Partida Rol por web

Una ligera sonrisa se me escapa ante las atropelladas palabras de Elizabeth. Trato de tranquilizarla apoyando mi mano en su hombro y bajando mi mirada a sus botas, escuchándola, mientras veo como sus pies chocan por acto reflejo quizá producto de cierta timidez.

Nunca es agradable escuchar asuntos negativos que hagan referencia a la mujer a la que amas, cosas que pueden producir cierta perturbación, historias que conozco de primera mano. Sin embargo, sé que la intención de Elizabeth no es otra que la de tratar de ayudar y que su preocupación es sincera, por eso en ningún momento me ofenden sus palabras. Al contrario.

- La verdad es que ha sufrido mucho... - no ha sido fácil lograr que Rina recupere la confianza en si misma, tras ser consciente de que casi muero por su propio descontrol - ha tratado de aislarse por miedo a causar el daño que me causó a mi en los demás.

Levanto mi mirada para fijar de nuevo mis ojos en los de Elizabeth, un leve brillo de entusiasmo se hace evidente en mi mirada.

- Pero sabes... de algún modo parece que en su último contacto "ellas" llegaron a respetarse al fin - me levanto y me coloco frente a la pelirroja - parece que la kitsune y Rina han logrado llegar a un punto de entendimiento. De hecho, creo que ella misma fue quién le habló de ti y de que tú podías llegar a lograr contactar con La Última.

Ahora la sonrisa de esperanza se hace evidente en mi rostro.

- Creo que definitivamente está empezando a progressar, empezando a recuperarse. Ha sido un camino duro - remuevo el polvo del suelo con la suela de mi bota mientras lo recuerdo - tú lo sabes bien. Pero creo que al fin ha empezado a estabilizarse - asiento en parte convencido, en parte por las ganas de convencerme - sí, eso creo.

Apoyé mis manos sobre los hombros de Elizabeth, agachando levemente la cabeza para quedar frente a su mirada, sonriente.

- Eh Liz, no te preocupes. Está todo bajo control y tú tienes mucho que ver en eso.

Acariciando el largo cabello de Elizabeth por encima de su oreja la insto a volver con el resto en el momento en que Benjamin parecía hablar algo con las chicas.

- Gracias Liz. Todo está bien - al fin.

Tras hablar con Elizabeth me dirijo hacia la puerta con gesto animado. Creo que aquello que preocupaba a Elizabeth puede haberse desvanecido y eso hace que me sienta bien.

Saludo a Benjamin, quien ha estado hablando con las chicas cerca de la entrada del comedor y tras hablar con los que allí se encuentran brevemente, rodeo a Rina con el brazo por encima del hombro mientras les digo que ahora nos veremos fuera para los actos de T.J. que tenemos pendientes.

Tras escuchar la canción de Nyara, todos se sienten un poco extraños, es como si alguien que quisieran no les hicieran caso, sienten no saben porque algo así como sentimientos de celos, como si hubieran escuchado algo que les hiciera dudar de la persona que aman (incluso aquellos que no tienen personas amadas en ese momento sienten una punzada de celos)

Recibí con agrado los gestos amables de Makoto, así como su increíble comprensión ante mis palabras. Mi intención era buena, pero ahora que amaba a alguien de verdad, sabía lo duro que podía ser escuchar palabras así de la persona a la que querías. Pero, ¿Acaso amar a alguien no significaba aceptarle con sus virtudes y sus defectos? ¿En los buenos y malos momentos? Yo así lo pensaba, y ahora estaba segura de que Makoto también, pues parecía haber aceptado mi preocupación con total naturalidad, aceptando que las cosas no habían sido como debían, pero contento porque todo iba encauzándose.

Me alegró sobremanera escuchar que Rina y “Rina” llegaban a un entendimiento mutuo. Eso era bueno, ¿No? Rina ya no debería luchar contra la otra Rina, sino junto a ella. Makoto terminó poniéndose de pie, frente a mí, confesándome también que había sido el otro yo de su amada quien le había dicho que yo podría llegar a lograr ponerme en contacto con la última. Mi cara se llenó entonces de sorpresa, pero también de alegría.

-¿D-de verdad? – pregunté a mi amigo, llena de esperanza.

Todo apuntaba a que Kyara era la más adecuada para ello, y mis poderes no habían funcionado bien cuando traté de ver dónde estaba la última, pero a pesar de eso, había continuado viéndola, oyéndola. Del mismo modo que me había pasado con Rina, y después también con su otro yo. Me preguntaba como esta podía saber algo así sobre mí. En apariencia era más joven que nuestra Rina, pero su número de colas era mayor, y el color de estas diferente, como si hubiera vivido lo suficiente como para haber podido desarrollar su poder. ¿Podría ser algo así? ¿Venir de otro lugar en el que también hubiera otra Elizabeth cuyos poderes también hubieran crecido? Lo recientemente descubierto era tan sorprendente, que ya pensaba que cualquier cosa podía ser.

Makoto se mostraba esperanzado, contándome que había empezado a advertir que Rina iba mejorando, recuperándose. Continué sonriendo ante ello, pero sin eliminar completamente mi preocupación, y es que aunque eso fuera así, no debíamos descuidarnos. El japonés debió advertir esto en mi rostro, y posó sus manos en mis hombros, poniéndose a mi altura para mirarme y tratar de tranquilizarme.

¿Yo he tenido mucho que ver?

No terminaba de comprender del todo aquello. Cierto era que había tratado de ayudar, pero tampoco había hecho nada que no hubiera hecho nadie en mi lugar; lo que un amigo haría por otro.

-N-no dejes de avisarme si pasa algo… - le pedí, casi en tono de súplica.

Acarició mi cabello, instándome a volver con el resto, entre los que se encontraba Ben, no me había dado cuenta antes de que ya había vuelto. Y entonces Makoto me dio las gracias, recordándome que todo estaba bien.

-No tienes por qué darlas. – le respondí con media sonrisa, justo antes de verle marchar.

Por mi parte no había terminado la conversación, pero él había dejado claro su deseo de dar la charla por finalizada, así que no quise insistir. Si para él había sido suficiente, así estaba bien.

Continuaba sentada en la ventana, sonriendo al ver cómo Makoto se alejaba de mí, satisfecha con lo que me había dicho. Este había puesto rumbo hacia donde se encontraba el resto, entre los que se encontraba Ben, mi Ben. Mi sonrisa pronto se dirigió a él, bajándome de la ventana para acercarme, deseosa de saber qué era aquello tan importante que le había alejado de mí, justo en este momento tan delicado.

Pero entonces, un sonido detuvo mi paso, una voz que me resultaba familiar se colaba por mis oídos hasta mi mente; influyendo mucho más en mí de lo que una simple canción haría. No me encontraba bien, el desasosiego se apoderaba de mí, y justo después veía a mi novio salir de la sala, sin tan siquiera dirigirme la palabra, sin más.

¿Qué había estado hablando con esas chicas para hacer algo así? ¿Por qué se iba con ellas, dejándome allí sola? Nunca fui lo suficientemente buena, tarde o temprano tenía que pasar.

Llegó casi corriendo detrás de Liz.

- Liz- chan... Liz-chan... espere - llegó ante ella, y se inclinó en una reverencia - etto... yo cometí un error - no la miraba, tocaba nerviosa las puntas de sus dedos indices, uno contra el otro - ... mi zorro interno dijo que era la señorita Katherine, ni si quiera sé si ella ha despertado su poder, pero ella puede comunicarse con la última - le hace otra reverencia, inclinándose hacia delante - Gomennasai, Liz-chan - se disculpa de nuevo.

Entré al comedor, y poco después apareció Rina ante mí, parecía haberme seguido a toda velocidad, y se mostraba bastante apurada. Se disculpó por el error, y es que la kitsune de su interior se había referido a Katherine, no a mí.

-Omm… - dije algo decepcionada. – N-no te preocupes, ha sido un error. Espero que Katherine nos pueda ayudar. Las hermanas no están muy colaboradoras… - dije agachando la cabeza, y es que no entendía aquella actitud, y el pensar que de la habilidad de Kyara pudiera depender el éxito de la misión… - Gracias, Rina. – levanté la mirada para mostrarle una sonrisa. – V-voy a por algo de comer. – le informé antes de meterme en la cocina.

Quise preguntarle por cómo se encontraba y cómo había llegado a ese entendimiento con la otra Rina, pero no fuera el momento adecuado, y temía incomodarla. La consideraba una amiga, pero aún no sentía que hubiera tanta confianza entre nosotras.

Accedo al comedor, sin disimular el gesto de sorpresa. Sólo veo a Rina. ¿Y los demás? Hay varios compañeros más que han entrado al castillo antes que yo... ¿No han venido aquí?

H-hola, Rina... ¿Y los demás? ¿Elizabeth, Makoto?

Entré en la cocina y comencé a preparar tres platos de comida con dos de las latas de provisiones que cogí del almacén. Por un momento intenté olvidarme de todo, y disfrutar de un acto tan simple como el de preparar la mesa, aunque fuera con conservas frías; algún día esperaba hacer algo parecido, pero en condiciones. Ben y yo tendríamos nuestra propia casa, invitaríamos a Rina y Makoto a comer, y prepararía alguna deliciosa receta para todos.

Conseguí meter los tres platos en una bandeja, y cuando me disponía a tomar el resto de utensilios escuché su voz.

-Estoy aquí. – dije asomando la cabeza por la puerta, con una gran sonrisa en los labios.

Volví a meterme en la cocina y cogí lo que me faltaba, poniéndolo en la bandeja y saliendo con esta en mis manos. La puse sobre una de las mesas y dispuse los platos para que Rina, Ben y yo pudiéramos comer. No estaba segura de quiénes iban a venir, así que no quise abrir más latas por temor a desperdiciarlas.

-¿Comemos? – les dije, esperando junto a la mesa a que se sentaran conmigo.

 Me acerco a la mesa, cruzada de brazos para ayudarme a entrar en calor después de haber estado en el patio, pero antes de llegar veo la comida y decido ir coger yo también una lata, un plato, agua y un cubierto antes de sentarme con los chicos. No tengo mucha hambre, y menos después de la fogata, pero será mejor que coma algo para no encontrarme mal luego.

 - Gracias por lo de antes, chicos. - Aprovecho para decir precisamente a aquellos tres algo cortada, ahora que no había nadie más. No los conocía mucho, pero los tres me habían ofrecido un apoyo que parecía sincero. Ver a Ben transformarse en dragón, a Rina hablando con espíritus o a Liz nerviosa seguía inspirándome respeto y nervios, pero ya habían dejado de inspirarme miedo dentro de la normalidad. - Espero no interrumpir nada... - Les digo antes de empezar a comer, por si estuvieran hablando de algo en privado.