Partida Rol por web

La última cena

El arte del buen comer

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19/10/2009, 21:25
Director

Un nombre, una invitación. Eso era todo lo que los invitados habían obtenido. ¿Quién era el anfitrión? ¿Por qué ellos, y no otros, habían sido los invitados? Demasiadas preguntas sin respuesta. Pero en los tiempos que corren, el prestigio y el honor son razones más que suficientes para no eludir una invitación de semejante calibre. Si algo podían saber todos del misterioso anfitrión, es que era profundamente respetado y su fortuna, así como sus bienes, eran bien conocidos.

Los designios del destino se hacían presentes en el camino de los trece invitados. Trece hombres habían sido escogidos para asistir al banquete, y los trece llegaban, poco a poco, a la posada del Cordero Rojo. Era la que más cerca se encontraba de los dominios del señor de Stavalaquia, Claudius Giovanni.

En la posada, las rugientes llamas del hogar mantienen alejado al frío de la noche y resplandecen en la espaciosa sala común. El posadero, un hombre de aspecto rechoncho y bonachón, limpiaba unas jarras, y una joven muchacha de porte robusto y lozano, que aparentaba tener ya la edad suficiente como para ser desposada, entraba y salía de las cocinas.

Varias mesas y sus correspondientes sillas se situaban en la estancia. En la que estaba más cercana al hogar se situaba una mujer anciana, harapienta, con un bastón de madera a su lado y un ramo de flores silvestres sobre su regazo. No había que ser demasiado avispado para darse cuenta de que era una mendiga.

Un joven vestido con ropas de viaje se sitúa cerca del posadero. Una de sus piernas está vendada, al igual que su mano izquierda. Cerca de la entrada, un hombre de Dios, ataviado con hábitos de monje. Su cabello largo y oscuro está desordenado, y su rostro expresa gravedad. De su cuello cuelga un crucifijo, al cual se aferra con una de sus manos, mientras murmura algunas palabras, de forma repetitiva, para si mismo, en lo que parece ser una oración.

Una joven de piel aceitunada y cabello negro ocupa una de las mesas del centro. A simple vista parece distraida, mirando con sumo interés un montón de cartas que va esparciendo sobre las tablas. A su lado se sienta un hombre de piel oscura, vestido con ricas sedas, cuyo cabello está escondido en el interior de un turbante. Finalmente, en una de las mesas más alejadas de la lumbre, en medio de la penumbra, se encuentra una figura robusta y aparentemente masculina, cubierta con una capucha.

Notas de juego

En esta escena es interesante que den a conocer a sus personajes, por lo que deberán describirlos cuando lleguen a la posada.

En total hay seis mesas, una cerca del fuego, tres delante de esta (una al lado de las cocinas, una en el centro de la sala, y otra pegada a la pared, a la que no llega la luz del fuego) y dos más delante de esta fila, cerca de la puerta. El orden de los personajes sería más o menos este:

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20/10/2009, 01:14
Branko Bramante

He llegado con algo de apuro al lugar, de repente abro la puerta y miro a todos un poco pensativo... es extraño, me digo para mi, pensé que tal vez por la categoría del anfitrión no habría gente tan...extraña, si he de decirlo.

Mi cara blanca  sonríe a los demás tímidamente. Soy un hombre pequeño, flaco , 1.65 de estatura, pelo castaño, y estoy vestido con un rapas castañas y blancas de buena confección.

 No se si hice bien en dejar mis estudios para venir acá, pero  creo que me sentí motivado por la curiosidad mas que todas las cosas. Camino entre los presentes y sonrió al  ver al posadero y a la muchacha. Puede que sea su hija pienso... y es bonita, pero que digo, si mi Isabella supiera no creo que fuese de su agrado. Sonrió para mi y camino con mi maleta que tiene algo de ropa y algunos pergaminos que estoy estudiando... Es extraño, estoy lejos un momento y ya extraño la universidad. Camino hacia el posadero y le sonrió. Buenas Señor, digo de manera tímida, Me podría dar una copa de vino?... y si es posible. Digo un poco tartamudeando. Preguntarle si hay algún lugar donde pueda instalarme. La maleta esta pesada. Me siento en la mesa cerca del pobre hombre herido, que le habrá pasado?

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20/10/2009, 11:59
Simone di Tomasso
Sólo para el director

“El camino había sido largo, los primeros días de la primavera aún luchando contra los largos dedos del frío, negándose a ser relegado al recuerdo. Las heladas nocturnas, soportadas las más de las veces al raso y las lluvias claros heraldos de ello.

Por fin el camino termina, la posada elegida por nuestro anfitrión se halla a unos metros del solitario jinete, dando sensación de refugio, aunque también de algo más”.

 

Manoseo de forma algo nerviosa la nota, recibida tiempo atrás, el justo para llegar desde el lugar de la última representación hasta estos dominios.

El caballo piafa, en anhelante anticipación de la calidad de un establo, y la compañía de sus semejantes, tras las duras jornadas.

Guiado por su impaciencia ceso en la observación del edificio, y busco al mozo de cuadras. Un chiquillo algo harapiento sale a hacerse cargo del caballo.

Cuídalo bien joven.-digo sonriendo.-No es buena época para enfermar, ni para los caballos ni para las personas. El baúl puedes llevarlo algo más tarde a mi habitación, espero hacer noche en vuestra posada.- Revuelvo en mi monedero, extrayendo finalmente un moneda pequeña, aunque algo mayor de lo que es común entregar a un caballerizo.- ¿Sabrías decirme si ha llegado alguien más esta noche a la posada?

Notas de juego

Antes de "entrar" me gustaría tener este breve diálogo, si es posible. Si no hay mozo pues nada :P.

Si pudieras describirme la posada por fuera lo agradeceria tambien, pisos y demás. Algo paranocio mi personaje es.

Si no has respondido dentro de un rato es muy posible que haga el primer post anyway.

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20/10/2009, 20:08
Dante Vittone

Un hombre entra en la sala. Es fácilmente reconocible como un guerrero, ya sea por su arma envainada en su cintura, la armadura de anillas que tintinea bajo sus simples ropajes de tela y cuero o por las insignias de condecoración del ejército. Una gruesa capa de piel guarda su cuerpo de la intemperie, pero al entrar y notar el calor del fuego, se la quita y la cuelga de su brazo.

A simple vista sus rasgos no son los de un fino burócrata, pero tampoco llegan a ser los de un vulgar bárbaro: pelo largo y negro, mal cuidado, ojos igual de oscuros bajo unas cejas algo pronunciadas, una nariz normal y labios algo gruesos. Su mirada es profunda, fruto de la experiencia. Aunque es relativamente joven, luce cansado por la edad.

Tras echar un breve vistazo alrededor de la sala, su mirada se dirige hacia la mesa solitaria que todavía queda, y sus pies siguen ese mismo camino. Se sienta con brusquedad en la silla y deja el grueso abrigo encima de la mesa. Mira alrededor, extrañado, observando a todos los presentes, como si le pareciera aquello una especie de comedia teatral. Apoya sus brazos sobre la mesa y suelta un resoplido bastante fuerte, alzando su mano para llamar la atención del camarero a continuación:

Traigame algo de beber - Son las únicas palabras que salen de su boca.

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20/10/2009, 20:18
Dante Vittone
Sólo para el director

¿Qué diablos es esto? ¿Por qué avatares del destino he acabado yo sentado en la misma sala que un árabe y una gitana? ¿Serán acaso invitados del Señor de Stavlaquia? ¿Este enclenque estudioso también lo será? ¿Y aquel monje o el tullido? ¿Qué extrañas intenciones tendrá este noble para juntarnos a personas tan dispares?...

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20/10/2009, 20:28
Director

El mozo te mira con admiración, mientras sus dedos palpan con cierta avaricia la moneda que le habías dado-han llegado algunos viajeros hoy, mi señor. Algunos parecen haber llegado para ir a un banquete, uno que dará mañana por la noche el señor Claudius Giovanni...-se acerca al equino y acaricia sus crines-descuide, estará a buen recaudo en los establos.

Notas de juego

Siento la tardanza, pero he tenido una tarde de locos.

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20/10/2009, 20:16
Sor Katarina

Entro a la posada después de que el cochero me haya dejado enfrente, mirando con algo de curiosidad antes de cruzar el umbral por completo. Enseguida, el calor de la lumbre me abraza, y me siento algo mejor, aunque el rápido cambio de temperatura, con mi hábito negro y la capa que llevo puesta, se vuelve incómodo durante el primer segundo. Viendo que dentro la gente parece disfrutar tranquilamente de una serena noche, entro en silencio, quitándome la larga capa.

Me acerco al posadero, con algo de aprensión, por no saber si molesto, y apoyo el macuto que traigo sobre la barra.

Buenas noches... -miro al hombre un momento, pero me intimida un poco y dirijo mis palabras hacia la chica-, ¿podría darme algo de comer para esta noche? Vengo... por invitación del señor Giovanni...

Echo un rápido vistazo por encima de mi hombro y veo la cantidad de gente que hay. No sé si habrá más invitados ahí. Después de todo, es raro que inviten a una mujer casada con Dios, como yo, a una cena de alguien tan rico y famoso como Claudius Giovanni.

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20/10/2009, 20:52
Segismundo

El posadero asiente y atiende cada una de las peticiones, sirviendo así dos copas de vino, una para el señor Dante Vittone y otra para  el ilustrado Branko Bramante. Dio una orden a la muchacha, y ésta pronto alcanzó un plato con comida a Sor Katarina. Caminó hacia el centro de la sala, y carraspeó la garganta para llamar la atención de todos los presentes-bienvenidos todos, invitados del señor Giovanni. Vuestro anfitrión lo ha dispuesto todo para que podáis pasar la velada en mi humilde posada y todo corre de sus propios gastos, ha dicho que podéis comer y beber cuanto queráis, así que descuidad, pedid y seréis servidos por mí o por mi hija, Valentina-declara, con un tono de voz algo elevado, pero no como resultado de la grosería, es fácil intuir que sólo pretende que se le escuche bien. Hace una leve inclinación ante los presentes-vuestros equipajes serán llevados a vuestras alcobas, el mozo de caballerizas se encargará de ello.

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20/10/2009, 23:27
Branko Bramante

Ohhh perfecto, en ese sentido entonces  no hay de que preocuparse. Sonrió de manera amable mirando mi equipaje. Pareciera que los recién llegados son algo... distantes, en realidad todos lo son, incluyéndome... nunca he gustado de ser muy acomedido de las reuniones, y bueno... con este grupo tan diverso...Me presento, soy Branco Bramante, vengo de Bolonia y si el señor Guiovanni ha dispuesto todo para mi es perfecto. Digo de la manera mas educada posible.

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21/10/2009, 16:20
Simone di Tomasso

El calor de la posada contrasta enormemente con el frío de los caminos, aun más tras el largo viaje. Al empujar la sólida puerta de madera, desgastada en muchas zonas, tal vez por la acción del viento o por la afluencia de gente, la escena abierta ante mí parece sacada de unos de los relatos iniciales de algún literato joven.

El crepitar de la lumbre, unido al tintineo de las jarras y el suave murmullo de la conversación hacen parecer acogedora una sala que, con una inspección más detallada da cuenta de la realidad. A pesar de la cantidad de personas allí reunidas cada uno parece interesado solamente en sus avatares, sin grupos de conocidos. Una posada de paso en una tierra poco hospitalaria.

Supongo que los parroquianos, aquellos que tengan el interés de girar la cabeza para vislumbrar mi entrada, se sentirán igualmente decepcionados. Una cara corriente, algo anodina, enmarcada por un pelo negro, lacio y algo oleoso, tal vez debido al tiempo de viaje. Una capa oscura, larga, apropiada para los largos viajes bajo la lluvia, con manchas de barro y zonas húmedas aún oculta brevemente, hasta desaparecer en manos de la joven, una vestimenta corriente, ni muy opulenta ni propia de mendigos, tal vez de un mercader o algún ciudadano acomodado. De la figura del extraño lo que más llama la atención es uno de aquellos sombreros que últimamente causaban furor, de ala ancha y con ciertos encajes y plumas, que parecía ser la única parte que había logrado salir incólume del viaje. Asimismo, un pequeño maletín de viaje acompaña a la figura, dando la impresión de ser parte de esta, estando inextricablemente unidos.

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22/10/2009, 00:53
Dante Vittone
Sólo para el director

Bueno, parece ser que al menos el lord ha dejado todo preparado...

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22/10/2009, 00:55
Dante Vittone

Levanta la cabeza para escuchar atentamente lo que dice el posadero, mientras realiza gestos de asentimiento con su cabeza, para retomar su bebidas cuando termina de hablar. Ha entrado un nuevo invitado, pero tampoco le interesa mucho fijarse en él. Levanta su mano, en señal de pedir que le atiendan.

Al camarero que le llegue, le pide algo de comida, para luego arrimarse a su oído y susurrarle algo. Mientras susurra echa un vistazo alrededor, esperando captar si alguien está intentando meter la oreja donde no le llaman.

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22/10/2009, 00:57
Dante Vittone
Sólo para el director

Tengo una pregunta - dice, intrigado hasta cierto punto - Sólo por curiosidad, ¿qué clase de persona es el señor Giovanni? He hecho un largo viaje, y no conozco ningún detalle sobre mi anfitrión.

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22/10/2009, 13:31
Sor Katarina

Cuando el posadero habla con esa voz atronadora, me sorprende y no puedo evitar encogerme un poco, pero me voy acostumbrando a y le escucho con atención. Me alegra ver que el señor Giovanni cuida tan bien de sus invitados, pero jamás podría entregarme al pecado de la gula aunque la tentación intente convencerme.

Miro mi pequeño macuto. No sé si hace verdadera falta que alguien lo lleve al cuarto donde dormiré, es pequeño, suficiente para las austeras y pocas pertenenecias que traigo conmigo. No obstante, para no contrariar al dueño, dejo mi pieza de equipaje junto a mi asiento, desde donde la miro de reojo para ver cuándo se la llevan arriba, si es que lo hacen.

El olor a comida caliente después de un viaje, sin embargo, me recuerda las necesidades de mi cuerpo terrenal que, aunque a veces quiera, no puedo ni debo ignorar a la ligera, o también mi alma se vería dañada.

Bendice, Señor, estos alimentos que voy a tomar para mantenerme a Tu Santo servicio -murmuro, con los dedos entrelazados ante el plato y acto seguido hago sobre mí la señal de la Cruz-. In nomine Patris, et Filiis, et Spiritu Sancti.

Dicho esto, comienzo a comer en silencio, agradeciendo cada pequeño trozo de comida que entra en mi boca a Cristo, mi Señor.

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22/10/2009, 14:40
Simone di Tomasso

Las palabras del posadero acaban muriendo cuando entro en la posada, viendo la cantidad de gente extraña que hay en ella. Varios de los parroquianos comienzan a comer, y casi todos tienen bebidas enfrente suyo.

Ya liberado del peso de la capa, me acerco a la barra, esperando la atención del posadero.

Algo de vino, por favor.- Miro en derredor, queriendo abarcar toda la estancia.- ¿Así que todos estos son los invitados del señor Giovanni?- Mi voz puede considerarse musical, una voz bien entrenada, que puede dar órdenes tan bien como cantar un himno.

La quietud de la sala es algo extraña, parece que la gente estuviera esperando algo.

No es mi estilo esperar a los acontecimientos. Veamos como se comportan los lugareños.

Esbozando una ligera sonrisa, y tomando la copa de vino, me acerco a la mesa en la que el monje reza sus oraciones. Sentándome de forma que vea el resto de la sala, me dirijo al hombre de Dios.

Buenas noches,¿le importa que tome asiento con vos?

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23/10/2009, 00:37
Arno Daversa

 

Al fin alcanzaba mi destino, habia sido un viaje incomodo y el frio calaba hasta los huesos.  Con solo abrir la puerta noto la suave calidez del hogar y el ligero bullicio normal de estos lugares.

Cierro la puerta y me aproximo a la barra dejando la bolsa a mis pies.

-Buenas noches, ¿podria servirme un vino?... y bueno cualquier cosa que tenga para comer esta noche.

Mientras aguardaba la copa me centre en echar un vistazo al resto de huespedes y bueno no era precisamente la clase de personas que uno se imaginaba invitados por alguien como el señor Giovanni... aunque tampoco tenia del todo claro por que estaba yo invitado, aunque no era una invitacion que nadie en su sano juicio rechazara. 

 

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23/10/2009, 03:33
Branko Bramante

Veo al hombre elegante que ha entrado. Curioso, parece ser un hombre con recursos, mientras que el que acaba de entrar parece algun tipo de pensador...

Me han entrado unas ganas de leer algo provechoso... es una lastima que para llegar a mis papiros tenga que desempacar... lo cual seria un inconveniente. La comida a mi tambien me vendra bien sin lugar a dudas... y espero que sea buena, el viaje me ha causado hambre...y mucha.

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25/10/2009, 21:05
Director

Bienvenido sea entonces señor Bramante, bienvenidos sean todos de nuevo. Espero que disfruten del vino y la comida que el señor Giovanni en su generosidad ha dispuesto para todas vuestras mercedes-dijo el posadero, tras escuchar las palabras de aquel que había llegado desde Bolonia. La noche proseguía, la joven moza, Valentina, se dispuso a servir, junto a su padre, a todos los allí presentes. El vino y la comida caliente presidían las mesas, y el resto de los invitados iban llegando.

Uno de ellos tomó asiento junto al monje, y el otro prefirió apartarse, sentándose en una mesa vacía. El posadero se acercó a este último.

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25/10/2009, 21:16
Segismundo

El posadero se acerca a tu mesa, dejándote un plato de longaniza asada acompañada con guarnición de verduras hervidas. Después de aquel viaje, aquel plato sencillo, se te hacía un manjar-El señor Giovanni...-sonríe-le estoy bastante agradecido por los honorarios que me ha pagado en esta noche por serviros-se mesa la barba-sin duda es un hombre bastante respetado en esta región, y es bien conocida su cuantiosa fortuna... Al parecer sus negocios son prósperos, lástima que la salud no le acompañe, pues por lo que he oido... Él y los suyos tienen una extraña enfermedad, pero poco se sabe de ella, señor.