Partida Rol por web

Los cadáveres de aquellos no-muertos comenzaron a apilarse en el cosechador de almas. Incluído el del guerrero del caos que el propio Alford había derrotado.
El sacerdote estaba lejos de su impecable apariencia. La capa ya no la tenía y en su armadura presentaba numerosas abolladuras y mellas donde las armas habían impactado. Estaba cubierto de sangre, pero un halo de autoridad le rodeaba concediéndole un impresionante semblante. No era un hombre de los que corren al ver un engendro, era un auténtico combatiente se había ganado vuestro respeto y vosotros el suyo.

Personalmente os dio las gracias, bendijo vuestras heridas y ofició una pequeña misa por Kargun, elogiando su honor, dignidad y valentía. Puede que para un enano no fuera mucho, pero poco más podía hacerse.

El cosechador de Almas, cargado con los cuerpos de todas las almas que había torturado, fue separado y dejado a la deriva mientras el Wellen Brecher, un poco renqueante, continuaba su marcha.

Alförd Jacobsen dio la orden y veinte flechas incendiarias surcaron el oscuro cielo clavándose la mayoría en cubierta. El Cosechador de almas quedaba atrás, ardiendo en medio del mar de las garras. La terrible leyenda de ese barco secuestrador de almas había terminado.

Las heridas fueron tratadas y los miembros inservibles cortados. La sangre volvía a correr por la cubierta pero de una manera totalmente distinta. Eran las secuelas de la batalla. A lo que se enfrentaban los soldados después de luchar.

Eldillor fue llevado en volandas hasta un camastro de paja después de que el sacerdote practicara su magia con él. Necesitaba descansar. Buri también fue tratado por Alförd, pero su terquedad enana le mantuvo consciente y en cubierta, impidiendo que su cansancio hiciera mella en él.

Marius había salido indemne milagrosamente, como Mordrak y Luis de Alcocer, salvo arañazos, golpes y moretones. El espadachín era el único que presentaba un corte de cierta importancia. Los tres humanos hacían bromas intentando alegrar a los supervivientes, y callaban cuando recordaban.

El cocinero había muerto. Un ahogado irónicamente le había devorado la yugular. El teniente Krastensen hizo las veces de cocinero esa tarde, echando cosas a un guiso de dudoso olor. Lo primero que os llamó la atención era la gran cantidad de habas, carne y tocino que había. La sopa era casi inexistente relegándose unicamente a que las habas no se convirtieran en una pasta pegadiza. Y su sabor cambió del todo. La insípida sopa del anterior cocinero nada tenía que ver con esta y se le propuso continuar como cocinero de abordo.

Entrada la noche el buen humor se hizo eco en la tripulación al avistarse la ciudad de Hargendorf. Pero los vítores pronto cesaron al ver que no eran almenaras lo que iluminaban la ciudad, sino las llamas que se alzaban desafiantes consumiendo varios barrios, incluídos el puerto. Una flota de barcos muy parecidos al que os atacó a vosotros embarrancaban en la playa, los muros o incluso las rocas con tal de desembarcar a su tripulación rabiosa y llevar la destrucción allí donde fuera preciso.

No era broma. Las órdenes urgentes de llevar refuerzos a Hargendorf eran realmente urgentes y si alguien las ponía en tela de juicio, ¡Que Khorne se lo llevara al infierno!.  

-Soldados, humanos, enanos y elfos. Compañeros de armas.- Su tono calmado y grave resonó por la cubierta. -No hemos fracasdo en nuestra misión porque todavía estamos aquí, ¡vivos!, y podemos detener esta masacre. Sus barcos nos dan la espalda, no saben que venimos.- El tono del sacerdote se levó hacia el cielo elevando su pesado martillo por encima de él. -¡Y VOTO A SIGMAR QUE JAMÁS VOLVERÁN  A SU TIERRA!-

Los vítores se alzaron por todo el barco. Las ganas de devolverles todo lo que habíais pasado, los compañeros caídos, aquellas heridas que perdurarían para siempre serían vengadas a sangre y fuego. Incluso los heridos más graves pidieron ayuda para levantarse y que les atasen una espada en la mano. Nadie quería quedarse atrás, nadie quería volver el rostro y ver a los muertos en cubierta, a sus amigos. Tan solo un sentimiento inundaba los corazónes de todos aquellos que se encontraban en la cubierta del Wellen Brecher, El tritura olas, y ese sentimiento era VEGANZA.

Las llamas lo consumían casi todo. Las cenizas de lo que antes fueran los hogares de gente sencilla que pugnaba por vivir en ese mundo se había convertido en humo o en sus piras funerarias.

Los gritos de dolor se oían desde la lejanía acompasados por aquellos de rabia de los defensores que pugnaban por defender la acosada ciudad.
El latir de vuestros corazones se aceleraba con los llantos, gritos de ayuda y sufrimiento de aquellas gentes las cuales se había detenido su vida de manera brutal.

Vuestros dientes rechinaban apretados con furia mientras esperábais ansiosos el momento de cobraros las primeras víctimas. Vuestras armas listas, vuestras mentes concentradas en el enemigo y un solo sentimiento de salvaje ira contra el archienemigo.

El mutismo de Buri fue la única respuesta a los eventos sucedidos desde la batalla en el Cosechador de Almas. Lo que vendría siendo cosa usual en el enano se convirtió en una preocupación para aquellos que observaban con atención lo que hacía durante su limitado tiempo libre en el Wellen Brecher: el enano observaba con atención el océano con un rostro oscurecido por el duelo, comía en silencio apartado de los demás, abandonó de improvisto la misa dedicada a Kargun y su silencio, irónicamente, se había hecho ensordecedor hasta el punto de conferirle al enano un aspecto paranormal... como si la tripulación no muerta del Cosechador de Almas se hubiese llevado una parte fundamental del enano.

La dantesca visión de una ardiente Hargendorf no altero el gesto estoico del enano, las llamas de los edificios se reflejaban como pequeñas luces en sus ojos que no parecían parpadear nunca y las palabras de Jacobsen parecían haberle entrado por un oído para salir por el otro. Una cosa era cierta. Compartía el mismo sentido de venganza que todos en aquella tripulación.

El enano solo esperaba el momento en que el barco encallara por fin. Se colocó el yelmo con cuidado, sostuvo el hacha de Kargun con una mano mientras que hundía la yema del pulgar sobre su filo hasta que una perla de sangre apareció en su dedo y lo hizo pasar por encima de su ojo hasta la altura de la mejilla. En sus labios se conjeturó un callado juramento mientras que cubría el hacha del matador con una manta y empuñaba sus armas.

Pronto llegaría la hora de luchar, su hacha y escudo estaban empuñados. Pronto empezaría la cuenta de enemigos que se llevaría al infierno.

Estaba listo para morir.

El viaje había cambiado mucho desde el encuentro con el cosechador de almas, aún así nadie perdió el fuego interior necesario para luchar. Mordrak se dedicó a pasear por la cubierta con nerviosismo y bastante inquietud, cuanto más cerca estaban más ganas tenía de llegar a su destino y más nervioso se ponia.

El funeral dedicado a Kargun fué extraño, realmente había conseguido su objetivo por lo que Mordrak decidió permanecer en silencio para luego abrir una botella de vino, la última y acercarse a sus compañeros - Por Kargun que ha logrado su objetivo y que lo usemos cómo referencia para cumplir los nuestros - dijo levantando la botella y ofreciendoles a sus compañeros.

Nos acercamos hacia el puerto, las llamas y el olor a cuerpos quemados son malas señales, pero por suerte el sacerdote sabía perfectamente cómo insuflar el ánimo en las tropas y el mismo calor que emitian las llamas ardia en nuestro interior, así pues Mordrak desenfundo su espada y con la otra mano lista para conjurar se dispuso junto a sus compañeros para volver a trabajar en equipo...

Marius sentía aquella victoria como una derrota. Muchos de sus camaradas habían caído en el combate. Demasiados y aunque no los conocía realmente y de muchos no sabía ni su nombre, seguían siendo para él, como hermanos. Sin embrago, eso no le impidió saquear sus cuerpos en busca de piezas de armadura para completar la suya propia. Los fallecidos ya no las iban a necesitar allí donde iban. 

El gladiador se apoderó de una gebras de metal y de un casco. Con aquellos elementos completaba una armadura bastante funcional. Además decidió buscar algo que había encontrado a faltar en sus últimos enfrentamientos, un arma a distancia. Nunca había sido muy partidario de usar ese tipo de armas. No era honorable y en la arena no no se estilaba, pero ya no estaban en la arena y había aprendido, que no había honor alguno en la guerra que estaban librando y que mejor sería que se hiciera con un arco o una ballesta.

Estaba algo despistado ajustándose las gebras cuando vislumbraron la ciudad de Hargendorf. Los vítores pasaron a ser quejidos y la arenga del sacerdote encoragino a la tropa. Todo estaba listo para su desembarco, que pillaría por sorpresa al enemigo, aunque eran pocos, muy pocos y aunque valientes, Marius no tenía claro que su intervención fuera a ser decisiva en sentido alguno.

Marius se acercó a sus viejos amigos Luis y Ellidor y también a sus nuevos amigos Buri y Mordak, pasando.sus brazos por encima de los brazos de estos y formando un corrillo.

— Muchas han sido las amenazas que hemos superado juntos. Podríamos haber muerto en cualquier momento, pero aquí estamos. — Les dijo a sus camaradas. — Kargun se lanzó en solitario y aunque cumplió su cometido, ahora está muerto. Eso nos tiene que enseñar la fuerza de la unión. ¡Mientras permanezcamos juntos podemos superar cualquier cosa! — Exclamó. — Confiaría mi alma a cualquiera de vosotros, pues sois mis hermanos. ¡Tenemos que mantenernos juntos! ¿Entendido? ¡Nadie queda atrás!

La bajas habían sido muchas, pero estábamos vivos, y lo que era mejor, habíamos vencido a un barco de leyenda, lo cual era ya de por si una victoria, pero habíamos perdido al enano matador, lo cual era un problema, pero eso no evito que estuviera en su funeral, y allí quería preguntar al otro enano, pero parecía que Buri no estaba para hablar, por lo que pregunto a Marius, a quien creía que le había caido mejor al fallecido "Marius, vos sabeís cual era el motivo de ser un matador?, tan valiente enano ha encontrado su final demasiado pronto, pero supongo que para ellos nunca se es demasiado pronto para morir"

Habíamos llegado tarde, la ciudad ya estaba en llamas, todo había sido en vano, el luchar contra las arpias, el vencer a ese nigromante y destruir su impio navío, perder a muchos compañeros como Kargun, y lo que era casi pero, el maldito barco, aquella horrenda travesía que había hecho que no haya retenido mi comida, por lo que estaba con ganas de pillar a esos malditos norses y matarlos por todo lo que había sufrido que gracias a ellos ya no valía para nada, por lo que saco mi estoque y mi main gauche para pelear contra estos bastardos, pero antes las palabras del gladiador, "no creo que yo pueda encontrar mejores palabras de las que ha puesto vuestra merced, no os preocupéis, si seguimos todos, esos malnacidos norses no podrán con nuestra fuerza, hemos sobrevivido a mucho como para morir aquí" y con esto miro a mis compañeros, ya no recordaba desde cuando estaba con el elfo, pero desde que se habían conocido en aquella posada, no se habían hecho inseparables, pero si habían combatido codo con codo, y tampoco podría desconfiar del gladiador, el cual demostraba su letalidad desde que se conocieron en aquel mes en los bosques de Midderland, y por ultimo Buri y Mordrak, con los cual no llevaba tanto tiempo, pero habían demostrado ser confiables por lo que no necesitaba mas.

— Conocí tan poco a Kargun como tu mismo. — Le respondió a Luis. — Una gran deshonra lleva a algunos enanos a convertirse en matadores. Buscan resarcirse de su fallo mediante el sacrificio. Morir matando a seres malvados es su penitencia. — Hizo una breve pausa. — -​​​​​Sólo le pregunté una vez a Kargun por el motivo que le llevaba a buscar la muerte y me bastó su respuesta para saber que no debí haber preguntado.  Los matadores no hablan de su pasado. Nunca supe que llevó a nuestro extraño camarada a buscar y encontrar la muerte y creo que es mejor así...

Luego de recuperarse de los traumas causados por la batalla anterior, abria los ojos para observar todo el alboroto que se planteaba frente a el. Ya con las fuerzas recuperadas y agradeciendo a la magia de saserdote por tal proeza, se pone en pie y va en busca de los muchachos.

Poco paso para ver con claridad todo lo que sucedia, el ardor el humo y el desastre seguido por las palabras de sus compañores dandose animos y este solo pensaba -Por que rayos nos tocan estas cosas a nosotros...- 

Miro al enano, luego al hechicero y luego a sus camaradas, se encogió de hombros y les dijo -No se ustedes, pero yo no morire aqui... Asi que como dice el calvo (refiriendose a Marius), procedamos a estar unidos y que los dioses por los que rezan, nos acompañen paso a paso en esta linda noche-

Su Arco lo tomó, ajusto el Carcaj y observo que su escudo posaba firme en su espalda, el cual contenia la lanza ajustada en su interior -Estimados... Yo estoy listo-

Al igual que se hiciera cuando pasábais el pantano endemoniado, el capitán mandó apagar todo tipo de luces, ya fueran velas, antorchas o lámparas de aceite para pasar inadvertidos en vuestro acercamiento.

Delante vuestro se extendía la ciudad asediada. Habíais hablado durante el viaje, con vuestro compañeros y camaradas de armas de los barrios distritos y zonas. Bares y posadas donde ponían el mejor asado de Nordland, donde bailaban las mejores mujeres, los barrios de artesanos donde encontrar armaduras y armas de calidad, la zona antigua o las zonas de contrabando de contrarriente. Era como si conocíaeráis la ciudad y verla arder, os enardecía.

Solamente, al parecer, se libraba el castillo de arder hasta la torre más alta. Si queríais defender la plaza, solo había una forma de entrar al castillo, acercarse al puerto nuevo y encontrar una entrada por una puerta trasera.
No sería fácil, aunque era la zona con menos tropas enemigas para abrirse camino entre ellas.

En su puerto solamente dos barcos norses se hallaban amarrados. El Alto Sacerdote os reunió para contaros el plan.

-Entraremos con sigilo al puerto. Su atención está puesta sobre la ciudad y hay pocos defensores en los barcos. Atacaremos los dos a la vez para no tener enemigos a la espalda una vez lleguemos a tierra. Después, nos dividiremos en grupos e intentaremos encontrar una manera de que nos dejen entrar al castillo para reforzar sus defensas.-

Rápidamente fuistes asignados al primer grupo. Atacaríais el primer barco norse encargándoos de derramar la primera sangre, después, bajaríais a tierra y, con la bendición de Alförd Jacobsen, que sigmar os protegiera.

Marius asintió a las palabras del alto sacerdote. Pese a que de buenas a primeras desconfió de él y que aún en esos momentos, no lo tenía como una gran referencia estratégica, en esa ocasión coincidía con él en que lo mejor era ir barriendo las zonas por las que pasaran para evitar quedar atrapados entre dos lineas enemigas. 

- ¿Estáis preparados? - Les preguntó a sus compañeros de armas. - No dejéis que os maten. - Les dijo en tono de broma, pero muy serio. - Tenemos que ser rápidos. ¿Entendido?

Marius estaba preocupado por el combate en ciernes. Parecía que la superioridad del enemigo era manifiesta. Les iba a costar horrores llegar hasta el castillo. Sólo esperaba que para entonces, si es que llegaban a sus puertas, las bajas no fueran mayoría, pues de lo contrario no habría servido de nada su llegada. Apretó la empuñadura de su mangual y tomó aire profundamente. Se estaba preparando para el combate. Era hora de matar o morir.

la ciudad estaba infestada y dentro de poco nos tendríamos que dividir en distintos grupos, aunque por suerte, nosotros podríamos estar juntos, "Vamos, enviemos a esos hideputa al abismo del que salieron" digo en respuesta a la palabra del gladiador, "No voy a morir aquí, a diferencia de Kragun, yo no tengo muchas ganas llegar a la otra vida, por ahora no" 

-Bien Marius, concuerdo contigo- apretó el arco con la mano mientras miraba el fuego en la ciudad -¿Cuantos habitantes habrán muerto por estos estupidos seres malditos?- 

-Seremos furtivos con lo del barco, creo que lo mejor que hacemos es preparanos para abrodar a esos...- guardaba su arco para tener las manos libre -¿Listos?-

Buri observaba los barcos (o al menos la sombra de ellos) gracias a la iluminación que brindaban los edificios de la ardiente Hargendorf. Si realmente habían soldados norses allí asentados entonces lo más seguro es que representasen un desafío real a diferencia de los zombis ahogados que conformaban la tripulación del Cosechador de Almas. Sabía que una vez estuvieran en tierra el verdadero combate se llevaría a cabo... Cada hombre por su cuenta y todo por quince malditos peniques.

El enano levantó el hacha y se hundió el casco sobre la cabeza, estaba listo para enfrentarse al enemigo y no necesariamente de una forma ruidosa.

Mordrak se preparó situandose junto a sus compañeros con la espada desenfundada - Por desgracia mis habilidades de infiltración no son las mejores, esperemos que los ruidos de la batalla camuflen nuestros combates - dijo Mordrak a sus compañeros - Aunque en caso de necesidad podría generar ruidos ilusorios, o luces... - preparado para dar muerte a cuantos pudiera Mordrak se situó cerca de Marius, la última vez hicieron un buen trabajo en equipo - Líbrame de los deseos de mi cuerpo, guíame por el sendero de la Ley, instrúyeme en los caminos del decoro, ayúdame a aniquilar a los enemigos del orden - susurró Mordrak para sus adentros.

El Wellen Brecher tritura las olas pasando desapercibido. Las miradas de los Norses que hay en el barco están fijas en la ciudad y se ríen copiosamente celebrando la victoria del caos. Poco podrían imaginar que los escasos refuerzos imperiales caerán sobre ellos desde el otro lado...

¡CRRAAACKK!

Los flancos de ambas embarcaciones rozan haciendo saltar astillas. Los Norses, desprevenidos, tienen que agarrarse a la borda para mantener el equilibrio. Algunos caen al suelo maldiciendo, intentando sacar las armas, pero vuestras miradas de ira por las atrocidades que se están cometiendo en la ciudad y por todo lo que habéis pasado para llegar a tiempo hacen que sus salvajes ojos parezcan de corderitos. 

Impotentes, ven como la muerte se les acerca.

Cuanto más cerca estaba el barco la tensión se iba acrecentando, de pronto el barco golpeó derribando a los enemigos en el proceso, lo cual les dió una excelente ventaja táctica durante breves instantes. 

Mordrak se movió rápidamente hacia la escalera de proa - Desde arriba tendremos ventaja, ¿estrategia o carga? - preguntó a sus compañeros señalando con la espada la parte superior de la proa mientra con la otra mano conjuraba usando como cobertura el mástil, por desgracia de sus manos no salió nada, últimamente los vientos de la magia eran confusos.

La respuesta a la pregunta de Mordak no tardó en llegar, aunque no lo hizo con palabras sino con acciones. Marius, armado con su mangual cargó contra los norses. El impacto no dañó a su oponente, pero eso no le iba a desanimar. Esperaba que sus camaradas no le dejaran en la estacada y cargasen también. No había muchos enemigos en cubierta, asie que cuanto antes los eliminaran, mejor.

El elfo estuvo expectante al golpe y una vez colisionaron ambas embarcaciones, el elfo apresuró a disparar dos flechas, pero fallo miserablemente producto del balanceo del barco. Esto lo impresionó ya que pensaba tener equilibrio.

-Sigan compañeros, estoy detras de ustedes- dijo mientras veia a sus compañeros subir a la embarcacion.