Partida Rol por web

Sonrio para mis adentros al ver que las palabras parecen haberlos convencido... Aunque no debemos bajar la guardia estas criaturas son rastreras y traicioneras... Al menas casi tanto como nosotros.

- ¡Bajad las armas!- les digo a los orcos - ¡Soy Hattankar! Enviado de los dioses para guiaros y aconsejaros para llegar a un bien mayor - digo abriendo las manos hacia el cielo - Los humanos han estado mucho tiempo tratandonos como monstruos, los elfos se creen todavía superiores a ellos y nos tratan como escória! Ha llegado la hora de cambiar eso mis dracónicos compañeros, dejadme que os muestre el camino hacia la victoria, unios a mí e incluso vuestros primos-dioses dragones querran unirse a vuestro apoteósico clan- digo bajando las manos y apoyando el mandoble con la punta en el suelo y delante de mis poco lúcidos compañeros para que no hagan ninguna estupidez, conforme se acercan las criaturas que no me llegan ni siquiera a la cintura, esperando que mis palabras y mi tamaño los convenzan - ¿Que me decís? ¿Puedo llamaros hermanos? Quereis ver oprimidos y convertidos a esclavos a esos que se creen superiores a nosotros!- luego me viene a la mente un enemigo que aún podría ser más odiado por estos que los propios elfos - ¿¡Quereis ver como esos sucios enanos que os expulsan de vuestras oscuras cuevas son aniquilados?!- termino alzando la voz para darle más fuerza a mi discurso. 

Abro mucho los ojos intentado ver que clase de intenciones tienen, aunque a todas luces si me están comprendiendo será muy dificil para ellos negarse, satisfecho sonrio para mis adentros esperando serenamente su proxima acción. 

Los Kobols envainan las armas, se juntan y discuten entre ellos en draconico, todos asienten de forma unanime y se vuelven para hablar contigo

-Ogro, dices que los Dioses te envian, pero que quieren los diosses de nosotross, ¿como sabemos que no nos engañas?

Una sonrisa horrible plagada de enormes dientes plaga por fin mi rostro. 

- Los dioses me envian - dejo el espadón bien incado en el suelo mientras pongo una mano sobre la cabeza de uno de los orcos que me acompañan - ¡Jaerom!- pronuncio con una voz salida de los mismo avernos, la energía brota naturalmente de mi cuerpo lanzandose contra el orco que agita la cabeza y cae al suelo - Los dioses me han dado el poder de causar dolor - el orco tiene ahora una fea quemadura en la cara y se la está tapando con las manos, lo cojo del cuello como una muñeca para que los kobolds puedan verlo - Y del mismo modo, podeis ser sanados! ¡Kaelos impulcran aeoonnnn!- repito con una voz algo menos gutural, la energía no tan afín a mí recorre de nuevo mi cuerpo extendiendose en un halo azul hacia el orco que queda curado completamente, aunque el no para de gimotear - No seás débil está curado - le susurro para que deje de gimotear - ¡Veis! Los dioses están conmigo, y si os unís a mí, ¡también estarán con vosotros! ¿Que me decís? ¿Estais preparados para obtener el lugar que os corresponde? - vuelvo otra vez a colocarme frente a mi espadón. Esperando su contestación. 

Cuando entras a la choza del chaman, una aura o un olor penetrante te inunda, sientes que tu mente se quiebra, como si se abriera, eres incapaz de hablar correctamente, tus sentidos se agudizan, y casi eres capaz de oir tu corazón.

El chaman estaba en la hoguera quemando unas ramas, con un gesto te dice que te sientes y comienza a hacer un rito.

los Kobolds te miran desde el primero hasta el ultimo como si fueras un idiota, aparentemente esos trucos ya se los conocen, y no son para nada "divinos", tras un gesto de aburrimiento se dan la vuelta y se retiran.

"¿Mierda donde vais?"

- ¿Os ireís sin más? ¿No quereís seguir el destino que los Dioses os tienen preparados?- hago una pausa para reflexionar, "si se van siempre será mejor que si los mato... siempre será mejor matarlos en otro momento, ¿quien sabe cuando podrán ser útiles?" - Elegid vuestro camino y seguirlo hijos de los dragones, pero dentro de no mucho tiempo oiréis el nombre de Hattankar y habríais querido seguirlo, pero recordar que Hattankar recuerda y si quereis uniros más adelante... solo tendréis que buscarme - digo con un amargor acido en la boca al ver la indiferencia de esos malditos kobolds. 

Si terminan por irse descansaré lo que queda de noche y luego seguiremos nuestro camino hacia el paraje sombrío para ver que nos depara allí. 

Ragnar entró en la tienda y el intenso humo de las hierbas que esta quemando le golpea como un mazo, se siente extraño pero tras agitar la cabeza un momento se recupera un poco. En silencio para no molestar al chaman que intenta conjurar se sentó donde el chaman le dijo y apoyo las manos en las rodillas como un buen chico.

las palabras del Chaman se elevan y de las llamas aparece un ente que vuela hacia ti, el impacto te tira para atrás y te deja KO las ultimas imagenes que tienes son del chaman llendo hacia ti y quitando te el arma mientras se rie después todo es oscuridad.

Estas suspendido en el aire, ves muros de roca y agua que cae del techo, hay un pasillo angosto que tras seguirlo descubres como un cementerio, hay tumbas de todos los tamaños con un arma clavada frente a estos y una armadura, hay tanta diversidad como un campo de flores, ves mitrill, adamantita, hierro frio y mas componentes de los que has visto en tu vida, cerca de ti ves una tablilla de piedra en multiples idiomas, donde dice:

"esta es la tumba del poderoso malta'k-chum, todo aquel que no sea digno de su presencia perecera sin remedio"

Nota: a tu izquierda hay una salida

Ragnar se quedó anonadado ante lo que veía ante sus ojos. Todo un conjunto enorme de armas y armaduras de todos los tipos, un cartel de advertencia avisaba de la inevitable muerte de los indignos que entrasen allí. Antes de tomar ninguna decisión miro a todas las armas en busca de algun arma como la que había dejado atrás. Buscó y escucho ante posibles enemigos antes de decidir si entraba o no. 

Ves varias armas como la tuya, nuevas y de distintos materiales, así como armaduras de tu tamaño que te vendrian de perlas, tras de ti se encuentra un hado con las alas abiertas, en movimiento y con un venda en los ojos, supones que ni te ve ni escucha nada, por lo que lo dejas tranquilo. lo único que oyes es un cántico que procede de algún lugar del cementerio pero es demasiado grande y no tiene salida alguna.

Al día siguiente os levantais sin problemas, tras muchas horas de camino descansáis junto a un arbol negro quemado, donde coméis, cuando vas a "regar" un poco el arbol te das cuenta de que hay un pasadizo subterraneo, puedes vislumbrar una especie de templo, donde hay varias columnas destrozadas con formas de animales y una puerta.

Ragnar se lo pensó un momento y despues avanzó con decisión dentro del cementerio. No cogió nada, solo esperó a ver si pasaba algo. En caso de que no pasase nada avanzaría hacía un Alfajon, no uno extraño uno normal y corriente, de acero tal vez. No era una persona codiciosa, con una espada normal le valdría hasta volver a la tienda y matar a ese sucio chaman. 

- ¡Que me jodan los dioses! ¿Hemos llegado no es así mis fétidos amigos?- les digo al ver la entrada al templo que parecía oculta en este páramo, miro hacia ellos desde mi altura - Tú y tú vamos delante mío... No quiero que hagais ninguna tontería, y no temaís los dioses nos protegen y si os sucede algo os sanaré, no os preocupeis por eso, ¡ahora vamos! - termino azuzandolos para que vayan delante - Y preparad las armas, no sabemos todavía a que nos enfrentamos...- digo desenvainando mi roido espadón. Y mirando inquisitivamente hacia un lado y otro mientras vamos caminando. 

entraís sin problemas 

El templo en cuestión no parece tal sino más bien un mausoleo muy grande. El aspecto externo es bastante bueno, con cuatro estatuas que adornan el exterior, sin embargo sólo queda una en pie y representa un águila encima de un pedestal de piedra.

La puerta (de piedra maciza) mide 3x1.5m y hay algo escrito en ella a base de talladuras que está bastante desgastado 

tras desenterrar el alfajon, caminas hasta el camino por el cual esta la única salida posible, poco a poco te adentras en una niebla que te ciega, caminas sin ver apenas tu cuerpo y menos el suelo en el que pisas, durante un rato la situción continua, y tras lo que parecen ser horas llegas a unas escaleras que conducen a un templo o algo así, esta cerrado y tiene grabados un triangulo un cuatrado y un pentagono.

Al pasar junto al ágila me quedo mirandola durante un momento, intentando recordar algo, me suena de algo, pero no llego a recordar qué.

Frente a la puerta intento leer lo que pone.

Tanto si lo entiendo como si no, supongo que intentaré abrir la puerta y pasar...

Ragnar avanzó con cuidado, subió las escaleras del templo e intento abrir la puerta. Esta cerrado. - pensó. -que grabados más extraños, quizás así... - dijo mientras palpaba los símbolos. - triangulo, cuadrado, pentágono. - tocó para después alejarse un poco de la puerta a ver si se abría.

en la tablilla del aguila puedes leer una inscripción a duras penas “La arpía nos arrebató la llave, ya nunca podremos enterrar a nuestros patriarcas.”

al venir, por el camino viste una escalinata o algo como una torre de barro mal construida con escaleras de caracol, supones que puede tener algo de relación

tras tocas los simbolos estos se hunden, y suena un fuerte temblor mientras la puerta se abre, entras a una estancia donde hay una tumba y una espada que reluce con fuerza, pero no estas solo, de un lado de la habitación aparece un demonio quien te mira satisfecho

-me has liberado de mi prisión, te estoy agradecido e estado aquí por mas de 300 años, y ahora como muestra de buena fé te concedere un deseo antes de devorarte.

¿Hay alguna condición para ese deseo? - preguntó Ragnar mientras maldecía para sus adentros.