Partida Rol por web

Aguardó hasta que Strauss saliera de allí y no se sentó, aunque dejó su maleta sobre su asiento. Extendió entonces su brazo izquierdo hacia la mejilla de la mujer, como en una caricia. El mismo brazo del que provenía un continuado sonido de engranajes que casi parecía como el de un reloj. Tic, tac... tic tac... "¿La han dejado sola, querida? No puedo entender por qué... tiene usted una heterocromía de lo más hermosa, señorita Strom..." dijo el hombre tras la máscara, sin apartar todavía la mano, como queriéndose asegurar de que la mujer captase todo el mensaje. "Una que, como diría el del 3º del vagón de tercera clase, ni en un estado de los Estados Unidos de América podría encontrarse..."

Permaneció unos segundos así, hasta que acarició levemente con el pulgar de esa mano la oreja de la señorita Strom, y después se apartó volviendo a coger el maletín que cargaba consigo a todas partes y sentándose en su asiento. "Un viaje de lo más curioso este que estamos teniendo ¿no le parece?" señaló la suela de sus zapatos, cubierta de manchas de sangre. "Un frenazo inesperado por aquí, una pobre llama apagándose... Me siento como en mi infancia. No éramos más que un puñado de niños con palos que se colaron en territorio prohibido, solo para jugar al escondite y al pilla-pilla." le contó sin más. "...Ah... teniendo que esconderse tanto del dueño de la finca como de sus propios rivales de juego, todos andaban buscándonos... Por desgracia, en aquella ocasión el juego no duró demasiado. No fueron los rivales, sino el dueño de la finca el que nos descubrió y nos echó a todos de allí."

"Debimos extremar precauciones. Cuando uno de los niños atrapó a otro justo en el extremo sur de la finca, el niño atrapado cayó ruidosamente como el frenazo de un tren, derramando una botella de rojo licor que al dueño de la finca no le hizo ninguna gracia. Fue entonces cuando la investigación comenzó..."

"...¿A qué venía todo esto?" inquirió inclinando como un búho la cabeza de pájaro que tenía. "Oh, sí, cierto. Sus bellos ojos de alguna manera me han puesto nostálgicos. Cúidelos, y cuídese usted también cuando juege, señorita Strom. De los niños rivales... sí... pero también del dueño de la finca. A mi no llegó a atraparme, pero nunca se sabe. Tal vez me dejo ir. Al final, en la vida todos tenemos secretos."

Elionor no se apartó de tic-tac que vibraba en su mejilla como las últimas notas de una garganta demasiado ruidosa bajo sus pulgares. Era agradable, tanto como comprobar que había acertado desde el primer momento. Asintió a la belleza de sus ojos aunque para ella aquella heterocromía era el desagradable recuerdo de que en todo existían imperfecciones. Sus ojos parecían haber evocado el mismo tipo de recuerdo en el médico y de su historia, ella se quedó con la moraleja que llevaba cosida bajo la piel: que no te pillen por la cagada de otros. — Le ha encontrado —le felicitó con las pupilas dilatadas detrás de sus gafas y su mano encajó aquella mecánica que acariciaba su mejilla—. Un viaje de lo más curioso, efectivamente —acordó con el doctor apartando con cuidado y ternura la mano del hombre de la mascara de su rostro para tener libertad para vestirse con su gabardina de cuero—. — Gracias, doctor, tendré cuidado —sonrió—. Mi infancia no lleva consigo ninguna buena historia que pueda ser útil recordar en este viaje, pero sí he aprendido a utilizar a los niños rivales para que me hagan el trabajo menos creativo. Elionor se puso en pie — Procuremos no romper los juguetes del dueño de la finca, no vaya a querer jugar con sus perros. Señaló con una mano horizontal la puerta del compartimento — ¿Vamos a jugar? —propuso volver al trabajo y si su compañero no se oponía, una vez fuera ella se dirigiría al vagón de tercera — Tenga mucho cuidado, doctor.

La belleza de la mujer no se limitaba a su físico, sino también pudo ver que era radiantemente inteligente. Tenía sentido, después de todo, si estaba allí es porque era como él una astuta asesina. Visto así, era natural que hubiese captado el mensaje al completo. Satisfecho por el prometedor potencial que esgrimía su compañera, asintió cuando ésta le preguntó si retomaban entonces el juego. "Por supuesto, aún nos queda la búsqueda del tesoro, además." asintió. Con un ademán de mano la invitó a salir. "Las damas primero. Adelántese y vaya a ver las vistas si lo desea. Yo me uniré más tarde: tengo que preparar los... juguetes, los palos." señaló a su maletín, abriéndolo y empezando a rebuscar en él con sus enguantadas manos. "Además de que no querríamos, en la medida de lo posible, que nos vieran caminar juntos por todos lados sin al menos quizá conocernos primero durante una comida." levantó la cabeza de entre sus bártulos para mirarla una vez más. "Podrían correr rumores escandalosos. Rumores de que usted y yo somos amantes, y que tenemos alianza. No quiero ser chismoso ni alarmista, pero, entre usted y yo, los señores Pietro Cavallini y Herbert von Reiter parecían algo más que amigos..." se llevó la mano al pico de pájaro y negó con la cabeza como si aquello le escandalizase en sobremanera.

Así, Elionor marchó en dirección al vagón de tercera clase con una sonrisa producto de la broma que había hecho Zacharías sobre los cotilleos.

Una vez estuvo a solas, se aseguró rápidamente de preparar los dardos de su cervatana, cargándola con munición somnífera. Volvió a guardar todo en el maletín y examinó la ventana del compartimento. ¿Cómo de grande era? ¿Cabría una persona por ahí, para deshacerse así de cadáveres? ¿Se podría subir desde la ventana al techo del tren, y viceversa? ...Un momento... ¿el techo del tren? Encontraba difícil que alguien pudiera estar allí arriba a la terrible velocidad que el tren exponía... Pero... ¿y si hubiera habido un frenazo? Aquello le habría permitido al asesino subir por ahi y escapar. ¿Pero a dónde habría bajado? La escena del crimen estaba vigilada por Zimmerman... no podría volver por donde había venido. ¿Habría arrancado ya el tren, siquiera? También lo comprobó. No sabía de los demás sitios, pero al menos el vagón de la sala de máquinas, en principio, estaba sin vigilancia... ¿Pero lo sabría el asesino?

En cualquier caso, creía posible descartar al compañero del tercer vagón como el posible asesino. Sacó de su bolsillo el cuchillo enrollado en un pañuelo que había sacado de la escena del crimen. Si encontraba a quién le correspondía la herida... tal vez podría resolver ese misterio. Quién le iba a decir que ahora el asesino haría de policía...

Volvió a guardar el objeto y abrió la puerta de su compartimento, saliendo afuera al pasillo, y se encaminó hacia el segundo vagón, a ver qué conversaciones podría escuchar o con quién podría toparse. Se preguntó si tal vez el asesino no escapó por arriba, sino por abajo. ¿Estaría alguien tan loco como para intentar 'trepar' por debajo del suelo de un tren?

La ventana era lo suficientemente grande como para que cupieran tres personas al mismo tiempo, pero el vidrio (de grosor considerable) estaba soldado. Las ventanas no se abrían. Eso hizo que miraras hacia arriba, al sistema de ventilación en forma de rejilla que cada vagón tenía en el techo de cada compartimento. Escapar por el suelo es posible pero...

Sólo como estabas, no tuviste reparos en apoyarte en los asientos, llegar hasta la rejilla y abrirla. Descubriste un falso techo lo bastante grande como para que una persona de estatura y corpulencia media se escurriera por allí. Si el vagón de carga tuviera una rejilla igual, sería el lugar más obvio y fácil por el que escapar. Tan obvio que resultaba bochornoso que el Ingeniero o incluso Gora (el gorila) no hubieran deparado en ello -A no ser que supieran algo más...- Lanzaste una mirada de sospecha a la puerta al escuchar pasos pero nadie entró. Bajaste de los asientos tras cerrar la rejilla.

Miraste el cuchillo sumido en tus cavilaciones y, tras ello, decidiste ir en busca de más información, pero al salir al pasillo tu mente te lanzó el recuerdo de voces amortiguadas por el traqueteo, giraste la cabeza y volviste a mirar a la rejilla, luego al compartimiento de los accionistas junto al tuyo (cerrado a cal y canto) y de nuevo a la rejilla.

Con esa idea regresaste al interior, cerraste, te aseguraste de que las cortinas estaban bien corridas, volviste a abrir la rejilla. Efectivamente, había voces que no entendías pero distinguiste que en el compartimento contiguo mantenían una conversación. Si llegaras a meterte por el hueco y pegar la oreja en la chapa metálica sobre ellos, seguramente las palabras serían más nítidas.

¿A quién pertenecerían esos pasos? Dejó correr su imaginación: ¿al asesino, regresando del techo? ¿A los señores Cavallini y Von Rieter? Como fuera, tenía que probar su teoría del sistema de ventilación. Por fortuna el conducto parecía tener la altura suficiente como para que la máscara o el maletín no estorbaran. Era una ruta de escape tan obvia... ¿por qué el señor Strauss no había dicho nada sobre eso? ¿Ni tampoco el gorila? Strauss no solo era quien era, sino que sabía más de lo que se dejaba entrever. Trepó por los conductos para tratar de escuchar desde allí la conversación que estarían teniendo con los inversores justo después del frenazo. A ver qué les decía para informarles. ¿Mencionaría siquiera el asesinato?

A Zacharias

Llegaste a la compuerta y, para tu asombro, había una rendija que te permitía ver la zona cercana a la puerta del compartimento. Distinguiste apoyada en la puerta a Syndi (la joven que acompañaba al señor Cavallini). Sin embargo, era una voz masculina la que hablaba...

-...no es culpa nuestra. Debemos dejar que los Zimmerman se ocupen. Para eso están aquí- De esta voz masculina se exuda soberbia mezclando con dosis de desdén. Como si no le importara lo que está ocurriendo.

-Bien dicho, cariño.- Contesté a mi marido estando completamente de acuerdo con él.

Di un paso al frente para asombro de todos. Había abandonado el semblante joven e inocente, una fachada muy útil para mezclarme con la multitud. -Haber si lo hemos entendido todos. Un grupo ha subido clandestinamente al tren con la intención de sabotearlo. Pero los primeros polizones (o impostores) se vieron sorprendidos por otra polizona a la que asesinaron. Eso son dos grupos diferentes que no han sido invitados a esta fiesta- Dije con evidente diversión.

-¡Uh!-se escuchó decir a Sussan con un tono de repulsión. -¿La joven experta nos da lecciones de lo que está ocurriend...?- decía con burla pero algo cortó sus palabras, algo que tú podías ver desde aquel lugar. El rostro de Sindy comenzó a cambiar.

-Mi nombre es Elly Kedward...- decía al tiempo que su tez cambiaba...

-... así que no oséis volver a hablarme así. Vuestra relación con el amo sólo son negocios, pero yo soy una de sus súbditos.- Le advertí con relamiéndome -Las torturas que podría haceros a ti y a tu marido. ¿Verdad señor Garret III?¿O debería llamarle señor Gray?-

-¡Que deliciosa sorpresa!- Exclame al tener delante a la mismísima Elly Kedward. Me giré hacia Sussan -Cariño, muestrale respeto a la señorita Kedwar.- Pese a mi tono de burla habitual, esta vez sabía que debía andarme con pies de plomo delante de esta mujer, algo que para alguien como yo (después de tantos años) representaba un aliciente que me hacía volver a sentir interés por algo.

-No seáis necios. Esos saboteadores están aquí para cazarnos. Primero ralentizan el tren, pero no lo detienen, necesitan tiempo para preparar sus planes.- Inspiro hondo hinchando el pecho -Hay que cazarlos primero- sentencié con mirada lasciva -Matarlos antes de que caiga la noche y despierte el resto del pasaje.-

Buenas nuevas te fueron reveladas de forma abrupta. Al parecer, nadie allí usaba su verdadero nombre. Sindi se llama en realidad Elly Kedward; Geremías Garret III, marido de Sussan, se apellida Gray un nombre relacionado a los excesos...

Y hablaban de cazar... aquello no pintaba bien.

De repente advertiste que Elly miraba hacia la rejilla, ¿hacia ti?

Al llegar advertís que no hay nadie en el vagón. Está completamente vacío.

-¡Mierda! ¿Acaso llegamos tarde? -digo resoplando, mientras me recupero de la carrerita. Debería dejar de ser tan impulsivo, pero... Por otro lado, me sorprende que Herr Reiter me haya seguido, es un buen hombre, para ser alemán, claro. -Ahora las que están solas son las señoritas del vagón de cola. Aunque miento, están con miss Strom. El que tiene razones para tener miedo es el asesino. -Una pequeña nota de humor para tratar de volver a la realidad. Ya más calmado, aunque intranquilo, recupero la compostura

-Lo más probable es que Miss Sindy haya salido a dar una vuelta, quizás al vagón restaurante a por algo de comer. -comento a mi compañero. -¿Qué hora se nos ha hecho con la excursión? Tal vez deberíamos hacer nosotros lo mismo. Aunque... un momento... ¿Están el resto de compartimentos vacíos? Déjeme comprobarlo en un instante, si no le molesta, signor Reiter. -le digo, mientras llamo educadamente a la puerta del compartimento de Miss Goeritz con un par de ligeros golpecitos. 

Hasta ti llega la voz amortiguada del señor Cavallini, sin duda acompañado por vor Reiter. Están en tu compartimento y escuchas los golpes en la puerta del de al lado, aquel que espías. Elly ha dejado de mirarte y se ha girado hacia la puerta, volviendo a cambiar su semblante por el de la dulce joven.