Partida Rol por web

Encarcando las cejas

- ¿Nunca has visto los cañones de bronce de tu pueblo? claro que pueden provocarse esas explosiones, los Dioses no interfieren tanto como piensas.

El imperial se rió:

-Creo que la idea de ésa tremenda ventosidad me aterra mucho más que todas las otras juntas. Pero no creo, ¡no hay suficientes legumbres en el mundo para crear éso! De todos modos-añadió, con un tono más sombrío-no me cabe duda de que pronto nos enteraremos. 

Tras el esfuerzo realizado para empujar la carreta repetidas veces Walter viajaba adormilado en el carro cuando repentinamente lo que parecía una fuerte explosión resono por toda la zona causando inquietud en la Compañia y generando multitud de suposiciones cada cual mas descabellada. Cuando el eco generado se calmo el ex-soldado aporto su grano de arena.

- Quizas sean simples mineros con barriles de polvora de sobra. Me temo que no lo sabremos hasta que no nos acerquemos mas pero os puedo decir que ninguno de los cañones que he visto en mi vida hacian ese tremendo ruido -

Quizá Nathan quierra comprrobarr que no corramos peligrro...

-Quizá Nathan quierra comprrobarr que no corramos peligrro...- fueron las ultimas palabras pronunciadas antes de que se desatara aquella terrible y ensordecedora explosión.
La tierra retumbo a los pies del grupo mientras avanzaban haciendo que apenas pudieran mantenerse en pie con gran esfuerzo, una cortina de humo ligero se levanto en los alrededores casi al instante debido al movimiento sísmico en las laderas de las montañas.
La explosión venía de mas adelante pero se había sentido realmente muy cerca, tanto que aun se podía sentir crujir a las rocas en la montaña tras el fuerte sismo.

-Pero por Ranald, quien a tirado los dados tan fuerte?, estáis todos bien?- Clamo Jaime asomándose desde arriba del carromato donde iba trepado.

El imperial calló de espaldas debido a la onda expansiva. Aquello, desde luego, no parecía muy natural.

"Me apuesto lo que sea a que es un mortero o algo similar"

Pero sólo lo pensó, ya que sabía que si lo decía en voz alta, alguien le tomaría la palabra. Medio incorporándose, dijo:

-Malditas sean sus almas... ¡Qué potencia! No sé que es, pero no quiero que me dispare-dijo, manteniendo el tono ácido habitual. 

Su caballo volvió a encabritarse y apunto estuvo de tirarle de la silla, caballo y jinete tuvieron que hacer verdaderos malabares para mantenerse en pie mientras el suelo se movía bajo sus pies, Sir Hugo gritaba mientras dominaba su montura

- ¡CUIDADOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Tuvo que hacer acopio de todo su valor para no salir de allí corriendo, pues el pánico le invadió pero rezó a la Dama y ella le otorgó su favor, habría sido un deshonor para el caballero huir con el rabo entre las piernas, su honor habría sido puesto en tela de juicio, pero afortunadamente, nada de esto sucedió.

En un instante Trojan se vio sobre la carga del carromato, se había clavado una astilla en la mano al querer frenar el golpe, cuando todo cesó una fina capa de polvo le cubría y la astilla le sobresalía de la palma de su mano. Con impaciencia se la sacó, para dejar que un reguero de sangre le cubriera la mano.

Malditas sean sus almas...

¡Yo machacarré sus cuerrpos!

-Que rayos¡¡- Maldigo al momento que trato de controlarme a mi mismo y al carromato. -Todos tengan cuidado, sujetense- Les advierto a todos mientras intento mantener el control.
Cuando demos con quien esta haciendo esto yo mismo lo arrojare del presipicio de cabeza. Me digo a mi mismo mientras trato de maniobrar.

Avanzo unos pasos para demostrar que lo terrible del camino no me ha intimidado en lo más mínimo. Sin embargo, al escuchar aquellas palabras de nuestro bárbaro amigo, no puedo menos que voltear a mirarle, con una frase por demás sarcástica, la cual muere ante la explosión que se desata ante nosotros.

La explosión, es tan fuerte y yo tan desprevenido que me hace surcar los aires en dirección a mi interlocutor.

Aterrizo "suave y sutilmente" sobre nuestros cosas, con un terrible e inaudible crujir de huesos, carne, paja y enseres varios.

Eso no importa, yo soy un Middelandes, un hijo de Arthur. El aullido del lobo corre por mis venas como un río.

Este golpe no ha sido nada, solo... un simple revés.  Alguien como yo, se levanta si problemas ante los golpes de la vida, sin importar las veces que... Empiezo a incorporar mi adolorido cuerpo, para llevar algo de aire a mis pulmones.

-Si... estamos perfectamente a salvo -digo con orgullosa y ahogada voz a mi fiero compañero- salvo... salvo por las astillas...

Sin embargo, este no es un golpe de la vida si no de las montañas. Y con los pulmones todavía faltos de aíre me dejo caer de nuevo sobre la carreta.

Tan rápido como llego aquel estruendo, así de rápido se fue, sin embargo el peligro no había terminado en lo absoluto. Los miembros del clan apenas comenzaban a rehacerse cuando un extraño sonido llamo su atención.
Era como el crujir de grandes rocas que chocaban una y otra vez entre si. Nadie lo diviso a tiempo aun cuando en el fondo todos sabían perfectamente de que se trataba; un desprendimiento de rocas caía ahora sobre ellos desde las laderas de las montañas.
Mientras algunos aun estaban derribados en el suelo por el reciente temblor, las rocas rodaban con gran velocidad aproximándose cada vez mas a ellos, en cosa de 10 segundos tendrían a la pequeña avalancha encima.

El miedo se apodero de mi rápidamente, ante aquel impacto sentía unas ganas tremendas de dejar el carromato y largarme a buscar un refugio seguro, sin embargo algo dentro de mi me decía que no podía renunciar y tenia que buscar una chispa de valor en mi interior por pequeña que fuera ya que no podía abandonar a mis compañeros en aquel lugar. Aun con el control de mi mismo me esperaba una tremenda odisea tratando de recuperar el control del carromato también.

La elfa estaba oteando el horizonte en busca de señales visibles de los efectos de la explosión cuando sobre su cabeza notó el nuevo estallido. 

La tierra se sacudió y el carromato se tambaleó de nuevo, esta vez con más fuerza que antes. Trató de mantener el equilibrio como pudo aunque no era nada fácil. Mientras se debatía por no ser arrojada fuera del carromato observó como Grim soltaba las riendas al tiempo que las grandes rocas de la pared del desfiladero amenazaban con aplastarles.

La sorpresa del repentino estallido sobre sus cabezas, el hecho de que Grim perdiera las riendas, unido a la avalancha de piedras que se cernía sobre ellos, le hizo caer presa del pánico y salir a la carrera de aquél lugar, dejando a sus compañeros a su suerte.

La fuerte explosión no consiguio que Walter perdiera el equilibrio pero si que sus nervios fallaran.

- Pero, pero, .... ¡que diablos es eso! ¡Nos atacan o que pasa! - gritó atemorizado mientras una lluvia de piedras se acercaba hacia el carromato sin que pudiese siquiera reacciónar.

Aún herido como estaba Trojan no había perdido sus instintos de supervivencia, saltando por la borda del carro se arrodilló tras él, confiando en que su estructura le protegiera al hacer de efecto campana.

Quien haya hecho esto se las verrá conmigo. ¡Lo jurro por los dioses del norrte!

Mirando hacia arriba ve cómo las piedras se desprenden y van directas hacia su cabeza, azuza entonces a su caballo intentando que éste reacciones y salga del área de impacto, a la par que grita

- ¡Châtillon y Bretonia!

Se siente invencible el bretoniano, tiene un dominio del  caballo verdaderamente envidiable...

Tras la fuerte caída de mi corcel, me levanto rápidamente y cojo su bridas para montarme de nuevo.