Partida Rol por web

La ciudad está protegida por una muralla construida sobre un terraplén empinado. Ese muro exterior cuenta con torres de vigía hechas de madera y reforzadas con piedra.

Las viviendas de Robleda son bajas, casi todas de una o dos plantas, construidas en piedra y madera.

Las calles de la ciudad son estrechas y empedradas, manteniéndose limpias y cuidadas. Se abren y distribuyen desde la plaza central de la villa, donde se levanta la casona del Consistorio del Burgomaestre.

Al lado del Consistorio se encuentra el Alguacilazgo de la Guarda de Robleda y la pequeña prisión anexa.

Muy próxima a la plaza, está la casona donde se reúne el influyente Consejo de Vecería de Robleda

Sales al exterior la noche es fría, y lo sientes ahora más que nunca después de haber estado en la taberna cobijada bajo su calor y con el sudor de la adrenalina del combate. El olor a pescado es tan fuerte que se vuelve desagradable.

El puerto está en silencio allí ves algunas barcazas, la muralla de la ciudad impide el acceso a ésta debéis de dar una gran vuelta hasta las puertas que acceden a Robleda.

Las chabolas y cabañas se amontonan sin ningún orden en los alrededores de la taberna, entre el barro y la nieve que cubre los campos durante el invierno. Esta posada ilegal ha surgido en esta zona de mendigos y proscritos, muchos de los cuales tienen prohibida la entrada en la ciudad. Sin embargo permanecer en esta zona no es muy recomendable, ya que las enfermedades y las infecciones campan a sus anchas entre los hombres, cerdos y otros animales que deambulan entre la podredumbre.

El Capitán te esperaba fuera con sus soldados, al verte se dirige hacia ti con un gesto amable mi señora no es vos ninguna presa acompáñeme en este recorrido mientras mis guardias nos siguen. Con su mano señala al lado suya mientras sus soldados se encuentran atrás de él, ves que los soldados se encuentran impacientes de salir de la zona, cuestión que te hace entender que no es un lugar muy frecuentado por la guardia, y si no llega a ser por esta banda de piratas no se hubiesen dignado a venir.

Isolda traspasó el umbral aligerando el paso siguiendo a los soldados de la guardia, llevaba en su mano derecha la lanza y en el brazo izquierdo el escudo.

Tan pronto como sus pies pisaron el barro del suelo y notó el aire frío que cortaba la piel como un cuchillo, se sintió desfallecer, le vino a la mente la sensación deprimente de que el mundo era un lugar inhóspito y cruel y que ella no era la valiente guerrera que iba a cambiarlo, sino una pobre niña asustada que nada podía hacer para hacer frente a la hostilidad imperante. El olor desagradable, el frío, la nieve, el recuerdo de la hostilidad de las personas, la sensación de desamparo, todo parecía aliarse para hacerla desistir, pero Isolda, hija de Atreo, no pensaba dejarse amilanar.

Echó la vista a su alrededor contemplando la muralla y el puerto, miró las casuchas y las gentes que habitaban el lamentable barrio extramuros, miró hacia los amarraderos donde esperaba encontrar la "Bella Molly" del capitán Every preguntándose si volvería a ver a aquel hombr, miró a los soldados de la guardia que la esperaban nerviosos y a su capitán Borka, que parecía haberse vuelto mucho más amable desde que hablo con Leon y Edrik.

Se acercó deprisa a los soldados, no queriendo hacerles esperar y temiendo que si dudaba o rechistaba lo más mínimo, Borka se arrepintiera de su oferta. Caminaba erguida, con la cabeza bien alta y la espalda muy recta, apoyando el cuento de la lanza en el suelo como si fuera una cayada mientras mantenía el escudo alto, en su sitio com si estuviera en guardia.

Se colocó al lado del capitán Borka y le miró con los ojos serenos, que no denotaban la agitación interior y habló, dirigiéndose a él y a su improvisada escolta: - Será un honor y un placer caminar a vuestro lado, Señor Capitán, debo felicitarle por la presencia y disciplina de sus hombres, sin duda han recibido una instrucción del más alto nivel - mientras hablaba miró uno por uno a los guardias, intentando ver que clase de hombres eran.

Estos guardias, van muy fuertemente armados, ¿acaso son auténticos guerreros o son meros milicianos?, el equipo que llevan vale una fortuna y solo un hombre rico podría costearselo. ¿Serán ellos mismos los que se compren su equipo o será el Burgomaestre, con el dinero de los impuestos, quien se lo proporciona?. Deben ser gente de clase media al menos, o de clase media-alta, no creo que recluten a los guardias entre los bajos fondos. Pero las formas de ese Borka no demuestran mucha hidalguía. Apuesto a que la gente de este barrio no le tiene ningún cariño a la guardia.

- Seguro que los dignos habitantes de Robleda están orgullosos de su guardia, apuesto a que la mera presencia de estos hombres basta para infundir respeto en los maleantes - añadió esto en alta voz, con palabras halagadoras asegurándose de que la oyeran todos los hombres de la escuadra. - Cuando vos queráis señor capitán, iniciemos la marcha, que me urge hablar con ese pobre viejo Garm, por ver si puedo aliviar su sufrimiento y por si puedo descubrir que pasa con ese asunto de la torre abandonada - no tenía sentido fingir, cuando el capitán ya había adivinado las intenciones del grupo de aventureros y no parecía oponerse a ellas.

El capitán emprende la marcha, gracias mi señora - se queda mirando tu lanza, vos sois una mujer joven no cabe lugar que vayáis apoyada en vuestra arma, por otro lado está mal visto que tanto los miembros de la guardia, como ciudadanos y extranjeros vayan con las armas desenfundadas en la ciudad. Debo de decirle que no tiene ya que temer, está con la ley y no tendrá más problemas en la ciudad mi señora. Ha estado vos en la peor zona y periférica a la ciudad, ya verá que la ciudad dispone de la completa seguridad, como de la comodidad y saneamiento. Te mira queriendo parecer simpático mientras avanzáis no obstante ves que no puede ocultar una mirada de desaprobación. También debo de deciros que debéis dejar las armas en una habitación adyacente antes de entrar en el pasillo de las celdas, no está permitido que ninguna persona entre con armas, a no ser los carceleros mi señora, si ve que es demasiado para vos está todavía a tiempo de desistir, ni esta zona ya señala hacia atrás ni la prisión son lugar para ver por una señorita como vos. 

Ahora que pienso, todavía no sé su nombre ¿a quién debo de dar las gracias por la gran intervención hecha? te dice mirándote a los ojos.

Ves que el capitán dispone de armadura de escamas esta es mejor que la tuya, formada por cota y grebas de cuero (y un faldar separado) cubiertas con piezas de metal superpuestas a modo de escamas de pez, igual que sus soldados la única diferencia es su uniforme algo distinto mientras que sus soldados van con ropas de cuero blancas y azules, completado con yelmos de formas angulosas adornadas en su parte posterior con una mata blanca de crin de caballo. el capitán va con el casco en su mano izquierda lleva a la espalda un escudo pesado mientras que sus hombres un escudo ligero. En cambio éstos llevan ballestas mientras que el capitán carece de ella.

Es un hombre un poco más bajo que tú, pero más fornido, su carisma mantiene a raya a sus soldados. Dando como resultado una milicia repleta de inútiles, más preocupados de mantener su puesto que de garantizar el orden en la ciudad.

Formar parte de la milicia está restringido a humanos, aunque con alguna excepción se puede permitir el acceso a elfos, siempre que disimulen su procedencia. El ingreso es sencillo y sólo se pide tener algún conocimiento en el combate. Por cada día de servicio prestado, el soldado tiene derecho a una cama en los barracones, tres comidas y una paga de dos monedas de plata. El hecho de no cumplir alguna orden o incurrir en algún delito significa la expulsión inmediata de la milicia, sin posibilidad de volver a ser admitido.

Al avanzar va desapareciendo aquel olor nauseabundo a pescado podrido, el aire se vuelve otra vez respirable mientras marcháis al norte desapareciendo el puerto y las casas que lo rodean, dejando paso a un terreno llano y regular a su izquierda viéndose el mar embravecido que choca contra sus costas, el sonido se junta con el de grillos y otros animales nocturnos mientras que a la derecha el muro de piedra va rodeando la ciudad, con torres vigías construidas en madera de roble y reforzadas con piedra y yeso colorado.

- No os preocupeis Señor Capitán- dijo e inmediatamente le ofreció su arma - os confío mis armas como defensor de la paz de esta noble villa, si vos no podéis tampoco llevarla al interior de la ciudad, podemos confiarla a los centinelas de la puerta, hasta que regresemos. De nada me ha de valer una sola arma contra tantos si me tienen tendida una celada, pero intentaré mantener el escudo, al menos no les será tan fácil atacarme si al final se descubre que sus intenciones son malas, tampoco le diré nada de la daga, ya veremos si en la prisión insisten en que me deshaga de ella, en ese caso ya veré que hago.

A continuación se colgó el escudo a la espalda y, dedicándole una candorosa sonrisa continuó hablando: - Mi nombre por cierto os lo diré, Capitán Borka, soy Isolda de Calerianne, hija de Atreo, que fue capitán en los ejércitos de la Reina Vigdis y sirvió honorablemente durante muchos años. Esta lanza que os confío fue suya y la empuñó con bravura para espanto de sus enemigos - mientras hablaba, procuraba mirar de vez en cuando a Borka a los ojos, pestañeando ligeramente con un deje inocente, pero no exento de una sutil coquetería.

Veis cómo el capitán os sonríe mientras se relame los labios como si la boca se le hiciera agua, se queda mirándote por un breve tiempo cuando sale de su ensimismamiento para darse cuenta que tiene tu lanza en su mano. Viendo que no has captado lo que te quería comunicar, se agacha depositando tu lanza en el suelo y quitando su escudo, coge el correaje que sujetaba el escudo para atarlo a la lanza. Después se levanta y con tu permiso te lo pone atrás a tu espalda y debajo de tu escudo. Te lo ciñe ahora bien amarrado que llega desde tu hombro hasta tu cintura, notas como su nariz se acerca a tu pelo pareciéndote por un breve instante que te estaba oliendo. Después se separa - ¡listo! encuentras que aunque la lanza está ahora a tu espalda está inclinada de tal forma que es fácil sacarla del correaje, tanto como puede ser una espada en su guarda colgada al cinto.

Después mira al frente como si no pudiese aguantar por más tiempo tu mirada - será mejor en cuanto pueda que compre un correaje propio para lanzas y que también tenga varios orificios para jabalinas, si le gusta este tipo de armas a distancia. Coge su escudo con el brazo izquierdo y lo lleva cogido mientras proseguís...

Ahora ya ves cuando superáis la esquina norte superior, una casa molino algo al norte y rodeada la zona de hermosos prados con cultivo de frutales, hortalizas y cereal. Escuchas el sonido del arroyo que está cerca...

Un escalofrío recorre la espina dorsal de la doncella, con una sensación de miedo mezclada con asco, pero procura disimularlo mirando al suelo. El color se le sube al rostro mientras piensa: pero este tipo...¿qué le pasa?, esta situación se está volviendo de lo más peligrosa, existe el peligro de que lo que estoy haciendo se malinterprete....el corazón me late a toda velocidad, pero ¿he de retroceder ante unos remilgos de muchacha?, no soy una simple jovencita, ni una cría estúpida, soy una doncella guerrera, no retrocederé ante nada por la causa de la Justicia.

Continua caminando con la lanza y el escudo aseguradas a su espalda. Mira a su alrededor contenta de que el paisaje vaya mejorando, nuna ha visto una ciudad como Robleda y siente que puede ser algo emocionante, una nueva aventura.

- Teneis razón señor capitán, será mejor que me haga con un correaje mejor, además, la idea de las jabalinas también me atrae, el problema es que hasta ahora no he tenido ocasión de comprar equipo, no tengo más que el que me llevé al salir de casa.

- Por cierto, mi Señor Borka, espero que podáis decirme también dónde puedo encontrar al Señor Baclar, tengo que hablar con él y explicarle que su compañía se encuentra en un estado lamentable, ya que su teniente Ariosto no atiende convenientemente sus deberes, además, debo decirle que no quiero seguir a su servicio, bajo sus estandarte no voy a poder perseguir mi destino.

Es el señor de la Fortaleza del Vado mi señora, dijo un tanto sorprendido, si quiere un puesto en la guardia lo tendrá mi señora, aunque creo que vos aspira a mucho más. Te mira con cara embobada.

Os acercáis a la puerta norte, junto a Robleda al este corre el caudaloso Arroyosauce, el olor de toda la ribera es agradable y fresco, perfumado por los lirios y campanillas de agua que crecen en grandes arbustos en las lomas próximas de su ribera.

En frente vuestra (dirección Norte) se extiende plantaciones de cereales, bancales cargados de albaricoqueros y melocotoneros en flor, o las extensiones dedicadas a la remolacha y otras hortalizas.

Subís por el terraplén inclinado ya que la ciudad se encuentra situada sobre una colina, la puerta se encuentra abierta, los de la torre han dado la voz y los soldados que hacían guardia habrán ido a abriros mediante algún mecanismo, entráis sin que nadie os interrumpa el paso.

Al entrar veis que las calles de la ciudad son estrechas y empedradas, manteniéndose limpias y cuidadas. Las casas son bajas, de una planta, aunque algunas hay más altas, incluso de dos o tres pisos. Las viviendas están construidas con fuerte y nudosa madera de roble, reforzada con piedra de canto en sus esquinas y planta baja. Las techumbres son a dos aguas, de pizarra negra en algunas casas (aquellas de las familias más acomodadas) y de pajizo de cáñamo anudado en las haciendas menos favorecidas. Unos pocos caserones grandes y solariegos están construidos íntegramente en piedra oscura y gris, con techos y artesonados de madera.

Vais por el camino principal que sigue recto hacia donde vuestra vista no es capaz de percibir, al rato de seguir os desviáis por unas de sus callejas, cruzándoos con la oficina del Licurgo de Aduanas, que realiza a su vez funciones de almotacén, recaudador de impuestos e intendente de la corte de Marvalar. Según os cuenta el Capitán, la casa siempre está custodiada por dos guardias apostados en garitas de pie y armados con grandes alabardas. 

¡El señor de la Fortaleza del Vado!, ¿el Señor Baclar?....no puede ser, no puede ser....los caballeros de la fortaleza del vado son abnegados defensores de la Justicia, amparo de los débiles, una fuerza de choque altamente motiva y entrenada al máximo nivel, en nada se parece a la compañía en que yo me alisté....tampoco había visto nunca a Edrik en el campamento y sin embargo proclamó tener cierto rango en esa fuerza...he aquí un misterio que debe ser desvelado.

Pero...¿porqué este hombre me mira de un modo tan raro?, me da una sensación pegajosa, he de ser cauta o me veré en una situación incómoda.

- ¡Ah...sin duda esta es una ciudad hermosa!, joya de la Marca, orgullo del Reino, se respira honestidad y limpieza y doquiera que dejes pasear la vista sus rincones revelan la lealtdad y nobleza de sus gentes. Debe ser un gran orgullo servir a un pueblo tan esclarecido, mi señor capitán.

- Ya pronto hemos de llegar  a la prisión y podré llevar algo de consuelo a esa pobre alma atormentada. ¿Vos sabéis porque se le ha perseguido con tanta saña?. Entendedme señor Borka, no cuestiono vuestro proceder y entiendo que vosotros obedeceis lo que se os ordena lo mismo que haría yo en vuestro caso y que la disciplina no admite distingos, pero...ya me explicasteis los motivos de su encierro...¿creeis que habrá algún modo de hallar favor ante el Burgomaestre para que reconsidere su decisión?.

Contempla encantada como las gentes les miran al pasar, escoltada por soldados y paseando al lado del Capitán se siente como una Reina el día de su coronación, de pronto los cantares de gesta y los libros de caballerías parecen cobrar vida y dar sentido a su escapada.

- Quizá podamos pasar por la casa del Señor Baclar después, si sois tan amable de indicarme donde se encuentra, quiero pedir la baja de su servicio como dije antes, para cumplir otras funciones que también servirán a los fines d ela Justicia.

Mi señora debéis seguir el camino  Manticora que cruza Robleda de este a oeste, dirigiéndoos al oeste cruzaréis dos puentes, tras el último se encuentra la fortaleza.

En cuanto a lo demás no es bueno hablarlo aquí - veis que aunque las calles están vacías debido a que es de noche, el capitán no se halla muy convencido, - quizás los callejones, las casas sin luces encuentren en su interior oídos que escuchen vuestras palabras.

Seguís por los callejones y en un corto plazo os encontráis con el Alguacilazgo de la Guarda de Robleda, cuatro guardias flanquean la entrada, el capitán pasa y todos ellos se ponen rectos haciendo el saludo militar, en cambio cuando tú pasas se te prohíbe la entrada, - señora debe de dejar aquí todas sus armas, su escudo y su casco que pueden ser utilizados como armas, su cuerda y su mochila...

Los guardias poseen la misma indumentaria que los que van detrás vuestra, sus gestos no delatan mala intención alguna, ves como es la rutina a la que están acostumbrados.

Los demás soldados entran en el edificio con la intención a tu parecer de recibir nuevas órdenes.

- No hay problema señores, cumpliré con presteza el mandato de la Ley.

Retira el escudo que lleva colgado y lo entrega con un gesto cortés y grácil, a continuación saca la lanza y la ofrece también con cuidado de que el gesto no pueda ser interpretado como amenazante.

- Aquí tenéis mis armas, digno guardián, el escudo de álamo y la bien labrada lanza de fresno, me son muy queridas, ya que pertenecieron a mi señor padre de clara memoria, quien espero que aun aguarde sentado en el salón de su gran casa junto a mi veneranda madre cuyo recuerdo hace que la emoción se me suba al rostro - mientras habla siente que una viva emoción se hace dueña de ella, recorriéndola con un escalofrío y un nudo en la garganta. - cuidad de ellas, señor alguacil, a vos os las confío en señal del profundo respeto que vuestro oficio me inspira.

A continuación piensa en la daga: me preguntó si podré ocultar la daga, no me hace ninguna gracia entrar ahí, en una prisión, totalmente desarmada y a merced de este capitán Borka. No obstante durante todo este trayecto, el capitán no ha cesado de distinguirme con todo tipo de finezas manifestándome en todo momento buenos sentimientos, ¿he de dudar de un hombre que se ha conducido con caballerosidad?....pero, ¡vive el Cielo!, es una prisión donde yace un hombre inocente....¡oh dioses que protejéis la pureza, a vuestra sabiduría infinita me entrego!

Busca con la mirada cualquier cosa que pueda servir para herir en caso de verse envuelta en una situación peligrosa.

¿Qué hacer?, si me descubren con un arma podría perder el favor de estos hombres, mas si me tienden una celada...¿cómo me defenderé?...tranquila Isolda, incluso desarmada eres más peligrosa de lo que creen, no son más que unos pobres milicianos sin entrenamiento y sin moral, no creo que tengan arrojo para prevalecer si me muestro audaz....dejaré aquí mi daga.

- Finalmente aquí tenéis también este puñal, la última de mis armas, podéis comprobar que nada oculto, por favor, el prisionero espera y su tormento me duele, marchemos. - dice mientras ofrece el mango de su daga bajando los ojos con humildad.

- Los soldados te dejan entrar al percatarse de tu honestidad.

Dentro te espera un pasillo a cuyos lados hay puertas cerradas dos a la derecha y otras dos a la izquierda desemboca en un patio de armas. Éste se encuentra al aire libre ocupa el centro del edificio. Hay dos guardias andando de un lado a otro en cuanto ven al capitán se ponen rectos y saludan.

Seguís avanzando por el último pasillo del edificio éste tiene una puerta a la izquierda y dos a la derecha os encamináis a la última puerta de la derecha.

Durante el trayecto el capitán te habla, no creo mi señora la única forma de que el Burgomaestre os reciba, y pueda ser liberado Garm es extirpando el mal que hay en esa torre. 

En la puerta hay un guardia con la misma indumentaria que los de fuera, está reforzada de hierro y en cuanto os ve abre la puerta...

- Sin duda tenéis razón mi señor, y os agradezco de corazón la ayuda que nos estáis prestando - le mira directamente a los ojos y sonríe - creo que hay en vos más nobleza de la que de ordinario mostráis - comenta bajando la voz suavemente - mi intención es deshacer este entuerto para satisfacción de todos, con la ayuda de mis compañeros a quienes habéis conocido antes.

Camina con determinación atravesando la puerta con paso decidido.

- ¿Es aquí dónde se encuentra el prisionero?

Te das cuenta que Borka ahora no tiene armas ni escudo ni casco, - imaginas que cuando estuviste despojándote de tus armas, él estaría en alguna habitación de la entrada depositando allí sus armas.

Tenga cuidado señora las escaleras tienen una zona no iluminada.

Vas bajando por las escaleras en efecto la iluminación del exterior se pierde tras bajar unos escalones y tienes que ir con tiento. Ves al final que está iluminado cuyas antorchas están fuera del alcance humano, - piensas que tuvieron que utilizar algún medio, una escalera por ejemplo. No obstante el lugar está en penumbra, debido a que las antorchas no iluminan lo suficiente desde esa altura ni están tan cerca para dejar las salas iluminadas.

Al bajar ves una puerta en frente tuya pero está cerrada, sigues por el pasillo y ves varias celdas a los lados, llenas de borrachos y maleantes. Al final del corredor sales a una amplia estancia que está repleta de mecanismos y elementos de tortura, desde potros hasta planchas con pinchos, cadenas, látigos, etc. Una serie de palancas en cada una de las paredes y en el rincón noroeste una rejilla en el suelo de 1*1 metros, por la cual se cuela sangre. En la parte este y oeste hay más celdas, el capitán te indica a la izquierda.

¡Que horror!, oscuridad, espanto, siento que el temor cala hasta los huesos atrapándome...instrumentos de tortura...¿pero que se supone que hacen aquí con eso? pensaba que esas prácticas estaban desterradas entre hombres civilizados...mi padre siempre decía que si sometes a un hombre a cuestión de tormento, acabará diciendote lo que quieres oir, cualquier cosa con tal de que cese el suplicio, pero no te dirá la verdad.

- El ambiente aquí es opresivo, sería fácil perderse...

Isolda continúa la marcha por donde le indica Borka, ansiosa por encontrar al fin al prisionero.
 

Sigues hacia la izquierda y ves un pasillo que acaba a ambos lados hay dos celdas las de abajo están desocupadas en cambio las de arriba....

Una mujer está en la primera celda con la mirada pérdida como si este fuera su última noche de vida.

En la otra encuentras al que parece ser por fin Garm, su aspecto es lamentable debido a su extrema delgadez, su rostro pálido aunque conserva todavía la mirada.

- Garm tienes visita - dice el capitán en cuanto te ve acercarte.

Se trata de una celda de apenas tres metros de largo, con las paredes de piedra cubiertas de moho y el suelo de pajas y desechos de todo tipo.

Una verja de hierro es la única puerta, aunque carece de cerradura u otro mecanismo visible para abrirla.

Isolda se aproxima a la puerta para hablar con el prisionero, visiblemente afectada por su mal estado y por el ambiente del calabozo en general.

- ¡Garm! - exclama vivamente al verlo - ¿sois vos el anciano Garm de quien tanto he oído hablar?, oh estáis en extremo delgado, ¿os encopntrais bien? - habla con gran emoción, sintiendo que se le forma un nudo en la garganta y que las lágrimas fluyen raudas a sus ojos mientras lucha por contenerlas, impresionada por la loreguez, el hedor y el espectáculo de la humanidad doliente.

- ¡Resistid buen anciano!, ¡resistid por lo que más queráis!, que fuera de estos lúgubres muros, de estas rejas hostiles hay quien os quiere bien y pugna por liberaros, os traigo un soplo fresco del aire de la libertad que he de devolveros si los cielos me asisten y no me fallan las fuerzas.

- Dedidme, pobre anciano, preso en estas crudas prisiones por la envidia de los hombres, decidme si lo sabéis, porque causas o con que cargos os han puesto en este trance dañoso. Decidme, vive el Cielo, que motivo os ha traido esta desgracia y si sabéis por que medios podemos desde fuera socorreros. Intercederemos por vos procurandoos la dulce libertad e intentaresmos conseguiros algún socorro.

- Decidme al punto si lo sabéis, que hay con esa torre siniestra en la ciénaga, que oscuros secretos guarda, que misterio terrible os ha traído a esta oscuridad abyecta...- añade susurrando procurando que solo le ogia Garm - decidmelo por si ese conocimiento puede ayudarnos a ganar vuestra libertad, porque es mi intenciójn explorar ese lugar maldito junto a mis valientes compañeros, que no retroceden ante nada por el Honor y la Justicia.

Te dice estando detrás tuya - Si tu quieres puedo hacer que escape y entonces su sufrimiento acabará, sólo te pido una cosa...yacer contigo.