Partida Rol por web

Tras escuchar al Sr. Dawes muestro un gesto de genuina preocupación y digo – Es una pena que el pobre doctor se encuentre en ese estado, espero que esas preocupaciones desaparezcan pronto y vuelvan a ser el de antes. Por cierto Sr. Dawes, ¿quiere decir que esta casa fue legada por Lord Goldaming? ¿fue aquí en donde murió?, ahhh y mis disculpas por el malentendido, no era mi intención menospreciar a un mayordomo de tal calidad-

Dawes se gira hacia Vivian.

¿ Cómo era su comportamiento ? El mayordomo parece pensar, intentando rememorar. Lo cierto es que no había nada de extraño en él, señorita. Estaba apenado como no podía ser de otro modo. Y era una pena pues por fin parecía buscar una compañera. Yo solo llevo aquí tres años pero hace siete... Pero no debo hablar de cosas que no sé de primera mano. Lo cierto es que Lord Goldaming era un caballero como hay pocos. Atleta, cazador, intrépido, decidido y galante y amable. Varias damas comenzaban a interesarse por él ahora que había pasado su luto autoimpuesto. Cazó muchas de las piezas que cuelgan de la salita de fumar.

El dr. Klassen habló preguntando el lugar donde murió.

Cayó por las escaleras que comunican ambos pisos de la casa señor. Se rompió el cuello. Llamamos rápidamente al Dr. Seward y le hicimos venir del Psiquiátrico y sólo pudo certificar su muerte. Fue terrible.

Cuando Klassen se disculpó el buen Dawes restó importancia

Por favor, señor, no se disculpe. No hay el menor problema por mi parte.

Hummmm... Los sintomas que describe el Sr.Dawes, se complementan a la perfeccion con los sintomas de la Melancolia o quiza un trastorno bipolar cerano a la depresion. Mi buen amigo, se ha recluido en extremo en algo que considera seguro: Sus estudios. Tal vez para evadir una realidad demasiado sombria. Cuando algo ocurre en nuestras vidas que no podemos dominar, solemos volcarnos a cosas donde estamos seguros en busca de refugio. La pregunta es ¿Que hecho hizo que se recluyera de tal manera?. La coincidencia con la llegada a esta casa, puede ser una pista. ¿El recuerdo de Lord Goldaming? Lo dudo. Tal vez esta mansion despierte recuerdos de su niñez o quiza sus estudios de Psiquiatria esten jugandole una mala pasada. Debe estar obsesionado con algun caso. Recuerdo que habia un paciente... ¿como se llamaba?... llevando mi mano a la barbilla en gesto pensativo No lo recuerdo. Pero si recuerdo que se habia obsesionado con ese caso... Tal vez este ocurriendo de nuevo. La reclusion en una obsesion suele ser un sintoma de Neurastenia, mediante rituales el obseso logra dominar su entorno, un entorno que le causa angustia. Es como Lady Macbeth en el drama de Shakespeare, comenzo a lavar compulsivamente sus manos para borrar las huellas de sangre que delataban su regicidio, mediante este ritual, lograba evadir su culpa pero nunca era suficiente el lavado. Parece alqo parecido a la obsesion por el estudio de mi amigo. Nunca es suficiente.

Sonrio amablemente al buen cocinero.

- Por favor continuar, quería felicitar a los responsables de tan buenos entrantes que nos han sido servidos, y saludar personalmente a los chefs- saludo amigablemente a todos- seguro que la cena es exquisita.

Huelo un poco por aquí y por allí, sin molestar pero sin irme sin antes preguntar.

- Nuestro querido anfitrión, llega tarde ¿verdad?, seguro que suele llegar atarde amenudo anulando la cena, ¿me equivoco?- intento que no parezca que pregunto directamente- Maravilloso acabado el de este horno...

La cocinera sacó rápidamente una pieza de delicioso pan tostado y untándole parte de la salsa del asado con una espátula lo puso en un plato con presteza y se lo ofreció al caballero, quien no pudo sino sorprenderse por el cariño con que esta señora trataba a sus invitados. Sólo este gesto era motivo para contratarla.

Tomad, serviremos la cena en seguida milord. Espero que os sirva de entrante.

Estaba delicioso y mientras el lord recreaba el paladar en la salsa del asado la cocinera dio rienda suelta a todos los rumores que surgían por el servicio.

El doctor Seward malvive desde la muerte de Lord Goldaming. Sólo es trabajo y casa, donde por cierto está poco rato, algo le preocupa y no es bueno que coma tan poco. Se está quedando en los huesos. Aunque después de lo que vivieron él y el señor Goldaming. Es increíble que después de lo que sucedió mantuviesen su amistad. Pero así son los verdaderos caballeros, los infortunios fortalecieron sus lazos y después de la muerte de la pobre Lucy en vez de enemigos se volvieron íntimos y unidos en el dolor se ayudaron uno al otro. Siete años pasaron y cuando Lord Goldaming comenzaba a recuperar su buen humor tiene aquel estúpido accidente. Un caballero no debería morir así, como un perro al pie de unas escaleras.

La cocinera se da cuenta de lo que ha dicho y una expresión de sorpresa le marca el rostro además de ponerse completamente colorada.

Lo siento señor, a veces no sé parar de hablar y digo indiscreciones.

El cocinero, quien tiene aire de ser su marido, interviene.

Perdonadla señor. Es una buena mujer. Teníamos mucho cariño por Lord Goldaming y ver al Doctor Seward tan afectado nos preocupa.

Pero entonces Weatherbee apareció, avisando que la cena debía servirse ya. Los criados se dispusieron a trabajar y la conversación terminó.

El Lord decidió dirigirse al cenador con los demás.

Se terminó de preparar el cenador y en muy poco tiempo con la pericia de los sirvientes el grupo de invitados fue rápidamente colocado. Dado que el anfitrión no estaba Dawes colocó a los invitados demostrando un gran conocimiento de la etiqueta, intercalando hombre y mujer con prudencia pero alejando a los fumadores de quienes detestaban el olor del tabaco.

Se colocó iluminación suficiente para desterrar las sombras de la noche y rápidamente se sirvieron los entrantes que estaban deliciosos.

La cena fue exquisita. Los invitados no supieron que tenían tanto apetito hasta que vieron las viandas. El vino que acompañaba los platos, cuidadosamente escogido, acompañaba perfectamente sin saturar el paladar. La salsa del asado colmaría los deseos ocultos de cualquier aficionado a la gastronomía y podría presentarse sin vergüenza en muchos de los caros restaurantes de la cosmopolita Londres.

Este hecho, mezclado con la apacible noche y el buen tiempo terminaron por apagar los rescoldos de cualquier resquemor que hubiese surgido en el grupo. Era una de aquellas comidas que forjaban amistades, donde se encontraban gustos comunes y se olvidaban las asperezas. Quién sabe si en el futuro los protagonistas de nuestra historia llegarían a ser buenos amigos, pero definitivamente, era un buen comienzo.

Las dificultades y las penurias avivan el ingenio y estrechan los lazos y esto mismo era lo que estaba presto a suceder. Quizá aquella cena fuese el último momento de placidez o cordura que recordarían en bastante tiempo. Iban a comenzar los postres. Muchos de ellos comenzaban a preocuparse en serio debido a la ausencia de su amigo John Seward y el destino les demostraría que su preocupación era fundada.

Algo perturbó la paz. Algunos de ellos se alarmaron.

Hummm... que es ese ruido? cascos y ruedas llegando a la mansion? Sera que Jhon ha legado? Esperemos que asi sea, su demora roza ya el mal gusto y mas aun habiendo señorita implicadas. Esta comida ha sido deliciosa y el vino y la atencion, pero poco he podido disfrutar, mi mente ha vagado por muchos pensamientos como si el influjo de esta mansion trajera algo ominoso a mi mente, algo que aun no puedo puntualizar pero que comienza en las letras, las frases de la nota de Jhon ¿o quiza es de antes? No lo se.

Me seco los labios con la pulcra e inmaculada servilleta que descansaba en mis muslos y miro a mis compañeros de velada. Luego saco mi pipa y comienzo a llenarla con un fino tabaco holandez, su perfume me aparta por unos segundos de pensamientos menos felices, pero solo son unos segundos.

Sin dudas, todos estamos un tanto ansiosos, quien mas quien menos esta aqui por algo y de nuevo, como en un espiral, mis pensamientos vuelven a esa fatidica nota. Tratare de llenar este vacio con algo de conversacion

Bueno, Señoritas, Señores, parece que nuestra espera llega a su fin encendiendo mi pipa y cruzando las piernas Sin dudas, esos sonidos de carruajes anuncian la llegada de nuestro amigo en comun y con el se despejaran las dudas, largas horas alimentadas desde la llegada de su carta

Pero como llenar el vacio que la ansiedad construye con pertinaz constancia en nuestro cerebro, es que, no podemos dejar de pensar, evaluar, cuestionar, sopesar y todo ¿para que? Para predecir lo que vendra. He aqui el cometido de la Especie, predecir para adecuarnos a las situaciones y asi sobrevivir... pero... ¿Como adecuarse a una situacion que desconoces? That is a question!

Cuando pruebo el primer bocado me sorprendo – santo dios esto está mejor que el mejor sarmale que haya probado- se me escapa en un momento de asombro, pero recupero la compostura rápidamente y continuo deleitándome con la deliciosa cena.
Disfruto cada pedazo de carne y cada sorbo de vino -mmm magnífico,mmm delicioso, mmm exquisito- me regodeo mientras se me escapa algun gemido de placer hasta que el Dr. Moore me saca de mi éxtasis – ¿Carruaje?¿Qué carruaje? Yo no he oído nada- digo saliendo de mi ensoñación gastronómica y expectante a las afirmaciones del doctor.