Partida Rol por web

Himiko mira a Katar y dice sin inmutarse:

- Yo?...porque debería de hacer algo? os dije que lo que hagáis no es asunto mío mientras cumpláis con lo que os he dicho, si queréis que me meta en un asunto puedo meterme y solucionarlo rápidamente

Mira a TJ y a continuación cruza los brazos mientras dice:

- Además el poder de la resurrección yo no lo poseo, olvidaros de eso de las películas de que un vampiro puede convertir a una persona normal en vampiro para resucitarlo, no es tan sencillo como eso...

Mira a los allí presentes y añade:

- Que pensáis hacer con el cuerpo...y con el asesino?

-Más que conspiración suena a drama... como si ya tuviésemos pocos-se apoyó una mano en la frente y siguió con la mirada a Kurt-¿Te importa que me tumbe, prometo no perturbar a los piojillos centenarios-se estiró sobre la cama y giró sobre sí para quedar tumbada de lado curioseando el bajo de Kurt.

Le sonaba vagamente que el alemán era músico aunque no recordaba si se dedicaba a ese mundillo.

-¿No puedes tener problemas si intentas tocar un bajo de trescient...?-si un bajo, consistente, podía haberse deteriorado qué no le habría pasado al puñetero libro de la discordia. Se sentó en la cama pasándose una mano por los rizos-¿Los libros pueden estropearse en trescientos años? Es una pregunta seria.

Mi mirada confusa y descompuesta pasa del ya cadáver al rostro de Himiko, sin comprender, sin querer hacerlo. ¿Qué ha pasado, para que esa dulce niña que conocimos se haya convertido en esto? Es capaz de ver a un chico morir sin inmutarse, sin la menor piedad, indignándose incluso por que alguien pueda pedirle ayuda...

Y encima exigir medidas. Ahora mismo, con el cuerpo aún caliente.

N-no... -Comienzo a decir, bastante turbado pero luchando por recuperarme. Aprieto la mano de Elizabeth, como si fuera un talismán, como si su mero contacto me diera fuerzas, decisión. Y así es, en realidad. Ella me hace más fuerte de lo que realmente soy- No tenemos por qué decidirlo nosotros cinco. -Digo con más convencimiento que convicción, volviendo la mirada a T.J. y mirando luego a los demás- Pronto será hora de cenar, todos acudirán al comedor. Podemos decidir allí, entre todos, qué hacer.

Aunque yo, en principio, prefiero callar. Ahora mismo, con el cuerpo inerte del fallecido ante mí, el cuerpo me pide aplicarle a Erik el máximo de los castigos. Pero temo que sea el dragón que llevo dentro quien desee en realidad su sangre. Lo que está claro es que esto no se puede dejar así, ese tipo ha demostrado ser un auténtico peligro para todos.

Pero, ¿qué hacer?

 Aparté mis vista de T.J. y giré la cabeza lentamente para mirar a Himiko de lado y dirigirle ojos acusadores, como si mintiera, sin querer creer lo que acababa de decir y sintiendo una punzada de culpabilidad que me hunde el pecho y me hace entreabrir la boca cuando formula su última pregunta -¿Qué dices? Rina se está encargando de su herida, hace sólo un momento estábamos hablando.- Articulé con esfuerzo y un nudo en la garganta, sabiendo en el fondo que pretendía convencerme a mí misma, antes que a ella, y mirando luego a Rina, temerosa. -¿Verdad, Rina? Díselo.- Le supliqué con voz temblorosa e inclinando los hombros hacia delante, impaciente por que me diera la razón y nunca llegar a la parte de ''Ha muerto por tu culpa'', ignorando el hecho de que Ben lo hubiera aceptado tan rápidamente.

 Aquel chico era lo más cercano que había tenido en esos dos días de mierda, rodeada de pirados y super pirados. El único que se había preocupado por mi y a la vez no me había inspirado miedo, el único que no había perdido de vista desde que llegué a la cueva, que llegó tan solo y extraño como yo, quien había sonsacado mi única sonrisa sincera, me había ahorrado palabras y momentos incómodos hacia los demás diciéndoles sin tan siquiera saberlo cosas que yo misma pensaba, y había muerto... ¿Por mi torpeza? ¿Por mi culpa? ¿Tan rápido? Eso no debía ser posible, no por un spray caducado de mierda, ¿No?

Victoria apenas acertó a pronunciar unas pocas palabras para responder a mi pregunta. Esta se encontraba visiblemente afectada, al igual que Katarzyna, que llegaba poco después. Rina intentaba hacer lo que podía, pero todo indicaba que había llegado tarde.

Himiko también acudió ante la llamada de auxilio, aunque sin intención de esto por su respuesta a la pregunta de Katarzyna. La pequeña vampiro se mantenía impasible, y es que no se apreciaba ni atisbo de tristeza o alegría en su rostro.

¿Es que ya no queda nada de humanidad en ella? ¿O todo lo vivido le ha afectado hasta el punto de ser capaz de contener las emociones de esa forma?

Ben sujetaba mi mano ante semejante escena, apretándola al rehusar tomar cualquier tipo de decisión sin contar con todos.

Makoto y los demás lo hicieron, y a él no le sentó nada bien, no tendría sentido que ahora nosotros hiciéramos lo mismo.

Asentí cuando Benjamin dijo lo de decidirlo en la cena, y solté su mano tras la reacción de Victoria, que se negaba a aceptar que T.J ya no estuviera entre nosotros. Me acerqué a la cama, y abriéndome paso entre las chicas llevé mi mano al cuello de T.J, buscando su pulso.

-N-no tiene pulso… - quise confirmar así su muerte, de la forma más delicada posible. – D-deberíamos ir al comedor. – sugerí poniendo una mano sobre el hombro de Victoria. – Vamos, Katarzyna… - quise empujar así también a esta, ya que ambas eran las más conmocionadas.

Yo también me encontraba afectada, pero no había compartido tanto con el chico como ellas. Era la primera vez que veía un cadáver, y sumado a todo lo sucedido, la pesadumbre, la impotencia y el miedo me invadían en aquellos momentos; pero era el momento de ser fuerte, fuerte para los demás.

Volví junto a Ben, esperando que las chicas se reunieran con nosotros para acudir al comedor.

-Habrá que hacer un entierro… Salvaguardar al menos su alma… - susurré a Ben al darle la mano, sintiendo un angustioso nudo en mi estómago.

Victoria parece negar la evidencia, bastante afectada. No me extraña, ella se había quedado al cuidado del herido, prácticamente se le ha muerto a ella, y además parecía que había hecho buenas migas con T.J., esto seguramente le afectará a ella más que a nadie...

Elizabeth se acerca al cuerpo y comprueba su pulso, confirmando lo que era evidente. Insta a las demás a venir al comedor con nosotros, centrándose especialmente en Victoria, aunque también en Kat. La polaca se había tomado la disputa entre T.J. y Erik de un modo muy personal, este fallecimiento también va a ser duro de aceptar para ella.

Y no me olvido de Rina.

Fueron sus poderes curativos los que estabilizaron a T.J. en primera instancia, pero parece que todo eso fue en balde. Ya parecía bastante afectada con sus propios problemas cuando abandonó el comedor, y por los que yo mismo le traspasé al puntualizar mi situación y comenzar con ello una discusión innecesaria con ella. Quise solucionarlo en parte al final, pero últimamente no soy la persona más empática del mundo, la verdad.

Asiento a Elizabeth cuando vuelve a mi lado, susurrando la necesidad de ofrecerle al chaval al menos un funeral. Miro a Himiko de reojo, recordando el modo en que estaba quemando cuerpos en una pira cuando llegamos. Quisiera ofrecerle a T.J. algo mejor que eso. Era estadounidense, como yo, y en mi país somos más de entierro. Ahora mismo no se puede salir por culpa de la tormenta, pero cuando esta pase yo mismo puedo abrir una fosa donde poder enterrarle, quizás con una cruz clavada, quizás con un pequeño momento de, no se, oración, o silencio, o unas palabras.

No le conocía tanto como para saber lo que hubiera preferido.

Sí, Victoria, vamos... -Apoyo a Elizabeth poniendo una mano en la espalda de Victoria y otra en su brazo, invitándola a dejarse guiar por Liz fuera de la habitación. No es bueno que se quede aquí más tiempo. Una vez veo que empiezan a avanzar, me giro hacia la polaca, más rezagada- Kat, venga, vámonos... -Le digo poniendo una mano en su hombro, casi en la nuca, acariciándole el cuello. Me fijo entonces en Rina, de espaldas a mí aún junto al cadáver, y me acerco a ella con delicadeza, poniendo mis manos en sus brazos- Rina... Vamos, hay que salir de aquí, hablar con los otros... -Me acerco un poco más, hablando más bajo- Has hecho lo que has podido, y todos te lo agradecemos. Ven, vamos al comedor...

-Bueno...supongo. ¡Oh, espera!-Y antes de que se acostase sacudí un poco el polvo de la almohada.-Ya.

Comencé a pasar la toalla por todo el bajo limpiándolo y quitando el polvo.

-Bueno, está algo echo polvo-Señalé las varias zonas desconchadas donde empecé a pasar la toalla suavemente para no empeorarlas.-Y las cuerdas no están como nuevas, pero...-Pasé también la toalla por las cuerdas y la tiré a un lado.-Ahora veremos...-Apoyé una de mis manos sobre el bajo y la otra la deslicé por el mástil y toqué una cuerda tras otra afinándolo.

-Bueno, creo que más o menos podemos dejarlo así...

Me levanté hasta el pequeño amplificador, que aun seguía en el mismo lugar que lo dejé hace 300 años y lo enchufé al bajo.

-Espero que aun funcione...

Y así comencé a tocar un poco.

 Liz confirma lo que en el fondo ya sabía antes de tratar de convencernos de que nos marcháramos de allí. Mordiéndome por dentro el labio inferior y con los ojos húmedos dirigí una mirada vacía al rostro del chico, como si no estuviera ahí y pudiera ver a través de él, a través de todo, y mirase al infinito. Por un momento mi visión se volvió un túnel tras el anuncio de la pelirroja. No oía a Ben, ni a Liz, solo a T.J. y a mi, absorta. Me visualicé lavándole la herida, vendándosela, y más tarde a él gritando por el dolor cuando su herida se abrió y la presioné para que dejara de sangrar, empeorándolo, y más aún cuando le apliqué aquel spray justo unos momentos atrás, después de decirle que no se preocupara, que encontraría a Rina si no iba mejor tras eso... Tendría que haberla llamado desde el primer momento, ¿Por qué no lo había hecho? ¿Por miedo? Lo había matado, ¡¿Por miedo?! Ninguna acusación que nadie pudiera hacerme de ahora en adelante podría superar el castigo moral que yo misma me estaba imponiendo.

 Ya había visto un cadáver antes, arreglado y maquillado en su ataúd, de alguien a quien quería, alguien débil y anciano, a quien de manera natural ya se atribuía una muerte próxima. Ver a aquel chico joven junto al que había despertado aquella misma mañana en la que estaba sano y fuerte como un roble, tendido en la cama cubierto por tal cantidad de sangre y con esa horrible herida, pálido, inmóvil, muerto y esperando a ser comido, por mi culpa. Había querido a mis fallecidos abuelos infinitamente más que a él, pero esto era muy distinto, me superaba.

 Cabizbaja y dejando que el pelo ocultara mi rostro, dejaba brotar las primeras lágrimas de mis ojos cuando volví a ser consciente del entorno que me rodeaba cuando Ben no solo posó su mano sobre mí, como ya había hecho antes Liz, si no que también me agarró. Podría haber sacudido el brazo con el que agarraba con fuerza la parte contraria de mi camiseta para quitármelo de encima, pero Ben también había sido bueno conmigo desde que llegué y lo hizo con delicadeza, y aunque ahora no lo comprendiera, más tarde estaría agradecida de que me devolvieran a aquella extraña realidad y me sacaran de allí.

 Entonces me moví, encorvada y cojeando en el primer paso, y comenzando a sollozar a medida que salía de la habitación y me alejaba de T.J. por primera y última vez, tapándome los ojos con la mano que tenía libre. Salí de la habitación y tomé la dirección que iba al comedor, como me habían indicado, pero en lugar de continuar hacia éste, entré en la habitación contigua y cerré la puerta tras de mi.

Katarzyna seguía allí, arrodillada junto a la cama.  Apenas podía atender a lo que hablaban, tan miserable se sentía en ese momento.  Le instruían para ir al comedor, pero ella era incapaz de moverse.  Escuchó a Victoria correr y llorar: ella tan solo se sentía capaz para lo segundo.

- No -  tan solo acertó a decir, negando con la cabeza y sin moverse un ápice.

Himiko se gira y se marcha sin decir nada mas, en su rostro puede verse que está un poco molesta con la situación, aunque más que molesta parece un poco irritada

-Si no funciona puedo fingir que has dado un concierto alucinante , aunque no prometo ser convincente- dijo con media sonrisa mientras Kurt lo afinaba sin necesidad de una nota de referencia. Cerró un ojo exagerando una mueca de desagrado cuando se preparó para empezar a tocar aunque, según comenzó la canción, se le olvidó mantener la mueca.

-Eso... es la sonata Claro de Luna- dijo con una mezcla entre la fascinación y la incredulidad.

Si no hubiese sido porque simplemente parecía perfecto habría encontrado alguna broma que soltarle pero la naturalidad con la que Kurt manejaba aquellas viejas cuerdas (sin plantearse siquiera que pudiesen saltar hacia su ojo) casi daba miedo. ¿De verdad podía hacer eso con los dedos sin tropezarse con las cuerdas? No, tenía que ser algún tipo de truco de músico mojabragas de la existencia.... pero había que admitir que fuese el truco que fuese era bueno.

Se quedó unos instantes en silencio mientras el sonido de las notas desaparecía, mirando a Kurt como si fuese la primera vez que le veía.

-Eres muy bueno, joder, eres mejor que bueno. Con eso tienes que ligar un montón-volvió a subir los pies sobre la cama, apoyando las manos en los tobillos para inclinarse hacia delante- y funciona bastante bien para llevar siglos sin usarse.

Quizá el libro de marras aún sea utilizable si hasta el amplificador parece estar en buen estado.

Aplaudió un par de veces sin hacer mucho ruido y negó con la cabeza sin reprimir media sonrisa.

-¿Hay algo que no puedas hacer?- se puso en pie, acercándose a Kurt-si fueses trescientos años más joven seguro que compraría tus canciones- echó un vistazo al bajo, buscando el truco que hacía que sonase tan bien.

Erik esta en la cama atado y Mike a su lado vigilandole

La magia era aún más intensa, había puesto todo de su parte, si había funcionado una vez, debía funcionar otra, pero la piel de TJ se volvió mas y mas helada, hasta que La Kitsune se dio cuenta que no, que ya no había nada que hacer, se mordió el labio inferior e intento de nuevo hacer su magia, pero no se podía curar lo que estaba ya muerto... los demás comenzaron a rodear el cuerpo, habían respondido a los gritos de Vicky, y era Ben y Liz los que estaban ahí, la Kitsune se puso de pie, y jalo de las ropas al chico muerto, para hacerlo despertar, pero ya no había nada que hacer, estaba muerto, se había desangrado, aún tenía sangre en sus manos, en su ropa. Todo parecía estar pintado de rojo.

- no.. la.. Molesten..- murmuró, Himiko se retiraba, había hablado de manera dura, pero la Kitsune sabia que no era su verdadero sentir, Himiko, ¿qué tanto ocultaba? Debía sentirse sola, seguramente. 

La joven se quedó unos minutos  con sus manos en las ropas de TJ, retirándolas lentamente, había muerto, y aquello demostraba lo que había dicho, el hombre era el lobo del hombre, y morirían antes a manos de sus compañeros, antes que en manos de los soldados o de aquellos que los quieren cazar para usarlos como baterías. Benjamín habla, dice que deben ir al comedor ¿para qué, para juzgar al asesino?, su cuerpo tembló, y movió la cabeza de lado a lado, no se iría, tampoco podía hacerlo con la tormenta como pensó en hacerlo antes. Había llegado antes, y aunque tuvo la ilusión de pensar que sin ella, TJ estaría muerto, el resultado era el mismo, su magia no había sido suficiente y ese resueltado seria el mismo con ella ahí, o lejos del castillo.

- me quedo- la convicción vertida en esas palabras demostraba que nada la haría cambiar de decisión, alargó sus manos y busco cubrirlo por completo con la amarillenta sábana, cubrió su cara y se quedó de pie, velando el cuerpo, pensando en las razones de aquello, y en qué harían con Erik, de seguro querrán matarlos también, ¿a esto hemos llegado? En qué momento..., vio de nuevo las imágenes de la Última, de la chica rodeada de aquellos cuerpos y diciendo que no quería hacerlo, la Kitsune se tambaleó, y llevo su mano limpia a su frente, la misma sensación que tuvo al despertar luego de haber atacado a todos esos soldados la perturbó. Las lágrimas no salían, deberían hacerlo, pero no salían.

Ignoré las palabras de Rina, al escucharle decir que no molestáramos a Katarzyna, y comencé a acercarme a la chica, que se encontraba arrodillada en el suelo.

Cada vez entendía menos la actitud de la japonesa, lo cual me preocupaba cada vez más. ¿Molestarla? ¿Significa molestar ofrecerle nuestro apoyo? ¿No querer dejarla sola con un cadáver que no volverá a levantarse? Debía pasar el duelo, sí, pero el primer paso era la aceptación; o al menos eso había escuchado a mi madre en más de una ocasión. Así que dar sepultura a T.J. no era sólo importante para él, para su alma, sino para todos los que se veían afectados por esto.

Además, ¿Qué se suponía que debíamos hacer sino? ¿Correr cuando había alguna dificultad, como últimamente se había acostumbrado a hacer ella? Uno sólo no puede hacer gran cosa, pero todos juntos, o al menos una mayoría, podríamos ser capaces de mucho; y ahora, después de lo sucedido, estaba más convencida que nunca. Debía hablar con Makoto cuanto antes.

Al encontrarme junto a Katarzyna me agaché ligeramente para apoyar una mano en su espalda y hablarle.

-E-esto es difícil, lo sé… Aunque nos conocemos desde hace nada, todo esto está siendo muy intenso, pero por eso mismo, porque esta situación no es normal, debemos seguir adelante para resolverla… - miré hacia abajo un instante, consciente de que lo que diría a continuación era algo duro. – Ha muerto uno de nosotros, pero aún somos muchos los que te necesitamos, tenemos que seguir adelante… - le dije con seguridad, mirándola – T-tómate tu tiempo si quieres, por supuesto. – añadí sonrojándome. – P-pero nos gustaría que vinieras… - miré a Ben para incluirle en la petición, para volver a mirar a la chica y tenderle la mano para ayudarla a levantarse, si es que decidía venir con nosotros.

- Jablonski-san, ve con ellos, yo me quedo con TJ, - seguía con sus ojos en el cuerpo cubierto, Liz insistía, veía en la chica la congoja y de seguro Liz podría sentirlo, y si ella decía que debía salir, era lo correcto. la muerte era una experiencia violenta para todos. 

Sentía las manos heladas, pero el uso de la magia, sin lugar a dudas pero ¿su magia podría revivirlo?, sabia que los kitsunes de cola blanca, si eran bendecidos por Inari, quizás ella, como la señora del sol podría ayudar, en una plegaria así, sin embargo, ni ella sabia de que color eran sus colas. Llevó sus mando a su pecho, y se arrodillo, comenzando a rezar, reza a sus antepasados, a Inari, reza por ultimo por el alma del chico que vino a morir tan lejos de los suyos. Pensó en el gato, cuando estuviera sola, recurriría a él.

 Aparté la mano de mis ojos para cerrar con suavidad la puerta tras de mí y me di la vuelta para contemplar aquella habitación, idéntica a la anterior. La visión de la cama \'\'limpia\'\', o al menos de sangre, como un reflejo de la que aún arropaba a T.J. me hizo romper a llorar, volviendo a llevarme las manos a los ojos y, como por instinto, dirigirme a paso rápido hacia la ventana, contra cuyo cristal apoyé mi frente y la mano que antes cubría mis ojos, como si el roce con el frío o los golpes del viento y la nieve contra éste pudieran despejarme, consolarme o desviar mi atención de tan apenado sentimiento.

 Para mayor frustración, el contacto directo contra el frío cristal y los golpes que éste recibía de la ventisca no solo no conseguían que me tranquilizase si no que me además me agitara más, acrecentando mi llanto.

 Sintiendo una inmensa presión en el pecho, contra el que apreté la mano que antes agarraba la camiseta, comencé a respirar con dificultad y bajar lentamente, rozando la mano y la frente ventana y pared abajo y doblando las rodillas hasta apoyarlas en el suelo. Dejé de tocar la pared para terminar por encogerme del todo sobre mis rodillas y agarré con fuerza la mano que ya tenía sobre el pecho que, tanto por el vacío que sentía en éste, como por la fuerza que estaba ejerciendo en su contra, parecía que fuera a atravesar en cualquier momento. 

 Les había fallado a todos, a Rina por la primera vez que consiguió curarlo, a Ben y Liz por confiarme su cuidado, a mí misma, por torpe, por fracasar en una situación que ya se encontraba medianamente bajo control, por cobarde, por egoísta, por imbécil, por escoria, y a T.J. por motivos más que obvios, y como cobarde que sería una vez más, dejaría que Himiko hiciera con él lo que quisiera, por temor a ser yo su próxima cena.

 Quedé encogida y encorvada sobre el suelo, torturándome, llorando y lamentándome, sumando presión con mis manos a la que ya oprimía fuertemente el vacío que sentía en mi pecho, inquieto y agitado como la respiración que luchaba por calmar, como si aplicando esa fuerza suplicara a mis pulmones que dejaran de ahogarme, me permitieran volver a respirar con normalidad y salir de aquel tormento, sintiéndome por el momento enteramente culpable de la muerte del chico y la inmensa soledad y desamparo que ahora sentía.

 Ah, culpable... Por el momento, claro.