Partida Rol por web

-Por supuesto. Le acompañaré, señor Warren -afirmé, echando a caminar tras el jefe de policía, apoyado en mi bastón-. Lo más probable es que se trate de esa bestia que trajo Sir Robert, aunque preciso de revisar el cadáver para determinar las causas de la muerte.

Al parecer ya se están tomando cartas en el asunto, pero mucho de lo que está pasando me tiene intrigado. -Sir Lloyd, usted se ha mantenido ya mucho tiempo en silencio... -En efecto es algo que me parece... extraño, el hombre tiende a evocar subtítulos si no habla. -¿Hay algo que debamos saber sobre lo que está ocurriendo? -Creo que falta algo de información y no sería extraño que él la tuviera y no la estuviera compartiendo. -También ¿Todos los invitados ya se han presentado o hay alguien extra de quien debamos saber? -Puede que la razón de las muerte de las que se están hablando, esté en manos de alguno de nosotros, claro está, y en ese caso la posibilidad de que sea una persona que se haya mantenido en incógnito es intrínseca.

Más que manejar mis habilidades, debo ser alguien muy lógico o de lo contrario habría caído en la locura desde hace mucho, aunque de por sí no soy alguien precisamente cuerdo. También se debe tener en cuenta que la cordura está muy sobrevalorada y por ende se debe tratar como algo subjetivo. Cada loco con su cuento y esperar que sepa contar o que no se deje consumir por este.

El sobresalto por el grito y luego el desatrozo sonido de la vajilla al caer y romperse hace que Sir Hebert derrame un poco de vino de sus labios  y escupa un poco sobre el rostro de la cantante. Inmediatamente con la delicada servilleta de tela trata de secar el rostro de la dama. -¡Mil disculpas Dominque!... ¡Mil Disculpas!...- luego se dirige a sus invitados levantandose como un resorte.

-¡POR FAVOR!... ¡DAMAS Y CABALLEROS GUARDEMOS COMPOSTURA!...- Arrastra la silla un poco para salir y levantar las manos intentando calmar a la gente que ya se encuentra muy nerviosa y asustad por lo que acaba de mencionar el mayordomo.

¡Q-Qué!... ¿¡Q-Qué está pasando!?... El cazador entra al comedor tambaleandose algo pasado de copas con una botella en la mano. Haciendo una exagerada y torpe reverencia ante la trapecista se deja caer en la primera silla que encuentra desocupada, no tarda mucho en quedarse dormido.

-¡Esto es inaceptable Hebert!...- Bill se levanta de su asiento y arroja la servilleta sobre la mesa visiblemente molesto -más bien muy asustado, pero poniendo cara de molesto.- -Creo que lo mejor será salir de la mansión y dejar que el Jefe Warren haga las pertinentes investigaciones...-

El miedo se apodera de mi persona, sí ya de por sí esa... esa bestia me había puesto muy incómoda, luego el desafortunado accidente y ahora el cocinero, ¡dentro de la Mansión!, Dios nos libre de algo tan horrible como eso. -Lo siento Sir Lloyd, creo que esto ya se ha salido de control, además dejéme decirle que ya de entrada esto es una gran noticia, pero es un terrible y mortal riesgo quedarse aquí, ni la mejor nota del mundo antepondría mi tranquilidad y seguridad.- Le digo al anfitrion mientras comienzo a prepararme para solicitar un coche y salir de aquel lugar. -Con su permiso...- hago una reverencia y salgo del comedor rumbo al recibidor.

-Tiene usted razón Mr. Casterly, debo tomar toda clase de precauciones y con la venia de nuestro representante de la ley Mr. Warren y antes de que se dispersen todos nuestros invitados creo que lo mejor es dirigirnos al salon de descanso y esperar a que realicen todas las investigaciones pertinentes, envíaré a mis sirvientes a cerrar todas las estancias de la mansión para mayor seguridad y tranquilidad de todos los presentes.- El anfitrión comienza a sudar frío el cuál se seca con un pañuelo que ha sacado de entre sus pertenencias.

Sir Lloyd se activa después de tanto alboroto, bueno no es tanto, más bien sería algo de incertidumbre por lo que está ocurriendo y pide que la gente se dirija al salón de descanso. -¿Y la comida? creo que pasaré por la cocina para avisarle a quienes estén ahí y de paso pico algo. -Me levanto y me voy dirigiendo a la puerta dejando a los mudos comensales que estaban junto a mi pensando que tal vez la muchacha si se sentó al lado de quien debía. -Una pareja de mudos, interesante.

Por alguna razón, todos se empecinaban en querer ir a ver al presunto muerto, lo cual no me parecía raro. En el circo los fenómenos son la más grande atracción, a la gente común le encanta ver cosas diferentes a ellos y burlarse. Por mi parte prefiero burlarme de todos. Dejé que ellos discutieran cosas sin sentidos, mientras me servía de la botella que aun sostenía el cazador, no sé qué demonios tiene pero parece fuerte. Necesitaba algo para despejar esa sensación de incertidumbre que empezar a embargarme.

-Dejemos que los que saben, se encarguen del tema- lo que es obvio hasta para el más estúpido e inepto humano. No pretendo que el cazador se ponga a hacer malabares y a dar volteretas por toda la mansión para entretener a los invitados… aunque viendo su estado, es probable que lo haga.

Todo aquello se había complicado y sus acompañantes durante la cena fueron poco más cálidos que las sillas en las que se sentaban.

La mujer se levantó y salió del comedor sin decir más que una leve disculpa en voz queda. Empezaba a lamentar mucho estar allí esa noche.

El caos había aparecido en el comedor con la noticia de que una desgracia había pasado en la cocina. Algunos querían ir a investigar que pasaba y otros se quejaban. La cantante se quedó en silencio, viendo lo que pasaba y pensando que hacer. ¿Dónde me he metido? Esta noche no será la oportunidad que esperaba, creo. Ante la petición del anfitrión de desplazarse al salón del descanso, con la cara seria contesto. Sí, vayamos a un lugar más tranquilo, mientras los expertos se encargan de investigar que pasa. Vio como algunos de los presentes iban hacia allí, pero no se unió a ellos, sino que se esperó unos instantes para ir sola. Cuando nadie salía, se levantó y se fue a la habitación de descanso, sola.
 

A pesar de que el cazador no hacia siquiera acto de escena, ya salieron a al palestra cuatro o cinco heroes que deseaban por todos los medios ir a ala cocina y dejar al descubierto su cuello para que la bestia del señor Robert diera buena cuenta de ella. -Están locos, son imprudentes y desde luego yo tengo algo mejor que hacer que vomitar la cena que aun no e tomado. -Se bombeaba el hombre bala, mientras procuraba comer y beber lo que el otro invitado le había servido.

Poco después, la gente escandalizada, empezó a cambiar de localización, al parecer pensaban que estar en una sala diferente a la actual, era mas seguro. -Increíble, como que una puerta o dos evitara todo esto. -El cinismo de aquel pequeño hombre llego a niveles insospechados dentro de su cabeza, cuando vio marchar a tantos y él aun estaba a mitad de su cena. -Mas les hubiera valido esperar a que el resto termináramos de cenar... ahora no solo tendré las tripas revueltas cuando el resto lleguen con las malas noticias. -Judd tenia hambre si, había guardado el apetito para la cena y ahora se la negaban, pero aquel profesional del circo no era tonto. Puede que estuviera acostumbrado a las cosas extrañas a su alrededor, por el tipo de oficio que eligió, pero no tenia intencion de quedarse solo en el comedor mientras el grueso de los invitados estaban en otra sala. -Maldita presión de grupo. -Rechino sus dientes, no sin antes, coger el plato con su cena a medio acabar y la copa de vino que aun estaba a mitad e ir dirección al salón de descanso, donde daría buena cuenta de ella cómodamente sentado mientras esperaba como el resto las malas nuevas.

          - Me parece que ... si no puede dar nos toda la información el señor  Castellyr ha preguntado tal vez debamos hacer lo que ha propuesto la señorita ... Harrington.       ¿Le parece si comemos un breve refrigerio Sir Lloyd, ya sea aquí o en el descanso para no tener vacío el estómago mientras que nos da respuestas y dejamos que el señor Warren y el doctor Bradley hagan su trabajo? -     Dijo mas calmada y juiciosa Samara antes de  ponerse de pie y salir del comedor para dirigir se al descanso, no sin antes dar un ligero paseo afuera.

Al escuchar la situación inmediatamente tomo mis colts y me las coloca en la cintura. Saco la pistola derecha y reviso el tambor, completo, le doy un giro y la vuelvo a enfundar, repito la misma acción con la pistola izquierda, me incorporo y me dispongo a seguir a los demás al salón de descanso.

Obserrvo que la mayorría de los camarradas salen del comedor rumbo al salón de descanso, me incorrporo y con una reverrencia hacia las damas y caballerros, me dirrijo a la salida del comedor.

El hombre sigue sentado ante la mesa con una calma actitud, pero desesperada y voraz forma de comer, prácticamente sólo se dedica a observar los movimientos de los comensales, entrando y saliendo de la habitación, mientras toma otro bocado de esa apetitosa y jugosa carne, no le ha parecido algo fuera de lo común lo ocurrido en la cocina, él ya había tenido el gusto de ver a un cadáver destrozado por algún animal o por un desquiciado en éxtasis de sangre, simplemente sigue en la mesa, mientras observa - Jamás entenderé a los ricos, Para el Ion, todo el que tuviera más de lo que él tiene era considerado rico en su mente - Entran y salen, corren, vomitan y siguen despreciando los manjares sólo por la aparición de uno de los suyos mientras la comida se enfría, se nota que nunca han padecido hambre ni tenido la necesidad de quitarle la vida a alguien más por conseguir alimentos. Mientras los observa por el rabillo del ojo.

Casi se atraganta con el susto con un enorme bocado de la jugosa pierna de pavo el científico, alcanza la copa de agua y bebe ávidamente y luego se limpia la boca con la servilleta de tela. Escucha atento todo el ajetreo y luego de que varios acompañantes deciden salir del comedor, el científico se incorpora y se dirije al cazador.

-Sir Robert... ¡Sir Robert!...- le da una pequeña palmada en un hombro. -¡Despierte!... ¡No es momento de perder el sentido!... Usted es el único que puede explicar si es posible que su presa haya causado todo este alboroto.- El científico voltea hacia los acompañantes que quedan para ver si se encuentra el doctor, pero al parecer se ha marchado. -¿Alguien me puede ayudar con este hombre para llevarlo al salón descanso?.-

El forzudo escucha los llamados de atención del científico y aunque de principio no quiere acceder a su solicitud lo acepta -Bah, perder la comida por ayudar a los enclenques, pero nadie más aquí es capaz de lograrlo - Grrrrgh Gruñe un poco con molestia, mientras se levanta meneando la cabeza en señal de inconformidad - ¡lo hago yo! seré yo quien mueva al 'vânător' - La naiba burgheză. Toma el cuerpo del cazador como si de una pluma se tratare y acompaña al científico al salón de descanso.

Ante tal alboroto y debido a tan trágicas noticias, el semblante del anfitrión ya es de un tono pálido y desmejorado nada que ver con el señor todo sonrisas y bromas de hace un rato. Hebert se levanta de la mesa ignorando a todos y sale del comedor tras arrojar la servilleta a la mesa. -¡Ustedes disculpen!...- Se llleva la mano a la boca para evitar que se le escape el vÓmito provocado por el miedo ante terrible suceso, sale casi corriendo del comedor.