Partida Rol por web

- Ya veo, muchas gracias, señor posadero. MArchémonos ya, pues, amigo Dareogar. Eromör ¿tú no nos sigues? ¡Tú mismo! Ya sabes donde estamos - dice Dogo, mirando a su oscuro compañero de mesa.

Dicho esto, empieza a caminar hacia la puerta, dirección a la granja de Furish.

Te acompaño

El hombre se levantó de golpe pagando a Dumfa por la comida y bebida que había tomado, antes de dirijirse a la puerta donde le esperaba Dogo, se esperó para contemplar a Erömor y con la mirada preguntarle si se unía a ellos

Me vendría bien un poco de ejercicio, lo que no me convence es la compañía. Id vosotros y si luego si me apetece os buscaré.

Con una mueca feroz en el rostro, miro a todos los presentes mientras veo alejarse a mis compañeros

Tar Ciryatan "El Joven", corsario, guerrero

La puerta del cisne gris se abrió esa noche. El hombre que franqueó la misma era, obviamente, un extranjero. Más alto de lo normal de esas tierras, y con una apariencia que indicaba una procedencia más noble, y que daba fe de la sangre de los altos hombres que corría por sus venas. El hombre vestía ropas negras que tal vez un día fueran lujosas, pero que el tiempo había ido mermando su calidad, aun cuando estaban limpias y en buen estado. Su piel tenía un color tostado que daba fe de largos días en la mar... tan lejana en estas tierras en las que ahora se hallaba. Llevaba el pelo largo y recogido en una cola, muy cuidado, conforme a era habitual entre el pueblo de los corsarios, procedente de la lejana Umbar. Había una expresión seria con un punto de orgullo y, tal vez de melancolía.

- Buenas noches a todos los presentes - dijo con fría cortesía y se dirigió al posadero- Saludos, ¿hay habitaciones libres en este lugar? Y ya de paso, ¿me podría indicar donde se encuentra la herrería y el comercio de este pueblo?

Tar Ciryatan espera con un punto de impaciencia a que el posadero le responda. Luego parece recordar algo

- He oido que se buscaba gente para cazar unos jabalíes, ¿sabes algo de ese tema?. Tengo pensado quedarme en este pueblo cierto tiempo y supongo que es mejor que los jabalíes no destrocen sembrados ni atemoricen a la población autóctona

Desde la oscuridad de un hueco sombrio te había pasado desapercibida la figura de un hombre que ahora delata su posición con su voz

-Tenga usted paciencia señor.- dijo la voz

La persona se acercó a donde estabas portaba en su mano extendida una bandeja sobre la que se mantenían en equilibrio dos o tres jarras

-Mi nombre es Dumfa señor, soy el posadero del Cisne Gris.- conforme hablaba señalo con un movimiento de la mano libre.

-Es el granjero Furish quien solicita ayuda para deshacerse de esos animales que han empezado a volverse molestos.-

-Furish y sus hijos viven en una granja fuera de la ciudad, está al sur, no tiene perdida, ni siquiera para quien no haya andado por estas tierras antes.- dijo el hombre metiendose detrás de la barra

-Debe salir por la puerta del sur y seguir el camino, apenas dos millas. Como le digo no hay dificultad alguna.- añadió finalmente

-¿Que tipo de habitacion buscaba usted?-dijo al recordar la solicitud del viajero

Tar Ciryatan asiente ante las explicaciones del posadero.

- Bien. Seguiré sus indicaciones. Lamento las molestias. En cuanto a la habitación... camas separadas bastará, al menos por ahora. ¿Hay algún lugar seguro en donde dejar mis pertenencias mientras duermo?. No es que sea rico, pero lo poco que tengo lo valoro, y no querría perderlo. En otro orden de cosas... le agredecería me indicara donde puedo comprar ropa de abrigo, y si hay alguna herrería en el pueblo

-En las habitaciones hay un baul, allí puede guardar lo que desee. En Kala-Luhra hay uno de los mejores herreros de la zona, el señor Basil Bara. Puede encontrarle en la misma plaza.-por un momento Dumfa desaparece de tu vista para retirarse a la cocina

-Hay tambien una buena tejedora, Kerian es su nombre. Vive junto a su ayudante, la joven Nenua en una pequeña casa al lado del muro norte de la ciudad.- escuchas su voz que te habla desde la cocina

- Bien. Volveré mas tarde, voy a solucionar algunos asuntos en el pueblo. ¿Algo que debería saber para moverme por aqui?

El posadero te contesta con un simple encoger de hombros, no parece que la amabilidad esté entre sus virtudes.

Tar regresó de su expedición, saludó con un gesto breve al posadero, y se dispuso a estar un rato en la posada antes de retirarse a su habitación a descansar.

La puerta se abre con una pasmosa lentitud mientras rechina y algunos de los presentes no pueden evitar voltear a verla. Sánia Valiantt no es muy dada a codearse con otras gentes pero ha tenido que viajar y no tiene otro remedio, obsrva en derredor con aire prepotente y sonríe para sus adentros, no está mal, no lo está. Se acerca lentamente a la barra sin quitarse la capucha de color magenta y oxido, nunca nadie lo ha podido decir con claridad y ella siempre dice que es rojo sangre; sus pasos hacen que su ropa deje escuchar un ligero siseo al caminar, pero ella no se percata, siempre sus pensamientos inundan su mente.

-Buenas noches- dice con una voz que parece un murmuro pero que se oye firme y fuerte.

Es entonces cuando se percata de la presencia de ese hombre, cree conocer a los de su clase, lo mira de pies a cabeza mientras pregunta por jabalíes al posadero y luego sonríe mientras deja caer el capuchón de su capa. Sólo entonces lo mira a los ojos, hace una leve inclinación con la cabeza, aún no se merece más, quizás más adelante.

-Si, es mejor que no destrocen sembrados pero de ahí a atemorizar...-masculla.-La población rara vez se atemoriza por un animal...

Estaba sentado en una de las mesas de la posada, pensando en los hechos del día, cuando la joven entró en la posada. Sus ojos la observaron con interés y, al escuchar su pregunta, se encogió de hombros

- Lugares extraños, conductas extrañas. Os aseguro que en mi tierra otros serían los avisos que aparecerían en los edictos para asombro del viajero. Pero cada lugar tiene lo suyo - mi tono de voz es ligeramente musical, como si hablara la lengua con un acento propio de los altos hombres- Tampoco esta parece ser vuestra casa, ni esta vuestra tierra. - digo invitándote a dar más explicaciones si es tu deseo

Al menos es amable, piensa ella mientras acepta sentarse. Mira con impaciencia al camarero a ver si les trae pronto algo de beber.

-Ciertamente no lo es, caballero...-dice en el mismo tono anterior.- Pero tanto da ser de donde uno sea, terminamos siendo todos del mismo lugar, ¿no lo creéis, así?

Deja caer la capa del todo en la silla, después de todo allí dentro no la necesita, el hogar arde con fuerza, chisporrotea e inunda la posada de ese olor a maderas quemadas tan caracteristico de los pueblos bajo el influjo del rey Brujo.

-Mi nombre es Sánia Valiantt ¿Vuestro nombre es? Tampoco sois de por aquí y me atrevería a decir que sois o fuisteis de alta cuna-lo observa pensando de dónde podría venir.

Siempre es bueno conocer personas, nunca sabe para qué y en qué momento puede servir.

- Lo que fui ha quedado fuera de estas tierras - dice con serena confianza el hombre- Pero no os equivocáis, pues mi estirpe es la más noble de los hombres. Por mi sangre corre la misma sangre que la de los reyes de Gondor antes de que los valar, maldito sea su nombre, los traicionaran. Mi nombre es Tar Ciryatan, como uno de los grandes reyes de mi pueblo, los corsarios de Umbar. Y bien, Sania Valiant, respondía a vuestra duda, de un extranjero a otro, ¿de donde sois vos?

-Realmente-dijo en ese mismo tono frío y lento de sus palabras.-No importa mucho de dónde venga, creo que ni siquiera lo recuerdo, señor mío. No hace gran diferencia tampoco...

En ese momento creyo ver algo a la puerta de la posada, no, no era su caballo; quizás era otro viajero. Volvió a posar los ojos en los de Ciryatan y continuó hablando como si nada más sucediera en el mundo.

-Soy una Rudhaurim, si eso os sirve de algo. Hace mucho tiempo que ya no soy lo que era pero soy infinitamente mejor-su soberbia podría parecer chocante ante los demás pero muchas veces era sólo parte de su carácter y quizás de su atractivo.-La gente con los años se vuelve más sabia, más fuerte. Vos sois de sangre de noble cuna, yo creo que no, ni lo sé, ni me interesa. Ahora soy sólo Sánia Valiantt y ambos sabemos a quién me debo...

Soltó una risilla algo insolente, se sabía que ella no se debía a nadie pero nunca sabía con quién debía guardar las apariencias y con quien no.

Enarco una ceja, pero no desmiento las palabras de la joven. De hecho su soberbia me parece llamativa tratándose de la mujer de un pueblo conquistado... pero es algo que sencillamente no me resulta de interés. Tampoco su críptica frase final hace reaccionar la curiosidad del corsario, que después de todo no sabe a quien se debe su interlocutora. Sin embargo hablar es sano, y ambos son extranjeros.

- Comprendo - miente con convicción- ¿Y habéis llegado hace mucho al pueblo?, ¿residireis tambien en esta posada?