Partida Rol por web

Tras las explicaciones del capitán, parecía que el este había hecho un ofrecimiento honesto de ayuda mutua y aunque aun me escamaba no obtener las ganancias que había imaginado. 

- En principio son ciertas las palabras de Lorantha. Es Jaime el que dirige nuestra compañía y es por ahora su decisión la que a casi todos los de esta tienda nos atañe. Aun así como dice Trojan, no somos mas que humildes mercenarios que les gusta ver de vez en cuando el brillo del oro como pago.  

-Maldita sea!- exclamó el capitán quien ahora se mostraba sumamente enfadado, sobre todo tras las palabras del enano –El mediano manda??, me hablan de libertad pero me dicen que el mediano manda. Maldita sea- maldijo de nuevo dándose ligeramente la vuelta en señal de querer marcharse, pero se arrepintió casi de inmediato.

-Tengan por seguro que mi ofrecimiento de ayuda es mas cuantioso que cualquier recompensa que pudieran pedirme- dijo señalando al Norsca con cierto coraje, -no tengo oro, pero si lo que quieren es una recompensa material y no mi ayuda, busquen a Lorks el jefe de mi arsenal y luego márchense tal como desean. Pero si lo que quie… que demonios, la elfa tiene razón, no tiene sentido esta conversación. Hagan lo que se les antoje-. Puntualizó el capitán ya de muy mala gana dándoles la espalda para enseguida salir de allí refunfuñando cosas que no eran faciles de entender.

Con el capitán fuera de la tienda, la atención caía ahora en Jaime Sanpanza líder del clan y uno de los miembros fundadores. –A mi no miren- empezó el mediano, -yo no los metí en este embrollo, ustedes se metieron solitos…, o al menos eso parece- finalizó murmuro ante la inseguridad de si no había realmente el provocado todo tal como solía ocurrir.

-Si me dejan a mi elegir optaré por mi orgullo y acabaré escupiendo en la cara de ese capitán Hansel, pero solo después de darle un par de patadas en las pelotas. Sean racionales, seguramente ustedes ya saben que debemos hacer-. Respondió el mediano tras las miradas de todos clavadas en él solo para ignorarlos y sacar su pipa para ponerse a fumar; al fin y al cabo, quitando el olor de los cadáveres quemados, era una linda noche.

Todo parecía indicar que la conversación había ido por el mal camino, el capitán se había molestado por nuestros comentarios y parecía que las opiniones del grupo se encontraban muy divididas. Por un lado algunos aceptaban seguir con los imperiales, la otra parte (dentro de la que me incluyo) preferíamos cortar lazos lo mas rápido posible, una decisión difícil, ya que después de debatir bastante una cosa era evidente, todo seria mucho mas fácil si íbamos acompañados, mas aun si íbamos escoltados por el gran ejercito imperial. -Ciertamente tener un ejercito numeroso de nuestro lado no seria mala idea, solo digo, aborrezco la compañía de los imperiales, aunque por otro lado si nos enfrentáramos solos a tantos pieles verdes como paso anteriormente no nos vendría mal un poco de ayuda extra, solo digo, mas de uno estuvo apunto de morir en esta ultima batalla, de no ser por los imperiales quizá varios hubiéramos mordido el polvo...pensándolo mejor y después de escuchar las condiciones del capitán creo que deberíamos reconsiderar su ayuda, claro, debemos tener los ojos bien abiertos y estar listos para largarnos si las cosas se ponen feas, pero no seria inteligente dejar esos recursos que nos ofrecen y que mucha falta nos hacen

Una vena en la frente del mercenario se fue hinchando conforme aquella discusión se desarrollaba, y finalmente cuando el capitán se marchó, y tras las palabras del enano, no pudo aguantar más y estalló.

-¿¡Nos hemos vuelto todos locos!? ¿Acaso Mórrslieb y Mannslieb están llenas y afectando a las mentes de la gente y no me he enterado? ¡Maldita sea, esto no es un puñetero paseo por los caminos del Imperio, donde, dentro de lo que cabe, como mucho puedes ser asaltado por una banda de mutantes u hombres bestia, o unos bandidos! ¡Estamos en tierras salvajes, llenas de toda clase de seres que no dudarán ni un segundo en intentar cortarnos el cuello, sólo porque les guste... Que se yo, las botas del bretoniano! Hay auténticas hordas de pieles verdes y otras cosas moviéndose por estas tierras, además de otras cosas, claro. 

El mercenario negó, soltando el aire con exasperación, para después volverlo a coger y seguir.

-Sí, podemos ser muy orgullosos y muy dignos, decir que podemos solitos y seguir nuestro camino. Pero un mercenario no llega a viejo pensando en que no hay nada en el mundo capaz de matarle y que el puede con todo, rechazando cualquier ofrecimiento de ayuda que reciba. ¿Qué no te gusta la compañía de los imperiales? Muy bien, señor enano, cuento seis imperiales en esta habitación. Y sí, sé que te refieres al ejército. ¿Sabes qué compañía no me gusta a mí? La de una tribu de pieles verdes que decidan que somos su próximo botín y cena. O la de una banda de ogros que decidan que somos su próximo botín y cena. O la de un puñetero ejército de bandidos que decidan que somos su próximo botín y quizás, Sigmar no lo quiera, también su cena. Éso por no mencionar la posibilidad de alguna banda errante de hombres bestia, o un puñado de terribles adoradores de los Poderes Ruinosos, que estén paseándose por aquí en busca de algo en lo que prefiero no pensar. 

- Kurt, es cierto que el ejercito nos proveerá y dará cobertura, pero también es cierto que llamaremos más la atención y si por ir con ellos nos topamos con una de esas miríadas de pieles verdes de las que hablaba Sir Hugo hace un momento, nos dará lo mismo vayamos como vayamos.-

- Por otro lado si vamos solos, seremos más difícilmente detectables, y quizá hasta la presencia de un ejercito imperial por estas tierras desvie más todavía la atención y pueda jugar incluso en nuestro favor, pero como bien apuntas, media centena de pieles verdes o de lo que sea, quizá sea suficiente para acabar con nuestro sueño. -

- Cuando partimos ya contábamos con que haríamos el viaje por nuestra cuenta. Ya contábamos con que no tendríamos ayuda pasada la frontera. Nuestro objetivo es una locura, todos lo sabemos, pero una locura que queremos todos. Eso es lo que nos une, lo que nos hace fuertes, cuando luchamos por lo mismo, cuando creemos lo mismo. -

- Los dos caminos llevan al mismo lugar. ¿Cuál será el más fácil, imposible de decir es? Cualquiera que sea la elección final que tomemos hemos de afrontarla con todas sus consecuecias y pase lo que pase no habrá culpables. Jaime ha delegado en nosotros esta decisión y creo que cada uno de los miemros del clan tiene que elegir una opción. Siempre nos hemos quejado de las decisiones de Jaime, sea la que fuere, pues está en nuestra naturaleza, pero como líder encarna nuestro sin sentido de estar juntos. En esta ocasión, creo que hace bien obligándonos a que seamos nosotros los que decidamos, pues estamos en un punto de no retorno. No vale abstenerse y la decisión de la mayoría es la que nos ha de guiar.-

- Yo, ahora que está claro que tenemos la oportunidad de elegir, voto por seguir con la compañía del Capitán.-

-Joder, por si al final todo para esto... No sé para qué discutimos. Yo también voto por ir con el capitán y el ejército. 

- Ante las palabras del capitán y la indecisión de Jaime, al final estoy con los que opinan de ir con el capitán. Es mas es tarde y pocas ganas tengo ya de discutir. 

Lo primero es ir a ver a ese Lorks, para saber cuánto vale realmente la promesa del capitán. Si quedo satisfecho no tendré problema en acompañar al ejército. Estoy con Kurt en eso.

Tan pronto como lo dijo Trojan se dio cuenta de que todos estaban de acuerdo. Recelaban del capitán, como era normal, pero querían tener a sus soldados cerca.

- Con el Capitán, por supuesto.

Aunque algunos no habían dado su opinión final al respecto, la conclusión había sido hasta cierto punto, unánime. El grupo de mercenarios viajaría entonces  a través de las tierras yermas en compañía del amplio contingente militar imperial comandado por el capitán Mike Hansel. Con nada mas que discutir, el grupo en su mayoría optó por descansar; tenían el cuerpo molido tras la batalla y dormir aunque fuera en el suelo, sería de invaluable ayuda.

A la mañana siguiente hubo que desmontar la amplia tienda de campaña que les habían proporcionado los imperiales. El capitán ya no se había aparecido en lo absoluto y ni siquiera le habían visto a la distancia, no obstante, intuían que ya sabía que no se marcharían pues no lo habían hecho ya hasta ahora.

Ya con sus cosas en la carreta y unidos al amplio contingente imperial, se enteraron que los imperiales emprenderían la marcha una hora antes del medio día, por lo que aun faltaba un par de horas mas para emprender la marcha. Hacia apenas unos instantes, un mensajero del capitán se había presentado ante ellos para informarles que si habrían de aceptar el ofrecimiento del capitán, deberían ubicarse en el centro de la marcha pues eso había solicitado el capitán. Respecto a las raciones para el viaje, el mensajero no les dijo nada, pero probablemente les llevarían el desayuno cuando emprenderían la marcha, esto puesto que los tres imperiales (Melissa, Alfred y Hans) aun seguían con ellos y parecía que no se despegarían de ellos en ningún momento. Casi con seguridad, el capitán tenía un motivo para tener a aquellas tres personas supuestamente protegiéndoles, y quizá sería bueno averiguarlo.

A la elfa al principio le sorprendió que los imperiales se quedasen con ellos en su campamento, pero estaba cansada y sin ganas de preguntarse el porqué.

Cuando despertó, ya algo más descansada, recordó que el capitán realmente les quería de escolta para sus voluntarios para entregar ese misterioso paquete al comandante de los legisladores Furagrum Kazorson en Karak Azgal.

Ahora que veía el asunto con la claridad que da el nuevo día entendía que el Capitán no había tenido éxito con los enanos en dar con un grupo de mensajeros con garantías para entregar el mensaje y el presente, de ahí que se viera de nuevo en la necesidad de contar con ellos, lo cual con sus quejas y reticencias habían terminado por agotar su paciencia.

Desde esta nueva perspectiva cobraba sentido el que les encomendasen ir en el centro de la comitiva y no en otro lugar. El punto más protegido. Su posición en la batalla del día anterior debía tener sin duda por objetivo ponerles a prueba. Una prueba de coraje, valor y de lealtad o respeto a la palabra dada más bien. Cualidades todas ellas imprescindibles para la labor que quería encomendarles. En la posición en la que estaban les habría costado bien poco proseguir con la marcha hacia su destino, pero la férrea defensa que hicieron del vado, más allá del valor creía que les había hecho merecedores ante el Capitán de cierto respeto, cuestión que sin duda había acrecentado su monumental cabreo de la noche anterior al presentarle las objeciones de su compañía. Una oposición más al éxito de su misión.

Con estas reflexiones, ciertas o no, en su cabeza saludo al clan y a sus nuevos compañeros, a estos últimos con la franqueza que la caracterizaban. - Buenos días, ¿quiénes de ustedes son los dos valientes voluntarios que se han ofrecido a ir a Karak Azgal? ¿o fueron vuestros compañeros que murieron ayer? ¿o hay una mezcla de todo? -

Bueno, yo me ofrecí voluntario porque la vida militar se me  ha vuelto insoportable  y este viaje era una oportunidad de empezar algo nuevo.Respondo con la misma brutal franqueza con la que me han preguntado.Cuando termine esta misión quizás haya un lugar para mi en la compañía y si ir a hasta  Karak Azgal es el precio pues estoy dispuesto.

Desmontar el campamento me ha costado la vida, cuando me tiré sobre mi rincón me dio la sensación que me acosté diez minutos antes, pero pasaron 6 horas. Ni siquiera la inquietante cercanía del chico de rizos me quitó el sueño.

Ahora después de recoger todo, tengo un momento para arreglarme el pelo y acomodarme las botas, por si toca caminar esta jornada. El estar en el centro de la formación, no es mi sitio favorito, pero podría ser peor, no tenemos ningún margen de maniobra, hay la suficiente gente por delante como para que nos comamos mierda de caballo a paladas y tierra en suspensión. Me coloco el pañuelo en el cuello, pero un poco suelto para poder subírmelo y taparme hasta los ojos.

Antes de salir, parece que la Elfa rompe el hielo un poco. Me parece una maldita zorra con un cuerpo demasiado bueno, menos mal que yo tengo más tetas, pero tiene mucho peso en el grupo, aunque la mayoría son humanos, así que será mejor que le conteste.

- Buenos días Elfa- a mi no se me ha presentado nadie todavía- Quedamos tres de los voluntarios vivos- me encojo de hombros-. Vamos a llegar hasta Karak azal ese, cumplir nuestra misión y cobrar. ¿Que puede salir mal?- pregunto irónicamente.

Y de vuelta a la maravillosa rutina de la vida militar en mitad de ninguna parte. A desmontar aquella tienda, intentar entrar en calor inútilmente con los rescoldos de alguna hoguera, desperezarse, darse cuenta de que estás hecho un asco, pero que tampoco tienes ni ganas ni tiempo de sumergirte en agua helada para arreglarlo... Realmente, Kurt no entendía como podía haber dejado eso atrás. 

"Con lo bien que yo estaba en el Imperio... ¿Por qué cojones me fundiría todos mis ahorros en el juego?"

La intervención de la pelirroja le hizo sonreír levemente y durante un par de segundos. 

-Así se habla, pelirroja. Es un placer escuchar algo de optimismo y buena voluntad-dijo el mercenario, riéndose un poco-y debo decir que soy de tu misma opinión. Pero, ¿qué sería de la vida sin la posibilidad de que un puñetero orco se haga un cinturón nuevo con tus entrañas? En fin... Habría que cargar todo en el carro y ponernos en marcha, ¿no?

Se había levantado inusitadamente tarde para lo que solía hacer. Aún se mostraba renqueante a causa de las heridas, se había lavado, había orado a su Dama, se había puesto la armadura y había echado una mano a cargar el carro. Cuando tenía todo listo tomó a su caballo por las riendas y se acercó junto al resto. Escuchó lo que decían y asintió

- La fuerza de la mente es muy importante. Cuando se es positivo es más fácil que todo vaya bien o al menos que las cosas malas se encaren de otra manera. Acaban de decirnos que nos coloquemos en el centro del convoy, así que en marcha. Vayamos a nuestra posición y que la Dama quiera que tengamos un viaje tranquilo. Ojalá que no nos crucemos con bandas de orcos, aunque lo dudo.

Tras los comentarios de los nuevos y ya sabiendo que al final se habían ofrecido a realizar aquél servicio más de dos voluntarios, antes de que todo el mundo ocupara su posición en de marcha tras las palabras de Sir Hugo, les dijo - dejadme que eche un vistazo a vuestras heridas antes de iniciar la marcha. ¿Valdia me ayudas? -

Había permanecido callado mientras mis compañeros discutian sobre el camino a tomar.

No tenía intención alguna de incomodar ni al Capitán Hensel ni a mis hermanos de armas. La opción lógica y obvia era la de continuar la marcha junto al ejercito imperial. Sin embargo comprendía muy bien que Lorantha reclamase esa libertad que parecía habersenos escapado desde que nos encontráramos con el dichoso capitán.

Esperaba que nadie se hubiese percatado de mi ausencia estando, como estaba, peinando la crin de Straego y rascando el lomo de Ulrich que poco a poco iban sanando de sus heridas.

Al mismo tiempo, esperaba que nadie se hubiese percatado del embrujo que la pelirroja tenía sobre mi persona.

Amanece y ayudo levantar el campamento. Aprovecho para lavarme la cara en el río. Parecía que íbamos a pasar las próximas jornadas junto al mismo. más nos valía que fuesemos "amigos"

Gracias Lorantha -digo cuando viene a revisar mis heridas, más contusiones y golpes que otra cosa. Y por cierto... Bien jugado ayer -sonrío -tus flechas fueron certeras. Casi todas -pienso para mi mismo, pero no se puede halagar a nadie diciendo que casi todos sus disparos causaron muertes.

Bien por ti también Valdia. Te manejas tan bien entre fogones que entre enemigos.

Quería mostrar mi orgullo a todos mis compañeros... ¿A todos? No a Grim, no. Se empeñaba siempre en tratarme como un chaval, un jovencito imberbe que no sabía manejar la espada. Y en combate se las apañaba para ser casi más una carga que un aliado. Sin embargo había visto lo que era capaz de hacer el enano con el metal. Había sentido el poder de su martillo. Estaba francamente impresionado... aunque jamás lo reconocería.

Así pues me hago el encontradizo con la guapa pelirroja.

Nathan -digo tendiendole la mano y mostrando la mejor de mis sonrisas -un placer contar con un combatiente tan hábil.

Muchas gracias compañera elfa, tus extraños conjuros siempre son muy útiles. -Agradezco tal como es debido a la elfa por curarme.- Bueno compañeros, creo que iré con el buen Trojan a ver a ese tal Lorks a ver que podemos sacarle, lo ideal es exprimir a estos imperiales lo mejor que podamos mientras viajamos con ellos.- Iré al carromato de arsenal a ver si hay alguna fragua que pueda usar.