Partida Rol por web

La ruina del Hombre

Viento oculto entre las hojas (Fajssel, 3 de Numa del 471 d.T.)

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01/09/2007, 18:18
Director

El amanecer sorprendió el sueño de la joven. Su primera impresión fue que había apaleado el colchón, más que utilizarlo para descansar. Había rabia en su sudor, y un jadear agotado unido a un ligero dolor de espalda.

La luz que entraba era poca, y hacía parecer el lugar pequeño y sucio. Quizá lo fuera.

El pestillo estaba en su sitio, y todo lo demás...lo poco que en realidad había. Se notaba un cierto sonido a actividad por la pequeña ventana. Ya no era día de festejo ni bailes, sólo un día más. Ya se había agradecido la llegada del verano, y ahora había que trabajar para merecerlo.

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02/09/2007, 18:30
Iluubra Senra

Iluubra se levantó y se recogió el pelo, mientras a golpes de empeine movía de nuevo el colchón a su sitio original. Incluso dobló la manta y la colocó en su sitio. Tenía pocas ganas de salir al exterior, pero respiró profundamente y abrió el pestillo, dirigiéndose abajo. ¿Estaría Red esperándola ya? Fantaseó con la idea del joven guardia entregándole, pasmado, una nota del de Nyrr solicitando de nuevo sus servicios...

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03/09/2007, 17:30
Director

Era ya verano, y el día amanecía con fuerza, incansable, e Iluubra notó la luz interior aumentar en el tiempo en que alcanzaba el pestillo, y lo corría.

Su imaginación, como tantas otras veces, se le había adelantado. A ella, a Redd y a esa posible orden o petición...no había nadie en la taberna. Nadie excepto un par de hombres que tomaban leche y la mojaban en pan duro. Leche de la mañana, un desayuno caro.

Estaban juntos, sentados en la misma mesa sin hablar. Vestían ropas cómodas de camino, no demasiado sucias, con botas de montar y una capa que habían dejado en el suelo, enrollada junto a ellos. Se miraron y miraron a la joven, uno de ellos, que parecía enfermo o débil, le guiñó un ojo con sonrisa desdentada. El otro permaneció serio, dejando simplemente que su vista se posara un momento en Iluubra, hasta que apareció el tabernero.

- ¿Quieres algo, chica? El zagal de ayer dejó pagados dos desayunos, aunque si quieres algo bueno, podrías aprovechar y desayunar mejor por los dos.

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03/09/2007, 19:51
Iluubra Senra

-Dame de momento uno de los desayunos. Ya veremos si me como el otro.- dijo Iluubra sentándose en un banco desde donde pudiera ver a esos hombres pero de tal manera que uno de ellos le diera la espalda.

Desde su posición, les observó un poco, pero no demasiado. Intentó pensar si les había visto en alguna otra parte antes de ahora y sobre todo buscar en el de apariencia enferma signos de la enfermedad.

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04/09/2007, 19:25
Director

La espera fue larga, o quizá se le hizo, merced a la tensa compañía que malcomía dos mesas más allá. El desayuno de Iluubra consistió en leche calentada, con algo de nata y unos trozos de pan. No estaba mal del todo, aunque la leche no era de mucha calidad.

El enfermo volvía de vez en cuando la mirada, y le pareció que en un par de ocasiones le guiñó el ojo, pero el compañero hizo ya caso omiso y se centró en terminar lo suyo.

Iluubra no debía conocerlos, al menos no conseguía recordar. En esas, al final del último pedazo de pan, llegó Redd.

El muchacho venía radiante con el Sol de la mañana, y un brillo dorado en la mirada reflejo del buen día que ya despuntaba. Saludó al tabernero y se acercó a Iluubra.

- Hola. Veo que ya has terminado. Yo ya he desayunado. Si quieres, puedes repetir...después de todo...habrás tenido hambre tras tanto...ajetreo.

Ciertamente, el muchacho venía con aire alegre y mucho menos preocupado que la noche anterior. El hombre que parecía enfermo tosió como si algo le doliera, y cerró los ojos un rato tras pasarlos por el guarda. En ese momento dio la espalda del todo a la pareja, como si aquella nueva situación ya no fuera de su agrado.

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04/09/2007, 23:29
Iluubra Senra

Iluubra sonrió ampliamente Redd y se inclinó de repente sobre su cuello para susurrarle. Desde casi cualquier posición, daría la sensación de que estaba flirteando o incluso acercándole lindezas al oído.

-No mires cuando te diga esto. No mires, ¿de acuerdo? Quizá hayas visto a esos dos tipos al entrar. Uno de ellos parece bastante enfermo. No sé, me dan mala espina. No quiero que hagas nada ahora, pero cuando salgamos, no estaría de más que un par de tus compañeros vinieran a hacerles unas preguntas, ¿no? Dos extraños en la ciudad, enfermo uno de ellos... hay una extraña epidemia...-

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24/09/2007, 20:11
Redd

Redd sonrió entonces.

Pero si son El Penas y Toolbert. No los había visto.

El chico les sonrió y les saludó. Se levantó incluso y fue hacia ellos.

- Valientes sois de mirar con esas caras de reses a una hermosa muchacha. ¿Queréis que no vuelva a regalarnos su presencia? Par de botarates.

- Yo no miro más que veo, ya lo sabes. Es éste, que desde que una puta le dejó la cara como un avispero, recela y ansia por igual, el muy verraco. Dile a la chica que a mi lado no hay que temer, yo le ato corto y no le dejo desbramarse. Y que mis disculpas.

- Ahora ya cuido yo de eso, Tool, zorro, aunque - dijo mientras posaba sus ojos en ella un instante, con una extraña expresión de admiración y simpatía - creo que no necesitaría de mí más que mi espada para daros vuestro merecido, y que incluso sin ella bien os arrancaría una oreja, si no algo peor.

El llamado Toobert sonrió y respondió con un breve saludo a la mirada de ella. El Penas no hizo más ademán del que ya tenía, como si fuera cosa de un hechizo y no de un mal polvo su estado.

Redd volvió a sentarse con ella.

No te preocupes. Sólo son hombres de negocios varios. Toolbert sabe distinguir las mercancías y el Penas mira mucho, pero no toca.

En ese momento, su rostro pareció contraerse como si acabara de darse cuenta de algo.

Perdona. Perdona, Iluubra. Cuando he dicho mercancía no me refería a ti, a que fueras más que...bueno, perdona. Ha sido una mala frase...

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25/09/2007, 13:27
Iluubra Senra

-¡Jajajajajaja!- estalló Iluubra en risas bienintencionadas y con el menor volumen del que era capaz.

-No, no me ofendo. Te he entendido, no te pongas nervioso. Y siento haberte puesto en un brete con tus amistades, serán los nervios. ¿Vas a acompañarme hasta casa entonces? Me gustaría tranquilizar a mis padres lo antes posible y evitarme una paliza. Si les dices tú que me han tenido presa hasta ahora mismo, me dejarán tranquila.-

Desde su asiento, Iluubra miró un par de veces a los dos comerciantes, preguntándose qué motivo tendría una mujer para dejarle la cara así. A la inversa, el hombre no habría necesitado un motivo. Pero en este sentido, la razón sin duda habría sido muy buena.

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25/09/2007, 19:09
Redd

Redd sonrió, esperó a asegurarse de que había terminado de comer, y se levantó cortésmente, muy animado, para ceder el paso a la chica.

- Señores - dijo refiriéndose a sus conocidos -. A más ver, y no molestéis a las señoritas. Tú no dejes ver mucho tu cara, Penas. No está la cosa para cuidados.

El Penas apretó los dientes, pero continuó sin decir nada mientras el otro sonreía sin mucho afán y volvía a su trozo de pan. Al salir seguía de buen humor, estirado y digno, mientras acompañaba a Iluubra a través de la muralla por la calle más amplia, una que habían seguido en la oscuridad aquella misma noche, hasta desviarse. Aún quedaban los soportes de las antorchas, ya sin ellas, y la chica creyó advertir aún el olor a humo que le acercaba a ese momento. A su lado, Redd saludaba a unos y a otros, mucho más relajado que de costumbre, al menos en su presencia.

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25/09/2007, 22:10
Iluubra Senra

Paseando por las calles del lugar a plena luz del día Iluubra se sentía no sólo más orientada, sino confiada. Las miradas ahora no eran turbias, cualquier problema podía ser resuelto. Incluso Redd parecía una versión disminuida del de Nyrr, con cierto atractivo.

-Dime, Redd, ¿algo ha ocurrido esta noche?- comenta con un tono hasta ligero.

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26/09/2007, 19:40
Redd

Redd mudó un momento su sonrisa, y pareció dudar antes de hablar.

- Nada importante, bueno, quizá un poco. Ya no ha habido más casos durante toda la noche, y en el palacio la gente está tranquila. Antes de dejarte con tus padres quería hablar con algunos compañeros aquí en la ciudad baja para saber cómo estaban las cosas...claro, si no tienes prisa.

En ese momento, Iluubra se dio cuenta de cómo habían cambiado las cosas. Lo primero fue el olor, ahora rancio y estancado. Un olor que normalmente no atendía demasiado, al menos no hasta que había notado como esa noche el olor neutro, agradable y suave de la ciudad alta, fresco y renovado, como si los espíritus en el viento dejaran buenas palabras de la Voz en los corazones a través de los agujeros de la nariz.

Luego fue la vista y el oído. La gente de la ciudad baja susurraba o gritaba, según su interés, pero pocas veces hablaba, y mucho menos dejaba que las palabras resbalaran graciosamente por sus labios, como allí en lo alto podía hacer incluso un guardia joven de extracción humilde, como podía ser el mismo Redd. Las casuchas se mantenían en pie porque unas sujetaban a las otras, en una especie de juego de equilibrios no muy seguro. Ningún buen constructor bajaba a trabajar a la ciudad baja. No podían ser tan idiotas. Así que bastante era que tenían algunas plazas no muy destartaladas y dos buenas calles adoquinadas, una de las cuales bajaban ellos, que comunicaban ese tramo con la ciudad alta a través de las puertas de paso, del Sur y del Este. Por lo demás, no había orden ni reparo. Que las cosas se hicieran o no, en materia de madera, masa y piedra, respondía al más puro azar, nunca a una planificación.

Iluubra pisó un charco oscuro, que descendía jugando entre los adoquines, y cuyo fluido parecía algo viscoso. Las calles en ciudad alta no eran tampoco enormemente limpias, bien era cierto, pero uno tenía la sensación de que tampoco necesitaría un remo para vadear algunas zonas.

Allí era el mejor lugar, abajo y no arriba, para contemplar la enormidad de Colmillo Sur, donde toda una colina se doblegaba a la voluntad o la fortuna de más de diez mil almas, muy pocas de ellas suficientemente afortunadas como para saber que su vida duraría después de la noche...y según los últimos acontecimientos...quizá ni eso.

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26/09/2007, 19:55
Iluubra Senra

La joven admiró igualmente el empeño de la ciudad baja por sobrevivir. Ahora les veía también a ellos de otra manera. Pensaba que eran así por pura necesidad o por puro deseo. Pero en verdad, eran los de la ciudad alta los que eran distintos a todos los demás gracias a sus recursos, a su oro, a su noble estado. Los de la ciudad baja, simplemente, hacían lo que podían.

Y sin embargo, ella se sentía de alguna manera dividida, apartada de ellos. Ahora ella había demostrado ser diferente, al menos un poco. Ser capaz de aspirar a mayores empeños a más altos lugares. Quizá sólo soñaba, pero era un sueño bonito por no partir de la necesidad de ser probado.

-Tengo tanta prisa como miedo tengas tú a mentirle a mis padres. O lo que es lo mismo: cuanto más quieras engordar la falacia sobre cuánto estuve encerrada en la mazmorra, menos prisa tengo.- respondió. Quería verse implicada en esta historia mucho más que en las malas hierbas de la granja. -Vamos.-

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27/09/2007, 18:22
Director

Redd asintió y la guió hacia una calle lateral. Allí, apoyados contra una pared sucia y nada recta de barro endurecido y paja, llena de desconchados y grietas, tres guardias hacían corro, visiblemente agotados en sus miradas y en sus ademanes.

- Olyss, Halayth, Merrod. ¿Qué hacéis, descansar como haraganes? - fue la pregunta de un Redd bromista.

- La madre que te parió a ti y a todos los tuyos, Rojo - fue la respuesta, seria pero sin malicia, simplemente agotada -. Hemos pasado toda la puta noche de guardia y no me hago ilusiones de que tú y esa fulana seais el relevo. Coño de vida. Estoy tan cansado y tengo tanta hambre que ni siquiera la miro. ¿Quién coño es?

Redd la observó sin analizarla, inseguro de saber qué decir.

- Una amiga. La acompaño a su casa. Ya sabéis cómo está todo. ¿Hay algo nuevo?

Se miraron entre ellos y uno, el más alto, se encogió de hombros. Su compañero, el que habló primero, un joven rubio y desgarbado con la espalda en la pared, respondió.

- Lord Veeryn.

- ¿También él?

Asintió el otro.

- Es el último, por lo menos que sepamos. Y ahora, ve a avisar de que nos releven, tú, a ver si al final vamos a acabar nosotros tan hambrientos como...

El silencio les invadió, y Redd hizo ademán de irse.

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28/09/2007, 13:00
Iluubra Senra

-Vaya.- comentó Iluubra cuando se han alejado unos pasos de aquellos hombres. -¿Otro Noble? Es curioso. Deberían estar más protegidos, pero parece que esta enfermedad es más justa de lo normal y afecta a todo peldaño.-

Caminó unos metros más en total silencio, cabilando sobre diversas consecuencias de lo que ocurría y se le vino a la mente una idea. -¿Sabes si los nobles van a dirigirse al pueblo de alguna manera para tranquilizarnos? Una epidemia supondría una migración de almas y por tanto del oro de sus propias arcas. Debeían ser los primeros en querer tranquilizarnos... por nuestro bien.-

Pero en la mente de Iluubra ya surgía la imagen del de Nyrr arengándolos y reconociéndola quizá entre la multitud, sonriéndola discretamente, un reconocimiento secreto de lo que tuvieron que pasar juntos... trató de alejar semjantes majaderías de su cabeza para escuchar la respuesta de Redd.

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01/10/2007, 18:12
Redd

Redd dibujó una expresión entre sorprendida y amedrentada.

- No jodas, por la Voz. Nadie sabrá nada, y no se te ocurra a ti hablar, porque no te creerán y porque pronto vendrán a por ti de nuevo. Y si se necesita mucha suerte para salir de los calabozos con bien una vez, imagina la segunda.

Interpuso un momento de reflexión. Un silencio quizá largo para la impaciencia de la chica.

- En la plaza vieron un enloquecido. Es muy raro, pero no es la primera vez que sucede. Algún guardia de jarana, uno que se escabulle, duerme por ahí, se despierta con el barullo. Todos lo comprenden. En esta ciudad mueren varias personas cada noche, y casi nadie por enfermedad, sino por ataques. Allí donde sucedió esto...Nadie lo recordará mucho tiempo. Y en cuanto a asuntos de palacio, nadie dirá nada, por supuesto. Lo que ocurre entre sus muros se queda entre sus muros. Así ha sido siempre.

Además, ya no ha habido más casos. Seguiremos de guardia unos días más, pero yo creo que esto se ha solucionado ya, y reza porque así sea, joder, chica. Parece que quisieras tener más problemas.

Redd miraba a uno y otro lado, quizá con el rostro más rojo de lo normal, incómodo al pensar en estas cosas.

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02/10/2007, 09:44
Iluubra Senra

No pudo evitar enrojecer un poco al dar Redd de alguna manera en el clavo con su suposición. No es que quisiera más problemas... ¿oh sí? Quizá es que cambiaba la palabra "problemas" por "aventuras". En cualquier caso, descansar un poco le haría mucho bien. Decidió seguirle la corriente.

-Tienes razón. Serán los nervios por todo lo que ha ocurrido. Venga, acompáñame a casa, mi madre tendrá algo cocinado con que recompensarte por ser tan amable.- Iluubra se detuvo en medio de la calle de repente, pensativa. Miró a Redd, sin duda confuso. Aquel chico se lo merecía, sin duda.

-Ahora me doy cuenta de lo poco que puedo hacer para darte las gracias. Invitarte a comer es todo lo que los pobres tenemos a nuestro alcance para dar las gracias, pero me gustaría que supieras que mi agradecimiento es mayor de lo que puedo demostrar.-

Notas de juego

Oye, si estoy retrasando la partida con tanta charla, avisa.

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02/10/2007, 23:31
Director

Redd sonrió y volvió a animarse como antes. Incluso dejó entrever su buena dentadura aún razonablemente blanca.

- No puedo negarme a una comida casera si me lo ofrecen con tanta sinceridad, Iluubra. Venga, pues. De todos modos hoy es un día hecho para olvidar peores momentos de ayer. Ahora podrás descansar de verdad. Por un lado te envidio, podrás dejar esto atrás y lo contarás a tus padres como una aventura más...

La salida de la ciudad, del todo, de la última muralla, fue ambigua. Hubo aire fresco y la sensación de que un peso se evaporaba, que ascendía como un mal recuerdo hasta perderse en el cielo claro sin nubes. Por otro lado, el corazón no sentía el mismo impulso por latir, los ojos no se movían nerviosos deseando ver, ni las manos ansiaban alcanzar lo desconocido. Vuelta al ayer, regreso al mañana. El descenso por la espiral serpenteante de tierra, atravesando tres puestos de guardia ese día, hasta abajo, casi con un pie en el Milrríos, fresco y brillante. La hierba olía a inocencia, un olor que amenazaba con desaparecer de la mente de Iluubra. Y a su infancia, un recuerdo que, como los demás, dejaba paso a otras cosas. La casa se encontraba en un recodo, bien protegida por patrullas continuas y la cercanía a la ciudad. Estaba acompañada por otras salpicadas aquí y allá, ni lejos ni cerca.

Notas de juego

¡qué dices! Personalmente me encanta, y además hay mucha miga en estas conversaciones.

Aprovecha para describir tu casa y tus familiares, que para eso es tuya. Te cedo a Redd para tus propósitos. Ya te haces la idea de cómo es, pero no me lo perviertas :D. Recuerda que tu padre te vio arrestada.

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03/10/2007, 12:55
Iluubra Senra

A Redd le impresiona ver la granja, pues se la esperaba mucho más desastrosa. Está claro que los padres de Iluubra no son granjeros ricos, pero se apañan y trabajan duro. O quizá simplemente han tenido suerte de encontrar buena tierra. La casa de madera y adobe es exactamente igual que las demás, incluso más pequeña, pero eso libera terreno cultivable. Un huerto de melones, dos melocotoneros, un manzano y zarzas para dejar que crezcan las moras en septiembre. Aquello del fondo parecen calabacines y es probable que de aquella matas se arranquen unas pocas zanahorias y patatas. Uno de los melocotoneros es enorme y él solo debe dar doscientas piezas al año.

Hay un pequeño corral con gallinas y atada a un poste una vaca vieja que cada año va dando un poco menos de leche que la familia consume por completo. El padre de Iluubra ha dicho más de una vez que acabará ahorrando para un par de oejas y vendera la carne de la vaca antes de que coma más de lo que da.

Yterba, la madre de Iluubra está quitando malas hierbas cuando ve llegar a su hija acompañada de Redd. -¡Madre! ¡Me han soltado!- vocea la chica alegremente al principio. Pero dándose cuenta de que sus padres esperan algo más trágico, dobla la boca para empezar a hacer pucheros y corre hacia su madre con los brazos abiertos, no sin antes advertirle a Redd -Sígueme la corriente.-

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03/10/2007, 18:05
Director

Su madre se arroja sobre ella y casi la asfixia por su vehemencia. Entre gritos de ¡Iluubra, hija mia! termina llorando casi en el suelo, arrastrándola con ella, mientras el padre aparece entre las hojas y corre también hacia su hija, visiblemente emocionado por su rostro tembloroso. Los tres terminan abrazados de rodillas.

- Te lo... dije, Yterba. Te di...je que no... pasaría nada - y su propio gesto y tartamudeo nervioso indica que posiblemente él mismo no se creyera esas palabras.

Es difícil saber dónde se encuentra Redd durante un buen rato. Finalmente, cuando todo el mundo se calma, el pelirrojo aparece apoyado en una de las vallas junto al camino, algo aburrido ya y dejando caer la vista por lugares más lejanos, como el prado al norte recortado entre verde y viento. Tan claro es el día que desde lo alto de las colinas que les escoltan seguramente podría uno ver partes de Hassped.

El padre de Iluubra ve también a Redd, y antes de que ella diga nada, él, serio el semblante, le susurra con los ojos fijos en el guardia.

- No sois la primera visita que tenemos. Un hombre se presentó con harapos diciendo que te buscaba. Pero a mí no me engañaba su aspecto. He visto demasiados mendigos como para no saber quién está fingiendo. Era un tipo grande, aunque tenía tanta mierda en la cara que no podría distinguirle otra vez...No dijo para qué te quería. Sólo se le cayó un trozo de tela dibujada...

El padre se palpó el bolsillo disimuladamente mientras seguía atravesando a Redd con la mirada. Yterba les miraba a los dos sin comprender demasiado bien...o sin querer darse cuenta de que quizá todo aquello aún no hubiera terminado.

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04/10/2007, 12:56
Iluubra Senra

Iluubra se levantó al escuchar a su padre y se zafó del abrazo de su madre aunque sin poder evitar continuar dándole la mano. -Este es Redd. Gracias a su ayuda, mi acusación fue considerado con más bondad y me han soltado. Creí que lo mejor era traerle e invitarle a comer para darle las gracias.-

¿Un medigo disfrazado? ¿Grande? Ni una montaña de casualidades podrían significar otra cosa que el propio noble había venido a buscarla, pero... ¿para qué? Iluubra miró en dirección a la ciudad instintibamente, preguntándose si se sentía con ánimos para tener que recorrer ese camino de nuevo. -¿Qué camino tomó ese mendigo, padre? Ese hombre fue un testigo importante también, vio lo que hice en la plaza y lo contó. Me gustaría poder agradecerle a él también su ayuda. ¡Rediez, padre, muéstrame ese trapo!-