Partida Rol por web

Sostuvo la mirada de la reina unos largos instantes, con aquella dureza caracteríastica.

-Me parece que todos necesitamos descansar, si. No os descuidéis a tal extremo, tampoco. ¿En la cena si no es inconveniente quizá podamos conversar todos con tranquilidad? Para esas horas, espero que ya todos hayan tenido tiempo de ser atendidos, y de descansar.

Envainó la espada transparente con suavidad, observando la actitud del campesino.

-No os quedéis ahí, acercaros mas. Habéis hecho un trabajo excelente, al igual que casi todos.

Por fin podemos relajarnos un poco. 

Veo como Sergi sale de su escondite timidamente como nos suele tener acostumbrados, que parece que no hable por no faltar el respeto a nadie. Mientras se acerca a nosotros, le hago un gesto de aprobacion ante su actitud en la batalla... Seguro que buena parte de las flechas que impactaron en el enemigo provenian de su arco, sin menospreciar claro las dotes de tiro de Bernad.

Fue entonces cuando repare tambien en la herida de Aurea, ¿ que tal esta esa herida Aurea ?, no parece tener muy buena pinta... miro al mas anciano de los druidas intentando decirle con la mirada que Aurea tendria que ser la primera del grupo en ser atendida.

Cuando Tyaeda nos ofrece su casa para cobijarnos me siento profundamente agradecido a tal gesto, es por eso por lo que me dirigo a ella inclinando levemente la cabeza con estas palabras... su alteza, sera un honor y un placer para mi, poder compartir su casa con esta buena gente....digo señalando a todos mis compañeros incluido a Kashya... y gozar de su compañia mientras gozamos de un reparador descanso.

Probablemente a mas de uno no le haya echo gracia el que hubiera hablado en su nombre, pero me veia en la obligacion de agradecerle gentilmente el ofrecimiento que Tyaeda tubo para con nosotros.

Cada día me cae mejor Lord Agrael.

Ahora después de que la reina personalmente nos haya invitado representa que es él quien nos hace una gracia, incluyendo a la misma Reina de Linfa, en compartir su residencia.

El druida escucha con atención las órdenes de su reina Tyaeda y recorre con su mirada los cuerpos heridos de todos los presentes para hacerse una idea de la magnitud de las heridas.

- Muy bien mi reina, vayamos a sus aposentos y el resto de druidas y yo curaremos a estas personas. Pero también debemos curaros a vos, se os ve fatal. ¿Quién os ha hecho esto? ¿Los soldados de Arbebuck?

Mira a Tyaeda con lástima y curiosidad a la vez. La última vez que la vió ella estaba perfectamente y sin ningún corte por el cuerpo así que ahora que se la ha encontrado en ese estado no puede ocultar su asombro.

Tímidamente carraspea un momento y luego comienza a hablar. - Su majestad. - Inclinando su cabeza respetuosamente. - Os tengo un comunicado del señor Magnificuss, lamenta informaros de que el otro arquero falleció ayer tarde en la noche, debido a una fuerte enfermedad. - Mira hacia el costado y abajo, lamentando ser él el portador de las malas noticias.

La noticia de Sergi me afecta ya que entramos a servir, y presentarnos para ser seleccionados, juntos en el ejército real.

¿Una sorprendente muerte o hay alguna mano detrás de lo ocurrido a mi amigo?

Permanezco en silencio pidiendo a los dioses que lo acojan.

Lamentablemente, la noticia que nos da Sergi, es una mala noticia. Tras oír sus palabras, observo a Bernat, que según tengo entendido eran amigos desde hace tiempo. Se le ve dolido, así que me acerco a él para darle mi pesame y unas palabras de ánimo

-Bernat, Siento tu perdida, amigo. Es una terrible noticia, y espero que sus dioses lo acojan en su regazo. por otra parte, si descubrimos que hay algo oscuro en la muerte de Revan, no dudes ni un solo momento en que me uniré a ti para cazarlos y acabar con ellos.- Hago a Bernat una palmada a la espalda con mi gran mano, y me alejo un poco, con la intención de dejarlo solo, quizas sea lo mejor tras perder a un amigo.

Respondo a la palmada de Garren con otra mecánicamente. Sólo hago que rememorar momentos vividos juntos.

Nervios por si nuestros sueños de aventuras acababan con nuestra expulsión del castillo por no considerarnos dignos de formar parte del ejército real. Las risas cuando celebramos en la taberna nuestra primera paga. El miedo de nuestro primer combate que de no haberlo superado podía habernos costado la vida. La vida, el ya la ha perdido y quien sabe cuanto lo sobrevivirás Bernat…

-Es una pena, en la cena se le veía sano -comentó quizá en un tono demasiado desprovisto de tristeza para el gusto de algunos. Lo cierto es que lo había conocido demasiado poco como para poder apenarse, pero aún así era parte de la gente de su reino y no le hacía ni pizca de gracia.  Cerró los ojos un instante con solemnidad en señal de luto. Aunque fue un gesto demasiado veloz para que se apreciara bien.

Las pestes no perdonan...

 Lamentable noticia la que nos habia portado Sergi. Nada mas recibirla, me santigüe y dije... Que su cuerpo y su alma descansen en paz. Mire hacia Bernat y este parecia estar afectado ante la noticia, cosa logica si eran compañeros de armas. Vi como Garren se acercaba a el y le ofresia sus condolencias y le hacia un gesto de apoyo mientras este se lo devolvia.

-Ya te explicaré luego druida como he llegado a encontrarme así. Pero no te demores. Atiende a nuestros invitados para que puedan reponerse. Esta noche nos contaremos nuestras historias.

La reina agradeció las muestras de respeto de los miembros de la compañía y mostró pesar por la pérdida de uno de ellos a pesar de no haberlo conocido. Aquellos valientes la habían salvado de un destino horrible con lo cual lamentaba que alguno de ellos no hubiera llegado hasta esa tarde. 

- Vaya, una pena lo del arquero. No lo conocía pero se supone que debía ser nuestro compañero en el viaje. Bendita sea su alma.

Kashya mira durante unos instantes al cielo como para pedir por el alma de Revan y después os dice:

- Bueno, sigamos a los druidas, yo llevaré en brazos a Fryda, aun está insconciente y no puede moverse.

Seguís al druida jefe de linfa y a todos sus ayudantes hasta los aposentos de Tyaeda, los mismos donde la tenían retenida hace tan solo unos minutos. Al entrar la escena es completamente dantesca: una mujer yace en el suelo entre un charco de sangre debido a heridas de espadazos. Sus ojos están cerrados.

El druida ante tal situación no puede esconder su asombro y exclama:

- ¡Oh dios mio, Rovena!- mira hacia Tyaeda- ¿qué le ha pasado?

Como un sonámbulo voy siguiendo los pasos del resto del grupo poniendo un píe delante del otro prácticamente arrastrándolos.

No sabía exactamente como había llegado allí.

Al ver la imagen de la mujer muerta toda mi melancolía me abandona desenvainando la daga por si hubiera algún enemigo oculto por las salas.

parece que nos ponemos en camino, y vamos hacia la residencia de la reina elfa para curar nuestras heridas y descansar un poco tras la batalla. uno a uno vamos entrando, yo voy detras de bernat. Veo como Bernat desenvaina su espada tras ver a una chica que esta tendida en el suelo. Por su estado y su inmovilidad deduzco que esta muerta

-Tranquilo Bernat, no hay motivo para desenvainar las armas, debes tranquilizarte-

Se adelantó algo y miró a la caída. Luego miró alrededor buscando identificar mejor el entorno. Signos de pelea, salpicaduras de sangre, otros cuerpos...indicios que delataran lo que allí había acontecido. Andaba despacio y con cuidado de no forzar mas su herida, despues de todo ya estaban en relativa tranquilidad, a pesar de que no fuese uno de los momentos mas felices para todos.

Al volver a los aposentos reales la mirada de Tyaeda se posó en Rovena y sus ojos se ensombrecieron. Verla yacer allí, sin vida le provocaba un dolor muy grande. Sin embargo, la elfa había elegido su destino.

-Tranquilo ¿Bernat?- la reina no estaba segura si ése era el nombre del hombre con el cuchillo, pero ella bien sabía que allí no había peligro alguno. -No hay nadie más aquí. Rovena ha muerto luchando contra mí. Es todo lo que voy  deciros por ahora. Luego de que os hayáis curado y estemos sentados a la mesa les contaré la historia completa. Vamos druida, ocúpate de nuestros invitados. Aún tenemos cosas que atender y la tarde avanza pronto. Si me disculpáis...- la reina se despidió de sus invitados y fue en busca de los sirvientes para que se ocuparan de sus invitados y del cuerpo de Rovena. Luego mandó a llamar a los miembros del consejo. Había que cancelar la ceremonia de coronación y no quería dilatarlo más.

Con cierto pesar mira el cuerpo de otra persona, primero los guardias, luego la notica del difunto arquero y aquí dentro el de otra persona cercana a su majestad. No opina como es habitual acerca de todo esto, dado que no quiere ser inoportuno.

Busca un rincón donde quedarse, dado que no necesita curación alguna por parte de los druidas y ahí se queda. Lamentando tantas vidas perdidas en tantos lugares por culpa de una sola y ambisiosa persona.

Desconcertado todavía guardo mi daga mas por un gesto reflejo ante las palabras de alguien acostumbrada a dar ordenes que porque tenga la cabeza clara.

Hago un gesto de acatamiento. – Mis disculpas señora, realmente necesito relajarme un rato. Si me disculpáis.

Me separo de ella y mientras me aparto me descordo el cinturón de la vaina y me descuelgo los carjacs con el arco.

Una vez al lado de la princesa Aurea se las ofrezco.

– Majestad disculpad mi actitud. Si queréis que os entregue mis armas para no causar mas incidentes mientras me recupero, tomarlas.

 Cuando entre en aquella estancia, vi el cuerpo yaciente en el suelo y vi el calibre de las heridas que tenia aquel cuerpo, solo pude imaginarme la terrible batalla que se habia librado en ese lugar.

Tyaeda se despidio de nosotros dejandonos en manos del druida jefe... Druida, deberiais empezar a curar nuestras heridas lo anates posible, antes de que se nos infecten.