Partida Rol por web

Con el último peldaño se alcanza una habitación amplia y limpia, aunque la amplitud parece encoger frente al magno tamaño de la escalera. Baldosas y bloques adornan sin ceremonia suelo y pared y otorgan una sensación de cuidada labranza al entorno, si bien poco artificiosa. La iluminación abunda en forma de linternas de aceite, contándose hasta cuatro de ellas. Una puerta abierta muestra el único acceso posible a lo que adivina ser un simple pasillo.

Zancada ya estaba dentro examino el sitio para ver si algo le llamaba la atención... Sacó su maza, ya que el escudo lo llevaba sacado, por si necesitaba actuar con presteza ante posibles enemigos.

Contempló la entrada de la mina, aquellas fauces abiertas que lo invitaban a entrar. Sentía una sensación extraña, mezcla de euforia y miedo. Entrar en la mina era como volver a casa pero... ¿Qué peligros acechaban dentro? Si nadie volvió de aquella mina era por algo. Notó un gusanillo en su interior. Se alejó unos metros del grupo y vació su vejiga en un matorral. Le llevó un rato. Una vez de vuelta bajaron las escaleras. Tanteaba cada paso dubitativo, los escalones se movían a sus ojos sin orden ni concierto. Tal vez la gnoma tuviera razón, era mal momento para estar de resaca. Llegaron a una habitación iluminada por linternas de aceite que revoloteaban como moscas.

- Ahhh qué dolor hip de cabeza. Espero que ésto pase pronto.

Con mareo y los dolores de cabeza y muela Thalgrog hubiera preferido estar bebiendo cerveza en una taberna. Pero había viajado hasta Montes Lejanos con una misión y estaba dispuesto a cumplirla.

- Bien, tenemos trabajo que hacer hip. 

Se acercó hasta la puerta y echó un vistazo.

Un frío inesperado y hostil, azuzado por una súbita ventolera, termina empujando a los aventureros al interior de la mina. Algunos tienen expresión preocupada, mientras los más dudosos acaban resignándose a su suerte: llegados a este punto, mientras no se calme el incipiente vendaval, no habrá más remedio que seguir adelante. 

El halfling y el enano son los primeros en adelantarse: Zancada, precavido, prepara su maza y escudo por igual, dispuesto a contestar cualquier ataque, en cualquier momento. Thalgrog, quien comienza a sentir los efectos adversos del alcohol, no se deja vencer por la flaqueza de ánimo y continua hasta la puerta que halla abierta, sin signos de violencia.

A pesar de la inhóspita recepción, lo cierto es que no parece haber ningún rastro de peligro inmediato. En contraste con el frío del exterior, las horas del día han concentrado aquí un aire amable y cálido. El pasillo se alarga unos 15 metros, algo más de lo que la vista predice. Conforma tres conexiones: Un estrecho corredor al norte, un segundo y más amplio corredor al sur y, finalmente, un nuevo conjunto de escaleras que coronan el final del pasillo.

La gnoma fue bajando los escalones con cuidado, adentrándose al fin en la mina. Durante unos segundos pensó en darse la vuelta, en salir de aquel lugar que no parecía traer más que desgracias y marcharse con el oro que habían encontrado. Pero aún así, no lo hizo. Sentía curiosidad por saber qué era lo que había ocurrido allí y por supuesto por la recompensa que podrían encontrar si lograban salir de allí.

De pronto, notó como la ráfaga de viento la empujaba al interior, agitando su capucha y su capa a medida que avanzaba a trompicones cada vez más adentro.

—¡Dish! ¿Qué está pasando? —preguntó alzando su aguda voz, algo ensordecida por el viento—. Eso... eso ha sido raro.

Apretó los labios y tomó su ballesta, lista para cualquier cosa.

—De-deberíamos seguir adelante...

Se quedó con el grupo sin avanzar de primeras, dejando que los demás lo hicieran antes de continuar. Mientras aprovechó para mirar el techo y las paredes. Estar bajo tierra era como estar en casa, pero en esta ocasión sentía algo muy diferente.

Elaxidor intenta mantener el paso de Moxie ya que ella camina un poco mas despacio, es muy calculador y sabe que si quiere que la empresa tenga éxito, una de las normas más básicas es acordar una formación y mantenerla.

Mirando a Moxie: Compañera, cuida de mi y yo cuidaré de ti.

La mina parecía bastante bien elaborada, aunque no demasiado artificial, además de estar bien iluminada, algo que sería bueno para el único humano en el grupo. Mientras el grupo avanzaba Lynx se mantenía alerta, no saco el arco por si algo le atacaba de cerca y entorpece su respuesta. La repentina ráfaga de aire los empujaba hacia al interior de la mina, se podría decir que la mina los invita a explorar, Lynx avanzó decidida sin prestarle más atención de la necesaria.

-Zancada y yo podemos adelantarnos hacia el camino de la izquierda, mientras Galahad y Thalgrog van al de la derecha, ¿Qué os parece?-, propuso después de darle un buen vistazo al nuevo pasillo, -Valentina tu quédate con Elaxidor y la Reina-, no espera problemas tan pronto pero nunca hacia mal ir con cuidado desde el principio.

Valentina caminaba unos pasos por delante de la orejas puntiagudas, el interior se sentía bastante cómodo mejor que estar en la fría noche, el viento solo afianzaba esa idea. Después de las palabras de la guardabosque Valentina se dirigió hacia los dos nombrados sin hacerle mucho caso a estos y enfocándose en lo que la rodeaba.

Aquella ráfaga de viento fresco junto a su portentosa constitución hicieron que la resaca se desvaneciera. Fue un alivio para Thalgrog porque nunca se habría perdonado entrar en batalla y hacer el ridículo. Sería recordado y los bardos cantarían canciones sobre Aquel enano borracho que perdió su hacha. Y él no estaba dispuesto a perder su hacha. Tal vez en el caso de incrustarla en el cráneo de algún enemigo y después no poder sacarla. Pero confió en que no se diera el caso. Estaba dispuesto a conseguir el aro de Maestría Guerrera, costase lo que costase. Aunque tuviera que dejar la bebida muy a su pesar. Regresaría a Montañas Nebulosas como un héroe. Le lanzarían vítores mientras lo llevaban a hombros. Pondrían su nombre a alguna mina y muchos años después de morir seguirían celebrando, año tras año, fiestas en su honor.

​Aún babeaba cuando Lynx propuso su plan de dividirse. En caso de problemas estaban cerca los unos de los otros, así que no había nada que temer.

- Muy bien hip. Así sea. Sir conmigo.

Blandió su hacha y avanzó por el pasillo con cautela. Se detuvo junto al corredor sur y, con la espalda pegada a la pared, asomó su enorme cabezón.

La gnoma y el elfo aguzan la vista vigilantes, sobre todo Moxie, quien presta especial atención al suelo y al techo. Su instinto la alienta a detectar cualquier tipo de sospecha o peligro, pero no advierte nada de interés: toda la geometría de la habitación y el pasillo es idénticamente monótona y vacía. Decepcionada, la ladrona echa de menos su hogar mientras se plantea si todas las construcciones humanas son igual de aburridas.

[ ~ Los que siguen a Lynx. ]

La guardabosques hace honor a su tradición exploradora y rápidamente organiza al grupo buscando cubrir todos los huecos inexplorados. Después de dar las ordenes a su fiel mascota, ella se decanta por investigar la zona a su izquierda. El reconocimiento es completado con brevedad y su resultado no es de lo más ventajoso.

El pequeño corredor conduce a una nueva habitación cuadrada y espaciosa, pero sumida en un caótico desorden: picos, palas y casquetes rotos... Linternas sin combustible, sacos agujereados, cubos sin fondo y toda una suerte de útiles y herramientas desechadas plagan caóticamente el suelo. La mayoría de los objetos presentan agudo desgaste, algunos de ellos ennegrecidos debido al contacto con el carbón, los demás directamente inservibles y sin esperanza alguna de reparación. Parece sumamente difícil encontrar algo de provecho aquí.

[ ~ Los que siguen a Thalgrog. ]

Así como los pasos alejan a Thalgrog de la entrada, el rugido del viento se vuelve más distante, solo reclamando su atención con un silbido que se cuela por una rendija de tanto en cuanto. La brisa ocasional despeja su adolorida cabeza y, con todo el sigilo y precauciones de las que es capaz un enano, investiga el pasillo al sur a la vez que afianza el hacha en sus manos. 

A menos de diez metros, la extensión sur del pasillo concluye en punto muerto. Al fondo de este se ubican dos muebles de madera, de tres pisos cada uno, que hacen la función de estanterías improvisadas. A la par, sostienen varios rollos de papiros de mala calidad, atados en legajos polvorientos. Aunque la mayoría son legibles, muchos no parecen contener más que la técnica y confusa verborrea de la burocracia.

La ladrona se posiciona en mitad del pasillo, en un lugar donde puede mirar ambos caminos tomados por sus compañeros para acudir con rapidez en caso de que necesiten ayuda. Se queda atenta a cada sonido, hasta que finalmente alarga una mano para tomar su capucha y bajársela dejando su pelo dorado al descubierto. 

—¿Algo interesante? —pregunta alzando la voz al rato de haberse dividido, contando con que si hubiera algún peligro ya habrían avisado. 

Miró entonces al elfo que quedaba cerca suya, asintiendo a lo que había dicho. Puede que fuera una criatura algo egoísta y ambiciosa, pero sabía que la mejor manera de sobrevivir en aquel lugar era trabajando en equipo. Algo que tampoco se le daba demasiado bien...

Parece que por aqui no hay mucho que ver...aunque, tal vez, Elaxidor les encuentre alguna utilidad a esos pergaminos.- dijo Galahad a Thalgrog.

Volvamos con los demás. No me gusta la idea de dividirnos.- dijo el paladín dando media vuelta, tomando rumbo al pasillo central.

La mano en la espada y en la otra el escudo, el Juramentado se mostraba tenso, pues no sabía a qué cosas iban a enfrentarse...

¿Seria algo maligno? Decidió poner a prueba sus habilidades, intentando detectar el mal en aquella zona.

Elaxidor haciendo gala de su carácter callado se situó cerca de su compañera por si venian mal dadas, repasando mentalmente las formulas para sus conjuros y donde llevaba guardada cada cosa para así poder actuar lo más rápidamente posible, aunque fuera en la retaguardia había que ser eficiente también.

Creo que vuelven hacia aquí, no deben haber encontrado nada.

La habitación era bastante simple, aunque su interior era un caos, no parecía que fuese a encontrar nada útil pero por el lado bueno no había ninguna amenaza. -Aquí solo hay herramientas y material desgastado totalmente o parcial, nada útil-, dice para responder a la pregunta de Moxie mientras vuelve con el grupo.

[Galahad: Detectar el mal.]

El paladín repite una acción idéntica a la practicada en el emporio de Rander, esta vez arrodillándose frente a la pared que tiene más cercana: cierra los ojos, trata de alejar su visión de las luces y de abstraer sus pensamientos, mas su concentración no lleva a ningún desenlace: las únicas presencias que es capaz de detectar son las de sus compañeros y ninguna de ellas le inspira maldad alguna.

Valentina acompaño todo el tiempo a los dos rezagados, algún que otro pensamiento de lo fácil que podría ser comerse a esos dos no faltó, aún se sentía hambrienta... Pero eso no era lo que se le indico además seguramente la acabarían matando después, lo mejor seria seguir a la orejas puntiagudas, si le hacia caso seguramente nunca volvería a tener hambre o no tanta.

Sin más pasillos ni nuevas estancias por descubrir, el grupo volvió a juntarse de acuerdo a su formación original, justo frente a las escaleras que descendían al piso inferior. Por ahora, contaban con la segura tranquilidad de estar solos: era una calma que atesoraban segundo a segundo, sabiendo que, pese a las inofensivas apariencias, algo había ocurrido en aquella mina silenciosa y desierta. 

Zancada acompañó a Lynx al pasillo de la izquierda no encontrando nada de interés en aquella habitación entonces volvieron sobre sus pasos para reunirse con el grupo. El grupo de la derecha tampoco encontró nada de interés así que se reunieron en la escalera que llevaba al piso inferior. Esta vez Zancada tomó la iniciativa bajando aquellas escaleras hasta el subterráneo con sigilo. 

Cogió algunos papiros de las estanterías. Se levantó una nube de polvo que flotó en el aire haciéndolo estornudar. Un moco salió disparado quedando pegado a una estantería y balanceándose como un péndulo.

- Que los vea el mago - respondió a Sir Galahad.

Se reunieron con los demás en el pasillo y le entregó los papiros a Elaxidor. Ellos tampoco habían encontrado nada de interés, así que siguió los pasos del mediano hacia las escaleras.

Thalgrog deja escapar un sonoro estornudo, haciendo volar un par de papiros fragmentarios. Sintiendo la llegada de otro estornudo aún mayor se tapa la nariz y, conteniéndose, busca y rebusca la montaña de documentación. A pesar de que el enano no está acostumbrado a este tipo de lecturas, en su persistencia halla algo de interés: oculto entre contratos de trabajo y otros documentos laborales, encuentra una nota suelta, escrita con tinta. Rápidamente la traslada a las manos de Elaxidor, para que pueda ofrecerles su interpretación.

A pesar de la mala caligrafía, puede entenderse lo siguiente:

Ruidos extraños provenientes de la sección C; no estamos solos. Por si fuera poco, rumorean riesgo de desprendimientos en la tercera planta. Ceodor enfermo grave, tose sangre. De Wilhelm no sé nada, ni espero saber. Yo me marcho de aquí, y te sugiero hacer igual.

El documento no contiene marcas ni rúbrica. Lamentablemente, es demasiado breve y escueto y no contiene detalle alguno sobre quien es "Ceodor", qué tipo de "ruidos" escuchó el redactor, o dónde está la sección "C" a la que se refiere. Sin disponer de más datos para resolver tales misterios, el grupo solo puede tomar la nota como una advertencia y extremar su precaución.