Partida Rol por web

Darío, con gran destreza, se acerca a la puerta y revisa que no haya ninguna trampa. Tras asegurarse, y también de que no está cerrada con llave, asiente y da un paso atrás, dejando que sean los habituales de primera fila quienes entren primero. 

En ese momento, Nefertari gruñe por lo bajo y mira alrededor, casi como si tuviera una sensación de pérdida. Yash, que sigue atento, también deja de escuchar la arena arañando la madera. Dispuesto a desvelar ya de una vez por todas aquél misterio, abre de golpe, atento para hacer frente al div. Al parecer, es en vano: Ni rastro de la criatura a la que dabais caza.

Ante vosotros tenéis lo que debía ser una librería. Filas de estanterías de piedra llenan esta abarrotada habitación. La mayoría de los libros y pergaminos almacenados aquí se han desintegrado con el tiempo o por culpa de la reciente tormenta que parece haberse desatado, pero unos pocos volúmenes grabados en materiales más duraderos aún perduran. Numerosos tubos de pergaminos cubren el suelo de la habitación entre los polvorientos restos de papel y papiro. Una puerta solitaria se encuentra en la pared occidental.

Adentrándose en la nueva sala, se fijó en si había arena en el suelo. Miró alrededor viendo el lugar vacío, la criatura debía de haberse marchado de nuevo pero estaba en alguna parte quizás buscando el momento oportuno para volver.

- Parece que volveremos a verlo tarde o temprano, tan solo me pregunto porqué no atacó a los que vinieron antes que nosotros.

Haciendo caso omiso a esa sensación, se dedicó a mirar aquellos objetos, las paredes, el suelo y la puerta.

- ¿Por que no vino nadie? - apuntó la muchacha ensimismada mientras iba revisando la estatua y los alrededores, toqueteando con la base de su arma el suelo y paredes, dando golpecitos a las cosas por si escuchaba cambiar el sonido y daba con alguna cosa hueca, algo que indicara un pasadizo o cámara secreta. 

Mientras los demás parecen haber ido a investigar una nueva habitación, o al menos acaban de abrir la puerta de una, tú sigues dando vueltas alrededor de la estatua. Tu examen es concienzudo, pero no encuentras nada más que lo que se ve a simple vista. Ni pasadizos secretos, ni compartimentos secretos, nada.

---Oh,vaya...que lástima- digo claramente decepcionado mientras avanzo a las puertas dobles, tras abrirlas levemente me asomo a su interior-Aquí hay más pasillos  y puertas, ademas de una piscina por lo demas no escucho nada- digo volviendo a cerrar la puerta mientras me acerco al grupo- ¿Habeis encontrado algo de interés?

Darío echó un vistazo a los libros que aún se conservaban. A ver si había alguno que entendiera y que tuviera algún tema de interés.

Saethe escuchó a Ratash y respondió.

-Parece sólo una biblioteca pero no descarto que haya algo más que libros aquí.

En seguida os reunís en la biblioteca y os ponéis a buscar. Nefertari se queda apartada, atenta por si cualquier enemigo hace acto de presencia por una de las puertas, e igual Auren en la otra. Darío comienza a revolotear entre los pasillos que formas los estantes de piedra —de un ancho que permite únicamente estar en fila de a dos—, aunque en realidad parece más perdido en sus pensamientos que atento a lo que hay a su alrededor. Yash, Saethe y Ratash, por el contrario, se lanzan a buscar ávidos de conocimiento.

El primero en encontrar algo de valor es el semidemonio. Entre todo los papeles, se fija en un pergamino desenrollado y tirado en el suelo; escrito en el arcaico lenguaje de Osirion, se lo pasa a la paladina, que os lo lee en voz alta. Describe como los magos de la Primera Edad de Osirion podían controlar a los elementales y darles nuevas formas y propósitos. El texto menciona la creación de un ankhat, una conciencia ligada al interior de un edificio, que es capaz de formar una especie de cuerpo a partir de las paredes, suelos y techos de la estructura. Uno mora en ese Santuario, y su presencia es la razón de que el antiguo templo esté en buen estado. El ankhat está ligado a una piedra clave, que permite tanto controlarlo si se posee, como destruirlo si se rompe. Por desgracia, no da más pistas al respecto.

El brujo, por su parte, comienza a detectar magia, observando alrededor hasta dar con varias auras superpuestas en una pared. La arquera, tras ser advertida, revisa esa sección y encuentra un panel secreto camuflado en la piedra. Está cerrado, así que, sacándole de su ensimismamiento, manda al pícaro a hacer su trabajo. Yash, como siempre, se acerca también, haciéndose hueco para ayudar en lo posible. El especialista, convencido de que no hay trampas se pone a trastear, hasta que en seguida, con un click, se abre. Triunfal, se gira hacia vosotros y os sonríe.

—¡Hecho!

Luego se vuelve a dar la vuelta, a ver el botín. A tiempo, justo, de ver como una de las vitelas se mueve sola. ¿Qué narices...? Este inofensivo pergamino revolotea con una gracia de serpiente, mostrando sus bordes afilados. Un momento después, se lanza al ataque. Vuela hasta la cabeza del kitsune, hace un corte en su rostro y, después, lo envuelve.

Darío se vio sorprendido por el trozo de papel que se le echó a la cara. Y encima le hizo un corte que escocia como mil demonios.

Metio las manos entre los pliegues del papel e intentó escurrirse para zafarse del papel

Este templo estaba lleno de sorpresas desagradables, nunca habría imaginado que un pergamino les pudiera atacar, resultaba inesperado. No iba a ponerse a golpear a Darío, no tenía mucho sentido tratar de quitarle un papel de la cabeza a mazazos, así que prefirió ayudarle en la tarea de liberarse, imaginando que de caer al suelo Ratash lo podría quemar y con ello se librarían de la amenaza. Con la mano derecha agarró para dar un tirón del monstruo, el tiefling era buen combatiente, esperaba resultar de ayuda al especialista.

- Vamos a librarnos de él.

Comentaba a su compañero entre tirones.

- ¿¿¿Pero que...???? Fueron las únicas palabras que salieron de la boca de la paladina, cuando vio que un pergaminos atacaba y estrangulaba a su compañero. 

Viendo que la situación era delicada, y la cimitarra podría provocar daños mayores, Nefertari decidió sacar su daga para intentar cortar el maldito pergamino de una forma menos peligrosa y liberar a su compañero.

Reponiéndose de la sorpresa, se movió hacia atrás dejando un hueco —que Nefertari aprovechó poco después— y disparó dos flechas con puntería mortal. Sin embargo, solo una de ellas alcanzó a su objetivo, haciendo una pequeña fisura en el papel a su paso.

Auren, algo asustada al ver a Darío en tan mala situación, no dudó en intentar ayudarle, usando su arma para hacer presión contra uno de los bordes del pergamino, y así dar espacio al pícaro para que se escurriera.

Gracias a sus conocimientos arcanos, se dio cuenta en seguida de a que se enfrentaban. Un enemigo que podía parecer insignificante, pero que podía llegar a ser muy peligroso y matar a alguien rápidamente, sobre todo si escogía a la víctima apropiada. Por suerte, Darío era lo suficientemente escurridizo, y confió en él para que lograra zafarse. Una vez lo hizo, sonrió.

—Aparta —pidió al especialista, que lo hizo sin dudarlo.

Luego, extendió las manos y las llamas empezaron a surgir de las puntas de sus dedos, prendiendo fuego al pergamino, que se deshizo en cenizas.

Tras derrotar al guardián, que a punto ha estado de acabar con Darío, revisáis el compartimento secreto. Encontráis manuscritos en buen estado que podríais vender. También hay una varita de restablecimiento menor, aunque usada (quedan 10 cargas) y una colección de pergaminos (uno de cada): detectar puertas secretas, quitar parálisis, alinear arma, detener muertos vivientes y apertura.

Además de estos documentos históricos y el pequeño botín mágico, hay una losa de granito de unos 2’ de largo, 1’ de ancho y una pulgada de grosos; es una tablilla de idiomas perdidos, y una vez fue parte de una estela más grande. En ella está inscrito, en tres idiomas distintos –Osiriani antiguo, Kelish y Osiriani moderno–, un voto de fidelidad al faraón, y tiene también propiedades mágicas relacionadas.

Hay una segunda piedra grabada con jeroglíficos, y en ella pone lo siguiente:

POR ORDEN REAL DEL FARAÓN DJEDERET II.

El alto sacerdote de nuestro templo sagrado debe llevar esta reliquia a nuestra nueva ciudad, donde se asegurará de que no sea nunca descubierta. Trátala con reverencia, pero ocúltala junto a vuestros más secretos y valiosos tesoros. No intentéis destruirla. No os dejéis tentar por sus poderes. Dejad que nuestra vergüenza permanezca olvidada hasta que esta obscenidad pueda ser deshecha.

Parece que por aquí no tenéis más que hacer.

Pudo ver cómo Ratash quemaba al pergamino sin más dilación, convirtiéndolo en cenizas que quedaron dispersas en el suelo. Investigando un poco más encontraron varios objetos de utilidad que a él no le interesaron demasiado creyendo que habrían otros compañeros que les darían mejor uso. Luego escuchando el papiro del faraón se dedicó a pensar.

- Esto podría indicar que el Ojo del Erudito arrastra una poderosa maldición, el Ojo u otro objeto que permanece en una sala de tesoros, aunque no me queda claro si está en este templo o en la ciudad.

El oráculo miró a los demás aunque para aprovechar el tiempo fue hacia la puerta de abajo a buscar en ella, como siempre hacía en cuanto disponía de un poco de unos minutos libres.

Tras el susto del papiro asesino, Darío se lanzó a los brazos de Auren con la cara roja, roja debido a la constricción y a los cortes del papel.

¡¡Dulce protectora!! Me ha echo daño. Casi me ahoga. Y me ha dejado muy débil. ¿Me ayudas a recuperarme?

---Bah! exagerado, no seas bebé- digo con las manos todavia humeantes mientras  disperso los restos del pergamino  que han quedado den el aire, no puedo evitar poner los ojos en blanco ante aquella patetica petición casi me hacia desear volver a mi anterior grupo...sí no fuera que estan muertos...- Bueno, poco podemos hacer aqui ¿seguimos o tenemos que seguir viendo esto?, sí quieres puedo curarte yo, lo digo en serio, aunque veo que prefieres ligar con la sacerdotisa....no diré que es  muy buena elección- digo sonriendo picaramente mientras salgo de la sala riendo entre dientes

Saethe se alejó un poco y pegó la oreja a la otra puerta de la sala. 

-Dejad la tensión sexual para luego -dijo con su habitual estilo directo. Veamos qué hay aquí detrás mientras esos dos se frotan las heridas.