Partida Rol por web

Daijiro sabía poco de rituales o invocaciones, pero sabía por su tiempo pasado en compañía de sus compañeros shugenja que lo Mizu no Kami solían mostrar imágenes por toda respuesta a las preguntas de los sacerdotes.

- Bueno, a mi me parece bien. ¿Qué necesitas?

Necesito saber qué vamos a pedirle al espíritu - Responde el Zorro - Podrá entender cosas como "busca una piel de lobo" pero no entenderá conceptos abstractos como "un humano prisionero" o "el jefe de los gaijin". Lo ideal sería que pudiéramos mostrarle imágenes de lo que queremos que busque, aunque antes deberíamos ponernos de acuerdo...

Arrugó el ceño, pensativo. De no estar en una situación tan comprometida hasta se le ocurrían un montón de divertidas peticiones al espíritu que sin duda alterarían la paz del campamento y les supondrían unas buenas risas. Pero no, aquella no era la actitud correcta. Borró la pequeña sonrisilla que había asomado a sus labios y puso cara seria. Una cara que, no estando habituado a ella, parecía forzada a todas luces

-La idea de la piel de lobo es posiblemente la más acertada. Primero porque hace referencia a un espíritu, y podría resultarle más fácil de encontrar. Segundo porque es presumible que el líder de los gaijins la conserve próxima a sí como trofeo, lo cual nos haría matar dos pájaros de un tiro; encontrada la piel, averiguada la ubicación de su jefe -respondió, observando a sus dos compañeros shugenja a la expectativa. En cuanto a posibles prisioneros, sería malgastar las habilidades del espíritu. Identificar celdas en una arquitectura tan simétrica y ordenaba no debía ser difícil

Parece que las cosas están claras, y tanto lo que se dice como lo que no se dice es básicamente lo mismo. Asiente con la mirada a sus compañeros, dejando claro que los tres están de acuerdo, al menos en lo esencial.

-Nuestra prioridad debería ser la piel de lobo y el asesino. Como bien ha dicho Yuya-san es muy probable que estén juntos, con lo que la tarea del espíritu se haría más fácil. Y sabemos que es un guerrero experto así que puede ser su jefe, o uno de sus mejores hombres. Creo que deberíamos dejarle bien claro al kami que nos ayude que buscamos a un asesino. Dudo mucho que ese bárbaro haya quedado impune tras lo que hizo. Por muy resistentes que sean estos extranjeros a la magia es muy fácil que algún espíritu maligno ya se le haya acercado, o le esté acechando. Eso le puede facilitar mucho la misión al kami, pero también le puede poner en peligro, y  por tanto es nuestra obligación advertirle.

Tras derramar el agua de su cantimplora en una oquedad de la roca, Noboatsu entona una serie de cánticos de cadencia hipnótica destinados a despertar la consciencia del kami de agua. De repente es como si la voz del shugenja provocase pequeñas ondas en la superficie del agua y al poco ésta se eleva formando una esfera que flota ante su rostro.

Te saludo, portador de vida, y te agradezco que hayas accedido a despertar en nuestro mundo – le saluda Noboatsu – Deseamos que bajes esta montaña en esta dirección – señala el campamento – y busques la piel que le ha sido arrancada a una okami, así como el agua de la sangre de quien se la quitó. Cuando lo encuentres te pido que vuelvas y nos muestres a todos lo que has visto ¿Qué puedo ofrecerte que te compense por ese servicio?

Lo que el kami le muestra al Zorro queda entre ambos – Acepto. Tienes mi palabra y mi reconocimiento por tu sabiduría y justicia - dice el Kitsune. Al momento siguiente el kami desaparece.

Mientras el espíritu está fuera los samuráis se preparan para pasar la noche. El agujero de roca en el que se ocultan les sirve de protección contra el viento pero de muy poco contra el frío, y una fogata llamaría la atención de los centinelas del campamento. Así pues, no les queda otro remedio que arrebujarse en sus capas de viaje y sentarse lo más juntos posible para mantener el calor. Sin embargo no descuidan la vigilancia y se van turnando para otear el campamento y avisar del regreso del espíritu.

Ya despuntan los primeros rayos del amanecer cuando la esfera de agua se materializa entre los samuráis y se extiende hasta formar un disco de agua del tamaño de la cara de un hombre.

Las figuras a su alrededor tienen forma humana pero están borrosas, fantasmas difíciles de ver por el kami. Éstos pasan a su alrededor o incluso lo atraviesan sin ser conscientes de su presencia. La trayectoria es errática, con el espíritu mirando aquí y allá enfrascado en la búsqueda encargada por el Kitsune. De repente algo llama su atención: una extraña huella de lobo que refulge con energía espiritual. Y no es la única. Más allá hay otras que le invitan a seguirlas asegurándole que encontrará lo que busca. Intrigado, el kami sigue las huellas hasta llegar a una gran tienda de tela roja y dorada. Junto a ella hay un poste alto como un hombre del que cuelga una capa hecha con la piel de un lobo. Rondando la piel está el espíritu de la okami a la que pertenece, y por un momento el kami retrocede asustado. La loba es tan grande como un caballo, tiene el pelaje de brillante color blanco con marcas espirituales escarlata. Cuando el kami se atreve a volver a acercarse ella lo mira con ojos cargados de dolor, tristeza y desesperación. Su consistencia parece ir y venir, e incluso los bushi consiguen intuir la creciente debilidad del espíritu cuya piel ha sido tan brutalmente arrancada.

Otro fantasma irrumpe en la visión del kami, éste mucho más grande que los otros y de color dorado. A su espalda lleva un trozo de tierra que resplandece con las manchas espirituales de la sangre de la okami. Tan insensible a su presencia como los otros fantasmas, la gran sombra entra en la tienda arrastrando tras de sí a una mujer humana vestida con un kimono morado harapiento cuyas manos están atadas por una cadena de la que el fantasma tira con cruel saña. Su hermoso rostro está marcado por el dolor y la ira. Numerosas heridas, algunas sangrantes y otras antiguas, mancillan la piel que el escueto kimono deja a la vista. Furiosa, la okami intenta morder al fantasma, pero sus dientes lo atraviesan como si fuera insustancial.

Terminada la visión, el agua vuelve a quedar inerte y cae al suelo donde es rápidamente absorbida por la tierra. A la luz del alba no resulta difícil distinguir la tienda señalada por el espíritu, que Daiki ya había identificado como la tienda del líder del campamento. El hecho de que el kami viera a los Yodotai como fantasmas distorsionados explicaría por qué a los shugenja les resultó tan difícil afectarles con el poder de los kami.

Maldito extranjero miserable – rezonga Noboatsu – Tenemos que hacer algo. No sólo cumplir nuestro pacto con Ouyama, sino también por esa mujer. Tienen que pagar por esta atrocidad…

Daiki hizo la primera y la última guardia mientras rezaba a las Fortunas para que les ayudasen a cumplir con su cometido. -"Poderosas y sabias Fortunas eternas, necesitamos vuestra ayuda para prevenir lo que seguramente arrastre nuestro mundo a una guerra terrible y duradera. Nuestro enemigo avanza y está preparado allí donde nosotros solamente estamos preparados para dar nuestras vidas sin saber si servirán de algo o no. Ese dilema se cierne sobre mi corazón y necesito vuestra sabiduría para entender mi papel en todo esto, ayudad a Ryu-san a llegar sano y salvo con el mensaje de los gaijin que amenazan nuestras fronteras y las vidas de aquellos a los que debemos lealtad, pero también a los que debemos proteger por el lugar que ocupamos en el orden celestial".

-"Reconozco que me gustaría poder volver a Kyuden Shiba y postrarme ante mi Campeón ofreciéndole un poderoso presente, pero creo que mi existencia está a punto de agotarse, el aire que respiro es húmedo y frío, resecando mi garganta. Anhelo el calor de las paredes del dojo que me vio crecer y los regaños de Sensei-sama, al ver mi impulsividad con la espada. La sonrisa de Isawa-chan al llegar a casa y suave recorrido de una taza de té verde a través de las entrañas de mi ser. Pero..."

-"Pero conozco el precio que deberé pagar, lo conozco desde que acepté mi cometido. Solamente espero que sirva para que todo aquello que amo persista y nuestro recuerdo no caiga en el olvido, no necesito gloria alguna, solamente saber que en este nuevo día que empieza, conseguiremos dar tiempo al Imperio para que organice las defensas adecuadamente. Arigato gozaimasu, por escucharme".

Las lágrimas salieron sin permiso de los ojos del Shiba mientras la luz de un nuevo día se asomaba delante de su rostro, no eran de tristeza, eran de rabia, por no saber más de lo que se le había revelado hasta el momento, pero estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en su mano para proteger aquellos a los que había jurado proteger.

El Kami regresó y no con buenas nuevas. Las imágenes eran reveladoras, pero los colores del kimono de la desconocida concordaban con los colores Unicornio o Cangrejo. Dos de los clanes más bélicos del Imperio. ¿Era esa mujer un aliado o un enemigo? ¿Hablaba el idioma del enemigo? ¿Cuanto dolor había tenido que soportar hasta decirles lo que querían? ¿Qué les había contado?... Demasiadas preguntas sin respuesta.

Antes las palabras del Zorro, Daiki dió un paso acercándose a su ubicación. -"No son más que unos bárbaros sin modales, pero no debemos olvidar que son un poderoso enemigo, no debemos subestimarlos, pues será nuestra perdición. Esa mujer es de Rokugan, por lo que hemos podido observar, pero no sabemos más de ella, es su prisionera y se encuentra en el mismo lugar que nuestro objetivo, pero no es nuestra prioridad. Nos sería de gran ayuda si pudiéramos identificar a qué clan pertenece. ¿Alguien ha podido ver o reconocer algún mon?" (1)

-"Debemos ser cautos y actuar conforme a lo que hayamos podido averiguar respecto al campamento. Debemos vigilarles durante este día y tomar una decisión. Por mi parte creo que sería buena idea infiltrarnos de noche y comparar lo que hayamos visto en el día de ayer, con lo que podamos contrastar en el día de hoy, además si hay guerreros que abandonan el campamento nos favorecerá. ¿Alguna idea mejor?"

La claridad con la que el kami podía percibir a la mujer hizo que éste se fijara especialmente en ella, por lo que resulta fácil observar que no hay ningún mon ni enseña visible en el kimono. Si alguna vez lo hubo lo quitaron hace tiempo...

La fría y tensa noche dejó paso a unos rayos de sol tímidos y, con ellos, a la información del campamento Yodotai que todos estaban esperando.

- Bien, ya tenemos nuestra información. ¿Qué opciones tenemos? Son unos cien hombres armados, así que no podremos luchar contra ellos. El invierno se cierne sobre nosotros y al caer el primer copo de nieve Ouyama-sama arrasará con el poblado y se convertirá en nuestro enemigo, por lo que no podemos simplemente sentarnos a vigilar el campamento hasta que lleguen los refuerzos. Y tenemos la idea de Yuya-san de entrar camuflados e intentar recuperar la piel sin ser vistos, para lo que podríamos pedir ayuda a los kami y organizar alguna distracción que mantuviera a los soldados del campamento entretenidos, como un fuego o temblores de tierra, puede que ambas cosas.- Conforme hablaba, enumeraba las opciones contando con los dedos de su mano derecha. Le sobraron dedos. Miró al resto y se permitió una ligera sonrisa, como si se le acabara de ocurrir algo gracioso.- O podemos bajar y exigirles la devolución de la piel robada retando a su lider a un combate a muerte. De hecho, ésto último podría valernos como distracción al plan de Yuya-san. ¿Alguna otra idea? Y no, Daiki-san,- se adelantó el Dragón,- no es una invitación velada para que te presentes voluntario a un sacrificio. Yo soy el bushi más débil, la idea ha sido mía y estamos en las tierras de mi Clan, así que el honor sería mío -bromeó.

-No debería ser necesario ningún sacrificio, Daijiro-san, comenta Saiki, visiblemente preocupada porque la idea de infiltrarse en el campamento, a pesar de ser muy arriesgada, es la que empieza a tener más sentido.

- Si Yuya-san puede realmente disfrazarse como para confundir a esos extranjeros, entonces nuestro deber es proporcionarle las mayores facilidades posibles. Ahora que sabemos que hay rokuganeses entre ellos Yuya-san podría intentar llegar hasta ellos, al menos hasta esa mujer, que es la única que sabemos donde está. Si las fortunas nos sonríen puede ser de ayuda.

-Mientras él se hace pasar por uno de ellos nosotros podemos hacer que la atención de los invasores se dirija hacia otros asuntos. Su campamento es de madera y lo que parece lana, un pequeño incendio seguro que llama su atención. Si los métodos mundanos no sirven siempre podemos intentar usar otros medios. Han acampado al borde de un risco, quizás los kami de tierra puedan ayudarnos a provocar el caos. Eso sí, todos sabemos que una vez desatados los elementos son muy difíciles de controlar, así que si usamos esos métodos debemos asegurarnos de que no causamos más daño de lo debido. Queremos que Yuya-san vuelva sano y salvo, dice mientras mira al Tonbo con genuina preocupación.

Daiki guardó silencio ante las palabras de Daijiro y esbozó una leve sonrisa ante la afirmación del Dragón de que era el más débil y la gloria sería para él. -"Aunque nuestras visiones del Bushido sean dispares ambos servimos al Emperador como mejor sabemos. No os infravaloréis Daijiro-san, pues sois un bushi muy diestro en el arte de la sagrada katana". Al concluir hizo un gesto con la cabeza a modo de aceptación hacia Daijiro.

El turno fue de la Tamori. sus palabras eran sabias, pero descuidó que la palabra dada por un samurái es una obligación para el que las ofrece. -"Yuya-san, no irá sólo al campamento, yo mismo iré con él, como me comprometí en el día de ayer. Si las cosas se torcieran, necesitará mi ayuda para salir de allí".

La mirada del Fénix se posó sobre el shugenja Libélula a la espera de su aceptación o rechazo.

No le gustaba ser el centro de atención. Es más, se sentía terriblemente incómodo, y a la tiritona del fresco de la mañana se sumaba la mirada interrogativa del Shiba y las de los demás. Soltó aire en una nubecilla, y rezongó un aterido 'sí'. Al principio de la tarde le pareció buena idea infiltrarse en el campamento, pero con el escueto descanso y el frío se le habían pasado las ganas de participar. Obviamente, lo haría. No por honor, como el Shiba, sino porque lo consideraba bajo su propio punto de vista algo moralmente obligado

Acto seguido, como para reforzar su pensamiento, comenzó a mover su cuerpo como un perro con la intención de sacarse la modorra y el frío del cuerpo. Se palmeó el rostro vivamente y, mostrando sus flacas canillas al levantarse unos segundos el kimono, se sentó en estado de absoluta concentración
-Con un disfraz creo que pasaría por uno de ellos, más en la oscuridad. Y ya sabemos dónde ir. La protección de Daiki-san es más que suficiente, ¡y la agradezco! -sonrió, palmeando el omóplato del Fénix con una confianza que de cierto no tenían. Y con ello respondía a Daijiro, pues cuantos más se internaran en territorio enemigo más sospechosos serían. Ya sólo hacía falta que los demás urdieran algún plan, por si era necesario, para distraerlos
-Quizá podríamos establecer una señal. Si voznamos como una grulla es el momento de provocar algún incendio o crear una distracción

Daijiro localiza rápidamente la zona donde los Yodotai tienden sus ropas en un pequeño tendedero improvisado cerca del abismo. También descubre al líder del campamento dirigirse hacia los caballos acompañado por un subordinado que arrastra consigo a la prisionera. El estómago del samurai da un vuelco al comprobar que el enorme gaijin lleva la piel robada a modo de grotesca capa, con la cabeza haciendo de capucha sobre el casco en un espectáculo grotesco y sacrílego.

Poco después el líder, el guardián, la prisionera y diez soldados abandonan el campamento a caballo deshaciendo el camino del Yodotai superviviente. Van a paso tranquilo, confiados de su superioridad. En primer lugar va el líder, seguido del caballo del guardián que va tirando del caballo en el que va la prisionera con las manos atadas a la espalda. Por detrás van los soldados en dos ordenadas filas de cinco...

Daijiro buscaba una forma sencilla de obtener la ropa de los soldados para poder infiltrarse cuando vió algo que llamó su atención. Enseguida avisó a sus compañeros pues se les presentaba una oportunidad inesperada:
- Chicos, ¡Mirad!- señaló el dragón.- El lider de los yodotai sale del campamento con la piel robada y la prisionera- Miró a sus compañeros.- Esto me gusta más que la opción de enfrentarme a cien hombres. ¿Qué os parece si los asaltamos en camino? ¿Os parece una buena forma de morir por el Imperio?- preguntó ilusionado por la idea.

-¿Asaltarlos? pregunta Saiki sin poder reprimir un gesto angustiado en su rostro. Os recuerdo que lo pasamos muy mal contra cinco de ellos, teniendo en cuenta que uno ni siquiera peleó y lo único que hizo fue intentar huir. Ahora son diez, mas el asesino, que sospechamos por la escena del crimen que es un espadachín experimentado. Y nosotros somos uno menos (señala la ausencia de Ryu).

-No veo cómo podríamos atacarlos y que al menos uno de nosotros sobreviviera para devolver la piel. Es más, sabemos que están interesados en capturar prisioneros, así que podríamos acabar como esa mujer y ser obligados a ayudarlos. No necesita que sus compañeros digan nada, sabe de sobra que para todos esa es una perspectiva mucho peor que la muerte. Os digo que no veo cómo... -se calla un momento, y su voz se apaga un poco mientras aparta la vista ligeramente debido a la verguenza- a menos que usemos tácticas... bastante deshonrosas. A menos que les ataquemos por sorpresa, usando trampas o el sigilo.
 

El rostro de Yuya acompañó al pesimismo de Saiki en su exacta medida
-Por desgracia la sorpresa valdría para liquidar a uno o dos de ellos como mucho. Y si se encuentran con trampas extremarán las precauciones -al igual que la shugenja, él mismo se veía incapaz de enfrentarse a tantos guerreros sin ayuda, o sin actuar de manera deshonrosa. Sin embargo había más opciones...

-Parece que cuentan con un código de honor propio -masculló, dándole vueltas en la cabeza a la idea. Silbó una antigua melodía de su dojo al tiempo que hacía girar un dedo en círculos ante sí. Se había quedado ensimismado y calculando las posibilidades. Además debía convencer al Fénix y al Dragón, cosa nada sencilla habida cuenta de su firme creencia en el bushido
-Cabe la posibilidad de que su honor obligue a su líder a enfrentarse a uno de nosotros, en combate singular. Como recompensa por la victoria podría reclamar la piel del espíritu y a la mujer, aparte de marchar en libertad -bueno, quizá no tanto, pero si conseguían la piel más tarde podrían acudir de nuevo a su posición para tratar de rescatar a la muchacha. Con sus dones para el disfraz y escalar cualquier pared podría lograrlo
-Los shugenja podríamos ocultarnos a cierta distancia, y utilizar conjuros que os ayuden en la liza. ¿Por qué iba a ser deshonroso utilizar tales argucias contra quienes no poseen lugar en los Cielos Celestiales? -esbozó una sonrisa bonachona observando a los bushi sin reparo. A fin de cuentas sus espadas son las que hablarían por ellos

Otra posibilidad era esperar el regreso del líder, con la piel y la prisionera, sin embargo intuía que lo harían antes de anochecer y de nuevo se encontrarían en el mismo punto

- Saiki-kun, por favor… ¡Sois demasiado pesimistas! - Exclamó el bushi dragón con una sonrisa de oreja a oreja.- Hace tan solo unos momentos estábamos ante una situación imposible: No podíamos enfrentarnos a un centenar de hombres armados y entrenados y para poder entrar disfrazados necesitábamos su ropa y eso nos obligaba a luchar con ellos y conseguir ropa ensangrentada o entrar en su campamento para tomarla "prestada" sin ningún tipo de disfraz, lo que era como la pescadilla que se muerde la cola. Pero ahora solo son una decena de hombres en terreno abierto y llevan a la mujer y la piel con ellos. ¡Parece un regalo de los Kami!- se frotó las manos celebrando su buena suerte.- Ahora solo tenemos que trazar un plan y el que acaba de comentar Yuya-san parece bueno. Yo también creo que tienen un código de honor, como demostró el superviviente que interrogamos al conocerlos. Sin embargo debemos tener algo que ofrecerle que les merezca la pena el riesgo. La piel y la chica ya la tienen y no lucharan solo por mantenerlas ya que si se niegan no tendríamos opción a recuperarlas ¿Alguna idea de qué podemos ofrecerles? Podemos pensar en ello mientras nos ponemos en camino o los perderemos de vista...

El Libélula no compartía el ánimo del Dragón. Si aquel era un regalo de los dioses, sin duda estaba envenenado. Como bien había dicho Saiki, si entre todos apenas habían conseguido derrotar a cuatro, diez sería una tarea imposible, sin sumarle siquiera a su líder que -supuso- sería un avezado guerrero entre ellos

-¿Y de qué disponemos que a ellos les interese, salvo convertirnos en esclavos como a esa muchacha -señaló con un cabeceo a la mujer-, encadenarnos y torturarnos hasta que contemos hasta que comimos hace una semana? -chasqueó la lengua, y negó con la cabeza. -Dudo que poseamos nada que ellos quieran -recordó asimismo las palabras del yodotai derrotado, en las que enunciaba que lo único que buscaban era conquistar y asolar su tierra
-Sin embargo ellos sí poseen algo que nosotros también poseemos, en distinta medida: honor. Y a él creo que hemos de apelar. Si uno de nosotros vulnera el honor de su líder desafiándolo en combate singular, probablemente acepte. De lo contrario la reputación de cobarde se deslizaría como una serpiente entre sus tropas

Ignoraba sin disimulo el hecho de que podrían utilizar hechizos a distancia para potenciar a su 'campeón', pero se repetía (por mucho que en el fondo no lo compartiera) que no eran nadie, nada, y que hasta una piedra de su sagrado Imperio poseía más derechos y dignidad que cualquiera de ellos

En cuanto a perderlos de vista, no le preocupaba lo más mínimo. Varios iban a pie, ergo no se alejarían mucho y si quisieran acortar distancias podrían hacerlo. Su conocimiento del terreno, y el hecho de haberlo recorrido a la inversa, haría fácil tal iniciativa