Partida Rol por web

Por la cabeza te cruza un pensamiento rápido. Salvo el de Zann, todos los cadáveres que has visto esta noche parecen haber sido asesinados con elementos del mobiliario del Kursaal o, directamente, parte de la decoración o del edificio.

Seamus se arranca un trozo de la manga y se acerca al tenor a taponar la herida.

- Aguante, Leone.

Lew observó cómo Seamus corría a socorrer a Angelo, pero el mismo se quedó mirando la escena. Su vista iba del muerto al techo y viceversa...algo hay...algo hay...

Sin darle más importancia, se acercó a registrar el cuerpo del difunto. Sus bolsillos, su cartera, alguna nota que pudiera haber dejado...

- ¡Eso es!...¡es...es...!- Dicho esto Lew miró a todas partes, pero no a nadie en particular ni a todos en general, miraba la ubicación y sin comprender porqué pero sintiendo muy muy presente sintió miedo, mucho miedo.

- Seam...- llamó a su compañero, mientras se acercaba a él pausadamente. Acdercando su boca a su oreja lo más que pud le susurró al oído-. Seguramente creas que estoy loco, pero creo que sé quién está causando todo esto... es el propio teatro...es el cursal.

- Dedemos buscar más evidencias de lo que está pasando aquí. Tenemos que investigar todo lo que podamos- dijo ya en alto levantándose y mirando hacia el pasillo donde habían venido.

Seamus parecia estar deteniendo la hemorragia.

- Deje de decir disparates Harper, esto es un edificio. Y si esta encantado, salgamos de él. Ayudeme con la herida.

- Puede que me esté volviendo loco, pero si te das cuenta todas las personas que han muerto no hay signos de que alguien las haya matado...excepto por el señor Church...Los demás han uerto en circustancias extrañas, donde lo único que estaba entre ellos es el propio teatro...a no ser que sea el tipo ese que encontramos no me puedo explicar otra solución.

- Excepto el señor Zann...debemos ir a su despacho a ver s encontramos más pistas...algo- propuso el detective a su socio.

Seamus se apresura a acercarse al tenor. La herida de bala es limpia y parece no haber tocado ningún órgano vital, pero la bala ha quedado alojada en el hueso y no podrá mover el brazo durante una buena temporada. De momento, el detective efectúa un vendaje experto con el que constreñir lo suficiente la herida para evitar el desangramiento, pero no lo suficiente como para producir necrosis.

—Gracias... Gracias... —Barbotea el hombre, visiblemente aturdido.

El frío antinatural se adueña del Hall, ya sólo la luz de la luna ilumina el tortuoso escenario de tragedia, como un tablado que los focos ya no iluminan, dando traslado a una escena mucho más lúgubre.

Las piezas comienzan a encajar, pero aún faltan ciertos pedazos de información por reunir, aunque una pequeña luz comienza a brillar en las tinieblas...

Y un sonido... Un sonido muy lejano... Un ruido similar a... ¿Gaitas? ¿Flautas? es imposible saberlo, y que parece provenir de todos los puntos y sombras a la vez, y de ninguno. Resulta casi imperceptible, pero, en el silencio mortal, las personas reunidas comienzan a sentirse muy intranquilas.

Uno de los tramoyistas, gimiendo como un desquiciado, se tapa los oídos y comienza a caminar en círculos, gemir y farfullar cosas ininteligibles. Con pasos rápidos y nerviosos, se dirige a la pared suroeste, donde hay colgadas varias fotografías enmarcadas, y comienza a golpearse, con fuerza la frente contra uno de ellos, rompiendo el vidrio del marco y dejando una mancha de sangre cubriendo la imagen...

Seamus se aproxima corriendo al hombre, para inmovilizarle y echa un vistazo a la fotografia que golpea ...

- Olvídalo, no es la fotografía...- comenta Lew a su socio-, es lo que está escuchando. Pronto todos acabaremos como él...estoy convencido de que algo maligno anida en el Kursaal...no sé lo que es pero existe.

Lew cada vez estaba más seguro de sí mismo y en contraposición cada vez parecía más desquiciado. Aun así ayudo a su compañero a inmovilizar a hombre y atarlo con su propio cinturón.

- Debemos buscar lo que estaba haciendo el señor Zann...debemos buscar el libreto...más de uno nos lo ha repetido...Zann quería acabar con...con lo que anida en el teatro, pero el propio teatro acabó antes con él- razonó el detective-. Hay que encontrarlo. Vamos.

Dicho esto se levantó y se dirigió al despacho de Zann.

El pobre hombre se debate amargamente ante tu presa, pero pronto cae de rodillas al suelo, rompiendo a llorar. La fotografía, cubierta de sangre, es la primera de una serie que muestra la construcción del Kursaal... Pero en esta, que muestra prácticamente la puesta de cimientos, aparece el mismo hombre que viste en la fotografía del despacho de Zann... ¿El mismo Erich en persona? Pero si él llegó más tarde... en el 1894...

¿No?

Caliente... Caliente... Detectives.

Como una acompasada sinfonía, se sucede el baile de atrocidades en la noche sin amanecer.

Mi Señora ya es fuerte, y pronto nos deleitará con su música ¿No la escucháis? resuena en los oscuros recovecos del teatro, en las mentes, en lo más negro de vuestras almas. Y con ella vendrá la verdadera obra maestra.

La Sinfonía de los Adioses, en su ocaso, sigue sonando a pleno pulmón, pero cada vez hay menos músicos, y os quedan enigmas por responder. Sí, conocéis a mi señora, intuís sus planes; pero, oh, del pobre Erich Zann, tanto tiempo intentando mantenerla dormida y, cuando por fin parecía que iba a acabar con todo... Alguien más acabó con él. Quizás fue la casualidad. Quizás fue el destino.

Allegro... Allegro... ALLEGRO.

Tantos sospechosos y tan poco tiempo. Tantas pistas caóticas y tan poco espacio para reunirlas ¿Qué se esconde tras esta madeja de enigmas?

¿Dónde está el libreto de Zann?

Toda tragedia tiene tres actos, y, con la llegada de mi Señora, ésta tragedia se acerca a su cenit.

Esta noche sin amanecer.