Partida Rol por web

 Bien, parece que he dado en el blanco. Espero haber bloqueado la entrada, aunque no tengo demasiadas esperanzas. Aún así parece que los gritos de dolor implican que algo les ha dado, si no he bloqueado la entrada al menos me he llevado por delante a unos cuantos de esos cabrones. ¡Ya sé! Volveré a intentar contabilizar el número de bajas y su posible posición. Si se apiñan contra la puerta puede ser una prueba de que la he bloqueado. A todo esto... ¿Por qué Morgul todavía no ha lanzado la suya? ¿Acaso no me ha escuchado? Da igual. 

Thadius trata de reacomodarse en su escondite. Al volver a esconderse tras lanzar la granada no ha quedado todo lo cubierto que le gustaría. Y, tras ese ligero movimiento, siente como, en su pecho, golpea un colgante. Una pieza que le regaló su madre antes de morir. Mamá le ayudaría, Mamá le ayudaría a salir de esta.

Apretando el puño, con el colgante en su interior, vuelve a concentrarse en la puerta. Sus sentidos van a viajar otra vez, pero esta vez sabe lo que se tienen que encontrar, y espera que la situación sea distinta a la anterior.

Thadius vuelve a proyectar su esencia a la Disformidad para saber cuántas personas hay en la sala. Sin embargo, esta vez vislumbra un espacio considerablemente menor, y por lo consiguiente el número de seres humanoides no excede los 50.

Los minutos pasaban, y los disparos no cesaban. Las bajas en ambos bandos se sucedían a una velocidad vertiginosa, pero con la diferencia de que los traidores tenían una clara superioridad numérica.

Pasó mucho rato en esta guerra de trincheras antes de que los enemigos empezarana avanzar, pero cuando lo hicieron asaltaron a los defensores con una furia digna de un demonio. A algunos ni siquiera las balas los detenían, y seguían cargando con heridas que eran cláramente mortlaes.

Los escasos supervivientes, entre ellos Thadius y Morgul, retrocedieron hasta una de las esquinas de la sala, donde se atrincheraron para resistir el asalto. La situación estaba desesperada, pero no podían permitirse fallar la última orden del capitán.

Tras la primera oleada la carga enemiga retrocedió para volver a reagruparse en posiciones seguras. Aunque habían sido derrotados, las bajas que habían causado a los defensores eran excesivas: solo Thadius, Morgul, Ramírez y dos hombres eran capaces de continuar combatiendo. Y a ninguno le quedaba demasiada munición.

Un grupo de enemigos no se replegó. Por lo visto no querían que los defensores se reorganizaran, y los hostigadores parecían saber lo que hacían.

 Dios mío. De esta no salimos con vida. Tranquilo Thadius, concéntrate. Sabes que puedes conseguir que alguien se vuelva loco. O eso creo. Concéntrate un momento. Seguro que ahora todo sale mejor, y no vuelve ese demonio. Todo eso fue un imprevisto. Una vez loco puede que la emprenda a disparos con sus compañeros, y habremos conseguido un "aliado".

Thadius vuelve a agarrar el colgante. Su madre siempre estaría con él, y al fin y al cabo, si muere quiere que su último recuerdo sea de ella.

Thadius se concentra en su foco mientras el tiroteo se hace más violento por segundos. El brillo de las armas láser es tan constante que da la impresión de irse iluminando el vacío poco a poco, como si una inmensa luz se acercara.

Los traidores fueron los primeros en actuar, tomando casi por sorpresa a los defensores. Avanzando cubiertos con los restos de las naves, llegaron a lo que ellos consideraban una distancia óptima y abrieron fuego mientras un rezagado montaba algo (4).

El primero en disparar hizo una potente ráfaga láser que obligó a los defensores a ponerse a cubierto, e impactó en Ramirez, destrozando su blindaje y haciendo que su cadáber comenzase a arder.

La suerte no acompañó a los otros dos, cuyas armas parecían sobrecargadas o se negaban a disparar.

Los dos soldados restantes de la compañía de Ramirez hicieron lo posible para devolver el fuego, pero estaban demasiado asustados como para asomarse a ver dónde se encontraban los enemigos. Por eso, dispararon a ciegas con la esperanza de dar a algo.

Uno de esos hacces de luz sin control impactó por casualidad en el brazo del traidor 3, y tanta gue la casualidad que, ahullando de dolor, el hombre se desplomó en el suelo mientras observaba cómo su brazo se derretía entre los restos en llamas de su manga. Sus gritos de dolor se prolongarían por unos minutos antes deu qeu muriera a causa de la fatal herida.

Morgul se encontraba bloqueado por el fuego enemigo, y se limitó a disparar por encima de su cabeza con su gran revólver.

-¡No podemos dejar que preparen un arma pesada! ¡Tenemos que detener a ese maldito cabrón!

Como si el Emperador hubiera escuchado la súplica del viejo sacerdote. una de sus balas voló guiada por una mano divina hasta la cabeza del hombre que intentaba preparar el bólter. El enorme proyectil de casi 2 cm de radio entró por la boca del soldado y salió por la parte de atrás de la cabeza, dejando a su paso un reguero de sangre, carne desgarrada e incluso sesos. Sin embargo, el hombre consiguió mantener se en pie y continuar su tarea.

Efecto del conjuro: El objetivo cree que puede volar.

Rolea lo que quieras que haga el tipo en tu acción. Él intentará dar saltos y agitar los brazos como si fuera una pteroardilla voladora, y si hay algún barranco... ¡Tú mismo! XD

 Thadius había detenido al soldado que se disponía a armar el arma pesada. Como buen subordinado a las órdenes de Morgul, había cumplido su objetivo, aunque la batalla estaba lejos de acabarse. 

En ese momento, el soldado que estaba montando la maquinaria creyó sentirse un pájaro. Quizá el poder que emanaba de la disformidad le había dado alas. Quizá, aquella horrenda visión de hace un rato había despertado en él poderes ocultos. O quizá estaba totalmente loco. Pero todo eso daba igual.

La batalla, el metal aplastado, el escudo del hangar es taaaaan bello. Por qué no podré acercarme a volar por ese inmenso espacio vacio... Seguro que si agito mis alitas muy fuerte podré surcar los cielos.

Dando pequeños saltitos, el hombre se dirigió al escudo tratando de atravesarlo de un salto.

Thadius dio un respingo, la batalla no había acabado aún.

Uno menos, pero quedan 2. Ayúdame de nuevo, Thadia.

Y volviendo a concentrarse en su colgante, intentó llamar de nuevo a la locura en la mente de su enemigo más cercano.

El hombre que debía montar el arma pesada empezó a correr hacia el lateral más cercano del hangar y agitando los brazos saltó al vacío. De repente su cuerpo se hinchó y estalló en multitud de trocitos y entrañas que se congelaron en el acto. No es muy bueno eso de salir al vacío sin protección...

Los otros dos soldados traidores, ajenos a la suerte de su compañero, cargaron contra los defensores un una rabia inhumana. Entre Morgul y los dos soldados que rodeaban a Thadius consiguieron detener a los fanáticos, pero Morgul recibió un potente golpe en el pecho que le hizo retroceder unos pasos.

Los soldados aliados respondieron a la feroz carga usando las culatas de sus armas como mazas, al igual que habían hecho sus enemigos. La encarnizada batalla cuerpo a cuerpo había comenzado.

Sin embargo, los enemigos detubieron los ataques isn problemas, y el soldado que estaba junto a Morgul recibió un duro contraataque que lo derribó, dejándole aturdido.

Morgul recuperó el equilibrio tras la embestida inicial y alzando su espada bramó:

-¡FOR THE EMPEROR!

Ciego de furia justiciera, el sacerdote descargó un potente tajo contra el que había osado atacarle ydisparó a bocajarro con su pistola al otro que combatía a su lado.

La bala de su revólver se perdió en el vacío (literalmente, ya que atravesó los escudos del hangar) mientras el letal arco descrito por su espada rajaba el rostro de su adversario, arrancándole un ojo y una oreja por el camino. Del corte de la cabeza del soldado salió un chorro de sangre antes de que este cayera muerto al suelo.