Partida Rol por web

-Lo sé Aurea, sois capaz de aguantar esto y mucho mas, pero por intentar...que no quede. De todas maneras he de decir a vuestro favor que sois una de las personas mas valientes que he conocido en mi vida, y sobre mi punto de vista, es algo sumamente digno de mi respeto ja ja ja!-

Acto seguido me dirigo a la reina elfa que se hace llamar Tyaeda.

-Por lo que veo, hemos llegado a tiempo para vuestro rescate. Soy Garren, el barbaro mas temido en estos páramos ja ja ja!

Lanzo una sonora carcajada digna de mi personalidad.

Ahora, me dirijo hacia Kashya y con una mirada fulminante le digo -Tu y yo tenemos una conversación pendiente, bruja- Remarco la palabra bruja mostrando algo de rechazo hacia ella

 Kashya que aun esta Junto  a Fryda, observa como una mujer sale de la casa que custodiaba el soldado.Por sus cortes la hechicera piensa que viene de algún combate o ha sido atacada por los soldados. La mujer parece reparar en ellas dos y se acerca corriendo nombrando a Fryda y con lágrimas en sus ojos. Seguídamente es Aurea la que se acerca a ellas y tranquiliza a la mujer misteriosa diciéndola que Fryda sigue viva.  La dama se presenta como la reina de Linfa cosa que le  tranquiliza al ver que sigue con vida.

Sin decir ninguna palabra, se queda observando el enfrentamiento entre Agrael y el soldado  que aun queda en pie. Decide no intervenir para no causar mas daños  ya que su poder es muy destructivo .

Aunque ha sido curada por Kashya, Fryda sigue tumbada en el suelo e inconsciente. Su reina corre junto a ella para comprobar que está bien. Sin duda alguna, cuando despierte se encontrará con la grata sorpresa de verla de nuevo.

Cuando la Princesa Aurea me nombra hago una ligera reverencia ante la Reina de Linfa.

No intento hacer una como los nobles ya que no se hacerlas bien y podría tomarla por una burla.

 No daba credito a lo que estaba sucediento, todo el mundo presentandose los unos a los otros y yo todavia con mi enemigo enzarzado en la batalla, tenia ganas de acabar con el soldado que tenia delante mia, pero Tyaeda habia ordenado a unos elfos que estaban por el lugar, que hicieran venir a la guardia de Linfa, por lo que supuse que queria vivo al soldado que tenia atrapado.

Asi que de momento me limite a intimidar a mi enemigo empuñando mi espada hacia su cuello, sin ningun intento de ataque por mi parte.

El tiempo para las presentaciones ya vendria despues, una vez la guardia de Linfa hubiera apresado a los que todavia quedaban vivos.

 Kashya mira para todos lados y luego se acerca a la reina.. Perdone que este asi fue mi culpa, tire una bola de fuego y le impacto por estar cerca, la intente curar pero todavia no se levanta.. Mientras volvio agachar la cabeza y a no decir nada..

El soldado que quedaba en pie no podía consentir que un caballero del bando de sus enemigos le tuviese ahí esperando a que la guardia de Linfa le apresara. Así que en un intento desesperado, levantó su espada cargando contra Agrael con intenciones de matarlo. La herida que la flecha le había hecho en la pierna le impidió lograr su propósito. Su pierna le falló y calló al suelo haciendo que la espada se le soltara de sus manos y se desplazara a unos metros de él.

Vi algo desconcertado como aquel soldado me desafio en un intento por atacarme. Gracias a su herida en la pierna se desequilibro y cayo al suelo quedandose a mi merced. Aquel soldado estaba en clara desventaja ya que en el suelo y con el arma fuera de su alcanze tenia bastantes posibilidades de acabar con el alli mismo, asi que me decidi a atacar pero tubo la destreza suficiente como para repeler mi ataque.

Todos los demás, incluso Sergi en la distancia y escondido entre la maleza, observaba con detalle el combate entre Agrael y el soldado. Justo cuando éste quiso levantarse para volver a atacar al lord, la guardia de Linfa llegó y lo rodeó. Uno de ellos agarró la espada tirada en el suelo para asegurarse de que no volviese a tener opción de ataque. Lo apresaron entre unos cuantos con la intención de encerrarlo y alejarlo de su reina. Cuando se lo llevaban él no paraba de gritar y oponer resistencia:

- ¡Habréis podido con nosotros 5 pero no podréis con el dragón ni con mi señor el Rey de Arbebuck! ¡Vuestras heridas no serán las únicas! ¡Moriréis!

Según se iban alejando, las palabras que salían de su boca se iban haciendo totalmente imperceptibles para vuestros oídos.

Otro grupo de soldados de la guardia de Linfa capturó al lancero que aun quedaba con vida desangrándose en el suelo, pero al ver el mal estado en el que se encontraba decidieron matarlo clavándole una espada directamente en el corazón. Lo mismo hicieron con el noble al cual aun le quedaba un suspiro de vida. De esta manera, el único que quedó con vida fue el soldado que luchaba con Agrael y que a estas alturas ya debía estar encerrado en una mazmorra.

 Por suerte para el soldado o para mi, llegaron los guardias de Linfa, haciendose con el control de la situacion y reteniendo a aquel soldado que no dejo de lanzar improperios cuando era llevado, seguramente, a alguna de las mazmorras libres para los malhechores.

Con la situacion mas tranquilizada, me dirigi hacia donde se encontraba Tyaeda y poniendome delante suya, le hice una reverencia.

- Su alteza, se presenta ante vos, Lord Agrael Farshin.

Antes de que la reina elfa pudiese contestar a las presentaciones de Agrael, un grupo de druidas se acercaron hasta vosotros. El que parecía más viejo de todos es el que comenzó a hablar:

- Mi reina- hizo una reverencia a Tyaeda- hemos sido llamados por vos. Nos han dicho que necesitáis nuestros servicios. Nos alegramos de que estéis a salvo- mira hacia Agrael y hacia todos los demás- os estaremos siempre agradecidos por haber salvado a Linfa y a su reina- dirige entonces su mirada hacia la durmiente Fryda- y por traer de vuelta a casa a esta pequeña aventurera.

 Un grupo de druidas se acerco hasta nuestra posicion. En ese momento envaino mi espada y vuelvo a colocar mi escudo en la espalda.

Cuando el druida mas viejo se dirige hacia nosotros mostrando su gratitud le miro y me inclino levemente hacia delante con mi mano derecha en el pecho.

Cuando hizo referencia a Fryda me di cuenta de que estaba inconsciente , no me habia dado cuenta de ello hasta aquel preciso instante. Entonces mire a Kashya poniendole cara de pocos amigos. Seguro que habia vuelto a ser ella la causante de el estado de Fryda.

Mientras aguardamos la llegada de la guardia de linfa observo el combate restante pero no paran de girar buscando un hueco entre sus guardias por lo que sería arriesgado disparar.

Vuelvo a inclinar la cabeza ante la Reina de Linfa y me presento. – Bernnat del Puig, majestad. Un simple arquero del ejército real de Loarrus.

Posteriormente al llegar la guardia y poner fin al combate guardo la flecha que tenía en la mano y el arco después de destensarlo.

Se acerca a prudente distancia, dado que la realeza solo habla con la realeza. El campesino se dispone a ver de recuperar alguna flecha, pero ve que es inútil, el impacto con las armaduras las han arruinado y solo se queda cerca, pero no tanto del resto del grupo, esperando no importunarlos.

Pero las palabras del guerrero no escapan de su oido y le dejan un mal sabor en la boca, el miedo vuelve a ser presa de él, las dudas vuelven otra vez a dar giros en su agobiada mente.

El campesino Sergi, el cual se ha portado como si de un arquero se tratase en el combate que acaba de acontecer, sale por fin de su escondite entre la maleza para reunirse con su grupo. Allí puede encontrar también a los druidas que acaban de llegar y conoce de nuevas a la reina de Linfa.

Estáis un poco más alejado del grupo que los demás debido al miedo que tenéis al no ser vos una persona reconocida ni con títulos.

Mientras ellos hablan os fijáis en los restos del combate: cadáveres, sangre, flechas rotas, etc. Miráis un momento hacia la maleza de la que salísteis antes y cual es vuestra sorpresa cuando créeis ver una silueta fantasmal parecida a la del Mago Magníficuss que comienza a hablaros:

- Psssss, psssss ¡Sergi! Soy el holograma de Magníficuss, debo comunicaros que Revan Lancaster, el arquero que se quedó en el castillo, falleció ayer noche debido a una grave enfermedad. Sóis el encargado de comunicárselo a los demás y decirle a Bernat que debe continuar solo como arquero, aunque os tiene a vos para ayudarle. Y por cierto, buen combate, seguid así, váis por el buen camino.

No os dió tiempo a contestarle porque nada más terminar su discurso, desapareció de repente.

Un susto que le obliga a llevarse la mano a la boca para silenciar el grito que casi sale por ella ocasiona la aparición del Mago del reino. Asiente agradeciendo el cumplido, pero las palabras de la defunción del compañero que nunca conoció le da un cierto pesar, nunca comparable como si se tratase de un amigo o un familiar, pero igual no le es agradable la noticia.

La reina atendió los últimos encuentros del combate del caballero con el soldado de Arbebuck y suspiró aliviada cuando la guardia por fin apareció por allí.

Escuchó las presentaciones y a cada uno saludó con una respetuosa inclinación de cabeza. Era reina pero aquellos que estaban allí, con su valor, habíanse puesto a los ojos de Tyaeda a su altura.

-Gracias extranjeros por lo que habéis hecho por nosotros. Permitidme ofrecerles cobijo en mi propia casa para recuperar fuerzas y ser atendidos por los mejores druidas del bosque.- No acabó de pronunciar esas palabras cuando el Druida Jefe apareció.

-Que bueno que ya estéis aquí. Estas señoras y estos caballeros son amigos de Linfa. Por favor, maestro, atiéndelos cuanto antes y encárgate de la pequeña Fryda también. Sólo cuando hayas terminado con nuestros huéspedes vendrás a verme.

Luego se dirigió a la compañía.

-Por favor, acompañadme. Los conduciré a mi casa donde os alojaréis. Dejad que mi druida los cure y luego podremos conversar acerca de todo lo que ha ocurrido hasta el momento con Arbebuck y su rey sediento de poder que tanto mal nos ha hecho.

La reina aguardó a sus invitados. Aunque su rostro se mostraba serio, por dentro sentía un alivio enorme al tener a aquel grupo de aguerridos luchadores.

Espero la respuesta de la Princesa Aurea ante la propuesta. Indudablemente necesitamos cuidar nuestras heridas, sobre todo ella, pero no me corresponde a mi aceptar o rehusar cortésmente su oferta.