Partida Rol por web

Andet habia recibido un duro castigo, pero no era nada que Amaunator pudiera recuperar.
Por el poder de Amaunator, luz eterna, que tus heridas sanen y te de fuerza. Levantate Andet, pues hoy no es tu dia en que te reuniras con tus seres en el mas alla. Con el simbolo mano lanzo un luz que sano las heridas del manipulador de mentes e intento dañar a los enemigos. Subido en el extasis de sus acciones en nombre de su dios, no se dio cuenta que una de las criaturas estaba seriamente daña y esto colapso su mente a la atacar a un ser con la vida pendiente de un hilo (yo que se, es que no entiendo eso muy bien, le puedo pegar estando entero, pero si tiene mucha pupa no... pero bueno)

Uno de los galeb duhrs lanza de nuevo una piedra a Sizzly. 

La piedra golpea justo en la cabeza, provocando una fea herida que empaña su frente y pelo de sangre.

No pudo ignorar el dolor de aquella ultima pedrada. Dolorida y mareada se llevó la mano a la cabeza, intentando recomponerse y centrarse en el presente. Cuando vio sus dedos manchados de sangre le lanzó una fulminante mirad al galeb responsable, por un momento parecía que el delicado rostro de la mujer se tornaba algo mas diabólico y siniestro. Su primer impulso era el de devolver el golpe pero en su estado actual las fuerzas iban a fallarle.

Sizzly retrocedió cuanto pudo cruzando el angosto camino de escombros, y desde una distancia donde esperaba no seguir sufriendo lapidaciones intentó curar algunas heridas.

La situación no era lo mas favorable que podrían considerar los aventureros, el eladrin sabia que debían eliminar la mayor amenaza obvia, y esta eran ambos Bulettes que habían aparecido sobre ellos en aquel momento.

Los pies del eladrin tomaron una posición mientras inducia al Bulette mas alejado a centrar sus ataques sobre si, mientras a su alrededor se creaba un escudo de escamas de color rojo exudando calor. Y centraba un golpe sobre el Bulette mas cercano.

Dayereth consigue cortar todo el lado de la Bulette que lo mira lleno de odio. Ambas criaturas parecen cambiar de objetivos mirando con atención los movimientos del Eladrin. Si quería atención, la ha conseguido.

El Galeb el cual Eva prendió en llamas consigue apagar el fuego y lanzar un pedrusco a la espalda de Dayereth, empezando a reblandecer-lo para cuando las Bulettes lleguen a el.

La sangre empaña mi cara tras la máscara y dificulta mi visión. La visión de mi propia sangre, el olor y el sabor en los labios evocan en mi tormentosos recuerdos que creía extintos. Un nudo en la garganta me corta el aire y llego a perder el control por un instante. De repente expulso de mi pecho un portentoso grito de ira, miedo y dolor. Momento que estalla en pedazos parte del suelo que se halla a los pies de las Bulettes.

Llamaradas de fuego brillantes y negras envuelven sus cuerpos arrancando y devorando pedazos de carne y piel quemada. Dejando tras de si grotescas heridas que jamás se curarán.

La concentración del hechicero parecía haberse roto en el caos provocado por los enemigos subterráneos. Aún cubierto en sangre propia y vuelto a remendar por la gracia del señor de los cielos, sus túnicas parecían aguantarlo todo, ni siquiera los desgarrones y mordiscos sufridos habían podido rasgar aquellas vestiduras legendarias.

La espada arcana llegó a su rescate unos momentos tarde, sin embargo ya estaba frente a él dibujando un encantamiento tras otro con el filo de su arma.

Andet hizo suyo el momento y saltó grácilmente entre las rocas, poniendo distancia con los brutos que pretendían devorarlo. Dentro suyo sentía su dignidad lastimada, aún fuera del poder divino que canalizaba Iannes. Nunca se había sentido tan expuesto y vulnerable como entre esas dos bestias desatadas, ni tampoco había sido él el sorprendido y engañado. Definitivamente se sentía como un cazador atrapado en la trampa de alguien más astuto.
Necesitaba meditar al respecto, ahora sus pensamientos revoloteaban amenazando ir contra él mismo, pero no era el momento exacto para hacerlo.

Aún tenía aquellas palabras en la punta de la lengua, y sus manos aún podían moverse con la precisión necesaria.

Escupió la fórmula con poca gracia, de manera rápida y eficiente. Se sintió tosco como un médico-brujo de alguna aldea perdida.

Las puertas de la entrada están empezando a crujir bajo el peso de los asaltantes, las trompetas y gritos resuenen en los túneles del suelo que las bulettes crearon y percibís que pronto la ciudad estará abordada por los asaltantes.

No obstante Obanar por fin consigue restablecer las defensas mágicas haciendo que un estallido de luz emane del pequeño estanque y se propague por todo el patio. Los túneles se cierran y los gritos de los ejércitos en las puertas se detienen mientras estos son empujados hacia el exterior.

Podéis ver como Obanar exhala descansado, como si se quitara un gran peso de encima.

El anciano mira a los oponentes que aún quedan en el patio y frunce el ceño molesto por su presencia. Con un gesto manda al senescal de Argent a combatir mientras el se aferra a su bastón y se prepara para entrar en combate.

Rrowthar avanza hacia la primera Bulette y profiere un grito de tal magnitud que resuena en las paredes. La bulette queda totalmente acobardada en el lugar y con un simple zarpazo el torriano la despacha dado a las terribles heridas que el grupo le había infligido ya.

La bulette restante se sentía vulnerable, el suelo se había vuelto impenetrable debido a la protección de Erathis, su mente nublada por el espejismo tejido por el mago y el rugir del temible torriano había terminado con la criatura que había sido su familia.

Desde su posición no podía hacer mucho mas que lanzar mordiscos al aire intentando aparecer amenazante y no el animal acorralado que se sentía.

Iannes intenta serenarse y volver a la situacion, pero el haber hecho daño a un ser tan herido esta por encima de sus creencias por muchas muertes que ha visto, y solloza en su puesto.

Uno de los galeb duhrs aprovecha que el clérigo está aturdido para lanzarle un pedrusco, descubriendo en el proceso que el hombre santo es de reflejos lentos, aturdido o no.

El eladrin vio como sus compañeros y el torriano recuperaban las fuerzas, uno de aquellas Bulettes había caído ya y la segunda estaba en un instante de hacerlo. Eva había calcinado a uno y al otro lo había dejado muy mal.

El espadachín arcano vio como los Galeb eran los enemigos a batir, pues sus lanzamientos estaban haciendo mas mella en sus compañeros.

En un instante el arcanista desapareció de su sitio tras forjar una salvaguarda en el Bulette que quedaba y apareció al lado de uno de esos lanzadores de rocas, asestando un golpe que casi puso fin a la vida de este, pero había faltado poco para golpear en algún punto vital.

La muchacha volvió sobre sus pasos para tener a su alcance al maltrecho galeb, ahora iba a ser ella la que se recrearía con su dolor.

-Me da igual que tu cuerpo sea de roca, después de esto solo serás un pedazo de carbón.

Bajo los pies del elemental brotó un chorro de fuego y roca candente. Cuando los escombros y el fuego dejaran de volar por todas partes comprobaría si el hechizo hacia justicia a sus intenciones.

(Luego si eso, roleo)

Con el ánimo renovado, andet se puso de pie, vigoroso, lleno de energía. Podía disfrutar de cierta revancha cuando el mastodonte cayó inherte gracias a las terribles garras de Rowthar, y su compañero se debatía con los sentidos confundidos por sus encantamientos.

Formó un rectángulo con los dedos índice y pulgar de sus manos, entre su visión y la del Bullette se dibujó un nuevo camino de espejismos. Imágenes atractivas y dolorosas que iban diseccionando su primitiva mente y lo dirigían a las fauces del terrible león.

Rrowthar lanza sus garras sobre la piel del Bulette, pero aún y las terribles heridas que ha sufrido la criatura aún tiene cuerda para rato.

Sin embargo todo esto termina cuando Obanar se le acerca y sin aminorar el paso lo golpea con su bastón. Un estallido de energia resuena en el patio y la gran criatura vuela por los aires cayendo unos metros mas lejos.

El Galeb Durh que parecía pensarse que hacer se bate en retirada recibiendo el daño de Dayereth y se pone al lado de las puertas aporreando-las para intentar salir.

En pocos segundos los dos ultimos asaltantes caen vuestra magia combinada.

Obanar asiente al trabajo, si bien se lamenta del estado en el que ha quedado el patio.

-... pero antes de celebrar victoria- El anciano se acerca al agua y con una pasada de su mano podeis ver el reflejo de la ciudad en ella, como si la vierais desde la vista de un halcón.

Unas nubes negras se extienden por varias zonas. Una en una gran torre al norte de vuestra posición y la otra en un lugar con varios edificios pequeños.

-Mas invasores han llegado a la ciudad.- Murmura con voz lejana y preocupada. -Tengo que llegar al nivel mas alto de la torre del guardián para restaurar todos los sellos defensivos.-

-Rrowthar, acompañales hacia los otros intrusos para que podáis encargaros de ellos.-

El torriano asiente sin añadir una sola palabra.

-Siento que vuestra llegada sea tan agitada.- Se lamenta Obanar mientras os deja para dirigirse hacia el norte con un hechizo de volar.