Partida Rol por web

Lo observa detenidamente, quizás no hay en él lo que ve en todos los demás que... Prefiere no sacar más conclusiones, ya se enterará a su debido tiempo, todo sucede a su debido tiempo y en ese ítem ella no tiene poder.

-No ha mucho que llegué, en realidad hace muy poco y creo..., si es que encuentro cama y cobija aquí, que me quedaré-dijo pausadamente.-¿Y vos?

- Acabo de llegar. Esta ropa es mi ropa de viaje, aunque mentiría si afirmase que mucho más queda en mis sacos y mi mochila - mi tono es pausado, tranquilo, y con un punto ácidamente melancólico, pero sin perder una innata cortesía no desprovista de altanería- Yo también resido en esta posada, a esperas de tiempos mejores, que no dudo llegarán. - miré a la joven con curiosidad, valorando su presencia aquí y ahora. Las casualidades existían, pero solo el necio creía que no tenían valor- Sí, llegarán - repito con convicción- Pero no ahora, ni mañana, ni siquiera en poco tiempo. Así que iré arreglando mis asuntos, ganandome la vida, y esperando mi oportunidad. En espera de saber si quien me rodea es digno de mi confianza, y de mi asistencia, o todo lo contrario. No olvido quien me ofrece sus servicios, ni quien me ofende o me ataca

- Señora ¿Desea usted alquilar una de las habitaciones que están disponibles?.- dijo el posadero acercandose con cautela a donde estaban los dos viajeros.

-Es tarde y un servidor gustaría retirarse a dormir, pues el amanecer está cerca, y son pocas las horas de descanso que tengo.- en su cara se reflejaba en verdad el cansancio

Es de madrugada.

Asiento con la cabeza. La conversación me ha distraido y yo también siento el cansancio de la dura jornada.

- Como nos ha dicho amablemente el señor Dumfa, es tarde ya, y os he entretenido con mi charla, cuando probablemente esteis cansada. Mañana tengo previsto ocuparme de algunas cosas en el pueblo, y mirar por el asunto de los jabalíes. Si os interesa, podríamos ir juntos. Sea como sea, os deseo buena noche, Sánia Valiantt

-Tenéis razón, mejorará o quizás no pero tampoco importa mucho-responde a sus palabras.

El posadero se les acerca, es tarde, no se había dado cuenta de cuánto, así que le responde en el mismo tono pausado, grueso, quizás hasta exasperante.

-En efecto, deseo una alcoba y... Quizás podéis decirme dónde comprar ropa de invierno, me hará falta-dice con un falso tono de interes por la moda como si eso le preocupara.

Mientras espera le responda el posadero, Ciryatan se despide.

-Pasad una buena noche también-responde.-O lo que quede de ella.

- Hay varios tipos de habitaciones disponibles: dormitorios comunales, habitaciones con camas separadas e incluso alguna habitacion individual. Todo es cuestión de gustos y tambien de precios.-

-Como dije al señor Ciryatan hay una buena tejedora, Kerian es su nombre. Vive en una pequeña casa al lado del muro norte de la ciudad.-respondió Dumfa

-Creo que compartiré la habitación con alguien más, eso sí, camas separadas. Por la mañana iré a ver a esa mujer, me temo que lo de los jabalíes me quite demasiado tiempo-sonrió enigmática.

Luego se preparó para pagar a Dumfa.

-¿Hay alguien que pueda llevarme hasta la casa de Kerian?

No tenía sueño pero tendría que descansar y mejor que fuera pronto, se puse en pie para que el buen Dumfa le respondiera mientras la llevaba a lo que sería su lecho, al menos por esa noche.

- Como usted guste señora.- dijo Dumfa mientras desenganchaba del cinto un juego de llaves y te hacía señas para que le siguieras.

-Cualquiera en el pueblo conoce a la tejedora, no le resulatrá dificil encontrarla.- El posadero caminó lentamente hacia las escaleras y las subió hasta el piso superior hasta un pasillo que estaba oscuro y en silencio. La cálida pero debil luz del candil que portaba Dumfa apenas iluminaba el lugar.

-Cuidado. No tropiece.- dijo mientras introducía la llave y accionaba el mecanismo de la cerradura.

-Esta es su habitacion.-

Se levantó para seguir a Dumfa y antes de hacerlo se volvió a Ciryatan.

-Iré con vos, quizás sea una buena manera de conocer el pueblo-hizo un ademán y siguió al posadero.

Cuidóse de no tropezar y aunque la luz era escasa, aquello no le molestaba en absoluto, sus ojos se acostumbraron rápido y cuando se dio cuenta, ya estaba entrando por aquella puerta.

- A primera hora iré a mirar lo de los jabalíes, pero cuando esto esté hecho no tendré inconveniente en que ambos visitemos el pueblo. Yo deseo conocer la tienda de la tejedora, y la herrería, y estoy seguro que al menos una de tales paradas también es la vuestra. Buena noche, Sania - y tras estas palabras me retiro

Miro desde mi mesa fijamente en dirección al joven que acaba de entrar. Su ropa y su acento le delatan como habitante de Umbar, aunque no le había visto nunca. Sus modales son los propios de un niño bien educado.

Qué buscará este alfeñique tan lejos de las faldas de su mamá...aunque quizá pueda serme útil, tal vez tenga noticias del Sur.

Mientras pienso como abordarlo oigo el chirrido de las bisagras de la puerta de la posada, y al volverme a mirar descubro una figura femenina de porte atlético y mirada desafiante.

Esa mujer...tiene carácter. Me gustan las hembras con carácter - sonrío con una mueca mientras acaricio el colgante adornado con los dientes de mis enemigos - además tiene una bonita dentadura...

Alzándo la voz mientras me levanto y recojo el yelmo, haciendo caso omiso de las miradas de los presentes en la sala:

Posadero, subiré ahora a descansar en una de tus mugrientas habitaciones, mañana hablaremos de la cuenta.

Sin esperar respuesta, me encamino a las habitaciones.

Lo siento pero se supone que no has escuchado esa conversacion y que estabas durmiendo ya.

- Después de tanto tiempo una posada...

Generalmente no me dejo ver tan a la ligera pero esa noche era distinta. En ocasiones había creído confundirme con una sombra del bosque, el negro de mi capa, cabello y ojos unidos al oscuro de mi tez me habían echo dudar de mi corporeidad.

Me acerco a la barra y retiro la espesa capucha de la capa para dirigirme al posadero.

- Algo de beber -, hablo en voz muy baja, susurrante.

Una vez el posadero trae algo para remojar la garganta continua.

- Cuéntame posadero, que hay por esta zona. Llevo tiempo de viaje y el oro comienza a escasear. Tras esta noche de descanso en su posada estaré dispuesto a ganar dinero otra vez.

Miro a mi alrededor, seguro que hay algún viajero que necesite alguien discreto ... o no tanto.