Partida Rol por web

Su único ojo revisaba atentamente ambos lados de la calle. Después de haber estado el grupo allí parado sabía que ahora los vecinos cercanos estarían más atentos si algo ocurría, pero no podía dejar pasar la oportunidad. Aún tenía trabajo por hacer y su cabeza era demasiado dura como para renunciar a algo que, al menos a simple vista, parecía ser un trabajo fácil. Así que finalmente puso sus pequeñas manos sobre el cerrojo y con destreza utilizó su herramienta hasta que por fin lo hizo saltar y abrirse ante sus ojos. La pequeña sonrió codiciosa y volvió a mirar por encima de su hombro, pero la oscuridad que la ocultaba también lo hacía con los demás.

—Pan comido... la culpa había sido de ese bruto enano que casi lo rompe —murmura para sí misma mientras se agacha para deslizarse por debajo de la cadena y abrir un pequeño hueco en la puerta para entrar.

En su interior se quedó parada una vez hubo cerrado la puerta, sintiéndose cómoda lejos de la mirada de los metomentodo transeúntes del otro lado. ¡Si la casa había sido abandonada qué les importaba que una pequeña gnoma se llenase los bolsillos con lo que se encontrara! Aquello ni siquiera podía llamarse robo... ¡para nada! Era más bien una recuperación de mercancías abandonadas.

Gracias a su buena vista en la oscuridad empezó a buscar trampas por el local. No quería hacer ruido ni que el virote de una ballesta se activara y se clavara en su ojo bueno. Pero no hubo nada que le llamase la atención. Así que frotándose las manos con avaricia empezó a caminar... ¡Al fin empezaba lo bueno!

Finalmente lograron convencer a Irena para que se quedara con sus hijos. Una espada más nunca viene mal y ella conocía bien aquellos parajes. Pero tenía otras responsabilidades más importantes que el enano comprendía. Le prometieron encontrar a Wilhelm, pero antes había que encontrar a la gnoma.

- El tiro con arco es toda una ciencia - respondió a Lynx - Intenté aprender una vez pero la flecha acabó en el culo gordo de Jalgred. Yo me llevé una reprimenda y él una buena temporada sin poder sentarse. Y comunicarse con los animales es fantástico. Ojalá pudiera yo hablar con los animales. Para ello tendría que ser medio elfo, ¿no? Una mezcla de enano y elfo... - intentó imaginarlo- Caminaría con las puntitas de los pies sin hacer ruido. Y las orejas puntiagudas - su propia imagen de semielfo se materializó en su mente - Brrrr... ¡Espeluznante!

Continuaron caminando para buscar a Moxie. ¿Dónde podría estar La Reina de los ladrones? Evidentemente en el emporio de Rander. Desde el episodio con el candado tenía aquella espina clavada y seguramente había ido a quitársela. Y allí la encontraron, envuelta entre sombras a la luz de la luna. Trasteaba con el susodicho candado mientras lanzaba miradas nerviosas hacia los lados temiendo ser descubierta.

- No lo va a abrir. Ese candado mágico nunca se lo permitirá. Haría falta un ariete mágico para derribar esa puerta. - Se imaginó la escena: sus compañeros corriendo con el ariete encantado por la magia de Elaxidor sobre sus hombros. Y él mismo a horcajadas sobre él, cabalgando con el brazo extendido señalando aquella puerta. ¡A la carga!

Aún fantaseaba cuando la puerta se abrió, para sorpresa del enano.

- ¡Imposible! A mí no me engañas, pequeña. ¿Dónde has conseguido la llave?

Pero la gnoma ya había desaparecido entre las sombras del interior.

El silencio es tan absoluto que ni las aves nocturnas osan estorbarlo... Solo un diminuto "click" proveniente de las manos de Moxie lo interrumpe. Por fin, el candado se abre y cae en sus manos. Luego toma con delicadeza las cadenas que lo sujetan y, con especial cuidado, las retira hasta hacerse un hueco en la puerta. Pese al enorme asombro de Thalgrog, el pomo queda libre y, sin esfuerzo alguno, abre la entrada para la ladrona.

[ ~ Moxie - Detectar Trampas: Éxito: confirmas positivamente que no hay ninguna trampa en el lugar. ]

Pese a su dejadez, el interior del emporio aún tiene un aspecto sano y denota la pulcritud de su dueño. Haberlo invadido de esta forma provoca complicados sentimientos de culpabilidad y necesidad. Recordándote a ti misma que solo estás "recuperando mercancías abandonadas", prosigues tu examen. Las cajas y los fardos se apilan conforme a sus contenidos que, a su vez, están organizados por secciones. El orden casi obsesivo de las mercancías hace que sea realmente fácil hallarlas y organizarlas.

[ ~ Moxie (y los que hayan decidido entrar). ]

El trabajo sucio está hecho; solo resta decidir qué tomar y qué dejar... Sorprendentemente, ocultos bajo un mostrador tras varios fardos de leña, se descubren dos canastos repletos hasta los topes de rocas de carbón. Tras este hallazgo ya no resulta extraño que el emporio haya sido cerrado tan tenazmente.

Elaxidor entra con mucho interés a la casa, nada mas entrar le invade una sensación de bienestar por ver todo tan ordenado. Siempre había sido una persona muy curiosa y al ver tantos libros y pergaminos, sabia que iba a encontrar algo que le fascinara.

Piensa: tengo ganas de ver todo lo que hay aquí, eso sí, quiero ver antes si no hay alguna puerta secreta...

Dirigiéndose a Moxie: Esto es asombroso compañera, qué tenacidad la tuya... désde luego que si volvemos vivos será en gran medida gracias a tí. A thalgrog le va a costar superar éste dia...

[ ~ Elaxidor - Detectar puertas secretas: Éxito: encuentras una puerta secreta en la cercanía.]

De buena gana y ánimo, Elaxidor sigue los sigilosos pasos de Moxie. En uno de estos, el elfo pisa una de las tablas de madera que cubren el suelo y siente alterar su balance. Rápidamente, su atención se dirige a éstas: después de admirar el escrupuloso orden del local, no le cuadra que haya un par de láminas en el suelo mal colocadas. Su fantástica visión pronto descubre que las tablas no son más que una vulgar tapadera...

Retirada la falsa superficie de madera, el elfo descubre un alijo secreto donde el mercader guarda sus más celosas posesiones: de haber luz, su rostro quedaría iluminado por el reflejo de diez lingotes de oro fundido, cada uno de ellos con un peso exacto de cien gramos. Todavía hay más: encima de las barras descansa una curiosa moneda igualmente dorada, con un rostro femenino de largos cabellos grabado en ella. Su expresión es tan mística y cautivadora como lo es su tacto; tan solo tomar la moneda con los dedos hace sentir a su portador tremendamente afortunado.

Galahad se queda fuera de la casa no participando en el "robo", es algo que a ojos del paladín, no está muy claro y así se lo hará saber a sus compañeros a la vuelta.
Tal vez, pudiera hacer la vista gorda si solo tomaran las piedras de afilar (que al final son del herrero y van a devolverle el favor ya que él se portó bien con ellos).
Pero, con Moxie de por medio, ve poco factible que las manos se queden en los bolsillos esta vez.
No entiende porque debe acometer su "búsqueda" acompañado de ladrones.

Al ver que Galahad se quedo fuera se acecho despacio a el, pasito a pasito, -¿yyyyyyyyyyyy, bueno, que tal llevas la enfermedad?-, pregunto curiosa nunca antes había visto a un paladín hacer eso.

¡Ésto es increíble! Qué cantidad de oro... Mira esto Moxie. 

Dice mientras coge la moneda. Moneda en mano, Esta moneda la he visto yo en alguna parte. se acerca donde estan los pergaminos, los toma y los pone encima de la mesa que encuentra mas cerca:

Mmmm a ver a ver qué tenemos aquí...

Dice mientras lee atentamente el contenido de los pergaminos.

[ ~ Elaxidor - Identificar 1: éxito: reconoces que el rostro del grabado corresponde al de Tymora, deidad de la fortuna, y que la moneda posee una carga mágica que permite evitar la mala suerte.]

[ ~ Elaxidor - Identificar 2: éxito: estudiando el primer pergamino, llegas a la conclusión de que se trata de un  conjuro ofensivo: perteneciente al elemento del fuego y la escuela de la evocación.]

[ ~ Elaxidor - Identificar 3: éxito: leyendo la inscripción arcana, deduces que debe ser un hechizo de control: influye sobre la mente y pertenece a la escuela del encantamiento.]

El enano se apresuró a entrar. Se había dejado una muela en el camino, así que quería echar un vistazo para comprobar si había merecido la pena.

- Buen trabajo Moxie. Necesitarás bolsillos muy grandes para acarrear todo ésto.

¡ Y vaya si había merecido la pena! El emporio estaba atestado de artículos. Paseó la vista por la mercancía. Se detuvo en el tonel de vino. Parecía demasiado pesado para cargarlo hasta las Montañas Nebulosas. Cogió una de las cervezas y se la bebió de un trago. Eructó. Encontró unos libros que hojeó para devolverlos rápidamente al lugar donde estaban. La lectura no era una de las aficiones favoritas de los enanos. Abrió la boca y se miró al espejo. No tenía buena pinta la herida. En el reflejo, tras él, vio el ojo bueno de Moxie que brillaba como una estrella.

- No quiero ser aguafiestas pero deberíamos coger sólo lo necesario para cumplir nuestra misión. De lo contrario nos convertiremos en unos bandidos más. No sería robo, sólo un préstamo necesario para resolver los problemas del pueblo. La gente de Montes Lejanos debería comprenderlo. Por cierto, ¿qué te pasó en el ojo?

Encontró las piedras de afilar y las guardó para devolvérselas al herrero. Siguió mirando y entonces lo vio. Y notó una extraña sensación de dejá vú.

- ¿Sabéis? Hace unos meses una expedición de enanos se aventuró a un pueblo lejano. Solemos hacerlo a menudo, buscar cuevas y recorrerlas en busca de tesoros. La mayoría de las veces sólo encontramos chatarra pero nos la llevamos igualmente. Son órdenes del sabio Diógenus. Como iba diciendo, fueron hasta aquel pueblo. No recuerdo el nombre... ¿Trantran? ¿Truán? ¡Qué más da! El caso es que encontraron un sistema de cavernas bajo la catedral. Dijeron que era un lugar muy tétrico y que se respiraba una atmósfera muy cargada. Estaba todo lleno de huesos. En una de las galerías encontraron un cadáver decapitado. El cuerpo tenía torso humano y patas de cabra. ¿Os podéis creer tal aberración? Y la cabeza dicen que era como esa - dijo señalando el cráneo cabrío. - ¡Bah! Nunca me creí esa historia. Son cuentos de vieja para asustar a los enanos más jóvenes. También encontraron un pergamino roto, escrito con unos extraños caracteres. A día de hoy los sabios del clan no han podido descifrar su mensaje.

El mago encontró un escondite secreto. Thalgrog miró por encima de sus hombros. La luz mortecina arrancaba destellos dorados.

- Menudo alijo tenía ese Rander... Ya tendría cosas importantes que hacer para dejar todo éste oro aquí. 

Galahad se quedó fuera del Emporio de Rander junto a Zancada Profunda y Lynx.

Están robando. No hay nada honorable en ello Torm. ¿Así es cómo quieres que se lleve a cabo la misión? ¿Así quieres que se recuerde la labor de tu siervo? No debería tolerar estas actitudes por parte de sus compañeros que iban a ayudar a Montes Lejanos.- pensó el Juramentado mientras apretaba la mandíbula.

Ensimismado en sus pensamientos no advirtió que la semielfa se acercó y entabló conversación con el paladín. Este le sonrió agradecido por su preocupación.

Poco a poco, mejor. Gracias Lynx. La verdad, que es uno de los dones que Torm entrega a sus siervos.- le explicó a su compañera.

Hasta el momento, solo la había utilizado un puñado de veces, ya que durante unos días mi cuerpo sufre mientras elimina la enfermedad.
Pero, bueno, quitando de un poco de tos y algo de dolor. Estaré perfecto para la misión que tenemos por delante.
Tengo ganas de empezar y limpiar Montes Lejanos de todo mal. No os lo había dicho antes- se sinceró con Zancada Profunda y Lynx- pero será un honor pelear a vuestro lado.

Zancada vio que Alard era un clérigo con un alto índice de inteligencia, sus palabras eran rápidas audibles y llenas de sabiduría o de firmeza. Cada una de sus palabras quedaban sepultadas en el interior del halfling como piedras inamovibles. Parecían sus sentencias conducidas por la fe, pues en cada palabra había una profundidad de voz otorgada por horas y horas de oración y sacrificios en la piel. Como bien vio el pequeño cuando emanaba sangre de las espigas que llevaba en las manos para autolesionarse. El halfling anonadado y pensando en cada una de sus palabras vio como cuando miró al clérigo... que este ya estaba entrando a las puertas del templo, tan reflexivo había dejado a Zancada que no se había dado cuenta de su ida.

Una cosa que dejó intrigado a Zancada era que el monasterio o templo no tenía jurisdicción legal sobre el pueblo sino que eran los mismo campesinos los que mantenían una especie de justicia. La viuda Irena había dicho que su marido perdido tenía el carisma suficiente para poder ser el que dirigiera la aldea. Todo aquello dejó a Zancada dubitativo y con cosas que pensar para sus posteriores decisiones o consejos.

El grupo entonces continuó para encontrar a Moxie que no se encontraba entre ellos. Todos sabían donde encontrarle en el único sitio que le había creado una complejidad - "El Emporio de Randel"... Para su sorpresa la puerta se encontraba abierta... Así que Zancada se metió en su interior con la intención de encontrar a Moxie y también curiosear de paso.

Gracias a su infravisión que le permitía ver en oscuridad completa lo que había a su alrededor... descubrió que el emporio estaba muy bien organizado y que allí se escondían armas y armaduras, pócimas y demás hasta vio como el mago encontró un pasadizo secreto... Mientras esperaba que fuera el paladín el que hablara pues había organizado todo muy bien hasta ahora se quedó en la entrada entrecerrando la puerta para que pareciera cerrada... Aunque no la cerró completamente, pues veía muy peligroso permanecer con la puerta entreabierta por si pasaba cualquier campesino y se daba cuenta del allanamiento. Es cuando se dio cuenta que el paladín se había quedado fuera así que con una sonrisita la dejó casi cerrada... viendo que el paladín no había entrado cogió lo que vio indispensable...

Una vez que Zancada coge estas cosas se las coloca u oculta para que no parezcan que las ha robado del emporio... después viendo que no podían quedarse allí por mucho tiempo pues corrían serio peligro salió con los demás... y viendo que era peligroso permanecer en la puerta se alejó hasta encontrarse a salvo de ojos avizores.

Zancada intenta convencer a Sir Galahad una vez están a salvo de que son herramientas para su viaje. Que si llegan a erradicar el mal habrá hecho aquel equipo su cometido, que allí dejando que se llene de polvo no ayudarían a nadie, y que viendo que es por una noble causa de erradicar el mal que aflige al pueblo está justificado aquella obtención de equipo.

Dado que Elaxidor no anhelaba riquezas no tomó nada del oro que había en la casa, en cuanto a pergaminos y pociones había tomado lo que necesitaba para acometer la misión, y además, el herrero había prometido afilarle la daga si le llevaban las dichosas piedras.

La moneda si se la quedó y la guardó a buen recaudo.