Partida Rol por web

A Gaius le agradaba la nueva planificación por parte de Rómulo, lo que no aguantaba muy bien era tener la presencia del ruidoso enano al lado, ya no es sólo que pudieran descubrirlos a todos por su culpa si no que su sentido de la discreción estaba un poco alterado. El pícaro no podía olvidar cuando había abierto silenciosamente la puerta anterior y había llegado Bhain soltando una ruidosa y monumental patada para su apertura casi sin tiempo para que el asesino se retirara.

Nadie parecía haberse percatado de la mirada asesina que había acompañado al humano en los últimos minutos junto a un silencio sepulcral por su parte. Hizo lo que se le ordeno, parecía que alguien rezaba por que la trifulca no se hubiera iniciado. El asesino estaba perdiendo sus buenas costumbres...

Robin se mantenía en la retaguardia, atento al posible retorno de aquellas oscuras criaturas: no quería que les tomaran por sorpresa desde la retaguardia.

Además, parecía que Random había acertado en la elección del futuro líder (como no podía ser de otra forma): Rómulo estaba empezando a tomar decisiones. Lástima que a los demás les costara taaaaanto obedecerlas...

Casi cerrando la marcha (delante de Robin), Silvania camina silenciosa con el arco a medio tensar y sus ojos mirando constantemente todo lo que la rodea, buscando amenazas. En su carcaj, su antorcha sigue iluminando generosamente alrededor de la mediana.

Arthedain camina silenciosamente. Parece mentira que alguien en coraza y escudo pueda hacer tan poco ruido, pero el elfo camina concentrado y evita hacer movimientos bruscos que pudieran hacer chocar metal contra metal.

El grupo descendió por las amplias escaleras de piedra. Delante avanzaba Gaius examinando cada escalón con un cuidado extremo. Los demás, visto lo sucedido en la otra sala con las sombras, no podían evitar mirar con suspicacia cada reflejo de luz en la piedra. ¿Estaban a salvo? No. En aquel lugar todo transmitía una patena de miedo y desconfianza que era difícil de alejar.

Y sin embargo tras un breve recorrido - seis metros exactos bajo tierra, calculó el enano - llegaron a un pasillo de piedra. Era ancho, de forma que podían avanzar incluso de tres en tres, aunque mantuvieron el orden de marcha inicial. El pasillo estaba iluminado por antorchas que reflejaban una luz mortecina en las húmedas paredes de piedra. Aquel subterráneo les trajo recuerdos de su paso por debajo de la ciudad, aunque desde luego la construcción no era igual. Nuevamente un bufido del enano quejándose del poco arte de los humanos para realizar este tipo de entornos subterráneos definió los orígenes del lugar: quizás unas viejas catacumbas, o un complemento de seguridad de la propia escuela de guerra.

El caso es que Gaius no dejaba de revisar el suelo y las paredes a cada paso que daban. Las armaduras de los luchadores menos discretos resonaban y tintineaban en la soledad y silencio, similar al de una tumba, que los rodeaban. Hasta que llegaron a la reja. Una reja de metal que separaba el pasillo en el que se encontraban de una sala circular de piedra al otro lado. La reja no parecía un problema ya que una enorme palanca se encontraba a este lado del pasillo. Sin duda la palanca que activaba el mecanismo de apertura. Nuevamente el asesino la revisó de arriba a abajo, sorprendiéndose quizás de que no pareciera ocultar ningún tipo de trampa. Aquella reja estaba allí... ¿quizás para evitar que algo saliera del otro lado?

Al ver la enorme reja, el mediano optó por volver a dar órdenes. La situación le estaba empezando a gustar - Todos listos? - preguntó mientras cargaba su honda y se preparaba para hacerla girar por sobre su cabeza.

Rómulo, montado sobre su fiel perro buscó la mejor posición, algo alejado, pero con buena visión del interior y preparado para cargar sobre lo que pudiera salir de esa celda - Avisen cuando estén listos y entonces la abrimos - completó, sabiendo que no era el el que efectivamente movería la palanca - Yo ya estoy preparado -

Luego, como si se le hubiera ocurrido más tarde pregunto - Este... alguien ve algo? A mi esto me está poniendo nervioso - se intentó explicar - pero si algo sale de allí, mejor que estemos preparados para rodearlo -

Bhain asomó su nariz por entre la reja, al igual que Gaius que miraba desde detrás del enano. Era una sala circular, de piedra, iluminada por antorchas. Al otro lado, a unos doce metros de distancia - el diámetro de la sala - había un arco de piedra con una recia puerta de madera. El techo de la sala no se veía desde donde estaban. Parecía formar una chimenea hacia lo alto cuando las paredes se unían en arcos.

-Esste sitio es enncantadorrr -dijo la maga en un susurro. -Creo que no debemos pensarlo mucho, entremos y averigüemos qué misterios guarda este lugar.

No nos precipitemos, este sitio es perfecto para una emboscada o una trampa, debemos hacer las cosas bien y tomar ciertas precauciones. Que Gaius se ocupe de examinar la reja y de ver si hay alguna trampa, luego propongo que los guereros nos apostemos en posición, apoyados por Silvania con su arco ¿ que os parece ?

Cita:

Un leve asentimiento con la cabeza, sin dejar de mirar en todas direcciones en busca de posibles peligros, denota la aquiescencia de Arthedain.

- No hay trampas de que temer maese enano, o por lo menos mis ojos y mi tacto no son capaces de captarlas- espetó dirigiéndose al belicoso y ruidoso Bhain. – Lo que no descarto es que algo nos espere al otro lado de la reja, en el techado, si me permitís – continuo mientras prendía una de sus propias antorchas con la que ya había encendida – preparaos, nos convendrá tener los ojos abiertos -.

Agarró con fuerza la palanca y la acciono. No temía especialmente por su vida, pero no sería la primera vez que se equivocaba. Tenso sus músculos mientras activaba los engranajes a la espera de algún tipo de reacción mecánica o mágica en su contra, provocada por alguna trampa oculta que hubiera escapado de sus sutiles artes.

El asesino tiró de la palanca. Con un estruendo que resonó sacando ecos de las paredes la enorme verja se elevó dejando abierto el paso sin más incidentes. Contra la habitual desconfianza de Gaius aquel mecanismo no parecía ocultar ninguna sorpresa desagradable...

- Bueno, adelante - comentó el mediano - Despacito y atentos, para algo habrán cerrado esa verja. Por cierto, a alguien se le ocurre como mantenerla abierta? No me gustaría que nadie baje la palanca mientras estamos adentro -

El pequeño Druida, orgulloso de su papel de lider, daba ordenes y preguntaba con una rara y novedosa autoridad. El papel le estaba gustando y se lo notaba que montaba más erguido que antes en su fiel perro, mientras miraba a todos lados, especialmente a las alturas, con preocupación por sus "hombres" (*).

Comprendo tu preocupación, temes que en caso de problemas no podamos salir por aqui y nos veamos en un verdadero problema, no te voy a mentir diciendote que no me preocupa, pero creo que el problema lo tenemos ahi delante, después de tantos rumores y solo hemos encontrado a esas cosas, no es que las menosprecie, pero segun la fama me esperaba algo realmente malo, y si estoy en lo cierto esta ahi delante... Sera mejor que estemos preparados.- El enano esperó a que Gaius encabezara la marcha, aprovechando su discrecion y sus mejores dotes de observación, por su parte el enano coloco en posición de defensa su escudo protegiendo el torso

Mama miraba al enano no sin cierta incredulidad -Entoncessss....si según usted maese Bhain, el problema lo tenemos ahí delante, con aún más motivo deberíamos asegurarnos de que esta puerta se mantiene abierta...¿o es que denoto cierto pesimismo? ¿Crees que lo que nos vamos a encontrar tras esa puerta es tan peligroso que nos va a dar igual tener la puerta abierta o cerrada, si al final vamos a morir? Yo, si me permite, prefiero tener una vía de escape y salvar el pellejo si fuera necesaria la huída. Señor Shelzar ¿sabría usted como inutilizar esta puerta? Quizás bloqueando las bisagras con esto...-propuso la maga sacando un virote de su carcaj y mostrándoselo al pícaro.

"Colocando una cuña en la base de la propia palanca debería de bastar. Eso, o una piedra," informa Arthedain. "Estoy de acuerdo en que vale la pena tener una vía de escape despejada. Como se dice por ahí, la discreción es la mejor parte del valor." Y busca por el suelo una piedrecita o un pedazo de madera con el que trabar la palanca.