Partida Rol por web

Martes 12 de Junio de 1882, Londres, 18:35 hrs. -Escena de día-

El sonido de los cascos de los caballos sobre el barro del camino que lleva hacia la mansión Grimshaw ensordece cuando un estruendo en el cielo anuncia una tormenta, las nubes cubren el gélido día y los débiles rayos de sol que apenas calientan, el cochero apresura el paso.

De vez en cuando otro coche se cruza en el camino, va de regreso sin pasajeros. El serpenteante sendero del Bosque Grinshaw finaliza con un interminable muro y un viejo pero fuerte cancel de metal oxidado se abre a su paso, unas enormes iniciales, dos letras, una "G" y una "M" engarzadas en color oro metálico coronan el monograma Grimshaw. Pueden observar los inmensos y bien cuidados jardínes de la mansión, un mayordomo a lo lejos los espera en la entrada de la inmensa casona.

-¡Bienvenidos! Mi amo, Sir Hebert los está esperando en el Salón principal, él es un poco impaciente pero se encuentra de muy buen humor, Si desean que tome sus abrigos y les ofrezca algo de beber, no duden en llamarme Mi nombres es Thomas Townsend y estoy a cargo de que su estancia sea lo más reconfortante y cómoda posible, pasen por aquí. -Tomo sus cosas y los conduzco hacia el enorme recibidor, todo está ricamente decorado donde prevalece una enorme colección de cuadros pintados al óleo de personas que parecieran les siguen con la mirada.

En el coche de caballos, Madame Delacroix se empolvaba el rostro mirándose en un espejito que sacó que su bolso de mano. Tengo que estar perfecta, esta puede ser mi gran actuación en Londres.  El ruido de los truenos sobre el sonido de los cascos de los caballos no era una música prometedora, pero la diva la aprovechó para calentar su voz, cantando con su aguda voz algunas silabas sueltas. Aa aaa eee eee iiii. Du du du du duuuu. Daaaa. parararará. 

Ha dejado atrás la ciudad y se adentra en el bosque por un serpenteante sendero, imagina como será la casa. Me han dicho que es tan grande, que él es tan rico. Por fin, tras la impresionante puerta metalica con letras doradas observa los inmensos jardínes de la mansión y la gran casa al fondo. Esto podría ser una casa digna para mí. Madame Delacroix, la gran diva de París, cantando en su nuevo chateau de Londres para la alta sociedad. Lo dice en voz alta, para que lo escuche el cochero mientras se ve mentalmente cantando ante una sala repleta de señoras enjoyadas y caballeros respetables.

Al llegar a la puerta escucha las palabras del mayordomo sin mirarlo, mientras escruta las paredes de la mansión y valora la decoración y las obras de arte. Bien, bien. Ya está aquí Madame Delacroix, la gran soprano recién llegada de La France. Su señor me está esperando por supuesto, debo ser su invitada de honor. Tomaré una copa de champagne con él. Dijo mientras se empezaba a sacar el pesado abrigo de pieles que llevaba y esperaba que el mayordomo lo cogiera.

Que vayan con cuidado con mi equipaje, los vestidos franceses son más delicados. Dijo mientras siguió se encamino hacia el interior de la casa, sin esperar indicaciones del mayordomo.

Tengo todo listo, incluso el maldito maquillaje que no se va con el agua y que me hace dar tanto calor. Muchas veces creen que arrojarme agua en la cara en mitad del acto es muy divertido. Debo poner cara de sorpresa y dar una voltereta para festejar su ocurrencia. Eso sin hablar de lo niños que a veces me arrojan cosas, justo cuando estoy haciendo malabares, si tengo suerte y el chico no es producto de padres que son primos o hermanos, podré continuar con el acto agregando el objeto arrojado. Todos aplauden emocionados o se ríen hasta caer al piso si todo se arruina. ¡Como los odio!

El circo había recibido una invitación para hacer un espectáculo en una enorme mansión. ¡Incluso iríamos en carruaje! No veo la hora de probar algún buen licor que seguro tendrán por ahí. Y la comida. Ya se me hace agua la boca. Ni siquiera tendré que soportar las aburridas conversaciones que tendrán, simplemente haré una gracia y continuaré atiborrándome de cosas. Solo espero que no nos pongan a algún criado a seguirnos, para que no nos robemos nada. Agh.

 Ya estamos en la entrada y el lugar es enorme. Sin duda tendrán comida de sobra y alcohol de la mejor calidad. Casi da algo de miedo con el contraste de las nubes oscuras y la seriedad de su fachada. Espero que los invitados tengan sentido del humor

-¡Wuoooop!- exclame bajando de carruaje dando una mortal hacia adelante y rodando un par de veces por el suelo antes de pararme con una enorme sonrisa en el rostro-. La tormenta podrá rugir pero más rugirán ellos de risaaaa- y hablando de rugir, mi estómago empieza a demandar alimento.  

Veo  que ya está el mayordomo ofreciendo sus servicios. ¿La invitación irá hacia nosotros también? No lo creo. Hay una joven muuuuuy bonita que se mueve como si fuera la reina en persona. Ya que estamos, me pongo detrás de ella e imito ese movimiento de caderas y actitud soberbia. Pido también champagne, para imitar y para que el mayordomo me traiga esa bebida. Quizas tenga suerte…

El circo había sido invitado a un evento en una gran mansión. Nada en este mundo daba mayor pereza a Magdalena que tener que asistir a una estirada fiesta de ricachones.

Ya sabía de que pie cojeaban aquellos señores de alta cuna y abultada cartera. Cientos de veces les había visto sus horribles caras midiéndola como un objeto. Primero le miraban el cuerpo si la pillaban de espaldas, silbaban y soltaban cumplidos con sus curvas, después se giraba y su cara mostraba sorpresa y estupor. Si ahí se quedase su gesto, ella lo soportaría. Pero no. Eso duraba unos instantes, lo que tardaban en ver por debajo de su barba las curvas de sus pechos. Aún estaba esperando el momento en que la barba le creciese lo suficiente para ocultar sus curvas. Ese había sido el verdadero motivo por el cual había dejado de rasurarse cada mañana en profundidad. Cuando descubrió que una larga barba le protegía hasta cierto punto de aquellos babosos.

Se bajó del carruaje y siguió a su compañero Oscar en dirección a la mansión.

Ataviada con un grueso abrigo y un sombrero de la estepa rusos, con sus rasgos afeminados y su barba, sin dejar ver ni una de sus curvas, parecía la viva imagen de Rasputín.

Bueno - Pensó mientras llegaba a la puerta - Al menos habría comida y bebida.

Para cuando el mayordono les recibió su rostro hastiado ya se había convertido en una cálida sonrisa llena de dientes y en una actitud amistosa.

Muy amable, caballero, ¿a quién debo entregarle mi abrigo y sombrero? - Pregunta mientras se quita el abrigo para revelar un impresionante cuerpo de mujer enfundado en un ajustado vestido de lentejuelas rojas.

Llega William, como el policia lleba una pistola y la ama de llaves las llaves, William llevaba un latigo de "domador".
Apenas llegar, dejo su abrigo al mayordomo, mas nó su latigo.
Poco antes vio los carros vacios volver y al llegar vio una dama de belleza peculiar(Delacroix) tras la cual camino disimuladamente como si estuviera recorriendo la mansion, casual. Y al Mayordomo le pidio dos copas de champagna, una para él y otra para la dama.
Le intrigaba aquella mujer y le interesaba conoserla.

El carruaje se zarandeaba. Constantemente el conductor caía en algún que otro bache. Cada vez que sucedía, el escritor maldecía para sus adentros. Posiblemente nos volteemos en una de estas. Este sujeto no siente amor por la vida —pensó mientras se recostaba resignado en la butaca.

Había sido invitado a un evento de alto lustre. Para el escritor solo significaba dos cosas: comida y bebida gratis. Vaya por Dios que no faltaría, además, quizá alguna nueva influencia pueda salir de esta reunión. El caso es que debía estar sí o sí. 

El carruaje no tardó mucho en llegar a la mansión —claro, luego de caer en unos cuantos baches más—. El escritor se bajó con prisa del carruaje y tomó una gran bocanada de aire. Nunca había estado tan agradecido de estar pisando suelo como ahora. Algo exagerado, pero así era su peculiar personalidad. Volteó hacia el conductor y inclino la cabeza en gesto de agradecimiento, pero detrás de ese mismo gesto, se acumulaban cientos de maldiciones que prefirió callarse el escritor. 

Acomodó un poco su saco. Miró la mansión con una gran sonrisa, y se dirigió a la entrada de la misma. 

Al entrar, se topó con una grata figura de espaldas. Al parecer hablaba con el mayordomo. Mujeres hermosas no podrían faltar, por supuesto. Unas cuantas personas más habían llegado antes que él. Al ver al payaso monear detrás de una bella dama el escritor no puedo evitar soltar una grave carcajada. Venga, el tipo hacía el papel de payaso muy bien. Bajó la cabeza en forma de respeto a todos los presentes y se dirigió al mayordomo desde la lejanía. —Buen hombre, algo de bebida no estaría nada mal —terminada la frase se quedó mirando a la dama de espaldas. Quizá no estaría mal intentar hablarle. 

        -¡Buen día damas y caballeros!      Me llamo Samara y soy miembro de la familia circense que ha llegado a Europa desde Oriente, por favor tome mi abrigo caballero y ofrezca me un buen té para beber señor Thomas Townsend. -     Entonces la señorita se descubrió de su negro abrigo para mostrar un vestido rojo un poco llamativo, sonrió y lanzó un beso a los presentes y mientras que disfruta atraer miradas a su alrededor mientras que admira los cuadros pintados al óleo de personas que parecieran la siguen con la mirada.

Jonathan miraba su reloj de bolsillo mientras esperaba a llegar a la mansión de Syr Lloyd, preguntándose otra vez más por que solo le ha invitado a el, y no a su esposa. Esto le iba a costar una buena bronca al volver y no tenia ganas, sinceramente. Aparte Agatha estaba mala, y estaba bastante preocupado de que fuera tuberculosis, últimamente todo el mundo hablaba de ella, que si era un bichito...

Su pensamiento se corto de repente cuando el coche freno. -Hemos llegado.- dijo el cochero. Jonathan se lo agradeció y le dio una propina, al bajar, se coloca las gafas y se acerca al grupo.-Buenas a todos.- Mira a ver si reconoce a alguien se queda mirando a todos alrededor de treinta segundos. -Mi nombre es Jonathan Kippling, estoy deseoso de ver su espectáculo y de pasar una noche agradable- Dice mientras saca una carpeta de su maletín.-Buenas Thomas ¿Que tal todo? ¿Ha leído lo del caso Maclean? Siguen con el intento de la reforma del código penal. A ver que tal les va...- Le tiende el abrigo y una carpeta -Si pudieras guardar esto y dárselo a Syr Lloyd luego me harías un gran favor, es la revisión de los documentos que necesitaba. Y un Brandy, por favor.- 

Las impecables botas de cuero tratado del cazador pisan la tierra rojiza de la entrada a la mansión al bajar del coche, la imponente mirada de Sir Robert se pasea inmutable ignorando a los invitados con paso altivo y seguro se dirige hasta el hall donde con un caballeroso ademán saluda a las damas presentes, luego de recorrer las curvas de Magdalena se retuerce su mostacho y sigue de frente hasta donde está el mayordomo le entrega su capa de de viaje de gamuza la cuál se quita con un majestuos movimiento dejando ver la enorme escopeta de doble cañon colgada a la espalda. -Coñac...- le hace un movimiento con la mano para que el sirviente desaparezca, luego sus ojos tropiezan con la figura de la acróbata y se vuelve a retorcer el bigote, de vez en cuando saluda a los presentes masculinos con una gentil inclinación de cabeza, sus pasos lo llevan hasta que alcanza a madame Delacroix a quien le hace una exagerada reverencia y le trata de tomar la mano para saludarla con un beso en la mano. -Sir Robert Smith Stephenson... IV... -¡Muac!..- A sus pies madame...-

Llegué a la mansión en un carruaje, del que me bajé con presteza para pagar el viaje al cochero. Después, me acerqué, cojeando y apoyado en mi bastón hasta la Mansión Grimshaw. En todos mis años como doctor, había visto muchas cosas, aunque me causaba especial interés saber qué hallaría en el interior de los muros de aquel edificio.

-Buenas tardes -saludé a las personas que ya se encontraban en la entrada de la mansión o comenzaban a irrumpir en ella-. Mi nombre es William Bradley, aunque muchos son los que me conocen como el Doctor.

Madame Delacroix había visto llegar tras ella a un montón de miembros del circo. Deliberadamente, se había quedado apartada, ignorando sus palabras y saludando con un simple Bonjour. Por supuesto, cuando la miraban se movía ligeramente para que se pudiera admirar el vestido, de delicados bordados y excesivo corsé, para domar su atractivo cuerpo.

Al escritor le saludó con un poco más de énfasis, al igual que al abogado. Bonjour Mesieur, Encantada, soy Madame Delacroix la famosa cantante, invitada personal del señor Hebert. Pero tras el breve saludo volvió a su rincón.

Sin embargo, el apuesto cazador llamó su atención, con sus corteses ademanes y su cara afición. Y un Sir en el nombre. Le cedió la enguantada mano para recibir sus besos. Enchanté, Sir. ¿Puedo llamarle Robert? Yo soy Madame Delacroix, quizás ha escuchado hablar de mi don para el canto. Aunque soy nueva en Londres. Pero parece un hombre viajado, quizás me escuchó en París. ¿Es usted muy amigo de nuestro anfitrión?

Los ojos del cazador se deslizan por las suaves y bien marcadas curvas de la bella cantante, -Ah, sería un placer que me llamara Robert, madame...- sin soltar el guante de la dama la encamina hasta el mayordomo para tomar una copa y ofrecerle una a su acompañante. -Que sí lo conozco... ¡ha!... ¡Por mí ha tenido la gentileza de convocar a esta reunión Sir Hebert.- el cazador da un breve sorbo a su bebida y se relame discretamente los bigotes, para luego sacar un fino y caro pañuelo de seda tan blanco como una paloma y secarse su vigoroso mostacho. -Hoy por la noche con sus propios ojos observara el más impresionante y misterioso espectáculo que les he preparado... traído desde una de las tierras más lejanas y exóticas que hay en el mundo.- el hombre vuelve a darle otro sorbo con el que finaliza la copa sin dejar de ver los dulces ojos de madame Delacroix.

Una invitación poco usual pero bastante decorada, muy decorada, me llega de imprevisto mientras voy saliendo de mi casa. -Serán muchas personas... -Le digo con tono afirmativo a quien me está entregando el sobre. -Y no será una fiesta, por lo menos no para entretener a los invitados. -El hombre me mira de forma algo suspicaz. -Así que no estoy del todo errado, será interesante. Veamos qué pretende.

La hora ya está próxima y el carruaje no tardará en llegar. -Bien, la "fiesta" no empezará sin mi... -Digo para mi mismo mientra voy cerrando la puerta y me dispongo a subir al carruaje. -Y pretendo hacerla más interesante. -Pienso al ver que no está vacío el compartimiento. (quién quiera venir conmigo, bienvenido)

El tiempo se torna bastante lúgubre cuando estamos llegando a nuestro primer destino, no creo que sea solo esto. Bajo del medio de transporte y noto que no soy el único, como había deducido aunque era obvio. Le entrego mi abrigo al encargado y le hago una medio venia a modo de agradecimiento, pero sin pronunciar palabra alguna. No hace falta.

Algunos se van presentando y presto detallada atención a cada uno sin mostrar interés particular en ninguno de los presente, o eso aparento. A primera vista se puede pensar que soy huraño o irrespetuoso, pero algo si está claro y es que soy alguien que no destaca. Alguien que no llama la atención de los demás y que manejo un bajo perfil. Cual si no estuviera presente.

Un fantasma, un mueble más en la estancia, un mobiliario que presta completa atención a todo lo que lo rodea. Los detalles siempre son importantes.

Viendo que la dama tiene compañia regreso a la resepcion, odiaria perderme en la mansion.
A lo cual saludo a los demas que van llegando con un ligero movimiento de cabeza.
Y rechazo la bebida del mayordomo, no beberia solo.
En ese momento choco accidentalmente con un hombre que pasa desapercibido hasta el momento. (medium)
-Oh, disculpe buen hombre, mis respetos, soy William, en el circo soy Sir William "Domador de Leones", pero entre usted y yo, soy solo William, Will para los amigos. ¿Y usted será? Me suena conocido, ¿Nos hemos visto antes por casualidad? ¿Tal ves en algun circo?...-

A pesar de mi intento por ser discreto y silencioso, un hombre se topa conmigo. Lo estudio un poco tras su afirmación de domador de Leones y en efecto se ve que tiene experiencia en proyectar su dominio ante otras cosas. Curioso, tengo una habilidad similar, aunque no sobre elementos estrictamente con vida o con el término de vida que suele manejar la gente común. El hombre nota mi previo estudio a sus facciones, es cual una pelea de miradas, aunque sin hostilidad de por medio. -Lo recordaría si ya nos hubiéramos encontrado antes, dudo que su presencia en cualquier estancia pase inadvertida Sir William. -Levanto una ceja ante la mención del circo. -¿Circo...? -Ladeo un poco mi cabeza sopesando la palabra. -No literalmente pero se podría decir que hago parte de un... "circo". -Es una buena forma de determinar lo que normalmente hago, después de todo es un completo acto y como en un circo real, hay un riesgo muy real. -Soy Castellyr, Regulus Castellyr. -De nuevo hago una pequeña venia. -Un gusto. -Le ofrezco darle la mano para estrecha la suya, no es algo que acostumbro pero aveces es como un impulso y en mi experiencia los impulsos son muy importantes.

Las puertas del salón principal se abren de par en par interrumpiendo a todos, mientras Sir Lloyd entra triunfante con las manos en alto y una enorme sonrisa en su rostro.

¡Un enorme saludo mis amigos más preciados!..- Se inclina el sombrero de copa alta con su bastón con mango de oro en forma de cabeza de león rugiendo, se acerca al mayordomo y toma una copa, se gira sonriente hacia sus invitados. Avanza a paso lento saludando con un leve inclinación de cabeza.

-Kipling!... un gusto verte, cómo sigue tu esposa, espero que bien, más tarde necesito hablar contigo... Oscar... deja un poco para los demás invitados, es broma, es broma come lo que quieras esa barriga no se mantendrá de ese tamaño si te mal pasas...- le señala con el bastón el abdomen del payaso. -Sir William... un enorme gusto verlo por aquí, le tengo una enorme sorpresa, no creo que haya visto algo igual... ¡Magdalena!...- le toma una mano a la mujer barbuda y le besa el dorso- ¡Bienvenida bella dama!... -le da un trago a la copa.- ¿Pero a quién tenemos por acá, nada mas y nada menos que al escritor del momento Cristian Ricci... ¡Salud!... -choca su copa con lo que sea que este bebiendo el escritor. -Oh la la!!! Madame Delacroix...-le toma la mano enguantada y le da un beso en el dorso.- Y el mismísimo Sir Robert Smith Stephenson IV... - Se acerca y le da un efusivo abrazo. -¡Este hombre es el que ha hecho posible esta reunión!, ya lo verán, ya lo verán. -el anfitrión se aleja de la cantante y el cazador para seguir saludando. -A sus pies madame Azkarisade- le toma una mano con delicadeza y la besa en señal de cortesía y respeto. -¡Doctor Bradley!... esperemos que no necesitemos de sus servicios esta noche. -le guiña un ojo. -AHHH el famoso y controvertido Regulus Castellyr, dejéme decirle mi amigo que yo soy de esos incrédulos que difieren de esas cosas paranormales y supersticiosas que sirven de cortina para embaucar a mucha gente, aún así es bienvenido... ¡Bienvenidos todos!...- Levanta la copa para que todos brinden con él. -Enseguida les haré pasar al salón principal donde les tengo preparada una impresionante sorpresa, ya está todo preparado, mi ama de llaves les mostrará el camino, sientanse libres de conocer mi "Humilde" morada, sólo tengan "cuidado" de no perderse y de estar a tiempo en el salón principal. -saca de su bolsillo en el chaleco de terciopelo un elegante y carísimo reloj de bolsillo...- A las 8:00 en punto haré sonar una campana para atraer su atención y presentar el espectáculo más impresionante y misterioso del mundo, por lo pronto disfruten y siéntanse en su casa, aún faltan invitados por llegar, mis sirvientes tienen estrictas indicaciones de hacerlos sentir consentidos so pena de un despido inmediato, así que nuevamente bienvenidos y disfruten de la velada...- Lloyd da un largo trago a su coñac y deja el vaso en la charola del mayordomo que aparece como por arte de magia. Luego se dirije al salón principal por donde vino.

Ingreso al recibidor por la puerta principal del Salón, y me dirijo a todos los asistentes. -Buenas noches a todos, soy Ms. Thelma Greystone en nombre de Sir LLoyd seré su guía en la mansión de los Grinshaw, en caso de que se les ofreciera alguna atención en cada estancia sobre una mesita de caoba habrá una campana la cuál bastará hacerla sonar para que yo en persona ó Thomas aparezca, y disipe sus dudas ó pueda pemitirles el accesos a alguna zona en específico, espero disfruten la velada, acompañenme...- Hago una pequeña reverencia y me giro para abrir la puerta de par en par hacia el salón principal.

La mansión Grimshaw es una antigua casona perteneciente al prominente linaje de la familia más antigua, rica y poderosa de la zona norte de Londres, aunque es enorme, podríamos decir que la familia la utiliza cómo casa de campo, pués prefieren sus tierras más cercanas a la corona.

A partir de la escena del Salon principal (2A) que se acaba de abrir, los jugadores pueden separarse y postearse entre sí pero siempre juntos ó sólo para el director si quieren investigar por su cuenta, no será válido postear en dos escenas al mismo tiempo, si hay mas gente en la estancia y dos jugadores postean etiquetados entre sí lo tomaré cómo que murmuran entre sí y podría hacer que algunos otros jugadores "escuchen" lo que están platicando, si requieren privacidad pueden invitar a salir a otra estancia a su interlocutor.

Para abrir habitaciones ó estancias, sólo deben rolear que se dirigen a ese lugar sólos ó acompañados y yo les describiré el entorno, hay algunas áreas cerradas que sólo madame Thelma y Sir Lloyd tienen acceso, tal vez el mayordomo Thomas en menor medida, les recuerdo que algunas zonas están plagadas de trampas mortales.

Los personajes que no han posteado tienen que escribir al menos una vez en esta escena disculpandose porque que han llegado tarde para tener acceso al salón principal.

Cualquier otra duda la resolvemos en la escena dedicada a estos menesteres. Suerte.