Partida Rol por web

- Se refiere a lo que visteis en el zigurat, Kaireen.- Dijo Grim que parecía haber recuperado la compostura y no despegaba su mirada de halcón de Nimrod.- ¿Que es lo que pretendéis tu señor- y el tétrico énfasis que puso el semielfo en esa palabra os puso los pelos de punta a más de uno- y tu del proyecto de Kalak?

- Estas asustado Lammar.- Dijo Nimrod sorprendido. Y a decir verdad, vosotros también lo estabais, Grim tenía pinta de ir a asesinar a alguien y de querer tomarse su tiempo con ello. Si así era como se asustaba el semielfo no queríais verlo furioso.- No debes estarlo. El rey-dios planea volver a Athas y terminar la sagrada misión de Rajaat. Athas volverá a ser pura por primera vez en eras ¿No es eso mucho mejor que dejar tu sudor y tu sangre para que un montón de parásitos balbuceantes sigan medrando en el corrompido cadáver de nuestro mundo?- Añadió Nimrod, y por su mirada os quedó bastante claro que os incluía entre esos “parásitos”. Muy majo el tipo.

- Parásitos balbuceantes. Curioso. Así es como Nimrod llamaba a los reyes-hechiceros, y supongo que por eso tu, carcasa corrompida, la has usado sin saber siquiera por que.- Dijo Grim en tono decidido.- Esta bien, adelante criatura. Sin duda no suponemos una amenaza para tu señor, y hasta es posible que no podamos pararte. Pero todos los que han estado en el zigurat han sido iniciados, y de todos modos no voy a dejar lo suficiente de nuestros cuerpos como para que saquéis nada de ahí.

- Adelante.- Animo el mago al engendro al ver que dudaba.- Revisa en los recuerdos de ese cuerpo a ver si crees que voy de farol.- Y por lo visto se dio cuenta de que Grim decía la verdad por que se echo hacía delante con un furibundo rugido.

Una carga, y un rugido, rotos ambos por el poder de Akiva que pronto quedo claro era insuficiente incluso para afectar a aquella criatura, pero que habiéndole cogido por sorpresa lo había desequilibrado.

Tandras contempló la escena con estupefacción. Los poderes que demostraban los lanzadores de conjuros suponían una dificultad añadida para alguien como él; tenía que mantenerse muy despierto para intentar percatarse de las intenciones del rival. En caso contrario, era posible que acabase destrozado por aquellas fuerzas mágicas, de alguien que se autoproclamaba poderoso, y que quería demostrarlo. Incluso mostraba una incierta "piedad", ofreciendo escapar al grupo salvo a uno.

-¿Un sacrificio? Será porque no muere poca gente en esta ciudad. De hecho, recientemente han muerto demasiados. Si quieres un sacrificio, prepárate para ser destruido -amenazó Tandras pese a lo complicado del asunto; parecía que no había opción de escapar, y aquella diplomacia de brujos no le gustaba nada de nada. Además, era mucho mejor luchar por la vida que ceder sin combate a la muerte.

Sacó su espada y por un momento intentó anticiparse a los movimientos del enemigo; habiendo presenciado la posibilidad de devastación, consideró moverse en arco para separarse del grupo y acercarse al enemigo de manera que si éste decidiera atacarle, no pudiera ser herido uno de sus compañeros. Si todos permanecían juntos, quizá acabasen achicharrados. A ver si era capaz de atacar hacia varias direcciones simultaneamente... 

Lammar. Así le había llamado también Tretor. ¿Sería el verdadero nombre del señor Grim? ¿O sería otro alias? Kaireen sacudió levemente la cabeza, sin llegar a entender realmente cómo era vivir una vida en la que cambiabas de nombre con casi tanta asiduidad como de ropa. Pero se encogió de hombros. Por el momento, seguiría siendo el señor Grim para ella, el nombre con el que le había conocido desde que tenía uso de razón. Pensar así resultaba más sencillo, y ya era la situación lo suficientemente caótica.

Kaireen contempló el enfrentamiento verbal entre el señor Grim y Nimrod con un interés casi clínico. Por primera vez veía una faceta de su maestro que desconocía. Pero tuvo que reprimir un gesto de desaliento al comprender que no pensaba iniciar una retirada estratégica. Ella lo hubiera preferido al combate directo; nunca era buena idea dejar que tu enemigo dictara el lugar y las condiciones de la lucha. Hubiera sido mejor, mucho mejor, posponer la confrontación y buscarla en un momento que todos estuvieran preparados para ella, y a poder ser, eligiendo el momento y lugar donde sucedería.

-Señor Grim… ¿es prudente esto? -preguntó en voz baja, pero ante la clara de provocación del semielfo a Nimrod, renunció con un suspiro. Se preguntaba si realmente no tenían más salida que aquella, o si a Grim le movía un deseo de venganza también. La acidez de las acusaciones que acababa de espetar a Nimrod contrastaba con la angustia que había mostrado al principio ante lo que se había convertido su antiguo amigo. Lo que había dicho antes Nimrod acerca de la anterior amante de Grim… ¿significaba que la había matado? Eso daba razones de sobra a Grim para querer dañar a aquella criatura. Pero tal vez no hubiera nada de eso, tal vez era simplemente que el semielfo se había dado cuenta de que ya no quedaba apenas nada de su antiguo amigo en el cuerpo de aquella criatura…

Qué, por cierto, ¿qué clase de criatura era? Kaireen había interrogado al respecto a Kern el día en que los introdujeron en el grupo, pero las respuestas obtenidas habían sido bien poco satisfactorias. Algún tipo de criatura sombría, pero no creemos que sea un muerto viviente, había dicho el anciano sacerdote de agua. Pero la expulsión de Akiva parecía haberle afectado, en algún grado menor. ¿Sucedería aquello si no era un muerto viviente? Y si era una criatura sombría, ¿le dañarían los conjuros de luz intensa? Resultaba curioso que Nimrod hubiera aparecido cuando ya era noche cerrada; y no podía menos que pensar que los otros ambientes en los que sabían que se había movido -las minas, el zigurat-, no eran precisamente de los que recibían la caricia del sol. Kaireen suspiró, dividida entre la curiosidad y la necesidad de descartar sus dudas y actuar rápido.

La hechicera midió con los ojos la distancia que le separaba del enfurecido engendro, y registró rápidamente lo que sus compañeros hacían. El señor Grim había empezado a conjurar. Kaireen hizo una mueca al reconocer las primeras palabras de la letanía, pero situaciones desesperadas requerían medidas drásticas. Después de todo, tenían que sobrevivir para poder pagar el precio de esa magia. Dejando sus dudas de lado, volvió la palma de su mano derecha hacia el suelo, absorbiendo energía, aunque tuvo buen cuidado de cortar el flujo en cuanto hubo almacenado la suficiente. Cogió una varilla de ámbar que llevaba sujeta a la cintura y un paño de los muchos pañuelos entrelazados que usaba a modo de cinturón. Frotó la varilla contra el paño, cargándolo de electricidad estática. -Ast kiranann kair Gardurm Soth-aran -empezó a salmodiar, en voz baja, enfocando su voluntad en un punto situado entre Tandras y Nimrod, y acto seguido señaló a ese punto con la varilla.

No quería dañar a ninguno de sus compañeros…

Kaireen tardaba a veces en actuar; le gustaba analizar una situación bajo todos los ángulos, pero una vez que se decía a hacer algo, lo hacía rápida, metódicamente y sin dudas ni pausas. Observó cómo se originaba la descarga, y desvió la vista para evitar el deslumbramiento. Se sintió satisfecha al ver que había logrado hacerlo justo antes de que el señor Grim acabara su propia letanía, a pesar de haber comenzado unos segundos después que él.

Pero inmediatamente fijó su vista en Nimrod de nuevo, para ver qué daños había causado -si había causado alguno- su conjuro, y atenta para huir o empezar a conjurar de nuevo, según viera la situación. No pensaba quedarse cerca de aquella cosa en ningún momento… al menos, mientras pudiera evitarlo.

 Asha desenfundo sus dos dagas y se quedó justo a la “sombra” de Tandras. Tanto por vigilar la, gran, espalda del hombretón como por que parecía evidente que este estaría en el meollo de la acción.

Tandras se acercó de frente hacia aquella criatura para intentar bloquear su carga, y quiso probar de qué estaba hecha, lanzando un tajo con su espada. Quería saber si aquella cosa podía ser rebanada, y si así era el caso, hacer lo propio. Parecía muy peligrosa, y era mejor llamarle la atención para que se centrase en él, y no en sus otros compañeros, los cuales quizá no aguantasen alguna descarga mágica. Aunque Tandras, tampoco estaba seguro de si él aguantaría; de la magia se decía que podía doblegar al guerrero más curtido, y destruir las mentes más firmes. 

Vería a continuación de qué era capaz aquel mágico, y si aguantaba su espadazo...

 El elegante semielfo hizo un par de ligeros movimientos con sus manos y bebió algo que había sacado de su cinto. Y, de repente, todos os sentisteis lentos. O mejor dicho, como si todo el mundo se hubiese vuelto lento aunque vosotros ibais a velocidad normal.

Arkleris saco su arco y disparó apoyando al musculitos de Tandras como mejor sabía.

Ukos había estado expectante a todo lo que había pasado. Aquellas poderosas fuerzas que manejaban Grim y Kaireen no le resultaban tan extrañas pero la criatura que tenía delante si. No tenía mucho tiempo para pensar ni para divagar, aquella criatura quería destruir a su Manada y el no se quedaría a ver como ocurría aquello sin pelear antes. Boca-De-Jefe había intentado razonar con la criatura, pero la oscura y terrible voluntad que se ocultaba tras los ojos de aquel ser le indicaba al mediano que no era momento para razonar ni dialogar. Era el momento de matar o morir. Era el momento de luchar.

Sin mediar palabra en absoluto, ese no era el cometido del hafling en la Manada, Ukos se retrajo sobre sin mismo y acumuló su voluntad en forma de un potente puño destinado a aplastar la mente de su objetivo y convertir esa malsana voluntad en polvo bajo los pies del halfling.

La joven sacerdotisa retrocedió ágilmente, dejando que las últimas gotas de su pellejo de agua escurriesen por sus manos. Medio agazapada, como si fuese un Kank soldado con sus bastones afirmados formando las pinzas de la bestia. Mientras Grim y el ser llamado Nimrod acababan con los últimos vestigos de lo que fuera que hubiese habido entre ellos, Akiva se deslizó en arco, imitando el sutil movimiento del gladiador y de su musculosa sombra.

Y, de repente, todo se precipitó.

Nimrod se avalanzó sobre ellos, cargando contra Grim mientras lanzaba un furioso rugido asesino, más propio de una bestia sanginaria que de una garganta humana.

El de Nibenay, agitó sus brazos, convocando las energias misticas presentes y tejiendo con ellas un conjuro. Con un furibundo suspiro, descargó el hechizo sobre Akiva y sus compañeros, envolviendolos con un halo misterioso.

La joven ex-esclava notó como una corriente revigorizadora la recorria entera, desde la planta de los pies hasta el último de los cabellos. La sensación que vibraba en su cuerpo, reverberando en su interior, sacudiendola y provocandole extraños sentimientos encontrados.

Kaireen, sin dejarse amedrentar por la energia que se enseñoreaba en Nimrod y que manejaba Grim, realizó su propio conjuro, invocando el poder del rayo y lanzandolo contra el furioso no-muerto, en mendio de un estruendo blancoazulado de pura luz. Apenas un instante despues, la poderos hechicera se preparó para lanzar un nuevo conjuro y reducir a Nimrod a polvo.

Sorprendida por el despliegue, Akiva trastabilló y vaciló, momento que aprovecho Trandras para descargar un tajó firme contra el torso humeante del malevolo ser, buscando destriparle como si fuese un viejo erdlu. Observando como la criatura se tambaleaba, Akiva sonrió y se aprestó a lanzar su propio ataque, mientras por el rabillo del ojo veia como el pequeño Ukos apretaba los dientes, los puños y tensaba la mandibula, mirando con fijeza asesina a su objetivo.

"Ahora o nunca"

Perdió unos preciosos segundos en imbuir el bastón que empuñaba en la mano derecha con toda la energia viva que tenia, revitalizandolo al contacto con el agua, dandole un aura de vitalidad y una tonaliadas saludable que la reseca arma habia tenido tiempo atras... Y, cargada de furia, descargó sendos golpes con ambos bastones... Sin que la mole no-muerta pareciese notarlo en absoluto.

El combate había estallado con rapidez y los contendientes parecían cada vez más enredados en una mortal danza. Kaireen había quemado con su rayo, a pesar de que el maldito se había escurrido sin detener siquiera su carrera, y tanto Tandras como Asha habían provocado desgarros sin sangre en aquel ser, que también llevaba clavadas dos saetas de Arkleris con menos problema que si fuesen alfileres. Aquel ser apenas parecía sentir dolor, y las heridas no le mermaban vitalidad, dado que de por si no tenía la más mínima. Pero aun así si que parecía que los ataques le pasasen factura, como si la impía magia que lo animaba se agotase al ir sufriendo daños. Pero seguía siendo mortal entre tanto.

Ukos por su parte se mantenía alejado entablando una batalla de voluntades con aquella carcasa muerta que se defendía bien, pero estaba lejos de ser invencible.

Kaireen meneó la cabeza, admirada de la resistencia de aquel ser. Miró un momento al señor Grim, casi esperando una guía o una instrucción, pero en vez de eso tomó una decisión rápida. Tandras. Era fundamental que el gladiador aguantara, que les sirviera de muro, que desgastara a aquel ser monstruoso. Antes de intentar atacar directamente a Nimrod, más valía reforzar las capacidades combativas de Tandras.

-Confía en mí, Tandras -dijo en voz alta, antes de empezar a recitar la letanía-: Sihir mencetak mayat mu gedeng -y, mientras lo canturreaba, arrojó una pizca de polvo de hierro al aire, lo más alto que pudo.

Akiva bailoteó para escapar del combate, cimbreando con gracia y salero.

Aturullada por el despliegue de energia, notando como el pecho le ardía y como el corazón galopaba desenfrenado, la joven se quitó de enmmedio, mientras los dardos silbaban y en sus oidos atronaban los reniegos de los combatientes. Con esfuerzo, tragó saliva, notando como la garganta raspaba y los ojos le ardian por culpa del sudor y las lagrimas.

Hizó un esfuerzo supremo y tomó conciencia de lo que debia hacer... Con un golpe descorchó uno de su pequeños pellejos de agua, derramando el precioso liquido piernas abajo, arrastrando sangre, sudor y polvo. Meciendosé al ritmo de una canción que solo ella podia escuchar, musitando entre dientes palabras de poder que recordaban al cantarin eco del agua de los pozos y de la risa de los niños, Akiva trazaba arabescos con las gotas de agua, entremezclando patrones de barro con el suave sonido de sus pies arrastrando.

Arriesgandose a recibir un golpe que rompiese su concentración, la sacerdotisa desplegó su magia, imbuyendo de vida el patrón que habia dibujado en el suelo... Trayendo al combate una cortina de polvo rielante, entre la que se adivinaban dos ojos azulados sobre una gigantesca cabeza y dos alas correosas, de cuero viejo se desplegaban lentamente...

- ¡¡Sirves a un tirano, Nimrod!!- Gritó la joven, apenas termino de bailar, con los ojos inyectados en sangre, el sudor perlando su frente antes de ensuciarse con el polvo y los puños firmemente apretados en torno al puño de sus bastones...- iiY te destruiremos a su servicio!!

A la espalda de Nimrod, se irguió una criatura insustancial de entre la bruma que, con ojos feroces, se preparó para abatirse sobre cualquiera que se puesiera a su alcance.

- ¡Empujadle contra el dragón! ¡Obligadle a retroceder y será nuestro!

Kaireen terminó de lanzar el conjuro de agrandar, atenta a moverse si Nimrod se acercaba en su dirección. A pesar de todo, tuvo el punto malicioso de mirar a Tandras, quería ver la cara del gladiador cuando notase el efecto del conjuro....