Partida Rol por web

Lia estaba sonriendo a Roxana y negó con la cabeza con suavidad. Parecía que iba a decirle algo cuando Vicky se acercó. La italiana se giró para mirarla y se encogió de hombros.

-No te preocupes, siempre puedes hacerte la maleducada e irte sin decir nada. Los gaijins son conocidos algunos por su falta de respeto, así que no creo que fuese algo raro-no era la primera vez que compañeros suyos de la Sinfónica habían vuelto contando historias de Tokio y lo extraños que eran a veces los nipones con los extranjeros.

Apenas le había contestado que vio como Rina se giraba con rostro abatido. Por un momento estuvo a punto de soltar un largo suspiro cuando la japonesa les contó la verdad con alegría. Esbozó una amplia sonrisa.

-Perfecto, sólo nos queda contactar con él-parecía que estaban empezando por buen pie. La idea de Kat para buscar aseo hizo que les mirase. Chris y ella habían tomado un baño la noche anterior y se habían puesto ropa limpia (dejando la ensangrentada en el castillo) precisamente para no llamar la atención, pero parecía que no todos habían compartido la misma idea. Lia se encogió de hombros sin saber qué decir, ella era partidaria de acudir al señor Ryuji cuanto antes.

-Recordad que nos queda poco dinero, y no podemos esperar que el signore Yamamoto nos preste dinero. Puede que nos pueda dar alojamiento, o transporte o ayuda, pero aun no sabemos si económicamente podrá ayudar a 10 personas-tenía presente que tenían poco dinero para todos, y sacar dinero de las cuentas de cada uno tenía que ser la última opción para no levantar sospechas. Además que gastar el poco dinero que tenían en ropa no le parecía la mejor idea tampoco-Si queréis ir todos de compras, podemos ir. Pero también nos podemos dividir y luego encontrarnos aquí, al fin y al cabo Kat y Kurt saben suficiente japonés para sobrevivir, ¿no? Cada grupoe se lleva un móvil y ya está-era una propuesta para aprovechar el tiempo, y contaban con los móviles de Rina y Makoto que funcionaban perfectamente.

Parecía que los chicos no eran muy partidarios de pararse mucho y, en cualquier caso, era cierto que lo primaba ahora era encontrar al aquel tal Yamamoto, de cuyo encuentro era bastante dudoso el resultado.

- Vale  -  replicó Katarzyna, no sin cierta desilusión, y bajando un poco la cabeza.
- Entonces, quizás lo mejor será que busquemo a Yamamoto cuanto antes ...  -  admitió, torciendo los labios.
- ... y entonces sabremos a qué atenernos  -  concluyó.

Ya que no parecía que fueran a poder descansar con antelación, Kat prefería ir directamente al problema, y entonces decidir.

Por suerte yo sí me había aseado aquel mismo día. Aunque era cierto que todos deberíamos estar hechos un asco con la carrera a la cueva, la humareda que levanté al cerrar la cueva y demás...

Me parecía una buena idea buscar un hostal, descansar un par de horas, y quedar con quien fuese necesario después. Personalmente mi cabeza necesitaba un descanso, y mi ropa un buen lavado o, en su defecto, tirarla.

─Busquemos un sitio dónde prepararnos, asearnos y demás... de camino podríamos tomar algo de ropa, más limpia tal vez y acorde a la situación, no sé─. 

Sugería girándome hacia el grupo, y dando un par de pasos hacia Rina, ya que si alguien sabía moverse por esas calles en principio debería ser ella.

Lo que teniamos claro es que teníamos que movernos. No podíamos quedarnos aquí parados. La verdad es que no conocía mucho de Tokyo por lo que no sabia por donde empezar. Por no decir que no conocía el idioma.

Yo no conozco mucho la ciudad. Por lo que por mi podemos ir donde digais. Pero tenemos que irnos ya.

​Aunque yo voto por un cambio de ropa encontrar un base de operaciones y encontrar a Yamamoto. Aunque también una vez que tengamos la ropa. Podemos dividirnos. Unos buscar un refugio y otros hablar con Yamamoto.

-Lo que sea con tal de ponernos en marcha.-digo estirándome, cansado de estar ahí como pasmarotes. Espero que no volvamos a entrar en la dinámica de quedarnos quietos a esperar, como pasó en el castillo. De ser así me acabaría convirtiendo en una lechuga o algo.

-En cualquier caso es una chorrada ir todos en tropel a comprar ropa. Yo estoy aseado desde anoche y mi ropa está guay.-menos la chaqueta, que está algo rasgada por las mangas y otros sitios, pero si preguntan diré que es la moda molona de ahora y ya está. Y la caminata de hoy tampoco ha sido para tanto, no voy peor que en la madrugada de un sábado.-Si nos queremos dividir, con que Mako vaya en un grupo y Rina en otro sobra.-aunque no me gusta llamar la atención, entre localizar ya al japo y mimetizarnos, prefiero priorizar al japo.

Había disparidad de opiniones y la realidad es que no iban limpios del todo, pues al cerrarse la cueva había caído mucho polvo, pero ya se habían sacudido y más o menos quedaban bien. Vale, era un poco cochino, pero para Kurt había mucho en juego y se tenía que aguantar.

- Yo tampoco quiero dejar para luego lo de Yamamoto. Si queréis nos separamos, pero es complicarnos, tendríamos que hacer esfuerzos por ir todos juntos. Entonces. Al menos por la parte de Chris, Katar y Lia. - Que parecían los más convencidos por salir a buscar. -  Necesitamos que Rina o Makoto nos dirijan hacia el japonés.

Tras decir aquello, observó a Nyara y decidió echar a andar hacia ella. Al llegar a su espalda, cogió sus hombros y los apretó un poco.

- Vente conmigo, Reina del hielo. Y no te quedes quieta, que Japón está llena de pervertidos que secuestran extranjeras para sus locales de maids.

Dijo bromeando, sacudiendo un poco sus hombros a ver si con la atención se animaba un poco.

Nyara veía desde el reflejo del cristal que la conversación seguía entre sus compañeros. La verdad es que poco podía aportar ella cuando estaba en un país extranjero, sin tener ni idea del idioma ni de las costumbres, y menos aún si se tenía en cuenta la situación por la que estaba pasando. Era mejor estar alejada que contagiar al mundo con su estado anímico en esos momentos.

La verdad es que ella no tenía preferencias sobre qué era lo mejor que podían hacer. Lo único que quería era avanzar para poder salvar a su hermana y, como no tenía claro qué era lo idóneo para ello, pasaba de decir nada.  Finalmente se entretuvo viendo unos anuncios japoneses que mostraban a chicas japonesas de grandes pechos –Nyara apostaría su vida a que eran operados- saltando mientras ofrecían algún tipo de producto lácteo, porque iban vestidas de vacas. Lamentable. ¿Quién coño aceptaría ponerse esa mierda encima? Me imagino a mi representante diciéndome que me ponga eso y se queda sin dientes en el momento.

Kurt apareció mientras ella continuaba “entretenida” con aquello. Al sentir las manos en los hombros se imaginó que era él porque otra persona del grupo no se tomaría tantas confianzas. Escuchó sus palabras y negó con la cabeza con media sonrisa asomándole por el rostro.  Creo que con ponerle una de mis miradas a un japonés de estos lo asustaría lo suficiente para que huyera. ¿Has visto la clase de anuncios que hacen? Señaló a la tele mientras ponía cara de “este país está condenado”.  Luego le hizo caso y echó a andar hacia el grupo de nuevo. ¿Qué habéis decidido ya, rubito?- quizá lo mejor para ella era actuar como si lo de su hermana no hubiera sucedido porque sino iba a vivir la peor de las situaciones. Concéntrate pensando que está viva, porque ahora mismo lo está. El resto de cosas pueden cambiarse.

Mientras Kyara esta algo apartada todos pueden ver los anuncios extrañs que ve

- Buff  -  bufó Kat, resignándose.
- ¿Qué os parece entonces ir ya a ver a ese señor?  -  interrogó, levantando un poco los hombros.
- Y cuando lleguemos al lugar, si vemos que nos cuesta dar con el o que hay esperar, tomamos una decisión.  -

No lo iba a negar, a Katarzyna le encantaría ir a cualquier sito a descansar, pero parecía que varios de los presentes prefería no arriesgarse a que Yamamoto se fuera.  No era mala idea, puesto que si llegaban alli y hablaban con él, sabrían a qué atenerse.

- Vamos entonces, ¿no?.  -  dijo, apremiando a los chicos.

- si es así, compremos un celular deshechable, será más sencillo encontrarlo - Rina busca una tienda donde los vendan, y baja por la calle, debería haber una tienda, mientras se saca su abrigo, para no parecer tan extraña en medio de los turistas y otros transeúntes.

- ¿y ese anuncio?- - se detiene unos instantes para verlo. 

Metí las manos en los bolsillos mientras me giraba con una mirada perezosa y reticente que recorría poco a poco la panorámica que el cambio de dirección me otorgaba. Mucha gente, muchos carteles, muchas calles, y muchas cosas desconocidas y que, por la barrera del lenguaje, sería complicado llegar a entender.

Di unos pasos hacia el grupo, debatían si separarnos o no, fuera como fuese en mi opinión lo mejor era ir juntos, y hacer lo más urgente a pesar de que otras necesidades premiasen; como la higiene en caso de Kat, que iba hecha unos zorros...

─Está bien, puede que lo mejor sea no separarse, una vez encontremos a ese tipo puede que después tengamos algo de tiempo para que cada uno cubra sus necesidades, ─dije sin mucho convencimiento de mis palabras─ aunque debo admitir que algo de arena se me ha metido entre la ropa por lo de la cueva, ya sabéis, y resulta algo incómodo...─

Pero tampoco era momento ni lugar para ponerse exquisitos, Rina parecía haberse puesto en marcha, así que la seguí. Se fijó en un anuncio en el cual yo no presté la más mínima atención, para mi todos aquellos carteles y la sobrecarga de publicidad a la que esa ciudad te sometía era exactamente igual allá dónde mirase.

Parecía que por fin se movían, por lo que Katarzyna se unió a la comitiva.  Rina había propuesto comprar un teléfono de prepago para llamar a Yamamoto, algo a lo que Kat, mucho más acostumbrada a tener ahorrar costes en sus viajes a otras naciones de lo que le gustaría, comentó:

- Bueno, nos bastaría con una tarjeta de móvil con su respectivo número de teléfono ...  -  empezó a decir.
- ... y ponerla en nuestros móviles.  Sería más barato  -  argumentó.

Empezó a rebuscar entre los antaño sobre-utilizados bolsillos de su abrigo, palpando los bultos que notaba.  Sus manos volvieron a dirigirse inconscientemente al pergamino del conjuro de Natuk, para luego dirigirse a su móvil, obviamente sin batería desde hace días, dada la inexistencia de electricidad en el castillo y la ausencia de cargador.

- Obviamente, sin batería.  -  torció los labios en señal de disgusto.
- Umm, espero que alguno tenga un móvil con más vida que el mío  -  comentó, sin esperar respuesta.

El grupo parecía que quería comprar un móvil, la forma más sencilla era acercarse a una máquina expendedora que había cerca, en ella podían encontrar toda clase de teléfonos, desde los conocidos Iphone de 60.000 Yenes a móviles mas baratos de toda clase de modelos, siendo el más barato de 5. 000 yenes, también tenían la opción de ir a alguna tienda donde seguramente recibirían un trato mucho más cercano y eficiente, eso si, en un perfecto japonés

Me había quedado despistada con los extraños anuncios que veía.

Lo curiosos que son los Japoneses. Van sumamente por delante pero luego también son super tradicionalistas...

Entonces por fin se decidió ir a comprar un teléfono. 

Cuando llegamos y vimos un dispensador de telefonos me quede muy sorprendida.

La leche esto si que es raro la verdad. Metes el dinero y te sale un telefono. ¿Me pregunto que mas cosas venderán así de esta manera?

Eso de saber si iban a ir juntos o si se separarían ponía a Nyara de mal humor.  Aquello de “vamos a asearnos”, “al karaoke” o “a casa de su puñetera madre”  era uno de los motivos por los que se había alejado un poco de ellos, aunque no era únicamente por eso.  Seguían debatiéndose y al final acabaron yendo a comprar un móvil en… ¿una tienda expendedora? Joder, lo tienen todo inventado.  Están totalmente locos, pero avanzados en tecnología.

-Probablemente venderán de todo.  Si buscas bien incluso podrás comprar a un japonés con orejitas como esas- dijo señalando sin reparo alguno a un tío que iba con unas orejas de gato y una cola negra a juego. 

Esperó a que se hicieran con el teléfono y mientras se cruzó de brazos, aunque le dedicó una sonrisa a Kurt mientras le señalaba con la mirada a un grupo de niñas con vestidos que parecían sacados de otra época. Esas sí que han viajado en el tiempo.  

-Será mejor- dijo esta vez mirando al grupo- que nos vayamos todos juntos a reunirnos, y ya luego veremos qué hacemos. Cuanto más nos separemos más difícil será que nos reunamos, por no decir lo que nos estamos jugando con todo esto- a ella también le habría encantado tener unas vacaciones en Japón, pero eso sería cuando tuvieran todo más controlado. 

Se había distraído viendo los anuncios absurdos que se podían ver en las pantallas por las calles. ¿Qué psicoactivos consumían los publicistas en aquél país? O mejor, cuáles no. Que el grupo empezara a moverse la sacó de su ensimismamiento y echó a andar.

También le sorprendió que vendieran electrónica de aquél modo, aunque en un entorno tan tecnológico tenía casi sentido. Se acercó a la máquina y empezó a mirar qué teléfono tenía el número más bajo. Señaló el que ponía 5.000¥.

-Ése, ¿no? Creo que es el que tiene el número más bajo-miró su bolsillo, suelto sólo tenía Euros. Se preguntó cuando podría cambiarlos y que fueran útiles mínimamente. Se giró hacia Rina y agachó levemente la cabeza-Por ahora vosotros dos sois los únicos con Yenes... Pero si en algún momento puedo cambiar la moneda, intentaré ayudar-era su forma de disculparse por no poder pagar el teléfono. Lo cierto es que Giulia era de familia adinerada y se sentía algo estúpida por no poder gastar un dinero que ella misma se ganaba con esfuerzo.

Miró a Nyara y asintió a sus palabras.
-Tenemos que aprovechar que Yamamoto está en la ciudad, no sea que le diese por irse al castillo a cenar-comentó, puntualizando porqué lo consideraba su prioridad, por encima del descanso.