Partida Rol por web

El último traidor peleaba con todas las las fuerzas que le quedaban contra los 4 defensores. Lleno de rabia, golpeó al soldado de delante de Thadius con la culata de su arma, olvidando por completo toda defensa. Sin embargo, la superioridad numérica a la que se enfrentaba le impedía atacar en absoluto. Su fin estaba cerca, y lo sabía.

El soldado que había sido derribado intentaba ponerse en pié aún aturdido, mientras su compañero devolvía el ataque al traidor. Sin embargo, confiado por su cercana victoria, dejó un enorme hueco por el que su rival le golpeó en toda la cabeza, derribándolo y dejándolo indefenso en el suelo.

Morgul se giró y arremetió contra su enemigo con toda su ira. Era el momento de acabar con él.

Sin embargo, la suerte parecía proteger al traidor, que esquivó fácilmente la espada del sacerdote y apenas resultó arañado por la bala de este en su brazo derecho.

Thadius intenta usar su poder para afectar la mente del soldado, pero la voluntad de este resulta ser demasiado fuerte y el psíquico tiene que detenerse debido al dolor que le produce intentar entrar en su mente.

Aprovechando la oportunidad que el destino le ha brindado, el traidor alza su rifle y dispara contra el hombre indefenso a sus pies, para después dar un culatazo al molesto sacerdote.

Por suerte para ambos, el blindaje pectoral del soldado es lo suficietemente recio como para evitar daños graves y el golpe ni se aproxima al sacerdote.

El soldado que se acaba de levantar agarra a Thadius y lo aleja del soldado enemigo, creyendo que el chico está tan atemorizado que no puede moverse (para él lleva todo el rato sin siquiera disparar, solo mirando mal a la gente y murmurando cosas sin sentido).

El otro soldado intenta arrastrarse por el suelo para alejarse del traidor que le ha derribado.

Morgul ataca con saña al traidor, intentando rebanarle la cabeza de una vez. Con una habilidad fruto de años de combate continuados, el sacerdote impacta en la cabeza de su objetivo y lo reduce q un cuerpo inerte que cae al suelo sangrando por la cabeza.

 Parece que la mente del soldado es demasiado fuerte, y Thadius suelta un pequeño gritito de dolor cuando es expulsado de ella.

¡¡¡Maldito cabrón, pues si no te puedo freír desde dentro te voy a freír desde fuera!!!

Thaduis empuño su arma, una pequeña pistola Láser. Aún no la había usado en el combate, pero pretendía terminarlo con esto. Apuntó a la cabeza del traidor, y apretó el gatillo.

-Antes no he podido entrar. Vamos a ver si haciendo un bonito agujero de entrada, es más fácil.

A pesar de su chiste fácil, el disparo parece no encontrarse agusto y decide largarse de la nave en dirección al infinito vacío.

 ¿Ha terminado Morgul? Dime que ha terminado.

Thadius no cabía en sí de gozo. Quizá siguiera pensando que no quedaban enemigos, y no tuviera en cuenta los que ya se habían replegado. La batalla no había terminado aún, pero esa escaramuza sí. Y ahora, al parecer tenían tiempo de respirar de nuevo.

-Padre, ¿qué tal lo he hecho? ¿Somos libres al fin? ¿Significa esto que podremos aterrizan en algún lugar al que podamos llamar hogar?

El sacerdote recargó su arma y con un largo suspiro, negó con la cabeza.

-Lo siento hijo, dudo mucho que esto haya acabado ya. Nuestras órdenes son mantener esta zona despejada de enemigos, y hay muchos que se han retirado. ¿Estáis todos bien? Porque vamos a necesitar cada gota de sangre que nos quede para proteger este lugar.

Con una patada giró el cadáver del enemigo que tenía a sus piés y recogió un par de cosas Luego le tiró a Thadius un montón de cosas.

-Venga, no os quedéis quietos. Tenemos que asegurar el perímetro, y no sabemos cuánto tiempo tenemos. Recoger lo que podáis de los cadáveres y espero que tengais raciones de combate... No sabemos cuánto podríamos tener que resistir...

 -Si tenemos que mantener esta zona limpia de enemigos... ¿por qué no bloqueamos las entradas? Una granada certera, o un tiro del lanzacohetes podría solucionarnos mucho. Así, cuando quisieran asaltarnos, tendrían que atravesar primero un muro de escombros, lo que nos pondría sobre aviso del ataque.

¿Qué te parece padre?

Mientras Thadius mencionaba el lanzacohetes, empezó a buscar con la mirada alguno intacto, o al menos, utilizable.

Morgul señaló a las robustas puertas del hangar. Tenían mínimo un palmo de grosor y se habrían laterlamente  deslizándose dos hojas superpuestas una en cada dirección.

-No podemos disparar a las puertas. Si las bloqueamos no habrá manera de abrirlas, y aún pueden quedar fieles del Emperador intentando llegar hasta aquí. Pero sí podemos poner una barrera de escombros usando las naves destrozadas. A veces usas bien esa cabezota azul que llevas encima del cuerpo... ¿Se te ocurre algo más?

Thadius se quedó pensativo unos instantes. La verdad es que no llegaban más ideas a su mente. Bloquear las entradas era lo único que se le había ocurrido, y le parecía suficiente. Aunque echó una nueva ojeada al entorno y preguntó.

-Armas pesadas, como las que estaba armando el tío al que volví loco. Si colocamos algunas apuntando a las entradas, tendremos bastante control sobre quíen entra y quién sale. ¿No te parece?