Partida Rol por web

PRÓLOGO
Cinco extraños habían salvado Barovia. Cinco extraños habían salvado el bosque de Slavich y a todos sus habitantes. Rugini Marro, condestable del dominio oscuro y mano derecha del Barón von Strahd había urdido un plan para arrasar el bosque y ampliar el pueblo, quedándose con los alquileres y los beneficios de todas las nuevas viviendas que se construirían. Como Strahd no quería hacerlo, Marro necesitaba una excusa y consiguió matar a la Vieja Madre, la Reina del bosque, para hacer que todos sus hijos se rebelaran y atacaran al pueblo. Se inició así un conflicto que solo beneficiaba al malvado condestable.

A sabiendas que los ciervos no eran malos per se, Bray Martikova, tabernero y miembro secreto de la Orden del Cuervo, contrató a cinco personajes para que investigaran por él puesto que Bray era enemigo del barón y cualquier movimiento sospechoso podía causarle la muerte de él o de su familia. Los cinco extraños lograron unirse, apaciguar al pueblo, aliarse con los ciervos y atacar a Marro. Por si fuera poco, éste era un druida frustrado que ambicionaba ser un cambiaformas. Mediante alquimia intentó serlo mas solo llegó a convertirse en una aberrante criatura. Lo derrotaron no sin mucho esfuerzo. Finalmente el condestable fue degollado y hubo una gran fiesta en la taberna.

Yinhe, Xander, Aurelio, Stephen y Mihaela fueron recompensados con oro y alhajas pero a la mañana siguiente partieron y nunca más se supo de ellos...

Habían pasado días desde que el alegre enano, la dhampiro y el aasimar hubiesen partido en busca de nuevas aventuras allende las brumas mientras que Xander y la exótica Yinhe habían decidido quedarse en la lúgubre Barovia. Con lo ganado por sus acciones contra Rugini Marro habían conseguido una habitación gratuita para cuanto fuese necesario.

Recibes una carta con una pluma de cuervo adjuntada. Los Guardianes de la Pluma Negra, una organización secreta que lucha contra las tiranías de Barovia, se ha puesto en contacto contigo. Una vez les pediste un favor y ahora quieren que se lo devuelvas. Debes ir a la taverna de la vid sangrienta en Barovia, donde el viejo Bray Martikova, líder de la organización te espera para que cumplas la misión.

Quatian se dirigía a la capital de Borca cuando su caballo fallece tras ser atacado por unos lobos. El poderoso caballero dracónico acaba con los animales pero no logra salvar a su corcel. Cansado y con la noche cerniéndose sobre su cabeza decide acampar al lado del camino y encender una hoguera.

De pronto, una sombra se acerca al fuego. El dracónido ruge mas el hombre, lejos de espantarse, decide hablar.

Te han contratado los Guardianes de la Pluma Negra, una organización secreta que quiere acabar con los tiranos que hay por Ravenloft, en especial con el poderoso Strahd. Te has hecho un nombre por haber acabado con una docena de monstruos en Borca y Barovia. Has quedado en la taverna La Vid Sangrienta de Barovia donde te espera el líder de los Guardianes, Bray Martikova, para explicarte tu cometido. A tu llegada encuentras una taberna vacía, con un fornido tavernero y un elfo y una chica de ojos rasgados junto al fuego.

La noche es lóbrega. Aunque esta lo es más que ninguna otra.

Mi querido caballo, Caduceo, me ha abandonado. Era el último resquicio que me unía con mi pasado. Con mi vida con la familia, cuando aun era feliz y aun no tuve que tomar el camino de las armas.
 

Los restos del otrora formidable caballo alazán descansan en un agujero que yo mismo he cavado. Es lo minimo que podía hacer. Luego de esto reuní leña seca e hice una hoguera. Hoguera a la que he arrojado uno a uno los últimos y valiosos recuerdos de mi pasado. Media docena jabalinas con runas del relámpago, tambien al fuego un manto con bordados de oro y zafiro, y finalmente retratos de la familia hechos por un pintor de renombre.
Algún pícaro gritaría al ver que he lanzado objetos por el valor de miles de piezas de oro, a la memoria de un caballo. No es sólo la memoria del caballo. Es a la memoria de quien fui una vez.

Suspiro. Observando con melancolia mi espada-serradora y mi ajado escudo.
Y me doy cuenta una vez más como Ravenloft es un lugar que no perdona. Y que ante todo jamás perdona los actos nobles. Pero sigo determinado a continuar mi cruzada sin importar el precio. Me juro a mi mismo seguir hasta el final. Obtendré mi objetivo en este mundo, o moriré arrastrando a quien ose impedirmelo al abismo conmigo. Ese es mi juramento. Esa es mi justicia.

Es en este momento cuando siento la imponente presencia de alguien con un poder misterioso y oculto.

"¿Quien osa?" gruño. Y es que la noche es peligrosa, siempre

Yinhe estaba tranquilamente junto al fuego, sentada de nuevo frente a Xander.

Llevaba ya un tiempo sin verle, desde que habían tenido el "problema" con los ciervos.

La chica de ojos rasgados había pasado la mayor parte de su tiempo en las cercanías de la ciudad, más centrada que nunca en sus viejas tradiciones y los antiguos tomos que su maestro le había hecho memorizar antes de permitirle partir a conocer mundo. Había sido un tiempo de auto-reflexión y auto-comprensión. Lo necesitaba. El mundo parecía mucho más amplio de lo que decían sus viejos libros. Y concretamente, Barovia había resultado ser incluso más oscuro de lo que parecía a simple vista.

Había compartido un pequeño tiempo con Xander, pero el explorador era tan celoso de su privacidad como la monje, por lo que, a pesar de que llevaban juntos un tiempo, su relación sólo se había visto acercada por su experiencia con el antiguo Barón y su intento de conquista de los druidas y su bosque.

Los habitantes de Barovia habitualmente rezaban a la "Madre Noche", algo que sorprendió enormemente a Yinhe, pues la noche no parecía ser precisamente el momento más seguro de la zona, pero había algo en la presencia de las sombras que también hechizaba ligeramente a la oriental.

Gran parte de su tiempo lo había empleado en averiguar más sobre las religiones locales, y la otra en si misma.

Y ahora, parecía que de nuevo la orden del Cuervo necesitaba algo de ella. Y respondería, por dios. No iba a ser ella quien desafiase la voluntad del bien en una tierra de mal como aquella.

   El carruaje traqueteaba, pero tumbada en el tejado tras el pescante estaba bien arropada. Mientras azabache miraba a ambos lados del camino con una mirada curiosa. A veces, miraba yo también a través de sus sentidos para no molestarme en salir de mi cómoda cama que había montado con el petate, la manta y la mochila de almohada, con la muda de ropa arriba para que hiciera de acolchado. Mascaba una hierba aromática mientras el vehículo avanzaba por los caminos de Barovia.

   Aquellos que me enseñaron magia en la soledad del bosque piden un favor a cambio. Es justo, y es bueno no deber favores a nadie, así que si salía con la piel entera de sea lo que sea que tengan pensado, mi lealtad ya sólo será para conmigo misma.

   No mucha gente se atreve a viajar, así que fue relativamente sencillo encontrar trabajo como criada y cocinera de un noblezuelo menor que se dirige a Barovia. ¿O quizás era un asqueroso burgués? Unos y otros se visten de forma parecida y tratan de imitar patéticamente los modales de los mandamases. O lo que yo supongo que son los modales de la alta nobleza, que ni los sé, ni me importan. Mi trabajo no requiere de ese conocimiento. Por supuesto no viajo dentro del carruaje, sino arriba en el tejado o sentada en el pescante, junto al cochero.

   Lo bueno es que me apearé enfrente de la Vid Sangrienta, que es donde harán noche los que viajen en el carruaje. Y como mi trato es que yo cocino y limpio durante el viaje a cambio de pasaje, una vez que lleguemos a la puerta de la taberna yo me apeo y puedo largarme sin decir nada, salvo una despedida.

   Ya queda poco, luego en la taberna, ya se preocuparán de ponerse en contacto conmigo.

   Eso sí, la carta, bien oculta en un pliegue cosido de las ropas. Cosido con reparar, claro, para que quede sin marca.

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Tras un largo viaje desde los Jardines de Ceniza, Hierro consiguió llegar a la taberna.

Su reclutamiento por parte Bray Martikova le habia sorprendido bastante. Era cierto que habia acabado con algunos cuantos monstruos, pero siempre era en viajes hacia mi objetivo real. No tenia ni idea de que los Guardianes de la Pluma Negra se habian fijado en él. Aun así, antes de aceptar, consultó con su Patrón, al cual le pareció bien. Le dijo que era mejor tener a esos Guardianes de su parte.

De modo que Hierro partió en un viaje accidentado, tal y como solian ser los viajes en aquella tierra. No pocas criaturas de la noche habian intentado acercarse a hincarle el diente, a pesa de que su cuerpo estaba hecho de metal y madera-oscura. Y todos se habian llevado un disparo en la cabeza o un calambrazo letal. Al final habian aprendido a dejarle en paz si no los molestaba. De todos modos, Hierro no tenia ninguna carne que pudieran morder. 

Una vez en la taberna, se sentó en una mesa despejada a esperar. No pidió nada para comer, puesto que no lo necesitaba. Simplemente sacó un libro de su bolsa y se entretuvo leyendo mientras esperaba que apareciera de una vez su contacto. 

El leve sonido de unos cascabeles acercándose cada vez más fue lo que Quatian escuchó cuando, a unos pocos metros de la hoguera, una figura alta y desgarbada vestida de negro se paró, enseñando claramente las manos para evidenciar que no venía con propósitos hostiles.

Con el rostro casi totalmente oculto tras un gran sombrero de ala ancha, el extraño observó unos instantes a su alrededor.. tras unos segundos de inquietante silencio, el hombre dio un paso al frente, permitiendo que la luz de la hoguera le alumbrara. Fue entonces que el dracónico pudo ver como se trataba de un hombre joven, de unos veintipocos años con una incipiente barba poco poblada y grandes ojos verdes y piel del color del café. Sus vestiduras, amplias y oscuras (a excepción de un pañuelo púrpura que llevaba al cuello) estaban cubiertas del polvo del camino, así como sus botas, que junto con un pesado abrigo largo, lleno de bolsillos; dando el aspecto de algún tipo de buhonero algo siniestro. 

Con una reverencia algo exagerada, casi teatral saludó al paladín..

Buenas noches!.. mi nombre es Taar, Zildjian Taar.. detective e investigador de lo sobrenatural.. a su servicio.. - dicho lo cual se movió despacio, dando un par de pasos cerca de la lumbre para después sacar algo parecido a una pipa de fumar, llenándola de tabaco y extrañas hiervas, después señaló la fosa donde se encontraba el caballo muerto- ..siento lo de vuestra montura.. pocas cosas hay más puras, que la relación de fraternidad entre un jinete y su corcel.. o eso dicen.. -añadió, haciendo una pausa para carraspear con cierta incomodidad-..espero no haberos importunado.. bandidos y otras criaturas extrañas vagan por estos bosques y caminos, pero me temo que yo solo soy un "humilde" servidor público.. -concluyó encendiendo la pipa.

Con una honda calada, continuó.. en ocasiones, por gajes del oficio, termino mi jornada en algún camino, cuneta o cementerio.. sin darme cuenta que ha anochecido. complicando mi vuelta a la posada más cercana.. tal y como ha sucedido hoy.. -sin parar de hablar, el extraño hablaba con voz cadenciosa y agradable, encadenando las frases una tras otra, como quien cuenta un cuento, andando de un lado para otro, gesticulando con la pipa en la mano-.. como os decía, soy investigador.. y este, mi último caso me llevó a seguir la pista de un cadáver cuyo espíritu, pedía a gritos su eterno descanso.. sin embargo, aquella pobre alma no se sabía muerta.. así que se empecinaba en no morir.. tanto que casi me cuesta mi propia vida.. 

Finalmente, conseguí sobreponerme.. así que me he puesto a andar cuando se ha hecho noche cerrada, hasta que te he visto a cierta distancia.. y la verdad amigo; es que tuve que frotarme los ojos.. tendrás que disculparme pero es la primera vez que a un hombre dragón.. si es que os llamáis así.. había oído historias pero nunca había tenido la fortuna de encontrarme con uno de vosotros.. 

Dicho esto, el individuo se acerca al dracónido para ofrecer un trago de una botella, tras beber él. En ese momento se pudo observar que se trata de un semielfo con marcada facciones élficas pero tambíén con un inequívoco origen vistano por su color de piel y rasgos afilados.

Sería un honor si pudiésemos compartir esta botella frente al fuego.. mientras me cuentas tu historia.. no todos los días se conoce a un.. ¿draconiano? ¿dracónido? ¿hombre dragón?.. o mejor todavía.. ¿cúal es tu nombre, amigo?..

El carromato avanza sin prisa pero sin pausa hasta llegar a un camino que atraviesa el infame bosque de Slavich. Al adentraros veis como los caballos relinchan, se muestran incómodos. En el aire notas algo raro. Está más cargado de lo normal y cierto olor que no llegas a discernir seduce tu olfato. Al fondo, una hoguera. ¿Qué haces?

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   Alzo un ojo, o más bien, lo alza mi familiar mientras yo acurrucadita y bien tapada deslizo la mano a mi varita. Observo a través de sus ojos felinos que ven mejor que los míos en la oscuridad.

   Mientras me desperezo con la emoción de algo desconocido, hago repaso mental de quienes vamos en el carruaje.

   Estoy yo en el tejado, claro. Y al pescante está el cochero que conduce y se encarga de los caballos. Dentro del carruaje está en noble ¿o era un burgués? no me había quedado claro. Junto a él está una jovencita que es su asistenta y posiblemente también le caliente la cama. Y un fornido guerrero que hará de guardaespaldas y matón.

   Los caballos están nerviosos. El ser bestias acostumbradas a viajar por Ravenloft, es decir curadas de espanto, que algo las ponga nerviosas significa posible peligro. Además, olfateo el ambiente intentando discernir si está cargado con el peculiar olor a ozono que dejan los residuos mágicos.

   Al fondo, una hoguera, no sé si me dará tiempo, pues tardaré 10 minutos, pero empiezo con calma a preparar un ritual de detectar magia. En forma ritual, valga la redundancia, que no quiero malgastar mis preciosos espacios de conjuro. Así que murmuro en voz baja y agito la varita fuera de las miradas, excepto de Azabache, claro.

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No hay nada mágico, lo que hueles es humo de una hoguera. Acaban de quemar un animal, no para comérselo sino que lo han incinerado. Ese olor a carne quemada es fuerte, te impregna. ¿Qué haces?

Un ruido a lo lejos interrumpe vuestra conversación. ¿Qué hacéis?

-Vaya, vaya, vaya, al fin has llegado. Por todos los dioses eres lo más raro que he visto en mi vida. ¿Una cerveza? -dice el posadero al forjado que acaba de sentarse junto al fuego.

El enorme hombretón se acercó a la hoguera y presentó a la oriental el individuo metálico.

-Yinhe, este es Hierro. Lo he contratado para la misión que te dije. Esperemos a Xander y a los demás para explicar los detalles

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   No se lleva a vieja asomando el cuello como un pollo por al agujero para que se lo rebanen de un tajo e ir luego por ahí como el proverbial pollo sin cabeza, no señora. Desde luego no voy a saltar del tejado del carruaje para correr alegremente por ahí, por los bosques de noche.

   Así que me limito a prepararme por si somos emboscados y avisar al cochero, pero si no es ciego como una lechuza bajo el sol del mediodía también se tiene que haber percatado.

   - Están quemando un animal en una hoguera, mozo. - Le susurro.

   Lo de mozo es una forma de hablar, claro, que el cochero es al menos una década más viejo que yo, rondará los cuarenta y tantos. Retraigo mis sentidos del familiar a mi misma, y me preparo por si hay emboscada.

   Eso sí, si el olor es muy, muy fuerte, me cubro la boca y la nariz con la tela de la capucha.

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- No gracias. - Su voz sonaba grave, metalica. - Hierro se oxida con cerveza. - Dijo el forjado, intentando bromear... No se le daba nada bien. Y para colmo hablaba de si mismo en tercera persona. Al no tener expresiones faciales, los seres "inteligentes" acostumbraban a maliterpretarlo, o a ignorarlo, como si fuera mobiliario. No respiraba, por lo que se podia quedar perfectamente quieto si queria. 

En algun momento decidió que hablar en tercera persona le gustaba, y le hacia destacar entre los sacos de carne. Asi que siguió haciendolo. 

Saludó moviendo la mano energicamente a la... Mujer? Los cabellos largos suelen significar hembra en casi todas las especies humanoides, pero no siempre. Eso siempre lo confundia. Esa clase de cosas no preocupaba a los forjados como él.