magia que te afecta. Tu precisamente que profesas tu fé por la magia tienes que mantener tus principios.

Primero el gigante, ahora esto. Y...- se detiene en seco al ver la evidente trampa y escuchar el extraño chillido.

Intenta avanzar mientras dice -Tran, quizá yo pueda encontrar las placas que evitar, déjame echar un vistazo. Si no, podré apartar los cristales con la magia ya que no todos podremos saltar esto y evitarlo.

Se tranquiliza un tanto con las palabras del enano, sin discutir su capacidad de descubrir que no se trata de Ely, ocupado en investigar todo con los ojos entrecerrados mientras se prepara a despejar un camino con la mano del mago si lo considera necesario.

     La penumbra de la mina se transformó por un instante en un brillante fulgor y Theosod apareció junto al paladín. La bestia mágica saludó a su amo con un afectuoso topetazo de su brillante testa.

Shanshar se sintió recuperado con los salmos del clérigo. Su vista se centró las alturas. Tal y como sugirió su compañero había una trampilla perfectamente disimulada entre las rocas irregulares del techo. Bajo ellas se amontonaban la mayoría de cristales.

Tran, ¿crees que podrás desactivarla? Podría hacer que al menos un par pasaran por ellas cual arañas

  Tran tomó buena nota y respondió:-Lanza ese conjuro sobre otro. Yo necesito ambas manos para desactivar la trampa. Me arriesgaré dando el primer paso. Rezar por que la vista de Shanshar no le haya engañado.- Se volvió hacia Nalfeim y el mago y añadió: -Agarrar a Tergrar-

El pícaro dio una zancada entrecerrando los ojos, pero ninguna trampa se disparó. Se acuclilló sobre las traviesas de las vías y comenzó a apartar los cristales con sumo cuidado.

La silueta del capataz orco seguía alejándose por el aire.

-Faltan los clavos que fijan los raíles a dos maderos. Apuesto a que se tratan de placas de presión. Intentaré bloquearlos- Anunció. Tran apretó los dientes al ver el espectro alejarse. Sacó sus herramientas y se puso a trabajar:- Esto me llevará un rato. Si os gusta el riesgo avanzar pegados a las paredes-

Tras la brutal escaramuza con los mineros y los jinetes de ratas-topo, la barbara aprovecha el descanso obligado por las trampas para recuperar el aliento.

Klurca, ésta vez deja que se adelanten los "humanos" y se recuesta de espaldas contra las paredes de la mina.
Posa ambas manos sobre el puño de su espadon, y respira pesadamente, abriendo y cerrando sus velludas fosas nasales como si se trataran de dos anos siameses.

Transpirada, incluso gotea tanto sobre el suelo de la mina, que en un esporadico silencio se escucha el repiquetear contra el charco de sudor que se ha creado...

- No se puede combatir un geas...- Dijo entre murmullos casi ininteligibles a Shansar. Estaba de mal humor no sólo por estar maldito sino por haber dejado ir a Jess.

Con la vista fija entre la trampilla que había divisado Shansar en el techo y el vaporoso enemigo que huía más adelante, Nalfeim seguía dándole vueltas al problema.

- Eso está claro.- Hacía referencia al comentario de Shansar sobre que no todos podrían pasar saltando o trepando, menos ahora que Formund había convocado a su esplendorosa montura.- Pero no podemos dejar que ese se nos escape. Shansar, ¿crees que podrás seguirlo?- Nalfeim sacó uno de los pergaminos y se lo ofreció al mago. El no-muerto, en su estado gaseoso, no parecía moverse muy rápido así que, si no aceptaba él mismo podría ir tras él.

Lanza el conjuro de mano del mago todo lo rápido que puede mientras dice a Nalfeim -Tran y yo podríamos superar la trampa, pero aunque hay que atrapar al orco es mejor que todos la superemos juntos. Además se necesita un arma mágica para poder herir a ese ser, yo no dispongo de ninguna y mis conjuros no sirven tampoco.

Mientras ayuda al pícaro a desactivar la trampa con su conjuro hace mente local recordando cuando vislumbró la magia que poseían todos sus compañeros. Aquellos con armas mágicas eran quienes tenían que acabar con ese "orco".

- Esta bien. - Cortó en seco a Shansar. Le daba la impresión de que el mago le desnudaba con la mirada. Dándose la vuelta Nalfeim leyó el pergamino entre murmullos. Inmediatamente comenzó a trepar por el muro a su derecha, para atravesar la trampa sin tocar el suelo, pegado a la pared cual lagartiga, eso sí, acorazada. De su cintura pendía una reluciente maza de armas.

¡Maldición! Nalfeim no te alejes mucho, esto es un sitio plagado de trampas...- el mago mira como el clérigo se aleja mientras él se ve obligado a ayudar al pícaro, durante unos instantes su concentración flaquea y la mano mágica vacila, pero solo antes de que una "genial" idea se le ocurra.

Yrlinand pequeño, ya sabes lo que te toca. Ayuda a ese viejo antes de que le abran la cabeza en una emboscada o caiga en una trampa.

Insta a su familiar a que siga al clérigo y vuelve a hablar -¡cuida de Yrlinand y deja que sea tus ojos y oídos! Es mucho mejor que yo salvo para encontrar trampas, esas le confunden. Y no dejes de caminar por las paredes, casi nunca hay trampas allí.

Frustrado ante la situación de tensa y forzosa espera a la que nos vemos sometidos por culpa de esas condenadas trampas, doy un par de palmadas en el musculoso cuello de Theosod. A continuación, coloco un pie en uno de los estribos y me impulso hacia arriba, montando a lomos del inmenso caballo negro. El calor de su cuerpo me reconforta. Desde su altura, todo se ve más claro. Encogiendo los ojos, intento calcular la distancia que Theosod podría saltar con un poco de carrerilla, y si sería suficiente para evitar por completo el mortal radio de efecto de la trampa. Como si supiera lo que estoy pensando, Theosod se mueve inquieto debajo de mí, arañando el suelo con sus grandes cascos, preparándose...