Partida Rol por web

Fryda escuchaba atentamente las palabras que le decía su reina, entristeciéndose cada vez mas hasta tal punto de que sus ojos se bañaron en lágrimas. Las noticias que escuchaba cada vez eran mas dolorosas y difíciles de digerir. De repente cambio la cara totalmente al recordar algo:

-No desesperéis mi reina,puede ser que haya un atisbo de esperanza para nuestro pueblo ya que tengo una noticia importante que daros-dibujando una leve sonrisa en su cara- he oído que el rey Loarrus esta reuniendo unos cuantos hombres para ir en busca de la piedra. Para dirigirse al reino de  Arbebuck deben  pasar por aquí, así que puedo avisarles de vuestra situación para que nos ayuden.

Tras decir esto espero vuestra contestación,esperando que os agradara la noticia que os había contado.

El rostro de la reina se iluminó al escuchar la última noticia que Fryda le contó. Si el rey Loarrus estaba montando una expedición para recuperar su piedra, tal vez ese grupo de expedicionarios pudiera ayudarla a salvar su situación también.

-Ve pequeña amiga, encuentra a esos viajeros y explícales lo que el rey de Arbebuck nos está haciendo. Explícales sobre el chantaje al cual me ha sometido y diles que cuentan con todo mi apoyo y el de mi pueblo. Pero antes de partir, querida Fryda, descansa. Diviértete un rato, disfruta de la celebración. Has hecho demasiado en estos dos días y mereces una pequeña pausa antes de volver  arriesgar tu vida por nosotros.

Fryda no se sentía segura quedándose en la fiesta ya que era muy peligroso. Los soldados podrían notar que era nueva en el poblado y como consecuencia apresarla e incluso matarla. Así que decidió despedirse de su reina:

- ¡Mi reina mirad! Parece que algunos de esos soldados invasores comienzan a despertar, debéis ir cuanto antes con ellos. Yo no puedo quedarme y disfrutar de la fiesta mientras los elegidos estarán a punto de salir, debo ir en su busca cuanto antes. Espero sepáis perdonarme la ausencia, será el primer año que me pierdo la Fiesta de la Cosecha pero tened por seguro que lo hago por el bien de Linfa.¡Cuidaros mucho!

Después de decir esto salió corriendo como alma que lleva el diablo y se perdió entre la espesura del bosque perdiéndola de vista por completo.

La reina se despidió de su pequeña amiga y volvió la vista hacia donde se encontraban los guardias. Efectivamente había algunos que estaban comenzando a volver en sí de su borrachera y seguramente no despertaráin de buen humor, así que para evitar preguntas comprometedoras y situaciones violentas, Tyaeda se apresuró a volver a su lugar y tomar una copa para simular que nunca habí abandonado su puesto.

Mientras duró la celebración, la elfa continuo en su sitio, saludando con sonrisas a los pobladores y festejando con ellos. Pero sus pensamientos volvían una y otra vez a la pequeña Fryda. La esperanza había vuelto a ella y temía que nuevamente el rey de Arbebuck quisiera robársela.

La fiesta llegaba a su fin, después de todo un día de música, bailes, bebida y comida. Había transcurrido tranquilamente y sin sobresaltos aun con la presencia de los "invitados" de Arbebuck. Fryda ya debería estar bastante lejos y esperábais que regresara pronto con vuestra salvación.

Después de tanto jolgorio, todos los elfos de Linfa se fueron a descansar, ya recogerían todo lo de la fiesta al día siguiente cuando despertaran. Los 5 soldados os acompañaron hasta vuestros aposentos para que descansárais e hicieron guardia en vuestra puerta para que no pudiéseis escapar ni tramar  nada. Cuando despertáseis debíais enfrentaros a la cruda realidad y buscar el sustituto para ocupar vuestra corona que se quedaría sin dueña dentro de 6 días escasos.

El sueño de Tyaeda Euduedil fue entrecortado e intranquilo. A pesar de que no había ocurrido nada en la fiesta, la presencia de los soldados, guardándola incluso hasta cuando se dirigió a sus aposentos no la dejó descansar como era debido.

Al día siguiente, se levantó temprano, ya que apenas podía mantenerse en la cama por culpa de la intranquilidad.

De un humor extraño, se tomó su tiempo para cepillar su oscuro y sedoso cabello, antes de retocar su rostro con maquillaje que tapara las ojeras que la falta de descanso le había provocado. Se vistió con una túnica ligera, vaporosa, que acentuaba la sensación de volatilidad que los de su raza poseían, tomó su delicada corona y salió a enfrentar el nuevo día que parecía tan amargo como el anterior.

-Buenos días caballeros, espero que hayáis podido descansar- con amabilidad saludó a sus captores. A pesar de que su presencia le generaba sentimientos de impotencia y desesperación, la reina no perdió las formas.

Dejó que la escoltaran hasta la sala dónde se reunía el consejo habitualmente. Pidió a un sirviente que le trajera un desayuno frugal mientras pedía a otro que reuniera a los consejeros lo antes posible. La búsqueda de la sucesora debía comenzar, o si no, los soldados sospecharían que ella tramaba algo.

Sin nada más que hacer hasta tanto no hubieran llegado sus hombres de confianza, la reina se dispuso a desayunar mientras se perdía en sus pensamientos, buscando la clave para poder salir bien parada de aquella situación.

DIA 3

Amanece por fin y después de arreglarte un poco y desayunar, te reunes con todo el consejo de Linfa para discutir sobre quién será la elegida para ocupar vuestra corona. Hay varias candidatas que podrían sustituiros con gran acierto pero ninguna es como vos y no podéis evitar sentiros reticentes a la hora de soltar la corona.

Os sentáis todos en una gran mesa cuadrada para debatir el asunto. La primera en hablar y comentar el estado de la situación sois vos.

-Muy bien damas y caballeros. Por años han sido mis fieles consejeros y vuestras palabras han guiado mi reinado ayudándome a actuar con sabiduría. Una vez más, tal vez la última, los he reunido para pedir vuestra opinión en un tema que nos afecta a todos.

Tyaeda recorrió la sala con la vista, posando sus ojos en cada uno de los allí presentes. Todos se veían preocupados, todos sabían que tema era el que tenían que resolver. Ninguno de ellos quería hacerlo.

-Como sabéis, debo determinar quién será mi sucesora. Dentro de cuatro días partiré para el reino de Arbebuck para desposarme con su rey y nuestra ciudad de Linfa debe quedar en las mejores manos. Por eso es que solicito vuestra opinión. Tengo algunas candidatas en mente pero necesito saber a quién ven vosotros como mi sucesora natural, en quién confiarían el peso de gobernaros, a quién seguirían devotamente como lo han hecho conmigo-. Al ver esos rostros desanimados la reina se vio tentada de contarles la misión que había asignado a Fryda. Pero la presencia de la escolta enemiga hacía por demás imposible poder comunicarlo. Si quería que Fryda tuviera una mínima posibilidad de éxito, su tarea debía permanecer oculta a todo el mundo, incluidos aquellos en quienes más confiaba.

Los miembros del consejo empezaron a discutir unos con los otros hablando por lo bajo, compartiendo ideas. Uno de ellos, el que parecía más viejo y sabio gritó:

- ¡Silencio! Si hablamos así no nos enteraremos, debemos respetar el turno de palabra- señaló hacia un consejero y le preguntó- Belnestar, decidnos vuestra propuesta para la candidatura a reina de Linfa, pensadlo bien antes de contestar.

El elfo llamado Belnestar se tomó unos segundos de reflexión para después decir:

- Bien, he estado pensando y creo que la adecuada para ocupar la corona de Linfa y sustituir a nuestra querida Tyaeda, es Katyla la druida. Ella nos protegerá a todos con su sabiduría y sus poderes. Sabe cuándo va a llover y por contra, cuándo hará sol. Conoce todos los secretos de la naturaleza y puede curarnos cuando estemos enfermos. Creo que nadie mejor que ella desempeñaría el cargo de reina de Linfa.

- Bien- dijo el viejo consejero- prosigamos con Arking, decidnos vuestra propuesta por favor.

El elfo llamado Arking se levantó tomando la palabra:

- Pues yo estoy en desacuerdo con Belnestar, no creo que Katyla sea la adecuada. Sin embargo, tengo otra candidata mejor para el puesto. Ella es Oxya la maestra.Tiene mucha más sabiduría y gracias a sus enseñanzas todos los de nuestro pueblo son personas cultas y respetables. Sabe más de historia que ningún otro pudiendo controlar la situación en cada momento.

Arking toma asiento y el viejo consejero vuelve a tomar la palabra:

- Tyaeda, es vuestro turno. Decidnos quién creéis que es la adecuada para sustituíros. ¿Os parece bien las dos elfas mencionadas anteriormente por nuestros consejeros o tenéis otra en mente?

Lo que tanto temía, el turno de que ella hablara había llegado. Tanto Katyla como Oxya tenían cualidades para ser las sucesoras de Tyadeda. Pero tampoco tenían todo lo necesario para reemplazarla a ella. También eran buenas candidatas Elladel, la segunda al mando en la guardia de Linfa, o Sorhanna, la hábil maestra ingeniera. Había otras que también podrían ponerse en la lista de elfas capaces de ser su reemplazo. Pero cada una adolecía de algo que podría haberse complementado con algo de otra.

La reina suspiró. La verdad es que era su culpa que en este momento tan crucial, la discusión se extendiera sin hallar alguien idóneo, alguien que todo el consejo aprobara por unanimidad. Suya era la culpa pues no había formado a su sucesora. En su ingenuidad, se había confiado en que tenía muchos años por delante pues la paz de los reinos se mantendría siempre y cuando no provocaran a sus vecinos. Pero así y todo, el miserable y ladino rey de Arbebuck había roto el equilibrio y comenzado a tomar todo por la fuerza, incluida su mano.

Sin poder solucionar ya el error que había cometido en el pasado, ahora tenía que tratar de hallar la mejor solución para el problema.

-Sabios consejeros, Katyla y Oxya son ambas mujeres fuertes y sabias. También lo son Elladel y Sorhanna, o Milla y Rovena, consejeras aquí presente. Cualquiera de ellas podría hacerlo bien si cuenta con el apoyo de los demás. Pero lamentablemente, y debo admitirlo ante vosotros, mis queridos amigos, aquellos en cuyo juicio confío plenamente. Ninguna de las candidatas ha sido preparada para reinar. Ninguna fue educada como líder, cada una de ellas, de vosotras- dijo señalando a las mujeres allí presentes- sois buenas en lo vuestro. Sin embargo para reinar, se necesita el carácter y la capacidad de poder gestionar todo ello junto, delegando tareas, asumiendo otras, contentando a los ciudadanos sin descuidar el bienestar del bosque. Es algo que me fue enseñado desde que mi destino me señaló como futura reina de Linfa y algo que yo pensaba transmitir cuando el momento hubiera llegado.

Lamentablemente he cometido un error fatal al no ver que ese momento estaba mucho más cerca de lo que esperábamos, así que me cuesta delegar semejante responsabilidad en los hombros de cualquier otra mujer de esta ciudad, pues puede resultar una empresa abrumadora para cualquiera que se enfrentara a ello por primera vez y de golpe.

Ayudadme, dadme herramientas para definir a quién dejar al mando, pues mi cabeza está confundida y temo condenar a quien tenga que sucederme en vez de otorgarle un don.

El viejo consejero os escuchó con atención al igual que todos los demás, pero fué el único que se atrevió a hablar:

- Mi reina, la única manera de solucionar esto es mediante unas votaciones. Aquí presentes somos 20 personas y se han nombrado 6 elfas de entre todas las mujeres de Linfa. Propongo que los 20 que estamos aquí votemos entre esas 6 y la que más votos obtenga será la que ocupe la corona en días posteriores.La única condición será que las dos consejeras aquí presentes no puedan votarse a sí mismas. ¿Qué os parece mi propuesta?- dicho esto os mira a vos y a todos los presentes, buscando aprobación.

No le gustaba esa solución. No le gustaba que hubiera una decisión partida, fragmentada. Pero las posibilidades se acababan y al parecer era la única manera de poder nombrar una sucesora lo antes posible para poder delegar sus tareas y acompañarla el poco tiempo que le quedaba en el poblado.

-Eres muy sabio anciano. Tu propuesta es sensata y si logramos decidir pronto, contaré con algunos días para acompañar a mi sucesora. Votemos como has propuesto y que así hallemos a quién sera la próxima reina de Linfa.

A causa de vuestra aprobación comenzaron los preparativos para las votaciones, organizándolo todo el viejo consejero, mano derecha vuestra:

- Cojamos cada uno un papiro de lino y escribamos en él el nombre de la sucesora de Tyaeda. A continuación lo colocaremos en esta vasija y cuando todos hallamos votado haremos un recuento. La elfa que más votos obtenga será la elegida y la coronaremos mañana al salir el sol. Podéis comenzar a votar- dijo el viejo consejero.

Dicho esto, todos los consejeros comenzaron a escribir con su pluma en el papiro de lino. Los votos debían ser secretos excepto los de las dos consejeras allí presentes que estaban incluidas entre las candidatas. El consejero os mira y os dice:

- Mi reina, os veo algo reticente a votar pero debéis hacer un esfuerzo y coger vuestra pluma y papiro. Esta situación no es fácil para nadie pero contra antes lo hagamos antes podremos olvidarnos de todo este asunto.

Con pesar y sin ver otra salida, la reina tomó su pedazo de papiro y una pluma. Mirando fijamente el papel, apoyó su pluma en él, más no se decidió a comenzar a escribir.

Los votos iban cayendo, uno a uno en la urna, mientras ella aún dudaba a quién dejar a cargo de la ciudad. ¿Será mejor una druida, con sus conocimientos de la naturaleza? ¿O una maestra constructora? ¿Podrá sacar adelante la ciudad una guerrera? ¿Y una consejera? Debo decidirme, ya todos han votado y aguardan mi elección.

Sin estar totalmente convencida de lo que hacía, la reina escribió prolijamente las runas del nombre de su elegida: Rovena. Era la consejera de mayor edad y quién la había acompañado en la toma de las decisiones más difíciles. Además, la elfa conocía muy bien a Tyaeda pues por años habían sido amigas. Si había alguien en quien confiara a ciegas, era esa mujer. Tal vez no tenía todas las dotes para ser una líder natural, pero sabía que el consejo la apoyaría y que, con las demás candidatas a su lado, podría manejar los asuntos de Linfa.

-Muy bien consejero, todos hemos votado. Por favor, haznos el favor de contabilizar los votos y anunciar a la nueva reina de la ciudad.

El viejo consejero vió como el último voto era introducido por vos dentro de la urna, así que seguidamente la cogió entre sus manos volcando todos los papeles sobre la mesa. Antes de contabilizar los votos preguntó a Milla y Rovena cuál era su candidata, ellas no podían escribirlo ya que eran aspirantes a reina. Cual fue la sorpresa cuando escuchásteis que se votaron mutuamente demostrando una gran solidaridad entre ellas.

- Bien- dijo el viejo- de momento tenemos un voto para Milla y otro para Rovena. Voy a proceder a contar los 18 votos restantes para saber por fin quién será coronada mañana.

Uno a uno y ante la atenta mirada de todos vosotros, fue abriendo los papelitos y diciendo en voz alta el nombre que había escrito en cada uno de ellos.

- A falta de abrir el último papel tenemos empate entre Milla y Rovena con 6 votos para cada una, 4 votos para Katyla y 3 votos para Oxya. Voy a proceder a abrir el último papel que nos dirá quién es la elegida o por el contrario lo dejará en un empate entre nuestras dos consejeras y tendremos que desempatar- cogió el papel y muy despacio lo abrió mostrando una sonrisa en su rostro- el último nombre es Rovena, 7 votos para ella y como consecuencia  es  nuestra nueva Reina de Linfa.

La cara de Rovena allí presente parecía un auténtico poema, no se lo esperaba para nada. Todos corrísteis enseguida a felicitarla y darle la enhorabuena.

La diferencia había sido muy ajustada pero sin embargo, la elfa que Tyaeda consideraba más capacitada para ocuparse de los asuntos de Linfa había sido elegida. Ella, dentro de las opciones posibles era la mejor candidata. Ahora sólo quedaba tratar de ponerla en antecedentes y traspasarle todo su saber en tan sólo cuatro días.

Con alegría, la aún reina se acercó a saludar a Rovena. Le dio un fuerte abrazo y le transmitió toda la alegría que sentía por ver que ella la sucedería. Dejó a un lado sus temores acerca del poco tiempo para prepararla que tenía y se dispuso a hacer lo mejor por su amiga y su ciudad.

-Estimados consejeros- habló luego de que los saludos y felicitaciones acabaron- tenemos aquí a la nueva reina de Linfa. Cuento con que vosotros le brindaréis el mismo apoyo que me habéis brindado a mí, y que ayudaréis a que la transición sea rápida y efectiva. Ahora quisiera pedirles que comencéis con los preparativos para el traspaso de la corona mientras yo comienzo a poner al día a Rovena con las cuestiones de estado.

Luego de despedir a los consejeros, se dirigió a la escolta que el rey de Arbebuck le había dejado.

-Soldados, si tenéis a bien, me gustaría tener unas palabras en privado con mi sucesora. Hay cuestiones que sólo atañen a la reina y así debe de seguir siendo.

A los soldados no les hizo mucha gracia vuestra proposición debido a las caras que pusieron, pero uno de ellos se atrevió a hablar:

- Nos quedaremos en la puerta para que no intentéis hacer ninguna maniobra rara. Recuerda que si intentáis escapar el dragón lo destruirá todo así que andaros con ojo si no queréis salir mal parada.

Dicho esto, los 5 soldados salieron de la estancia para esperaros afuera, dándoos la oportunidad de poder hablar a solas con Rovena, para poder preparar su coronación que sería efectiva al día siguiente.