Partida Rol por web

Alzo las cejas al ver a tanta gente junta de golpe, pero no hay tiempo que perder, así que con un saludo de la mano, tomo a Hundra del brazo y la alejo un paso de los demás, no lo suficiente como para que no nos oigan.

Hundra...donde esta tu hija.

No entiendo su actitud pero su impetu me alerta.- Duerme arriba, acabo de dejarla arropada en la cama ¿porque lo preguntas?¿Que sucede?

Nat baja las escaleras acompañada del barbaro

Todos sus amigos estan abajo. Luc sujeta el brazo de Hundra mientras le pregunta por algo, parece preocupado.

Kalthorin le echó una mirada a Luc. ¿Se había vuelto invisible de repente o es que el herrero lo ignoraba deliberadamente? Se encogió mentalmente de hombros y se mantuvo en un discreto segundo plano. Hacía sólo unos instantes que había visto a la hija de Hundra, y estaba sana y salva.

Como lo temía, el destino no deja cabos sueltos La alegría de Kal se empañó rápidamente al decubrir lo que yo intuía. Nat también estaba entre nosotros. Y su reencuentro fue tan amargo, como alegre había sido el nuestro. Que pena, parece que los años no han hecho más que acrecentar el abismo que los separa... Parece que hay heridas que nunca cierran. Mis amigos tenían sus asuntos, así que por el momento no iba a entrometerme. Ya se daría la situación.

Con apenas una leve inclinación de cabeza, saludé a Garek. No era conveniente aún que se supiera que nos conocíamos y los dos lo sabíamos. Por ahora solo quedaba hacer una cosa... dejarlo estar.

Volví a quedarme solo, como al inicio de esa tarde y em puse a meditar un poco sobre los sucesos que acababa de presenciar. Al parecer, Luc aun no sabía nada. Por otra parte, Kal se había hecho un templario en toda regla... ¿Cuánto le habría costado eso? ¿Cómo había logrado mantener su integridad? Pues si algo tenía claro, es que el antes paladín nunca vendería su alma.

Luego estaban las magas. Nat y Hundra. Tan distintas y a la vez tan iguales. Y ahora, ambas proscriptas... Al parecer, la noche me deparaba sorpresas, y estaba seguro de que serían de lo más interesantes.

Así como me había quedado solo, de nuevo me encontré entre mis amigos, aunque un ambiente muy tenso nos rodeaba. No era tan espeso como el de aquella noche en la posada de Breon, pero sí mucho más inestable.

Me asombré al ver a Luc con armadura. ¿Desde cuando tomaba parte de la lucha? Un herrero acompaña al ejército, mas no se pone en primera línea. Algo más a gregar al rompecabezas de este fortuito -o no- encuentro.

-Mismos actores, distinto escenario. Todo esto me provoca una extraña sensación de deja vu- Mis palabras no tenían un  receptor en particular. Simplemente necesitaba romper ese silencio que se estaba abatiendo sobre nosotros, antes de que se volviera insoportable.

-Hey Luc, parece que la edad te ha hecho perder los modales- agregué en tono burlón, mirando al antes herrero ¿A qué se dedicaría ahora?

Esto...Kalthorin...

Me dirijo al paladin un poco temblorosa y dudosa.

¿Sabes si por aqui se hospeda el sabio del pueblo...?, necesito hablar con el...

Vuelvo a mirar hacia atras y veo que nadie me observaba.

¿Podrias...podrias...podrias...?

No me salian las palabras por lo nerviosa que estaba, ni me atrevia a mirarle a los ojos.

Mas que Deja Vu, esto es una tirada del destino, ¿no crees?

Le respondo al ladron mientras le guiño un ojo, en cuanto vi que iba a gritar de sorpresa le tape la boca.

Shhhh...no grites...no quiero que me descubran...

-Sabía que tenías que ser tú- susurré por lo bajo cuando Nat me liberó. -¿Cuáles han sido los pasos que te han traido hasta aquí?- agregué divertido. Todavía no entendía por qué Nat se estaba escondiendo de Hundra y de Luc, después de todo, la historia con su padre había quedado atrás y Kal, el único que aparentemente tenía asuntos de índole "real" con ella ya estaba al tanto de su presencia.

Veras...estoy huyendo de las fuerzas del rey...supongo que Hundra tambien...

Le respondo en un tono que notaba mi cansancio.

Espero que no seas uno de sus hombres...

-Jajaja, ¿yo? ¿un hombre del rey? Nat, sabes que no soporto la disciplina y los reyes... son menos confiables que este servidor... ¿cómo podría trabajar para alguno?- levanté mi copa hacia ella, en un gesto de brindis antes de apurar lo que me quedaba. -Aún te considero mi amiga. Aunque fuera hombre de algún rey, no te entregaría. ¿Sabes? a mi modo, yo también tengo mis lealtades.- agregué al tiempo que le hacía señas a la linda camarera para que me rellenara la copa.

Oh,si, ya lo veo...

Le respondi entre risitas mientras veia como mi amigo le hechaba piropos a la camarera.

Luego de coquetear brevemente con la camarera y viendo que el resto de nuestros amigos estaban atendiendo sus propios asuntos, retomé el diálogo con Nat, hablando despacio, para no llamar la atención sobre ella.

-¿Por qué te persigue el rey? ¿Acaso no es pariente tuyo?-

Lo es pero...desea matarme para quedarse con el trono por completo...

Le dije en un tono muy triste.

Y sus sicarios me han estado persiguiendo dia y noche, sin descanso...Yo...no puedo mas...estoy muy cansada...

-Vamos Nat, debes tener seguidores, soldados que te sean leales, pueblos que te apoyen... Tu padre fue alguien muy importante y no creo que nadie fuera de nosotros cinco sepa que fue lo que ocurrió con él realmente.- La miré preocupado. Su rostro denotaba el cansancio de noches sin dormir, de días de exhaustivas carreras. Me resultaba inverosímil que en apenas cinco años todo el poderío de Lord Eduard se hubiese difuminado.

-¿Kal también va detrás de tí? ¿Y Luc?-

Luc no creo que desea mi muerte, pero Kalthorin...me ha dado a elegir dos opciones...no desea cortarme la cabeza...

Miro hacia Kaltorin y desvio la mirada de nuevo hacia Gaunt un poco sonrojada.

Tan solo...deseo vivir en paz...ser una mujer normal con una familia y todo lo demas, pero...mi tio me lo impedira, antes me cortaria la cabeza...

-¿Por qué no se la cortas tú a él? Tienes tanto derecho al trono como tu tío, si no más... Insisto Nat, y esto que no lo oiga Kaltorin porque sería capaz de ajusticiarme aquí mismo... Busca a tus leales y compara fuerzas. Una guerra es tan mala como una tiranía.- Bebí un poco de cerveza para refrescarme la garganta antes de continuar. -No soy amigo de la magia... pero no estoy de acuerdo con su prohibición. Ahora proscriben a los magos... más tarde quién sabe que otro grupo será considerado peligroso- Estaba compartiendo ideas con Nat que bien podrían costarme mi cabeza, pero no me gustaba nada la rigidez que se había impuesto con el nuevo rey. -Además, está el tema de la paz con los bárbaros del norte. En cinco años poco se ha avanzado con eso, pareciera que no hay voluntad.-

Lo se, Gaunt. Pero...los magos estan proscritos por mi culpa...cuando mi tio me quito el trono, puso esa ley para poner al pais en mi contra y asi matarme...No seria capaz de matar a mi tio, asi crearia un golpe de estado y seria un completo caos... 

-Hay veces que la única salida viene de mano de la fuerza. Pero mejor cambiemos de tema.- No quería seguir agobiándola con sus problemas y después de todo yo no era quién para decirle lo que le convenía o no hacer. -Que hermosa niña tiene Hundra. ¿Sabías que eras tía?- Aún me costaba pensar en Hundra como madre, aunque no dudaba que lo hacía muy bien. Simplemente era difícil borrar la imágen de férrea guerrera que se me había grabado a fuego aquella lejana noche.