Partida Rol por web

La Tumba de Akhenseti

[03] El Oasis de Muldoon

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14/11/2021, 20:51
Narrador

RUTA DE MISHTAN, 16 DE ALTURIAKPRIMAVERA DEL AÑO 1368 CV

Os despedisteis de Lurzca y de los esclavos de Toth y reemprendisteis el viaje hacia Mishtan, cabalgando a lomos de vuestros fieles camellos bajo el sol ardiente de Mulhorand. De no ser por la varita de soportar los elementos que Amessis había donado a la compañía, tendríais que haber evitado viajar en las horas centrales del día, so pena de que Jotnar se hubiera asado en su propio jugo dentro de su armadura completa. Un cocinero hábil en su profesión, pero poco observador, habría sugerido acompañarlo con guindas, y regar el conjunto con una buena dosis de licor, sin saber que se trataba del único enano abstemio sobre la faz de Faerûn.

Seguíais el cauce del Río de las Lanzas en el horizonte, a vuestra izquierda, dejando atrás las innumerables granjas de esclavos que se desarrollaban a ambas orillas. El río se inundaba en verano, convirtiendo aquellas tierra baldías en fértiles para el cultivo, y en aquella época del año esclavos, capataces y sacerdotes de Isis y Osiris ultimaban los preparativos para el dichoso evento que llenaría los graneros de las ciudades de trigo y cebada con el que pasar el invierno.

Hicisteis un alto para comer y sestear bajo un conjunto de datileras, y retomasteis la marcha a primera hora de la tarde. Cuando el sol se hundía en el horizonte, atisbasteis un conjunto de tiendas, demasiado grande para ser un campamento, demasiado pequeño para considerarlo siquiera una aldea. Se trataba del Oasis de Muldoon: una visión más que bienvenida para los viajeros y caravanas que atravesaban aquellas latitudes y carecían de las comodidades mágicas de las que vosotros disponíais. Allí podían descansar a la sombra y saciar su sed sin que tener que mirar por encima del hombro por si aparecía algún bandido o monstruo de las arenas.

El oasis que daba nombre al enclave estaba rodeado por un círculo de palmeras y datileras y estaba formado, propiamente dicho, por dos estanques de agua fresca y cristalina. Había carpas ondulantes de color blanco con rallas púrpura, azul y doradas alzándose de la tierra verde como flores de seda. Junto a ellas, había unos cuantos edificios de ladrillo rojo; una torre de madera que alojaba un depósito de agua era el edificio más alto del asentamiento.

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14/11/2021, 20:52
Guardia

Una pareja de guardias con armaduras de cuero bajo las túnicas blancas vaporosas, armados con cimitarras y escudos de madera, os salieron al encuentro cuando os quedaban doscientos o trescientos metros para llegar al oasis. Los guardias se dirigieron, cómo no, a Nepthis, la única que portaba los tres círculos tatuados que la identificaban como miembro de la élite de Mulhorand. Hicieron una profunda reverencia en dirección a la sacerdotisa y le preguntaron, en mulhorandino, por los motivos de su llegada.

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14/11/2021, 20:52
Nepthis

Nepthis se envaró a lomos del camello. Tenía los músculos entumecidos, y la lumbar le enviaba calambres hasta la pierna derecha. Necesitaba descansar.

—Sólo somos viajeros de paso, buscando algo de agua fresca y un lugar a resguardo en el que descansar —respondió Nepthis en común.

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14/11/2021, 20:53
Guardia

El guardia asintió.

—No es el mejor momento para buscar refugio en Oasis de Muldoon, sacerdotisa de Hathor —respondió el guardia, utilizando también el común—. Tenemos... problemas vegetales... grandes.

Carraspeó.

—Los problemas, digo, aunque las plantas son también bastante grandes. Y peligrosas —dijo echando una mirada nerviosa hacia atrás —. Mejor quédense a una distancia segura mientras nos ocupamos de ellos. Suponiendo que nos dejen...

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14/11/2021, 20:53
Nepthis

—Los dioses proveen —respondió Nepthis con una sonrisa de esfinge, mientras volvía el rostro hacia Jotnar—, puesto que tenemos aquí a un experto en este tipo de crisis.

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14/11/2021, 20:53
Guardia

El guardia miró a Jotnar por primera vez. Enarcó una ceja a modo de extrañeza, pues no era frecuente ver a nadie en armadura completa campando a sus anchas bajo el inmisericorde sol de Mulhorand.

—¿Mercenario? —le preguntó, dubitativo.

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14/11/2021, 20:54
Jotnar

—Jardinero—apuntó Jotnar alzando un dedo—. Escriba, tesorero, estratega, hombre de negocios, cocinero, oyente de historias, especialista en asuntos absurdos y sí: mercenario. De hecho soy el dueño del gremio de La Barba Insondable de Gheldaneth y estas encantadoras señoritas son mis compañeras de fatigas.

Señaló con las palmas juntas a las dos mujeres. El enano se había deslizado en algún momento hasta casi la curva del cuello del dromedario para escuchar mejor la conversación, concretamente en el momento en que había oído la palabra "problemas" seguida de "vegetales". En ese instante, el animal giró la cabeza para mirarlo emitiendo un ronquido de protesta por el repentino cambio de peso.

—Presta atención que luego no te enteras de las cosas—le regañó el enano volviendo a girarle la cabeza hacia adelanteTras lo cual volvió a dirigir su atención al guardia—. ¿Qué grandes problemas son esos, mi buen señor? Igual podemos hacer algo al respecto.

Tal y como lo había dicho aquel tipo, no sonaba precisamente a que dudasen entre la cortadera y las acacias blancas a la hora de decorar las tiendas. Y no es que le hubiese entrado un paladinesco y repentino ataque de altruismo, es que querían parar allí a descansar, por lo que un "no" por respuesta no entraba en sus planes.

Sí, lo he comprobado, el sonido que emiten los dromedarios y los camellos resulta que se llama ronquido.

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14/11/2021, 20:54
Amessis

Amessis matuvo su mutismo habitual y su pereza continuada mientras viajaban. De vez en cuando pensaba en los esclavos y en la pobre Lurzca, que se había quedado sola con aquel trabajo. Era una tarea sencilla, pero no podía evitar preocuparse por su compañera de fatigas, igual que se preocupaba por los demás, a veces demasiado. Era tan agotador que se quedaba sin fuerzas para lo realmente importante.

Cuando llegaron al oasis, la nigromante solo pensaba en darse un baño y ponerse a la sombra para desperezarse y comer dátiles hasta que le salieran por las orejas, pero unos soldados le salieron al paso. Se dirigieron a Nepthis, como siempre, porque era lo habitual. A Amessis nadie la tomaría en serio, excepto cuando alguien estaba al borde de la muerte y necesitaban su guía; y a Jotnar solo lo tomaban en serio, bueno, cuando había dinero de por medio y lo tenían que contratar. La sacerdotisa ya había soltado un par de veces, en un corto espacio de tiempo, acerca de las marcas que Amessis tenía como recuerdo de que una vez fue una noble. Pero la nigromante no había dado explicaciones sobre eso, ni las daría, ni hablaría de su propio sufrimiento. Hacerlo no la llevaba a ninguna parte y prefería ser considerada perezosa, corta de entendederas y una impulsiva comedora de dátiles porque el mundo era mejor así y todos se sentían más cómodos llevando la razón.

-¿Esos problemas vegetales presentan algún fallecido? -se interesó Amessis-. ¿Alguien necesita de la guía hacia el juicio de Osiris?

Seguro que el soldado no tenía ni la más remota idea de a qué se refería la mujer, pero bueno, con eso era con lo que tenía que tratar todos los días.

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14/11/2021, 20:54
Guardia

Los guardias intercambiaron miradas.

—No sabía que las sacerdotisas de Hathor hicieran rituales mortuorios —le dijo uno de ellos a Nepthis, descartando que Amessis fuera una sacerdotisa de Osiris sin ostentar los tres círculos tatuados en su rostro—. Pero sí, vendría bien. Seguro que el amo os deja entrar al Jardín del Edén si estáis dispuestos a ayudar y le dais vuestra palabra de que el enano es realmente un jardinero.

»No deja entrar a nadie a su jardín privado, su paraíso, como él lo llama. Incluso cuando en ese paraíso hay dos plantas monstruosas que estuvieron a punto de matarle.

El otro guardia se puso la palma de la mano a modo de visera.

—¡Un momento! ¿De dónde han salido esos dos?

Seguisteis la mirada de los guardias hasta una colina. Allí, por increíble que pareciera, se llamaba Lurzca montada en su camello. A su alrededor había un hombre con la cabeza afeitada, vestido con una túnica blanca de lino. Tras intercambiar un par de frases con la semiorca, el hombre entunicado realizó los pases de un hechizo y desapareció tan rápido como había aparecido.

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14/11/2021, 20:55
Narrador

Cuando pasó el mareo que sucedía a la teleportación el sol se hundía en el horizonte. Aún confusa por no encontrarte en el Arcaneum sino en el desierto, atisbasts un conjunto de tiendas, demasiado grande para ser un campamento, demasiado pequeño para considerarlo siquiera una aldea. Se trataba, como ya te había anunciado la sacerdotisa de Thot, del Oasis de Muldoon: una visión más que bienvenida para los viajeros y caravanas que atravesaban aquellas latitudes y carecían de las comodidades mágicas accesibles a los aventureros. Allí podían descansar a la sombra y saciar su sed sin que tener que mirar por encima del hombro por si aparecía algún bandido o monstruo de las arenas.

El oasis que daba nombre al enclave estaba rodeado por un círculo de palmeras y datileras y estaba formado, propiamente dicho, por dos estanques de agua fresca y cristalina. Había carpas ondulantes de color blanco con rallas púrpura, azul y doradas alzándose de la tierra verde como flores de seda. Junto a ellas, había unos cuantos edificios de ladrillo rojo; una torre de madera que alojaba un depósito de agua era el edificio más alto del asentamiento.

A unos doscientos metros del Oasis distinguiste tres figuras a camello que conocías bien: Amessis, Jotnar y Nepthis. Parecían hablar con una pareja de guardias. Los cinco se giraron a veros aparecer a ti a tu acompañante, un mago de túnica blanca que, tras cumplir con su trabajo de teleportarte, se largó por donde había venido recitando por segunda vez el mismo hechizo.

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14/11/2021, 20:55
Lurzca

Lurzca se acercó a sus tres compañeros bastante aliviada por reencontrarse con ellos tan rápido. Una vez llegada al Oasis de Muldoon, existían muchas probabilidades de no coincidir con ellos y perder la pista unos de otros por un largo periodo de tiempo. No obstante,ma suerte estaba de su lado. 

La mestiza emprendió la carrera para reencontrarse con. El enano y más dos mujeres. No tardó demasiado en alcanzarles. 

¿Cómo ha ido vuestro viaje? - Les preguntó desde su espalda y sorprendidos por escuchar una voz conocida, se giraron de inmediato. - Hola. - Saludó de forma escueta. - ¿Ya tenemos donde pasar la noche?

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14/11/2021, 20:56
Amessis

"Ni sibíi qui lis sicirditisis riilicirin ritiilis mirtiiriis." pensó Amessis por dentro. En fin, era lo que había. La nigromante bostezó, con que le dijeran lo que tenía que hacer era más que suficiente. 

-¡Lurzca! -Amessis se dirigió a la mestiza, estaba preocupada por ella. Era muy buena guerrera, pero no sabía desenvolverse bien entre los humanos, de modo que sabía que había sido dificil para ella-. ¿Cómo has... regresado tan pronto? ¿Entregaste la mercancia?

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14/11/2021, 20:56
Lurzca

- Si, la mercancía ha sido entregada. - Respondió a la segunda de las preguntas. - En cuanto a lo de regresar tan pronto... - Esbozó algo parecido a una sonrisa. - Lo hizo un mago. - Dijo en tono de broma, aunque en boca de Lurzca sonó casi a amenaza. Lo de bromear no era lo suyo y no solía hacerlo, pero ciertamente estaba contenta de volver con sus compañeros. - Lo importante es que ya estamos juntos. ¿Verdad?

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14/11/2021, 20:56
Amessis

La nigromante le dio una palmadita a su compañera.

-Tienes razón, eso es lo que importa. Por aquí nos hemos detenido antes de buscar un lugar donde pasar la noche porque parece que tienen algo que han definido como "problemas vegetales". Jotnar, que es el experto, se ha ofrecido a ayudar.

Se acercó a su amiga.

-¿Y qué hay de ti? ¿Cómo le has pagado al mago para que te traiga hasta aquí?

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14/11/2021, 20:57
Lurzca

- Es más sencillo. Simplemente y en agradecimiento por devolver a los esclavos, me hicieron el favor de devolverme hasta aquí. - Respondió a la nigromante. - No es que hayan sido muy espléndidos con la recompensa, pero le han ahorrado una larga caminata en solitario. Aunque pensándolo bien... - Se mantuvo pensativa unos instantes. - ...no se cuanto puede valer que te teleporten. Igual si es una gran recompensa. - Se encogió de hombros. - ¿De que van esos problemas vegetales? - Miró a Jotnar.

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14/11/2021, 20:57
Jotnar

Jotnar se encogió de hombros.

Buena pregunta—respondió—. Lo único que sabemos es que dos plantas monstruosas casi se comen "al amo".

De dónde rayos habían salido dos plantas monstruosas ya era otra historia de la que se tendrían que enterar. Aunque él tenía la teoría de que aquel tipo, fuera quien fuese, se había equivocado a la hora de ordenar los frascos de fertilizante y los de champú, y claro. Luego pasaba lo que pasaba... ¡te salían petunias en la cabeza!

O te salían monstruosidades en el jardín. Claro. En aquella ocasión había pasado aquello.

Bueno, pues tendremos que reu... —empezó a decirle al guardia, pero entonces hizo una pausa como si cayera en la cuenta de algo, se volvió repentinamente hacia Nepthis y continuó con normalidad— ...nirnos con ese amo para que le des tu solemne promesa de que no soy ningún timo, querida. Y para enterarnos de más detalles.

Sabía que si le pedía al guardia que les llevase iba a ignorarlo como quien ignora una brisa desértica hasta que no fuese la sacerdotisa quien lo dijera, así que decidió ahorrar un paso en la aparatosa cadena comunicativa mulhoraldiana poniéndo en práctica una táctica que ya habían tenido que usar más de una vez hasta el punto de resultar casi un clásic. Aunque la pobre Nepthis acabase con complejo de loro de repetición en ocasiones. La habían bautizado como "la táctica del dile qué".

Aunque todavía no terminaba de gustarle el nombre, tenía que buscar uno con más gancho en cuanto tuviese tiempo.

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14/11/2021, 20:57
Guardia

Los guardias intercambiaron, de nuevo, miradas cariacontecidas. Se encontraron en un mutuo momento de comprensión: no iban a hacer más preguntas. Existía una mínima posibilidad de que pudierais resolver el problema que tenían entre manos sin arriesgar sus pellejos y pensaban aferrarse a esa posibilidad como a un clavo ardiendo aunque fuera de locos.

Os condujeron a uno de los dos edificios de piedra del Oasis de Muldoon. Era un edificio que, desde fuera, semejaba decididamente pobre. El interior era, empero, harina de otro costal. Todo rezumaba riqueza y buen gusto, desde los muebles de madera tallada hasta los tapices que representaban escenas religiosas pasando por cualquier nimio detalle de adornos y otras fruslerías.

Tras recorrer las perfumadas estancias del amo del oasis, desembocasteis en el patio de la casa donde estaban reunidos guardas, sirvientes, y presidiéndolos a todos, el amo del oasis.

—El señor Reseph Ka-Mat-Ef...

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14/11/2021, 20:58
Reseph Ka-Mat-Ef

El amo al que aludían los guardias resultó ser un hombre alto y esbelto como una espada, con una barba espesa, cuidada, aceitada y perfumada, bien parecido, y con tres círculos tatuados en la cara que lo identificaban como miembro del clero. El símbolo sagrado de Isis, un ankh y estrella sobre un disco solar, descansaba sobre su pecho. Reseph Ka-Mat-Ef giró sobre sus talones para dedicaros un vistazo y, de pronto, abrió muchos los ojos.

—¡Jotnar! Ehm... buenas tardes señora —dijo recuperando sus modales y dedicando una reverencia a Nepthis antes de devolver su atención al enano—. Me ha costado reconoceros debajo de todo ese acero, mi buen amigo. No sé si me recordáis, pero asistí al florecimiento de su planta efímera la pasada primavera. Toda esa dedicación durante un año para una planta que sólo florece durante un minuto antes de marchitarse me pareció de todo punto poético, y la fragancia que dejó en el aire... ¡ay, aún la recuerdo vívidamente!

El entusiasmo de Reseph Ka-Mat-Ef se truncó rápidamente.

—Me gustaría corresponder al espectáculo al que asistí aquel día con uno de... cosecha propia, ¡mas me resulta imposible! Es demasiado peligroso hollar ahora mi Jardín del Edén.

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14/11/2021, 20:59
Guardia

—¡Amo, dejarnos entrar allí! ¡Mataremos a esas criaturas por vos! —se ofreció uno de los guardias presentes, con un tono casi exasperado en la voz.

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14/11/2021, 20:59
Reseph Ka-Mat-Ef

—¡Quietos, bárbaros, no sabéis de lo que estáis hablando! —desestimó el sacerdote de Isis —, pero vos sí lo sabéis, mi buen Jotnar.

El amo del oasis rodeó al jardinero enano por el hombro y extendió la mano en dirección al patio.

—Allí, a través de la pasarela de pérgolas cubiertas de hojas de parra se accede a un espacio extradimensional que yo llamo el Jardín del Edén. En su corazón se halla la Rosa del Profeta, una reliquia de Isis, el legendario cactus del que sin duda habréis oído hablar. Gracias a su presencia, las plantas de cualquier tipo florecen, independientemente del clima.

»He dedicado toda mi vida a reunir todo tipo de especies vegetales a lo largo y ancho de Faerûn para que formen parte de mi Jardín del Edén, y ahora todo ese trabajo corre un tremendo peligro. Alguien, un donante anónimo y sin duda malicioso, que sabía muy bien de mi afición por me regaló unas semillas de una planta exótica allende los mares, del continente de Maztica, ¡nada menos! —representó Respeh Ka-Mat-Ef —, ¡pero se olvidó mencionar que era una especie mortífera que me atacó a mi y mató a varios de mis sirvientes tan pronto como creció antinaturalmente, alimentándose la magia de la Rosa del Profeta! Ahora mucho me temo que esa mala hierba utilice la magia de la Rosa del Profeta para extenderse por todo mi Jardín y se adueñe de ese pequeño paraíso!

»No puedo confiar en que esos bárbaros aprecien lo que está en juego aquí —dijo depositando sus manos en los hombros acorazados de Jotnar—, pero sé que puedo confiar en el criterio de un enano que cuidó a una flor durante todo un año sólo para verla florecer durante unos minutos. ¿Qué debo hacer, buen amigo?