Partida Rol por web

Se arrodilló solemnemente unos segundos dando gracias a la Dama del Lago, murmuró unas palabras inaudibles y en seguida volvió a ponerse en pie.

Sonrió afable a los hombres del Imperio recién llegados y entonó con voz suave un sincero agradecimiento

- Hoy nos habéis salvado la vida, hemos combatido hasta el límite y no me cabe duda de que habríamos perecido de no ser por vuestras fuerzas. Sed depositarios de todo nuestro agradecimiento, hablo en nombre de todo nuestro grupo. También tenemos heridos de gravedad y como bien dice vuestro capitán-mira a Mike y asiente con la cabeza, no se imaginaba que fuera un hombre tan importante y sus compañeros querían abandonarle...- la noche pronto caerá, además no estoy muy seguro de que esas criaturas del averno no vayan a volver en mayor número. Debemos montar un campamento y atender a los heridos.

El hombre se encogió de hombros y se aproximó a Sir Hugo, quedándose a un lado. Hablar ante un caballero no era algo que le entusiasmara, y el bretoniano parecía estar desenvolviéndose bien, así que decidió que lo mejor era no intervenir. 

"Aunque los pieles verdes son cobardes por naturaleza... Después de esta matanza, me extrañaría volver a ver otro contingente grande..."

Los últimos esfuerzos de los pieles verdes por atacarnos cesaban lentamente, contra mi escudo podía sentir como cada ves los ataques eran menos frecuentes y se hacían mas carentes de fuerza, después de aquella gran embestida por las tropas imperiales los pieles verdes habían sido casi completamente arrasados, salvo por unos pocos que huían despavoridos con la moral por los suelos. -Que se puede esperar de los pieles verdes, no son mas que un puñado de alimañas cobardes y buenas para nada.- Decía justo al momento en que los últimos enemigos que nos atacaban en el sendero eran abatidos por los ataques de mis compañeros junto con los de las tropas imperiales. Mas importante que nada, tenia ahora la penosa tarea de buscar mi hacha entre los restos de aquellas criaturas desagradables que se amontonaban por todo el sendero...el único problema ahora seria que cara plantaríamos a los imperiales.

- ¡Victoria! - grito Walter pero al levantar los brazos con fuerza todo su cuerpo se retorcio de dolor y al mirar hacia abajo vio las multiple heridas que surcaban su cuerpo y de las que hasta el momento no se habia dado ni cuenta debido a las fuertes emociones que lo atenazaban. - ¡Arggg! mejor descansemos un poco chicos - gruño mientras se sentaba con mucho cuidado para no agravar su estado.

Observo con asombro el devenir de los acontecimientos. Al final resulta que Mike no era un simple soldado si no el Capitán Mike. Mis compañeros debieron haber mostrado algo de caridad y haber acompañado al imperial al campamento. Ahora ya no nos debía nada. Nosotros salvamos su culo y los suyos el nuestro. Y no estábamos en condiciones de exigir nada.

Mik... Capitán -hago el saludo militar correspondiente -Nos vendría bien acompañarlos hasta el campamento. Muchos de nosotros estamos heridos. No molestaremos y en cuanto podamos seguiremos camino.

Espero que así, nos de vía libre sin muchas preguntas. No creo que le importe mucho que un grupo de mercaderes ambulantes y su escolta prosigan su camino...

Escuchando con atención las palabras de sus hombres y las de los miembros del clan, el capitán Mike respondió con completa tranquilidad a Trojan –Escucha al caballero bretoniano, no deberías exigir cosas cuando ello te pueda llevar a que se exijan cosas a ti mismo. Sin embargo no dudes en que reconozco su valía y en que no olvidaré lo que hoy habéis hecho. He de deciros por el contrario, que no les conozco aún, ninguno se ha presentado realmente; a menos claro que aquella versión de que eran simples mercaderas fuera cierta-. Culminó sonriendo con cierta complicidad y evitando insistir en el asunto. Con ello el capitán daba cuenta de que no les investigaría, o al menos no por ahora.
-Le agradezco los honores- respondió ahora a Sir Hugo, -y como una primera compensación permítanme que acepte la propuesta de su compañero- indicó señalando a Nathan –son todos bienvenidos a nuestro campamento para refugiarnos allí y conversar mas a gusto, ahora no es el momento. Prepárense sus cosas, mis hombres les ayudaran con los heridos y les escoltaran-. El grupo sabía que el capitán no tenía malas intenciones, o al menos no desde un perspectiva en blanco y negro; sin embargo, empezaba a percibirse que no seria fácil deshacerse de él. La opción de declinar la invitación estaba abierta pero en caso de que el capitán no la aceptase, el trato podría ser muy distinto al que ahora se tenía.

Hacia el oeste una peculiar situación había llamado la atención de Lorantha otros miembros del clan que estaban algo más atentos. El carromato al solitario mostraba que mas al oeste se había librado otra pequeña y súbita batalla de la que nadie se dio cuenta pues en el fragor de lo que sucedía era imposible percatarse de ello. Olagondir y Abbaer estaban de pie junto al anciano Igor que se mantenía sentado en el suelo estático. Ambos le miraban con asombro y miedo mientras en los alrededores había un total de 6 goblins muertos. Sin duda algo malo había sucedido.
Y por si eso no pudieran implicar suficientes problemas, desde el carromato se escuchaba un chillido profundo e iracundo. El pequeño Grifo empezaba a tornarse sumamente inquieto o quizá siempre lo había estado y solo hasta ahora, con la adrenalina estabilizándose, es que se percataban de ello. Con la ahora ineludible invitación del capitán Mike, el asunto del Grifo se tornaba en un muy arriesgado asunto del que quizá no fuera buena idea mentir.

Bajo tranquilamente por el sendero, después de haberme colgado mi rodela a la espalda, finalmente puedo tranquilizarme y moverme con toda calma ya que los pieles verdes han sido aniquilados. Aun así los imperiales parecen un poco hostiles, no es de extrañar, la pelea fue ardua y parecieran tener problemas seguido con las malditas bestias. Aun así trataba de no parecer sospechoso por lo que procedí con toda precaución hasta poder alcanzar mi hacha, las miradas de reproche de los imperiales no me pasaron inadvertidas, como sea su capitán Mike estaba de nuestro lado (por ahora)así que no presté importancia a sus expresiones y regrese con la misma calma hasta donde estaba sin decir nada.

Cuando cayó el último piel verde bajo el ataque de los imperiales, y antes de que las conversaciones tuvieran lugar, Lorantha se acercó a los heridos para ver la gravedad de su heridas, dejando a Jaime para el final, pues ya estaba siendo atendido por Valdia.

Iba a ponerse a recoger flechas cuando observó por el rabillo de sus rasgados ojos la escena junto al carromato. Le alarmó ver a 6 goblins abatidos allí puesto que juraría no haber perdido de vista la galera y desde la posición en la que había estado combatiendo tenía una buena vista de la situación.

Dejando lo que estaba por hacer se acercó a la carrera, empezando a escuchar preocupada a medida que recortaba la distancia el gemido de Dama. Lo primero que hizo fue ayudar a levantarse al anciano y comprobar que estaba bien, acto seguido se adentró en la parte posterior del carro y tomando un poco de la comida que le habían venido dando acercó su mano a la cría para tranquilizarla mientras la acariciaba.

Espoleó a su montura hasta el carro, desmontó de un salto y preguntó al ver la escabellina que habían organizado

- Olagondir, Abbaer ¡Buen trabajo! Jamás pensé que vosotros dos solos podríais con séis pieles verdes, con lo que me ha costado a mí abatir a un par de ellos... No os habéis aburrido ¿Eh? -ni siquiera se planteó que el viejo Igor hubiera podido matar a los seis pieles verdes.

No crreo que acompañarr a los soldados ea buena idea, es más, no lo es. Nos retendrrán cuanto quierran y puede que nos recluten a la fuerrza.

Trojan sabía que los imperiales sólo tenían leyes para poder incumplirlas. Un grupo de guerreros como ellos sería loq ue un caudillo imperial necesitaría tras haber perdido soldados en la batalla; y si descubría el animal lo querría.

- Quizas no sea mala idea lo de descansar un par de dias en el campamento imperial para recuperarnos de las heridas - comento Walter mientras cojeaba apoyado en su alabarda - Y en un principio se supone que estaremos mas seguros que solos en estas montañas -

La situación en las montañas respiraba una tensión fría, el combate había terminado, pero el peligro no había pasado. Las fuerzas del imperio veían con malos ojos a aquel grupo variopinto de mercenarios, pues como era posible que simples mercaderes hubieran resistido semejante asedio, incluso un grupo de mercenarios la habría pasado mal. El rumor de que estaban protegidos por algún dios oscuro empezaba a correrse entre las filas imperiales, al parecer a algún infante le había parecido divertido comentarlo y para otros fue la razón clara de por que aquellos mercenarios habían podido lograr algo que ellos no habrían siquiera intentado.

Mientras Lorantha avanzaba por el sendero con el fin de recoger todas las flechas que pudiera escucho clara mente la voy de un hombre que le gritaba que se detuviera allí y dejara eso donde estaba. La situación la tomo por sorpresa y al capitán Mike también pues no había prestado mucha atención a ello durante aquel momento; pero entendiendo rápido la situación y en un claro afán de evitar conflictos le espeto a Lorantha –Mis hombres necesitan flechas para continuar protegiendo el paso al igual que estas armas, creo con esas que llevas contigo será suficiente para un simple mercader- exclamó dando por sentado que no esperaba debatir al respecto y notando que Lorantha se marchaba le habló de nuevo –Noto cierta tensión con respecto a acompañarnos en tus compañeros. No tienen otra opción, partiremos en una hora; pienso ayudarlos pero si ustedes me ponen las cosas difíciles no me dejaran otra opción que cumplir mi función como una fuerza del imperio-.

Abbaer sumamente sorprendido se notaba aun mas sorprendido tras las palabras del recién llegado caballero Bretoniano. –Yo solo he matado a uno y con ayuda de él- confesó el enano minero indicando que Olagondir le había ayudado, por lo cual probablemente este enano se había encargado por si solo de todo el trabajo. O al menos eso creían entender todos los presentes.
-Olagondir también derroto a solo uno. Fue el anciano quien acabo con todos los demás. Surgió de la nada como poseído, le quito la lanza uno y la uso para abatirlo y conseguir una espada, en pocos segundo había matado a cuatro de ellos. Creo que entro en un estado de trance pues cuando el ultimo cayo se noto confundido se sentó en el suelo y ahí sigue-.
La situación narrada era por demás extrañas a la par de sorpresiva. Es que el anciano no era lo que parecía, o que realmente si era quien se decía ser. Si no mal recordaban, el había sido el primer miembro del clan a la par de los fundadores; pero, donde lo habían encontrado Jaime y los demás, que era lo que realmente sabían de él. Misterioso ya era que siempre le estuvieran cuidando.
Aunque por lo pronto ese era un mal menor. El pequeño Grifo escuchando la llegada de los miembros del clan hasta el lugar donde estaba el carromato, había arreciado con sus gritos y golpes, era claro que no le gustaba para nada estar donde estaba. Pronto alguien mas se daría cuenta de su presencia.

-¿Quéeeeeeeeeeeeeeee? ¡ A cuatro tu solo Igor! ¡ Es increíble!- ¿Qué misteriosos poderes poseía aquel anciano? ¿Rezaría a sus Dioses para obtenerlos? era todo un misterio y el bretoniano se dijo para sí que lo descubriría algún día, pero en estos momentos no había tiempo, el ambiente se estaba caldeando y Sir Hugo tras comprobar que la cría de grifo estaba bien decidió volver a vanguardia.

Ulrich... el carro, el grifo. ¡Por los Dioses!

Silbo a Morr, que de seguro estará alimentandose de los restos de algún cadáver.

Cojo las bridas de Straego. Me acerco al carro como puedo tras despedirme del Capitán.

Estaremos preparados para partir en breve. No hagais mucho caso a mis compañeros, pueden ser un poco cabezotas...

Cuando llego al carro insto a todos a hacer callar a la mala bestia.

Son criaturas del caos -explico -los grifos, nobles animales, pero creo que hace falta de un mago para amansar y adiestrar a estas criaturas.

En el campamento imperial podrían tener un hechicero de batalla. Y a malas quizá podamos vender la criatura y deshacernos de ella. Sólo nos causará problemas.

"Evidentemente, no tenemos otra opción. En fin, sabemos cuando vamos a entrar en ése campamento, pero no cuando vamos a salir... Paciencia..."

-Bueno, será mejor prepararse. Pronto partiremos, como ha dicho el capitán. Los heridos deberían ir de vuelta al carro, al menos, los más heridos. El resto, podremos caminar. 

Sin muchas palabras mas y sin muchos preparativos salvo quemar cuerpos y requisar equipo, el grupo de aventureros partió en medio de las fuerzas imperiales con rumbo al norte, hacia donde estaba el campamento de las fuerzas del Capitan Mike.
Por primera vez el grupo daba la espalda a su destino y por primera vez no eran libres de hacer y decidir lo que quisieran. No eran prisioneros, eso era verdad; pero también era verdad que no estaban lejos de ello, cualquier acción equivocada podría llevarlos por un rumbo completamente inesperado.

Había caído la noche ya cuando los miembros del clan lograron tener unos momentos de paz a solas. El camino había sido cansado, pues con sus heridas cabalgar el largo tramo a prisa no fue placentero. A la par todos estuvieron sumidos en la preocupación debido a la bestia que llevaban con ellos; y es que aun cuando Lorantha se había hecho ya cargo de ella en el interior del carromato, esta no había parado de gruñir, probablemente debido a la presencia de tantas personas en los alrededores. En mas de una ocasión el ruido del Grifo llamó la atención del los hombres del imperio; sin embargo ante el mutismo de su capitán nadie dijo nada ni hizo nada, aunque era claro que todos sabían que había algo allí, incluso el capitán.
Se encontraban ahora aun costado del campamento de las fuerzas imperiales pero engullidos por este. A sus alrededores había hombres vociferando, durmiendo, bebiendo y comiendo; en total debían ser unos 200 hombres bien armados.
El campamento por su parte era precario y claramente improvisado; las fuerzas del capitán estaban sin duda solo de paso y por la actitud activa del capitán mismo era probable que no estuvieran mucho tiempo más allí.
Mientras Valdia como siempre preparaba algo de comer junto a una fogata, Domochievsky habla con Jaime a solas algo apartados del grupo y mirando continuamente a un Igor que dormía placidamente en el suelo tras su odisea. El jefe del clan había despertado a medio camino vociferando y maldiciendo al arquero que lo había derribado, pero tan solo se vio rodeado por las fuerzas del imperio, se sumió en un profundo silencio del que aun no salía realmente, de hecho era ahora que hablaba con su guarían que rompia su silencio por primera vez.
Por su parte los dos enanos mineros los habían abandonado ya. De hecho habían intentado escapar tanto en el trayecto como en el campamento. El capitán Mike los había tomado como obreros para las labores del campamento. Aunque no eran prisioneros, estaban siempre vigilados por si intentaban escapar de nuevo; lo que haría el capitán con los enanos era un misterio. Aunque esto sin duda poco importaba a los miembros del clan quienes estaban mas preocupados por su propio destino y el papel que tenia planeado el capitán Mike al respecto.

La elfa no respondió nada a las palabras del capitán, aunque podía haberlo hecho pues no había un solo arquero en el grupo que había cargado contra los pieles verdes, simplemente dejó de recoger flechas volviendose para cuidar a Dama, su presencia junto con la de Sir Hugo la habían calmado, pero tampoo quería estar demsiado tiempo alejado de ella. 

Durante el viaje estuvo más preocupada en el bienestar de la cría de grifo que en otra cosa, y aún así a pesar de sus esfuerzos era claro que la pequeña estaba nerviosa ante tanta presencia a su alrededor.

Cuando llegaron al campamento trató a sus compañeros heridos de la mejor manera posible y luego trató de observar cuáles eran las fuerzas entre las que estaban. Cuantos caballos tenían, cuanta infantería y cuantos arqueros. También buscó una tienda en la que hubiera algún tipo de apotecario o médico de campaña. Quizá aquellos pudiera serles de alguna utilidad si las heridas de sus compañeros estaban más allá de los que sus escasos medios y habilidades podían atender.