Partida Rol por web

La Tercera Via

[Partida] 1.0 Gusanos de la Tierra

Cargando editor
23/01/2015, 17:42
Director

Tyr en el 189º era del rey en el año del Desierto Adormecido, 36 días después del sol bajo.

La decisión había sido sencilla. Si, quizás pudieseis escapar aprovechando que estaban desmoralizados y divididos. Pero nada os aseguraba que cuando volvieseis la información que buscabais no hubiese volado. Habíais venido aquí con un objetivo, y lo ibais a cumplir.

Arkleris avanzó el primero aprovechando su entrenamiento y su visión superior, pero el resto no ibais muy lejos, preparados por si algo cazaba al explorador o por si los giths recuperaban el valor. Pero resulto que Grommekh tenía razón cuando confirmó a Ukos y a Kaireen que la caverna que describían tenía que estar al lado y que se podría llegar en unos minutos.

Pero antes de que ninguno de vosotros pudiese llegar un gith especialmente alto, armado con un grueso bastón de madera apareció en la entrada y tras rugiros (o quizás alertar a sus compañeros de vuestra localización) cargó directo hacia vosotros. Os constaba que este no era uno de los giths que os había atacado, y tampoco actuaba como ellos, había algo salvaje, casi rabioso, en su forma de lanzarse hacia vosotros.

Arkleris disparo con su arco una flecha, pero la criatura le esquivó haciendo un doble molinete con el bastón y saltando. El semielfo volvió a disparar de inmediato, clavando la flecha en su costado, aunque el gith ni siquiera freno. El humanoide rebasó a toda velocidad al semielfo al tiempo que desviaba la maza del enano y pasaba junto a él. La lanza de Ukos sin embargo le esperaba y desgarro su hombro, así como el bastón de Akiva hizo crujir sus costillas. Pero aquel ser no frenó y su bastón impacto de lleno en la frente de Kairen tumbando a la mujer en el suelo. Una nueva flecha de Arkleris en la espada y un lanzazo de Ukos en la pierna hicieron que aquel maníaco sangrase aun más, pero siguió con su ataque. Alzó el bastón sobre su cabeza y lo descargó con tremenda fuerza sobre la atontada figura de Kaireen. Esta salvó la vida solo por que el grito de Akiva la despabiló lo suficiente como para apartarse y protegerse con los brazos y por que la clérigo trato de bloquear el ataque con uno de sus bastones viendo como le era arrancado de la mano por la tremenda fuerza de aquel ser. El golpe solo rozó a Kaireen pero el sonido de sus costillas partiéndose os estremeció a todos.

Se habían acabado las gentilezas y las sorpresas. Todos, que en ese momento rodeabais a aquel ser, descargasteis vuestras armas sobre él sin pararos a pensar si bastaba o no. Aquel loco resistió unos cuantos embates en su sitio, tratando de sacar fuerzas de algún sitio para seguir golpeando a la humana que había elegido como blanco. Pero finalmente cayó al suelo, aunque no por ello os detuvisteis. Uno a uno, primero Akiva que se ocupó de Kaireen y el último Grommekh, fuisteis dejando de apalizar aquel cadáver destrozado.

Kaireen estaba gravemente herida, y aunque Akiva la había vendado lo mejor que pudo no le quedaba magia con la que potenciar su curación natural, así que la joven ayudo a levantarse a su amiga y la ayudó a caminar hasta la cueva. No podíais entreteneros más allí y teníais que ver que era lo que ese salvaje protegía. Y para la mayoría fue una mayúscula decepción.

La pequeña caverna era uno de los pequeños almacenes que se construían para almacenar los suministros de apuntalamiento de galería cuando esta estuviese lista. Pero ahora estaba completamente vacía a excepción de dos oscuras manchas que marcaban el lugar donde habían ardido sendas hogueras, un par de cráneos serrados llenos de sangre reseca y unos primitivos garramanchos en las paredes pintados con sangre.

El dibujo, que cubría unos treinta metros cuadrados de la pared del fondo parecían ser diversas hileras de figuras humanoides esquemáticas rodeadas, o en ocasiones persiguiendo, a círculos y espirales que no sabíais que podían representar. Pero Kaireen veía algo muy distinto.

Cargando editor
23/01/2015, 23:27
Kaireen

-¿El cazador, una deidad…? ¿Quien cree en poderes superiores? -descartó Kaireen la suposición de la sacerdotisa, y añadió, con cierto desdén-: Aunque estos giths pueden ser lo suficientemente primitivos para creer en esas tonterías. Un rato salvajes sí son. Pero en la mente de ese gith he querido ver más sofisticación que eso.

Esperó a que la sacerdotisa acabase de tratar las heridas de los otros, mientras acariciaba de forma ausente su bastón, un ademán inconsciente mientras reflexionaba en todo aquello. Únicamente reaccionó ante las palabras del mediano.

Descartó los elogios con un leve movimiento de cabeza; sabía que le faltaba el entrenamiento y los conocimientos de un auténtico caminante del Sendero. Pero golpeó pensativamente la contera del báculo contra el suelo mientras contestaba al resto de las palabras de Ukos: -Sé que es un riesgo dejarlos marchar ahora y no acabar con ellos de una vez. Pero perseguirlos también es una apuesta arriesgada… van a presentar resistencia, vamos a sufrir más heridas, y Akiva no puede seguir sanándonos indefinidamente, sus dones son limitados. Sospecho que ellos tienen recursos limitados, que no hay tantos giths como creíamos que había en un principio… pero también nosotros los tenemos. Sólo somos cuatro, recordad, y si presentan una resistencia fuerte aun pueden suponer nuestra perdición. ¿Y qué animal acorralado no lucha con fiereza cuando le va la vida en ello?

Kaireen hablaba lentamente, para que el mediano la entendiera, pero no limitó su vocabulario. A su entender, así aprendería antes el idioma.

-No me gusta la idea de volver a convertirnos en presas, pero tenemos que averiguar qué está pasando aquí. Los giths en sí mismos no me parecen importantes. Un inconveniente peligroso, sí, pero no una prioridad. Además, no podemos permitirnos el lujo de abatirlos a todos, incluso si creyéramos que pudiéramos hacerlo sin arriesgarnos innecesariamente. Quizá necesitemos más información de ellos, más adelante. Sería… mucho más interesante sondear la mente de ese lugarteniente, diría yo, que la del desgraciado al que hemos desplumado.

Entonces el mediano dijo algo sobre un gran espíritu. Kaireen reprimió un suspiro, no, si el mediano también sería lo bastante bruto como para creer en tonterías…

-Escuchad -dijo seriamente-. Yo no puedo luchar como vosotros. Soy físicamente débil y no he sido entrenada en el uso de las armas. No puedo protegeros de ataques mentales como Ukos. No puedo curaros como hace Akiva. Ni puedo rastrear ni moverme con el sigilo de Arkleris. Viendo lo poco que puedo aportar a este grupo, os preguntaréis por qué nuestros patronos me seleccionaron para esta misión. Fue por una sola cosa. Mi trabajo es pensar soluciones a los problemas. Soy ingeniera. Soy administradora. Pensar y planificar, eso hago yo. Con eso me gano… el sustento.

La joven se encogió de hombros, pero miró a los otros con una pasión poco habitual en sus ojos oscuros. -Os pido que confiéis en mí por esta vez. Que confiéis en mi razonamiento. Esa cueva es importante, estoy segura de ello, apostaría cualquier cosa a que lo es. Es más importante que esos giths. Confiad en mí esta vez

Cuando se pusieron en marcha, Kaireen ocupó su posición en el avance del grupo -ni en la retaguardia, ni en la vanguardia-, con un silencio que no tenía nada raro en ella. Caminaba alerta, incómoda con aquel ambiente, incómoda con aquella misión. Intentaba mostrarse segura de sí misma ante los otros, pero lo cierto era que la oscuridad, lo inhabitual del subterráneo, y la tensión de la situación la enervaban y la hacían sentirse poco competente. ¿Y si se equivocaba y los giths suponían la perdición de todos…?

Kaireen lanzó una exclamación de sorpresa cuando aquel gith gigantón saltó sobre ellos. Ella había esperado un centinela, después de todo por eso había sugerido que Arkleris explorara por anticipado, pero pese a todo les habían pillado por sorpresa… a ella la primera de todos. Quiso apartarse de la inevitable melee, no pensaba meterse en aquellas refriegas, mientras su mano se deslizaba a un bolsillo oculto para coger un poco de sebo que llevaba oculto. Sólo por si las cosas se tuercen, pensó, retrocediendo unos pasos, dejando que los otros se adelantaran. Un poco de grasa en el arma de aquel bruto… obligarlo a soltarla… nadie vería cómo trazaba los gestos…

Pero el tipejo parecía inmune al dolor, parecía ni notar los golpes que le arreaban los otros…. esta vez, la exclamación de Kaireen fue de terror al ver que arrollaba la muralla viviente que se le oponía e iba derecha a ella. ¿Por qué a mí? ¿Por qué el blanco más difícil? ¿Cree que soy el líder…? Kaireen presumía de ser extremadamente ágil, pero esta vez su agilidad le traicionó… no había espacio para esquivar adecuadamente, no fue capaz de moverse con la rapidez adecuada… volvió a gritar, ahora de dolor, cuando el báculo de la criatura impactó en su frente. Aquel estallido de agónico tormento y la conmoción le hicieron perder el equilibrio y se encontró cayendo hacia el suelo.

¡En la cabeza no! ¡Cualquier sitio menos en la cabeza!, pensó Kaireen confusamente, llena de terror ante la idea de perder su único don valioso. Sin su agudo intelecto, ¿qué sería sino una esclava inútil para la mayoría de los trabajos manuales...? Pero el bastón cayó de nuevo sobre su cabeza, y Kaireen perdió el conocimiento unos instantes. Aunque no fue consciente de ello, sólo supo que alguien gritaba… Akiva gritaba que se apartase… con un esfuerzo supremo, Kaireen rodó sobre misma, intentando protegerse la cabeza con los brazos. Volvió a aullar cuando el bastón cayó sobre ella… al menos no en la cabeza, pudo pensar, mientras el estallido de un dolor como nunca había sentido antes le robaba incluso la voluntad de gritar… ciega de agonía, hundiéndose hacia un pozo negro, Kaireen supo que el río de humedad que empapaba su cuerpo era su sangre, que nunca iba a salir de aquellas horribles cavernas, que todo había terminado, y que la oscuridad se abalanzaba sobre ella para devorarla…

Lo siguiente de que fue consciente fue de las manos de Akiva, palpando sus costillas, renovando la agonía de dolor… de Akiva, inclinada sobre ella. Kaireen reprimió las lágrimas y volvió a gemir de dolor, pero retuvo la respiración como su amiga le pidió, y se sintió mejor una vez que el prieto vendaje quedó en su sitio. Incluso aunque soltar el aliento fue lo peor que había hecho en su vida, con diferencia. Pero la siguiente inspiración dolió un poco menos.

-Gracias… -susurró. Kaireen sabía que no podían demorarse allí, pero no creía que fuera capaz de levantarse tampoco. Su cuerpo era una sinfonía de dolores. Una sinfonía desafinada y atroz. Pero cogió torpemente las manos de Akiva y luchó por incorporarse. Dolió.

Se horrorizó al comprobar lo débil que estaba, la sangre que había sobre sus ropas, su propia sangre. -Mierda… el mejor atuendo que he tenido en mi vida… -intentó bromear, en un susurro, con Akiva. No resultó gracioso, y Kaireen abandonó el intento al instante. Estoy malherida. Una sola herida más, cualquier cosa, acabará conmigo… miró a su amiga, claramente asustada. Voy a morir aquí abajo, en esta oscuridad de porquería…

Kaireen extendió la mano, palpando el suelo, antes de ahuecarla sobre él, dejando que la energía de la escasa vida vegetal que podía medrar en aquel horrible entorno fluyera hacia ella. No supo por qué, sólo sabía que necesitaba algo que la hiciera sentir mejor, y ciertamente el influjo de poder lo logró. Aquello siempre le hacía sentir… algo demasiado grande para expresarlo con palabras. Aunque aquella vez hubiera dado cualquier cosa porque aquello pudiera mitigar el dolor en vez de hacerle sentir esa exaltación característica, esa sensación de tener el mundo en la palma de su mano. Kaireen sintió que su terror se asentaba, y cortó inmediatamente el flujo de energía que fluía hacia ella. Hacer otra cosa hubiera sido un criminal desperdicio.

Se levantó (o dejó que Akiva tirara de ella, o una mezcla de las dos cosas…), aferrándose a su amiga para disimular la debilidad de sus piernas. Se recompuso las ropas como mejor pudo.  -No estoy en mi mejor momento -admitió, sonriendo trémulamente a los otros-. Pero vamos a ver qué es por lo que casi me matan… -por lo que aun podría morir, pensó, limpiándose la sangre de la cara.

Avanzar fue difícil, pero ahora a Kaireen le movía el fuego de su propia determinación, y aquello parecía mitigar algo el dolor. -Registrad eso… -pidió débilmente a los otros, señalando hacia las hogueras y las pertenencias de aquellos seres. Pero no era eso lo que realmente le interesaba, de modo que siguió avanzando apoyada en Akiva para ver aquella pared que había visto en los recuerdos de otro.

Por un momento, Kaireen la miró sin entender, y se sintió absurdamente engañada. Pero entonces entendió…. o creyó entender… no, tenía que ser eso…

-Oh. Por todo el agua del mundo… -se le escapó la exclamación, y se aferró más fuerte a Akiva, temiendo perder el equilibrio-. Mis disculpas… Akiva… Ukos…. creo que tenéis razón… aquí hay algo de índole religiosa, después de todo…

La tensión de su mente se transmitió a Akiva a través de la presa de sus dedos, que se cerraron inconscientemente sobre la carne de la sacerdotisa, apretando su brazo. Y ahora, ¿cómo les explico esto? ¿Cómo sin traicionarme a mí misma…?

Notas de juego

Kaireen está a 1 pg tras los cuidados de Akiva... cuidadla mucho *ojitos suplicantes*

Cargando editor
28/01/2015, 11:24
Arkleris

El guardabosques escuchó atentamente a la mujer y sopesólos pros  y contras. Parecía una locura continuar. Había algo en las palabras por su urgencia e insistencia que lo abrumaba. 

 Esta bien,  Akiva quédate con ella, los que quieran seguir conmigo que me sigan, pero antes...

Su voz sonaba cascada. Su mirada furiosa, estaba dispuesto a seguir hasta el final.

Dime una cosa Kaireen: ¿Hay algo que sepas que no nos ha contado?

Cargando editor
28/01/2015, 19:11
Kaireen

-Yo… no creo que sea buena idea separarnos ahora. ¿Dónde quieres ir? -Kaireen despegó los ojos con dificultad de los símbolos de la pared. Quería asegurarse de no olvidar nada-. Diría de terminar de registrar esta cueva y plantearnos el volver a informar. Aunque está claro que aun hay mucho que averiguar… creo que no estamos para muchos trotes. Sobre todo, yo… tal vez podamos volver mañana…

Se apoyó en Akiva para disimular su debilidad. -Tenemos a los giths entre la salida y nosotros. No será fácil salir… y si no nos retiramos, si aun queréis buscar más información, supongo que deberíamos al menos buscar un sitio donde lamernos las heridas y descansar. Y pensar un plan no suicida.

Kaireen parpadeó ante la furia del explorador. No la entendía. -No… no os quiero ocultar el significado de esos símbolos. Estoy malherida, nuestro próximo enfrentamiento con los giths puede ser el último para mí. Si no sobrevivo, deberéis llevar vosotros la información a nuestros patrones. Pero… no resultan fáciles de explicar.

La joven resistió la tentación de girarse para mirar la pared de nuevo; era mejor estar atenta a los rostros de sus compañeros, en ese momento. No era tan terrible contarles aquello, se dijo; la mayor parte de la gente ni siquiera sabía que el saber leer un idioma no te facultaba para leer otros. Se lamió los labios.

-Esos símbolos son formas toscas y un tanto primitivas de… creo que de uno de los primeros lenguajes mágicos -explicó Kaireen, incómoda-. Parecen representar conceptos más que palabras; tengo la impresión de que el gith que escribió esto estaba muy obsesionado en ese momento y necesitaba sacárselo de la cabeza, siendo ésta la única forma en que encontró de hacerlo. Es… como si tratase de exorcizar unos sueños o un trauma intenso plasmándolo ahí.

Señaló la parte que más le había llamado la atención. -El resto parece girar alrededor de eso. Y es por eso que me he retractado en mi apreciación anterior sobre la religión.

Suspiró. -Si… no sobrevivo, contadle esto al señor Grim de Nibenay. Palabra por palabra. Él lo entenderá mejor que nadie en la casa. Es un hombre muy instruido. Escuchad con atención, y memorizadlo. Os lo repetiré tantas veces como necesitéis para que no lo olvidéis. -Kaireen tenía una excelente memoria natural reforzada por el estudio de la magia, pero sabía que no era el caso de la mayor parte de la gente.

Y comenzó a recitar:

-Con la espada de Rajaat
el Cazador se alzó
y conquistará Athas
con furia y gracia,
Por él nací,
por él moriré,
por él perderé
nombre, condición y prestigio.
Muerte antes que debilidad,
antes que desesperación,
antes que ganancia.
Muerte antes que deshonor,
muerte antes que no muerte,
muerte antes que fuego sin llama
Todo esto prometo
con tu palabra en mi corazón,
tus ojos en mi rostro
y tus colmillos en mi mano,  
por mí mismo

Suspiró. -Eso es todo. No sé quién es el Cazador ni ese tal Rajaat; quizá Grim lo sepa. ¿Necesitáis que os lo repita? Si no, lo mejor sería terminar de registrar esto, y salir de aquí antes de que vengan más giths. No sé qué será más conveniente, si intentar regresar tras recuperarnos un poco, o seguir investigando algo más. No es que me oponga a tratar de capturar al lugarteniente gith, que ahora parece ser su líder, pero... no creo conveniente separarnos. Ir vosotros tres sin Akiva y sin mí puede ser un suicidio. E ir ahora mismo, todos juntos... bien, yo no estoy en condiciones... si vamos... mejor mañana...

Miró a Arkleris, intentando averiguar el por qué de su furia.

Cargando editor
29/01/2015, 14:21
Akiva

La joven acompañó a Kaireen despues de ocuparse de sus heridas. Se habia deshecho del bastón corto que habia resultado roto al parar un golpe particularmente brutal del centinela gith. Akiva avanzaba lentamente, no solo por cargar con Kaireen, sino porque tenia el pie ligeramente hinchado a consecuencia de las patadas que habia descargdado sobre el merodeador caido.

Despues de que su amiga expresasé su disconformidad con las creencias de los gith, Akiva se mostró silenciosa, aunque apreció el comentario de su amiga, respondiendo con una sonrisa y mirando sus propias ropas con gesto elocuente. Lo cierto era que se empezaba a encontrar agobiada ante la perspectiva de permanecer más tiempo en las entrañas de la mina.

Y la perspectiva de registrar la madriguera de los gith se le hacia muy cuesta arriba. Sin embargo, las pinturas en la pared tambien le habian llamado la atención y compartia la curiosidad de Kaireen por los toscos trazos.

Despues de examinarlos, ayudó a Kaireen a volverse y a conversar con el grupo. También estaba preocupada por el enfado de Akleris, aunque creia entenderlo... "Tiene miedo... Esta cansado, herido y asustado... ¿Acaso no lo estamos todos?

Antes de poder intervenir, escuchó las explicaciones de su compañera, con una reverente muestra de fascinación y horror... Esa letania... Creo que la conozco... Asintió para sí, consciente de que recordaria cada palabra para poder repetirsela al sabio de la Casa.

-Estamos cansados y heridos... Tenemos pocas pistas de lo que ha pasado aqui... Creo que es un buen momento para tomar un breve descanso y comer algo... No creo que los gith ataquen ahora y tenemos mucho que hacer...

Con cuidado depositó a Kaireen en el suelo y le ofreció un poco de agua antes de ponerse a registrar la inmunda cueva. A pesar de todo, sus ojos volaban de vez en cuando a las paredes pintadas, mientras trataba de tranquilizarse lo suficiente para recordar aquello que parecía escaparsele...

Cargando editor
29/01/2015, 14:47
Akiva
Sólo para el director

Notas de juego

Buenas, Master.

Akiva tiene amplios conocimientos sobre religión y sobre lenguajes antiguos; y me gustaria saber si puede sacar algo más en claro sobre el criptico mensaje que nos ha transmitido Kaireen.

Cargando editor
29/01/2015, 14:58
Arkleris

El explorador relajó sus facciones. Estaba totalmente desorientado y la respuesta de la bella muchacha lo desconcertaba aun más. Realmente no sabía como salir de aquel atolladero. Deseaba proteger a sus compañeros pero se sentía impotente, y más aun no sabiendo con exactitud lo que estaba pasando. Demasiadas incógnitas. Luego estaba el tema de los símbolos y aquel poseso que casi acaba con la chica.
Clavó su mirada inquisitiva en la chica que se encontraba desconcertada por su repentina reacción. Trató de manifestar serenidad. Su mirada se ablandó.
- Estoy frustrado, Kaireen y todo este asunto me traumatiza, será la sensación que tuvimos antes, quizás el aire viciado...quizás este techo que me impide ver el sofocante sol...o quizás todo a la vez: pero me siento perdido
Se arrodilló unos instantes - separarnos una locura, no quiero perderte por el camino y en tus condiciones no auguro nada bueno, quizás un respiro nos vendrá bien y aclarará un poco este asunto.

Cargando editor
29/01/2015, 23:10
Kaireen

Kaireen se sintió aliviada al ver que no había preguntas sobre su capacidad lectora de aquellos símbolos. Sonrió cansadamente.

-A mí también me agobia este ambiente. Es malo porque ya llevamos mucho tiempo aquí abajo. Supongo que nos acabaremos acostumbrando.

Bebió agradecida el agua que le tendía Akiva.

-Descansar resulta tan tentador -suspiró en respuesta a su amiga y el explorador-. Aunque yo no me sentiré tranquila haciéndolo aquí, pensando que los giths pueden volver en cualquier momento. Preferiría buscar otro lugar para eso, después de todo este lugar es de ellos… es lógico pensar que regresarán.

Se miró las manos. -Después de recuperarnos un poco… ¿qué preferís hacer? ¿Veis viable ir a por el lugarteniente, o sería mucho para nosotros? ¿O, dado que ya tenemos alguna información útil, intentamos ganar la salida? -Claro que dado que los giths estaban entre la salida y ellos, quizá ambas cosas no fueran excluyentes, pensó, temiendo que los giths, aun en su número después de todo no tan abundante, fueran demasiados para ellos cinco.

Cargando editor
01/02/2015, 17:04
Ukos

Ukos miró atentamente a sus compañeros mientras hablaban e intentaba entender sus palabras. Su poco contacto con los "altos" le hacía difícil entender las emociones que expresaban, pero solo el hecho de intentar cuidarse entre ellos le recordaba a su epoca con Lual. La "alta alfa" parecía al borde de la muerte y aun así se esforzaba en contribuir y aquello, a ojos del halfling, decía mucho.

-Si necesitar descansar, entonces descansar. Yo poco herido, yo vigilar.-Se ofreció con una mueca en la boca que podría asemejarse a una sonrisa- Lugarteniente seguro fuerte y peligroso. Todos necesarios para matar él. Yo no poder derrotar mente de lugarteniente si no muy concentrado y necesitar "altas" proteger a Ukos. Salir ser loco ahora, guerreros heridos, hembras heridas y Ukos cansado. Tarea poder esperar, para que nosotros poder cumplir.

El halfling se acercó al grupo y saco algunas vísceras de gith que había guardado, ofreciendolas a sus compañeros para que pudieran recuperar algunas fuerzas.

-Necesitar comer- Dijo a la "alta alfa"- y descansar, tu muy herida.

Cargando editor
02/02/2015, 10:45
Director

Notas de juego

No, por ahi no sacas nada.

Cargando editor
03/02/2015, 14:50
Akiva

Akiva se mordió el labio, inquieta. Los frescos de la pared, prometedores en primer termino, habian resultado desconcertantes para la joven. Comprendía que el tiempo se les acababa, pero sentía que algo se le escapaba.

"A ver... ¿Que es lo que sabemos hasta ahora? Han saboteado los puntales de la mina... Debilitandolos de alguna manera... Han atacado a los mineros y a las patrullas de guardianes... Sabemos que han sido merodeadores gith... Que han sido traidos aquí desde su habitad natural gracias a algún tipo de control mental por un desconocido del que no sabemos nada..."

Con lentitud, deambuló por la caverna, acuclillandose de tanto en tanto. Aunque su área de conocimientos eran las hierbas curativas y su devoción, el agua, Akiva trataba de extraer toda la información que podía de la caótica escena.

Sabia que tenia muy poco tiempo.

Cargando editor
03/02/2015, 15:21
Akiva
Sólo para el director

Notas de juego

Bueno... Habiendo fallado en la mejor baza de Akiva, solo queda intentar un último vistazo a la caverna y a su contenido, por si encuentra algún retazo de información.

Cargando editor
04/02/2015, 18:37
Director

Tyr en el 189º era del rey en el año del Desierto Adormecido, 36 días después del sol bajo.

Tenéis la victoria total al alcance de las manos. Los giths de la mina habían sido diezmados, el santuario de su líder profanado y este había tenido que huir de vosotros. Pero vosotros estabais agotados, heridos, al límite de vuestras fuerzas. Era grande la tentación de acabar con aquello, pero la voz de la razón, y el peso de los heridos, os hizo finalmente desistir de lo que seria una carga heroica, pero a buen seguro con bajas. Teníais prácticamente toda la información que podíais sacar de aquí, podíais poner un nombre y un rostro a los invasores de la mina para que la guardia de la casa les cazasen.

Pero para eso tendríais que salir, y a buen seguro los giths no dejarían que os fueseis de rositas. Si os movíais rápido creíais poder alcanzar el pozo sin que tuviesen tiempo de organizar nada, el problema era que hacer una vez allí. Debíais subir por una rampa muy estrecha durante quince minutos (y eso si alguien se cargaba a Kaireen al cuello) quedando a merced de cualquier cosa que decidiesen arrojaros los giths.

Os encontrabais en un brete, pero a Grommekh se le ocurrió algo que, si bien era arriesgado, al menos tenía posibilidades. El enano proponía que el humano, el más sigiloso del grupo, se adelantase y subiese para soltar una de las largas sogas del elevador. Eso os permitiría ascender mucho más rápido y, sobretodo, permanecer menos tiempo expuesto a un posible ataque de los giths. Pero el enano también propuso colapsar uno de los túneles que habíais recorrido, uno “especialmente endeble” según él. Si se podía atraer a los giths a ese pasillo bloquearíais el acceso y les obligaríais a dar un rodeo para llegar al pozo. Y con suerte siempre podíais pillar a alguno que otro.

No era gran cosa, pero era lo mejor que teníais así que os pusisteis manos a la obra. El punto más complicado del plan era la coordinación. Si llegabais al pozo antes de que Arkleris lanzase la cuerda las cosas se os iban a complicar. Y si la cuerda se tiraba mucho tiempo colgando alguno de los giths acabaría viéndola y oliéndose algo. Así pues os asegurasteis de calcular con el explorador cuanto debería costarle llegar y hacer lo acordado, y después un margen determinado por si se encontraba con problemas (y en el que debería esperar si no se los encontraba).

Tras la marcha de Arkleris os pusisteis a discutir lo que debíais hacer cada uno. Ya habíais acordado que cuando estuvieseis cerca del túnel Kaireen debería simular que se rezaga y perdía fuelle. Visto como había actuado el guardián gith con ella suponíais que por algún motivo no le tenían aprecio, y además los giths parecían del tipo de depredador que no dejaba escapar una presa herida.

Tuvisteis bastante tiempo para prepararos, y sobretodo para preocuparos, en el plazo que le habíais dado a Arkleris, así que cuando emprendisteis la marcha de nuevo todo el mundo sabía que había que hacer. Pero como ocurre incluso con los mejores planes, pronto todo se torció.

Al principio todo parecía ir bien, avanzasteis sin encontraros a los giths y la añagaza con Kaireen pareció funcionar y atraer a unos cuantos, no muchos pero iba a ser mejor que nada. Fue entonces cuando apareció el resto. Debían de haber estado preparándose para flanquearos cuando intentaseis huir, pero vuestro movimiento les había trastocado los planes y habían tenido que contentarse con asaltaros desde un pasillo lateral de la galería en que os encontrabais.

- Largo.- Os grito Grommekh lanzándose contra los giths que se apartaron de un salto de la enorme maza del enano.- Yo os cubro, llegad al pozo.

- Venga feos ¿Quien quiere ser el primero en perder la cabeza?- Les retó el enano plantándose ante ellos y consiguiendo que los giths se detuviesen un momento ante lo que era un claro desafío.

Eran demasiados para que el enano pudiese hacer nada. Pero a decir verdad eran demasiados para poder con ellos incluso quedándoos todos. Y por la manera de hablar de Grommekh tenía un plan. Quisieseis o no confiar en el enano era la única oportunidad que teníais de volver a ver la luz del sol.

Nunca llegasteis a saber que ocurrió en el túnel. Los gritos y los aullidos de los giths fueron in crescendo por la llegada de su líder, pero bien justo habíais llegado al estrecho túnel que llevaba al foso del elevador cuando se escucho una tremenda explosión a vuestras espaldas que demostró cuan inestable era todo regandoos generosamente con polvo y piedrecillas. El estruendo del derrumbe subsiguiente fue aun peor y realmente creíais que se os venía todo encima. Pero no fue así, llegasteis a la cuerda y de ahí al elevador. La salida estaba al alcance de la mano.

Cargando editor
08/02/2015, 07:18
Akiva

"Tenemos la victoria al alcance de las manos"

Akiva alzó la vista túnel arriba. Sus mejillas, manchadas de polvo y sangre, estaban surcadas por regueros de lágrimas secas. Estaba cansada, a pesar del anterior descanso. Sabia que el sacrificio del enano era necesario pero, a pesar de ser voluntario, a Akiva la entristecía sobremanera.

Lanzó una mirada preocupada a Kaireen, a la que había apoyado contra la fria pared de piedra de la mina. El irracional odio que los merodeadores sentían por ella casi le había costado la vida. Solo por eso, tenían que salir de allí. Akiva se reafirmó en su decisión de escapar de la mina e informar a la Casa de los magros conocimientos que habían recogido con tanto esfuerzo.

La joven volvió a alzar la vista hacia arriba. Habían confiado sus vidas al explorador y su tardanza estaba empezando a causar cierta inquietud. Y el eco, reverberado en los túneles de la mina, no ayudaba, precisamente.

Con un pesado golpe, la cuerda cayó de lo alto, sobresaltando a Akiva. Recuperándose con prontitud, cogió a Kaireen por debajo de los hombros y la ayudó ha llegar hasta ella.

- Sube- ordenó Akiva- No discutas. Tienes que contar lo que ha pasado aquí. Sube- espoleó de nuevo.- 

Cargando editor
09/02/2015, 12:31
Ukos

A Ukos no le gustaba la idea de dejar al enano atrás. En el poco tiempo que habían pasado juntos, Grommekh no solo había demostrado su valía, sino que también había sangrado mucho por el grupo y ahora se ofrecía a morir por ellos. Esa clase de honor y valentía tan poco común en Athas, casi podría decirse que eran antinaturales en un mundo tan cruel, llegarón al corazón del pequeño halfling.

Con un movimiento rápido, Ukos arrancó un trozo de hueso rectangular de los fetiches contra el "mal fario" que llevaba el supersticioso enano, mientras dejaba una de sus jabalinas a cambio.

-Yo honrar tú, Ukos nunca olvidar Grommekh- dijo con una voz tan solemne que cualquiera que lo oyera sabría que era verdad.

Tras el breve reconocimiento al valor del enano. El halfling salió corriendo tras sus compañeros, decidido a que aquel sacrificio no fuese en vano. Al llegar a la cuerda, señalo a Kaireen

-Tú hacer caso a "alta-manos-sanar"- refiriendose a Akiva- Tu saber mas que otros de que pasar, así que tu tener que escapar. Y luego tú- encarándose ahora hacia a la curandera- Yo subir último, yo fuerte y yo poco herido. ¡Correr!- las apremió

Cargando editor
10/02/2015, 12:26
Arkleris

El tiempo apremiaba. Si era raudo podía salvar al resto del grupo. Se esforzó como si la vida se le fuera en ello, su destreza era crucial para esos momentos. Avanzó por la galería lo mejor que pudo, recurriendo al sigilo como una compañera, un infiel compañero pues su interior le pedía correr llevado por las prisas. Desechó pensamientos nefastos como esa falta de aire, se detuvo a respirar como un poseso, creía ahogarse. Cerró los ojos y se concentró. Avanzó hacia el pozo subiendo la rampa lo más silencioso. Mantener la calma era importante si quería que los ecos de las cavernas no revelaran su presencia. Sólo se permitió un escaso minuto para agacharse posando las manos sobre los muslos. Miró hacia arriba. Levanta la cabeza hacia un cielo que estaba oculto tras muchos, muchos metros de roca. Montó el montacargas y se dispuso a subir lo más rápido que podía. Miró esperando que sus compañeros aparecieran en cualquier momento...

Notas de juego

Perdón, creía que había hecho mi turno.

Cargando editor
10/02/2015, 19:22
Kaireen

Kaireen se recostó contra la pared del pozo, pensando que no tenían tiempo ni siquiera para aquel segundo de debilidad. Se sentía cansada, dolorida, e increíblemente débil, pero, sobre todo, frustrada más allá de cualquier descripción. Cuando pensaba en haber tenido que dejar atrás al enano, se sentía llena de rabia y tristeza. Debería haberme opuesto. Debería haber tratado de detenerlos. Quizá lo hubiera logrado, estaba segura de que hubiera podido asustar hasta la médula a aquella horda de giths, que hubiera podido hacer que se encogieran despavoridos, incapaces de hacer otra cosa que temblar y gemir, proporcionándoles a ellos un tiempo precioso para huir. Y aun le hubiera quedado algún que otro truquito para después, para los que no hubieran sido alcanzados por el conjuro…

Tal vez. O tal vez no. Era posible que si hubiera insistido en aquel curso de acción todos hubieran muerto. Lo cierto es que había subestimado el número de giths que pululaban por aquel lugar. Había muchos más que los que habían visto hasta ahora. Desde luego, se habían tomado muchas molestias trayendo a tantos a aquellas minas… Kaireen no podía menos que preguntarse por qué, aunque estaba demasiada cansada para dilucidarlo. Sentía la mente como sembrada de cristales finos, enturbiada por el dolor del cuerpo y el miedo y la adrenalina que aun le embargaba.

Lo hecho, hecho está, pensó Kaireen, derrotada. Hubiera hecho bien o mal en no apoyar al enano, en insistir en intentar una última resistencia, ya no tenía vuelta atrás. Al final sí que es verdad que sólo he servido para planificar. Y para servir de cebo. Me pregunto por qué esos giths parecen haberme escogido como blanco por encima del resto. No parece lógico, soy la única que no ha demostrado ninguna habilidad útil. Los otros les han hecho mucho más daño, y el mediano ha bloqueado los ataques de su jefe; por no pensar en Akiva, que ha curado nuestras heridas…

-Sube. No discutas. Tienes que contar lo que ha pasado aquí. Sube -oyó que decía Akiva, y al instante el mediano la secundó. Kaireen reaccionó, regañándose a sí misma por perderse en introspecciones, una mala costumbre en aquellos momentos. Se enderezó, meneando la cabeza.

-Vosotros sabéis todo lo que yo sé, no os he ocultado nada. Da igual quien lleve el relato de lo que hemos averiguado. Deberías subir tú, Kiva. Eres más útil que yo.

Pero tampoco era cuestiíon de perder el tiempo discutiendo. Sus compañeros tenían razón, estaba muy malherida. Con un suspiro, cogió la cuerda y comenzó a ascender.

Cargando editor
12/02/2015, 16:44
Akiva

Akiva sonrió... Aunque todos parecian cuestionar sus ordenes, parecia que las cosas se iban a solucionar. Aceptó que el robusto halfling demostrase su valentia y lealtad hacia Kaireen con un bufido resignado... más para tapar la sonrisa que afloraba en su rostro, que por autentico enfado.

Sin embargo, que Kaireen admitiese que tenia que salir la primera insufló nuevos animos a la joven cleriga, que se apresuró a colocarse debajo de su hombro y sujetarla para ayudarla en su penosa ascensión.

 

 

Cargando editor
18/02/2015, 18:08
Director

Tyr en el 189º era del rey en el año del Desierto Adormecido, 36 días después del sol bajo.

Tras salir de la cueva por el elevador, ayudados por los guardias de la entrada, no pudisteis evitar cierto pesar por no poder ver la deslumbrante luz del sol oscuro. Pero aun así incluso la noche era brillante en comparación a la oscuridad de abajo. Y en especial esa noche. Las dos lunas, Ral y Guthay, se mostraban prácticamente llenas en el cielo, algo que sucedía menos de una vez por década.

Tras aliviaros y vendaros de forma rápida os subieron a un palanquín cubierto y os trasladaron como si fueseis señores. Los guardias no sabían que ocurría, simplemente que tenían instrucciones de transportaros de forma discreta. No hacía falta mucha imaginación para suponer que los templarios andaban al acecho. Lo que si resultó sorprendente es que tras tan solo veinte minutos de trayecto el palanquín se detuviese y que tras las cortinas, en lugar de alguno de los edificios del complejo de Atrea hubiese una casita baja de barro cocido en medio de una plantación que no reconocíais.

No tardaron mucho en recibiros, y los guardias en alejarse. El consejero de la casa Grim de Nibenay os esperaba junto a otras dos personas. El primero parecía un anciano afable de blanca barba con la piel curtida de aquel que ha tenido que trabajar duramente, pero con las redondeces que pocos no nobles se podían permitir. La segunda era una mujer que estaría al final de su treintena o unos cuarenta bien llevados. Todo en ella, desde el peinado, la pose, la mirada o las joyas la señalaban como noble.

No se andaron por las ramas, aunque el anciano insistió que antes bebieseis una infusión, la cual se llevó no solo vuestro cansancio si no todas vuestras heridas que se esfumaron como un mal recuerdo. Y de esos teníais ya muchos. Terminado esa preliminar Grim insistió en escuchar vuestro informe, interrumpiéndolo con preguntas concretas sobre esto y aquello. La mujer por su parte, aparte de una mirada que os hizo sentir entre desnudos y objetos, no realizó ni el mas mínimo gesto.

Terminada vuestra historia los tres se miraron un rato, obviamente conversando telepáticamente. Y tras unos minutos parecieron tomar alguna decisión.

- Lo habéis hecho bien. Quizás os cueste creerlo pero se os mando a una situación peligrosa de la que se disponía de poca información y no solo habéis vuelto con las respuestas si no que habéis demostrado una iniciativa digna de atención.- Dijo Grim tras levantarse de la mesa donde los tres estaban sentados, el único mobiliario de aquella pequeña casa de una habitación.

- Habéis perdido compañeros, pero eso es lo que les ocurre a los que sobreviven en este trabajo.- Siguió comentando Grim en su característico tono en exceso educado y sin el más mínimo rastro de sentimiento en su voz o su rostro.- Pero en cualquier caso esto ha dejado de ser vuestro problema. Si es que es eso lo que queréis.

- A partir de este momento sois libres. Sea de vuestra condición de esclavos o de la deuda de un maestro.- Dijo mirando al decir esto último a Ukos.- Salid ahora mismo por esa puerta, os sacaran de la ciudad y os darán lo suficiente como para volver a empezar. Sin mas preguntas ni exigencias. Si es lo que queréis.

- Pero si queréis seguir con lo que habéis empezado. Si queréis sangre por vuestros amigos o respuestas a vuestras preguntas. Entonces quedaos. Quedaos pero sabed que nunca, jamas, seréis libres ni se os volverá a ofrecer esta opción. Quedaos y obtendréis respuestas, pero algunas respuestas llevan consigo cadenas mas pesadas que las de piedra.

- Os estoy dejando las cosas bien claras. No creáis que intento engañaros o asustaros. Idos y vuestra vida sera vuestra, para bien y para mal. Quedaos y el peso de los secretos os quitará esa oportunidad, y riesgos como los que habéis vivido hoy se convertirán en algo cotidiano. Si sobrevivís.

- Tenéis una elección que tomar, sed rápidos, tenemos cosas de las que ocuparnos.

Cargando editor
18/02/2015, 19:48
Kaireen

Por primera vez desde que había entrado en la sala miró al señor Grim, y si cuando había entrado lo había hecho con un respeto neutro, ahora lo hizo con una mezcla de incredulidad y frustración. Kaireen bebió otro sorbo de la infusión, solo para darse tiempo para pensar.

Libertad. Le ofrecían su anhelo más deseado, si renunciaba… ¿a qué? ¿Venganza? Kaireen quiso reír. ¿De qué les servía la venganza a los muertos? De nada, esa era la triste realidad. Kaireen había lamentado la muerte de Thrylad y Grommekh, pero no les conocía, realmente no les conocía. ¿Cómo llamar amigo a alguien a quien había conocido ese mismo día? Tal vez si quien hubiera muerto fuera un ser más próximo a ella la ira y la pena la ofuscarían a tomar ese camino. Pero no era el caso; lamentaba mucho la muerte de Thrylad y Grommekh, pero no podía sentir hacia ellos ese tipo de emociones que nublaban el sentido común. Y el sentido común le decía que los muertos, muertos estaban, y la venganza nada haría por ellos.

-Realmente no nos estáis ofreciendo una opción. Una vez alguien me dijo que las cadenas de la esclavitud atan solamente las manos, pero que es la mente la que hace al hombre libre o esclavo. Eso no es del todo cierto -repuso Kaireen-, aunque tenga parte de verdad. Hay hombres libres que son esclavos de sus pasiones, de sus miedos o sus inseguridades. Pero lo que yo he comprobado es que cuando otros son dueños de tu vida, de tu futuro, de tus hijos y todas tus decisiones, no hay mente que pueda ser verdaderamente libre.

Se encogió de hombros. -La venganza es un sentimiento estéril que no conduce a nada. Respuestas… sí, siento curiosidad. Pero no la suficiente para negarme la oportunidad de ser mi propia dueña -repuso Kaireen, serenamente-. No creo que ninguno de vosotros tres entendáis bien lo que significa ser esclavo, o no nos estaríais ofreciendo esta parodia de opciones.

Miró a Akiva, preguntándose qué elegiría. Siempre se había sentido mucho más feliz en la casa y con su condición que ella. Kaireen suspiró al pensar que sus caminos podían separarse. Akiva era la única persona a la que podía llamar amiga.

Pero finalmente volvió los ojos por turnos hacia Grim y los otros dos desconocidos, antes de dejar la taza vacía con cuidado sobre una mesa.

-Para ser sincera, mi corazón me dice: toma esa puerta y no mires atrás. Mi sentido común me dice eso mismo. No sé lo suficiente sobre este asunto como para rechazar una oportunidad semejante -inclinó levemente la cabeza ante Arkleris y Ukos, como disculpándose por haberles hecho pensar que era una ciudadana libre.

Cerró la mano en el aire, como intentando atrapar algo invisible. -Si no lo he hecho todavía es sólo porque presiento que esto es importante. Voy a decir la verdad, lisa y llana: odio ser esclava. Lo detesto con cada fibra de mi ser. Tanto que eso empaña mis sentimientos hacia la casa, hacia la que siento lealtad y agradecimiento por ser lo que es, pero también resentimiento, mucho resentimiento porque es mi dueña. Cuantas veces he pensado que si fuera libre, me gustaría seguir ayudando a la casa, pero porque yo hubiera decidido hacerlo, no porque no tengo otra opción. Yo podría querer acabar con esto que hemos empezado si hubiera un buen motivo para ello. Odio dejar algo inacabado, y más; soy algo más que una perfeccionista insufrible, soy alguien…leal. Pero con lo que sé actualmente, no tengo ese motivo.

-No nos habéis ofrecido una elección -dijo Kaireen, con tristeza y cansancio. Había agotamientos que ninguna magia podía eliminar-. Señor Grim, tú me conoces… lo suficiente, creo. Tal vez. Entiendo muy bien que los secretos, las lealtades o los miedos pueden forjar cadenas invisibles mucho más pesadas que las físicas, y puede que tan restrictivas como las físicas. Pero si esto es realmente importante y me necesitáis, dame una razón para rechazar esta oportunidad. Porque actualmente no veo elección alguna en lo que ofrecéis. Intuyo que esto puede ser importante, pero no pienso empeñar mi libertad a una intuición. Necesitaría una seguridad en ese sentido. Puede que no puedas contarme todo lo que haya, que sea peligroso hacerlo. Acepto eso. No te pido que nos lo desveles.

Se encogió de hombros, indiferente. Kaireen estaba acostumbrada a su curiosidad no se viera satisfecha; nunca en su vida había obtenido esa satisfacción, en realidad. -Pero ya que te has molestado en hablarnos, danos una opción real. Yo, al menos, necesito algo más. Es ridículo que me ofrezcas la oportunidad de rechazar mi libertad sin saber por qué no debería rechazarla, sin saber si el motivo por el que lo hago es importante o no. Venganza o curiosidad no son motivos. No para mí. La venganza no conduce a nada, y me sorprendería mucho si comprometerme con vosotros no engendrara más interrogantes sin respuestas. Las personas amantes de los secretos no se vuelven locuaces así como así.

Inesperadamente, esbozó una sonrisa. Era un gesto raro en ella; aunque también era cierto que estaba teñida de una ironía amarga.

-Y necesitaría saber también por qué no podría continuar ayudando siendo una mujer libre. Los compromisos, señores míos, se toman con mayor agrado y mayor tesón cuando surgen de la propia voluntad, no de una obligación miserable. Habláis de cadenas más pesadas que la piedra, pero ciertas cadenas, señores, no son en realidad tales, porque han sido asumidas por voluntad propia. -Y ahora los ojos de Kaireen no se desviaron de Grim, que sabía mejor que nadie en aquella estancia cómo ella no había rehuido ese tipo de cadenas con la Alianza.