Partida Rol por web

Sin decir nada y con una rapidez pasmosa, apunto y disparo, buscando un punto concreto de la articulación del ala. Si consigo desequilibrarlo y que deje de volar, tal vez le dé el tiempo suficiente a mi aliada para llegar hasta el cohete.

La bala del Indio cruza el aire y atraviesa limpiamente una de las alas de Rex. Aunque la herida no es suficiente para acabar con él, si desestabiliza su vuelo y comienza a caer al vacío... No sin antes agarrarse a la pierna/pata de Camila y arrastrarla también en su descenso.
Lo último que veis son los cuerpos de ambas ambominaciones desapareciendo ente el fuego de la ignición de los motores del cohete.

Una vibración que apenas os deja manteneros en pié anuncia el inminente despegue del aparato y ya no podéis hacer más que abrocharos los cinturones y lamentar la pérdida de vuestra compañera.

El cohete despega. Jill parece saber lo que hace y no deja de tocar botones, comprobar medidores y ajustar palancas y sensores. Para vosotros es como si os vieseis repentinamente metidos en una de esas películas de ficción científica que visteis en la pantalla de la guarida de Los Dragones, aunque por la cara de vuestros compañeros, no parecéis los más asustados del lugar.
Después de un buen rato de vibración y sonido ensordecedor, Jill os mira con media sonrisa en su boca.

-Chicos... Tengo una notícia buena y otra mala. ¿Cual queréis que os diga primero?

Sentado en el sillón mirando hacia todos lados como si aquello fuese totalemnte extraño y nuevo para mi le dije a la chica:

-Cariño, dispara ya lo que sea, para mi que estemos vivos ya es una buena, así que dinos la mala.

-Sí, mala plimelo... -digo asintiendo a la vez que aparto la caradel ventanuco. Pobre Camila...

La piloto os mira con cierta solemnidad.
-Les hemos robado el cohete, pero esos bastardos ya habían comenzado a extraer el combustible antes del despegue. La buena notícia es que podemos llegar hasta la estación espacial sin problemas, pero... No podremos volver.

Por un instante se hace el silencio en la cabina, hasta que Chung, enrojecido como un tomate y con los ojos destelleando como el fuego se levanta de su asiento.
-¿Como? ¿Que no podlemos volvel? ¿Que tenemos que dal nuestlas vidas pol esta estúpida misión?
De pronto las manos del oriental se transforman en dos enormes garras rematadas con unas uñas como dagas y atrapan a JIll por la cabeza, que no puede defenderse por estar agarrada a los mandos del aparato.
-No me impolta mi vida, pelo no dejalé molil a Nayirah. Ella valel más que cualquiel misión o cualquiel facción. Aplovecha el combustible que queda pala atelizal esto y lalguémonos de aquí.
Steve os mira, esperando vuestra conformidad con su plan de escape.

El Indio ha estado en silencio, sentado en cuclillas en un rincón, todavía dolido por no haber podido salvar a la mujer monstruo. Entonces oye la conversación que les advierte de que la suya es una misión sin vuelta atrás... a no ser que lo decidan ahora.

- Oka Hey -dice mientras prepara su arma y mira a la mujer del oriental para saber si está de acuerdo con el motín- No me gusta dejar las cosas a medias. Si esto es tan importante deberíamos acabarlo... tal vez allí encontremos una forma de volver. Y si no... todos debemos morir antes o después y hoy es un buen día para hacerlo.

Desenfundo mi pistolón sin previo aviso y digo desde el fondo:

-Gordito, no nos pongamos nerviosos y saca tus sucias garras de la cara de la muñeca, sería una pena que la arañases sin querer y yo apretase el gatillo por equivocación.

Tiré del martillo hacia atrás.

-¿¡Que no podlemos reglesal!? -exclamo asombrado y aterrorizado. Quiero volver a ver a mi amada Flor de Loto algún día, ¡nunca hubiera imaginado que esta misión iba a requerir tanto de nosotros...! Aunque, por otro lado...-. Señol Chung -digo dirigiéndome al oriental para que me oyan todos-. Ninguno de nosotlos quiele molil antes de tiempo, pelo nos oflesimos pala esta misión polque si no impedimos los planes del Buló, toda la Tiela se conveltilá en un infielno. Si quiele salval pellejo, no selvilá de nada si no loglamos éxito en la misión. Es el momento de actual con sabidulía y pensal en el bien común. Es mejol luchal pol los demás que vivil en un infielno el lesto de su vida, ¿no clee? -concluyo mirándole a los ojos con serenidad.

El oriental titubea al no recibir el apoyo esperado y mira a su amada Nayirah que le mira con sus ojos claros como el cielo y asiente con una dulce sonrisa. Las manos de Steve vuelven a convertirse en lo que eran antes y suelta a Jill.
-Muy bien. Si nosotlos debel molil, qué mejol que estal juntos en esto. Yo sentil, Jill. Yo avelgonzado.

Miro de reojo a todas partes. Mmmmmhmm...

Desamartillé mi arma aun sin dejar de apuntar a aquel tipo y girando los labios dejé que saliese un esputo:

-Muy bien amigo, veo que nos entendemos...

Asiento levemente y vuelvo a mirar por la ventana, sumido en mis pensamientos. Es hora de prepararse a volver con los Ancestros.

Durante el ataque de ira de Steve Chung se ha vivido mucha tensión en la cabina, pero en cambio, Yen Li, el hechicero, no ha dado muestra alguna de preocupación por el hecho de saber que era un viaje solo de ida. Por supuesto, los monjes tampoco s ehan alterado, pero éstos no te llaman tanto la atención como Yen Li.

Hago como el indio y miro por la ventana para ver las últimas panorámicas de la Tierra de mi vida. Luego me aseguro de que nadie más nos escucha y le susurro a Cuerno Quemado y al resto de mis compañeros norteamericanos:

-Eh, ¿os habéis fijado que ese Yen Li ni se ha inmutado pol la notisia? Parese como si ya supiela que iba a molil antes de subil a cohete. O está loco o pletende explotal todo. Puede que sea un agente de Buló... Y ya habéis visto que puede hasel glande bola de fuego. ¿Qué hasemos? Podlíamos desil a Nayilah que duelma Yen Li con veneno.

Agacho la cabeza al recibir la noticia, y pienso en la imagen de la Reina de Hielo. Si esto va a ser el final, habrá que darlo todo...