Partida Rol por web

Ha llegado el momento temido.

Ahora no podía perder ni un instante lamentándose de su golpe fallido. Y no quería dejar a su compañero enfrentándose a los trolls. Sería su final y seguramente tambièn el de los humanos.

- No. Ven conmigo - dijo escueto pues no había tiempo para explicaciones. Agarró a Kraner del brazo y lo condujo a toda prisa al extremo opuesto de dónde estaban pues en su inspección en busca de escondrijos fue el único lugar que le pareció que pudieran pasar desapercibidos dado el caso que entrase algún troll. Era el lugar más oscuro de la cueva y allí agachados con las espaldas pegadas a la pared Rothrim cubrió a ambos con su capa élfica. Pico y hacha en mano preparados o para un ataque suicida o para huir si los descubrieran y fuese aún posible.

No había tiempo para perderlo en discusiones. Confiaba en Rothrim, y decidió adaptarse a lanueva situación con rapidez.

Trató de esconderse junto a Rothrim, al tiempo que preparaba sus armas para lo que se pudiera avecinar.

Veo como la piedra comienza a moverse, gracias a la gran fuerza de los Trolls. Y miro a los dos enanos que se han escondido en aquél lugar oscuro de la cueva. El nerviosismo se estaba apoderando de mi y a pesar de que aquellas criaturas eran estúpidas, podían descubrir que algo había cambiado. Tenía que tranquilizarme, tenía que olvidarme de que los enanos habían venido a rescatarnos, y de que había una mínima posibilidad de salir vivo de allí. Y de repente, la esperanza se me había esfumado, veo que uno de los enanos, tiene el pico fuera de la manta e incluso se le ve parte de las piernas y el lateral desde mi perspectiva. ¡Horror! Los van a matar. ¡Nos van a matar a todos!

Corrí lo que la cadena me permitió y me arrinconé en la pared, esperando llegar al troll. En mis adentros, sabía que habían oído a los enanos y el grito de aquel hombre que estaba encadenado junto a mi. Y seguro que ahora si, nos matarían a todos. El ruído de la piedra arrastrándose por el suelo, apagó mis sollozos. Cuando vi aparecer a uno de los Trolls que nos vigila entrando en la cueva, el pánico se apoderó de mi. Aquella criatura inmensa y despiadada, que olía peor que las heces de mi compañero de cueva y las mías juntas, caminó hasta estar cerca de nosotros. Podía escuchar su respirando y como su cuerpo se movía con cada exhalación. Cerré los ojos, intentando que si me mataba de un golpe, que no me doliera. 

Oí como su cuerpo se giró, abrí los ojos y vi que miraba hacia donde estaban los enanos. ¡Los había visto!

Veo que empieza a haber problemas, saco la cabeza del agujero y me hecho a un lado pero intentado no perder de vista lo que pasa dentro.
Me da que tendremos que pasar a la acción en breves momentos

El troll entró haciendo retumbar el suelo con sus pesados pasos. Rothrim, siente que se dirige hacia los humanos y que tras un momento de pausa parece que se haya girado y nos esté observando. Confío en nuestro camuflaje pero estoy alerta a cualquier movimiento que pueda hacer hacia nosotros, o a cualquier ruído que pueda implicar que ha percibido nuestra presencia.

Instintivamente, agarro más fuerte la empuñadura de mi hacha. 

Entonando una muda oración a sus dioses y ancestros, Kraner prepara sus armas, afina sus sentidos, y trata de mantener la compostura.

Si había batalla, y todo parecía indicar que así fuera, les haría pagar caro el combate a las bestias que surgiesen de la oscuridad.

El metodico enano había estado cavando sin parar desde que llegaron, incluso el fornido Dunedain podía envidiar el ritmo y la fuerza de los naugrim quienes eran incansables en esos quehaceres, tanto tiempo habían pasado sus hermanos abajo que el ingeniero había ensanchado el tunel hasta su entrada mientras Thorin vigilaba por encima de su hombro. Solo se había detenido en algunas ocasiones para aprovechar el agua del riachulo para mojar la tierra, haciendola mucho más fácil de retirar al estar humeda, aunque sus ropas, su barba y sus botas no lo agradecian en demasía.

Justo en el momento en que iba a invitar a Thorin a pasar tras él, pues para entrar solo tenían que arrodillarse para evitar una roca del techo entrando así listos y pertrechados vió lo que estaba acontenciendo dentro. Uno de los trolls acababa de mover una enorme roca para entrar en la caverna y había visto a sus compañeros, era lo peor que podía pasar, tenía que pensar rápido o todo habría sido en vano.

Intenté indicarle a Matholuich que había uno dentro para que preparase su arco hacienole un gesto de silencio a él y a Thorin, ambos pudieron ver como el ingeniero acumulaba tan deprisa como podía la mayor cantidad de barro posible sobre su escudo y lo colocaba deprisa en un gesto seco sobre la boca del tunel. Una vez puesto cubrio los pequeños huecos por la parte de atrás se apartó levemente y le empezó a dar golpes con su martillo cerca de la boca del hueco- ¡Vamos! cavad araganes tenemos que encontrar ese maldito tesoro de una vez por todas.¿Donde demonios están el resto?Espero que esten bien escondido por su propio bien o tendrán que rendir cuentas ante le capataz.-siguió haciendo ruido fijandose muy bien por una pequeña ranura si aquella estupida criatura caia en su trampa. Kramghrat esperaba que el curioso troll pretendiera tenderle una trampa a él o que se acercara a husmear, entonces retiraría el escudo de golpe y la luz haria el resto.Además parte del mensaje iva dirigido a sus compañeros, los cuales esperaba fuern sensatos y supieran que hacer en espera que su plan funcionara.

Un ruido retumba en la sala. Comienzo a mirar hacia los lados para ver de donde podría venir el ruido. Y me doy cuenta de que la claridad que poseía la estancia, se ha perdido. Mis ojos se adaptan rápidamente a la oscuridad sin perder un momento y veo a los prisioneros en el sitio donde estaban cuando entre. Apenas se habían movido. Intento concentrarme en el ruido para saber de donde viene y los nervios se están apoderando de mi. Giro sobre mi cuerpo, y vuelvo a girar. Me agarro la cabeza para taparme las orejas y no volverme loco.

- ¡Agggghr!

Mi grito retumba en la sala. Aquél ruido me estaba cabreando. Me cabrea no poder ver las cosas. No saber las cosas. Y me dirijo hacia donde creo que es su procedencia. Las voces que llegaban a mi desde el exterior me ayudaron a guiarme. Unos insensatos querían apoderarse de nuestro tesoro. Aprieto los puños y doy un par de pasos para acercarme a la procedencia de las voces y el ruido.

Notaba un leve temblor que se acercaba, algunos trozos de barro caían poco a poco sobre el enano por culpa del vigoroso paso y el enfado de aquella bestia, después del gruñido gutural eso era una buena señal. Kramghrat aguardó paciente mirando por una leve ranura, viendo como el apestoso troll se acercaba con muy malas intenciones, en nada lo tendría encima. Parecía que su argucia había funcionado, agradeció mentalmente con una pequeña plegaria al creador el don de poder ver en la más absoluta negrura pues de no haberlo tenido no hubiera podido actuar justo en el momento exacto.

Para absoluta sorpresa de aquella bestia, de repente la oscuirdad de su cubil se convirtiró en la plena luz del atardecer cegándole de golpe. En el último instante Kramghrat liberó el escudo del hueco y se echó para atrás dejando entrar de golpe toda la luz del sol justo cuando el estúpido troll estaba apunto de asomar su cabeza por el hueco, el enano esperaba que eso lo convirtiera en piedra pero no se detuvo para verlo sino que entró decidido martillo y escudo en ristre por si había que terminar con el mientras estaba cegado.

Tan solo pudo ver al muchacho de los Grumm escondiéndose lo más alejado posible del troll, gimoteando como el mocoso que era. El fornido brazo del enano se alzó, aprovechando que la cadena estaba en su tensión máxima bien un poderoso golpe con todas su fuerzas a la única argolla que la unía a la pared, no era solamente un golpe capaz de tumbar al más fornido de los hombres sino que además contaba con que el ingeniero enano si que sabía donde golpear para hacer reventar los eslabones que suponía debilitados por el oxido fruto de la humedad.

Dejé inmediatamente mi lanza en el suelo, clavada como si la tierra removida por el enano fuese un animal moribundo. Y rápidamente me descolgué el arco corto de mi espalda y puse una flecha de mi carcaj, apuntando al agujero. El sudor, previo al combate, comenzó a deslizarse por mi frente. Me molestaba, pero no era momento de dudar, de prestar atención a todo lo que ahora, como siempre, se disponía a distraerme. 

Cuando veo que Kramghrat levanta el escudo y entra adentró como una exhalación, tenso más el arco, esperando que entrase Thorin detrás de él, y dejarme línea de tiro hacia los trolls de dentro. Era evidente que desde aquí poco podía hacer con el arco, pero tampoco podía entrar hasta que no pasase Thorin. Y siempre es bueno prevenir, por si aquellas criaturas compartían morada con otras huestes peligrosas.

Por todos los Valar.

Me creía muerto cuando la astucia de los enanos me había sorprendido. Habían atraído al Troll hacia el agujero que habían construido. Cuando el escudo desapareció y dejó entrar la luz, el Troll se convirtió en piedra casi instantáneamente. Mis ojos no podían ver lo que estaba viendo. Otro enano entro en la caverna como un rayo.

De repente, tan rápido como todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor, apareció otro Troll por la entrada a la sala. Su cara lo decía todo, y me maldije por no estar pendiente del ruido que producen. Demasiadas distracciones, demasiadas cosas sucediendo a la vez. Instintivamente sacudí mi cadena para intentar correr y alejarme del segundo Troll, pero estaba demasiado débil para romperla con el sólo impulso de mi cuerpo. A pesar de ello tenía que intentarlo. Y caí de bruces sobre mis heces y mi orina. Salpicando paredes y enanos por igual. 

Me levanté sobre mis brazos y escupí.

Rothrim oyó los gritos de Kramghrat para atraer al troll a la entrada. Cuando escuchó al troll alejarse en dirección a la entrada de la cueva, descubrió sus ojos para ver qué estaba pasando exactamente.

 La táctica de Kramghrat los había salvado. Pero no podían olvidar que estaban en una cueva de trolls. Debería haber muchos de ellos en el interior.

Pero Kramghrat no esperó ni a ver al troll convertirse en piedra y fue corriendo a liberar a Leddon. 

Como era de esperar entró otro troll por la entrada y Rothrim dudó si ir a atacarlo para distraer la atención de éste o liberar al otro humano.

Decidió intentar liberar al humano, pues una lucha con los trolls tenía que ser la ùltima opción. Ahora lo urgente era poder salir afuera. A la luz del atardecer. Y para ello debìan liberar esos prisioneros.

Así que pasándose la capa a la espalda con un golpe de mano corrió hacia el humano que en ese momento corría en dirección contraria al troll, resbalando en el momento que la cadena se tensó y salpicando de heces al enano.

Sin tiempo para limpiarse la cara de todas las salpicaduras hediondas, descargó el golpe de su hacha en las cadenas.

El enano golpeo la argolla que sujetaba mi cadena a la pared en el mismo momento que el segundo Troll hacía acto de presencia. Mi grito ahogado por la saliva que, producto de mi miedo, corría por mi garganta de forma apresurada, me produjo una tos severa. Este segundo Trolls era un poco más pequeño que el primero. Los conocía bien, este era más despiadado que el segundo, pero más tonto. Incluso a veces se quedaba delante de mi esperando a que me comiese la comida, como si fuera su perro. Me arrimaba el plato una y otra vez con ara de preocupación. 

Mis pensamientos se interrumpieron con el golpe del  martillo sobre la argolla. La cadena retumbó, al igual que mi pie, que es donde estaba enganchada. Me encogí de hombros y cerré los ojos, deseando escapar de allí, deseando que el enano consiguiese lo que los demás no habían podido. Cuando los abrí, vi colgando la argolla aún de la pared, pero bastante desprendida y doblada. El golpe había sido poderoso, pero no lo suficiente.

El golpe del hacha del enano sonó fuerte en la cueva. Las chispas que se produjeron, saltaron sobre los charcos de orina y agua. Pero no consiguió dañar la cadena. ¡No podía permitir que aquellos desconocidos enanos se jugasen la vida por mi!

- ¡Dame el arma!

Me levanto sobre mis rodillas y extiendo las manos hacia el enano que estaba intentando romper mi cadena. 

- ¡Darme el arma y huir de aquí! ¡Pronto llegarán todos los Trolls!

Muevo las manos rápido para que me entregue el arma.

- ¡Si no consigo romper yo la cadena, moriré luchando!

Pase dentro de la cueva para llamar la antención del Troll, ven a por mi bestia inmunda, te haré picadillo.

Esperaba darles tiempo a mis compañeros  para que pudieran soltar a los rehenes. Daros prisa, no se cuanto tiempo podre retenerle, sacarlos de aquí, acabar con esas malditas cadenas.

Tras esto me pongo en posición de ataque con mi martillo de guerra y mi escudo para embestir al troll en el momento que se acerque.

Debía de actuar con premura si quería que todos saliesen vivos de aquí. La idea de Kramghrat les dio una ventaja crucial al haber incapacitado a uno de los trolls, pero el tiempo jugaba en su contra. Mientras Rothrim golpeaba la cadena que aprisionaba a Gaoftro, decidió que lo mejor era tratar de liberar a Leddon.

Tras escupir al suelo, tanto asqueado por los nauseabundos efluvios de la cueva, como muestra de desprecio ante los trolls, y tal vez su propia vida, golpeó el punto débil de la cadena con su espada corta.

- ¡A un lado, junior! - gritó, mientras descargaba un golpe contra las cadenas del niño humano-.

Los únicos que iban bien pertrechados eran él y Thorin sus hermanos estaban muy expuestos por tanto tenían que mantenerse lo más alejados posibles del troll o de lo contrario este les haría papilla sin ningún esfuerzo.-¡Rothrim, Kraner!¡Sacad a estos dos desgraciados de aquí!¡Dejad de golpear las cadenas con armas que fueron echas para cortar malditos tarugos, haced palanca con ellas donde estén más débiles los eslabones!¡Ya casí lo tenéis, Matholuich les ayudará a salir!¡Vamos!¡Y por el amor de Durin no le deis un arma a ese patán o todavía acabará matándose él solo!- alguien tenía que poner un poco de orden en todo aquel caos y aunque no fuera el más avezado de los guerreros, al menos el capataz si que sabía ladrar ordenes en Khuzul para que solo sus hermanos las comprendieran.-¡Thorin! Ni se te ocurra lanzarte de cabeza a una muerte segura, yo estoy de barro  hasta las cejas y no puedo hacerlo, necesito tú ayuda, tengo un plan. Quiero que te quedes junto a la entrada y uses el filo de tú hacha para reflejar algo luz sobre los ojos de esa bestia, no bastará para convertirlo en piedra pero si para cegarlo, si ves que no puedes trata de reventar las cadenas. Te daré todo el tiempo que pueda.-el aguerrido enano avanzó con cautela hacia el troll con intención de bloquearle el paso, la cámara lateral era más pequeña que aquella de la que venía y Kramghrat supuso que este debería agacharse para entrar. Si le impedía el paso en ese punto, impediría que otros trolls pudieran entrar y que a aquel le resultara mucho más complicado, por tanto el enano renunciaba a cualquier oportunidad de hacerle daño a aquella bestia en pos de crear una barrera que no pudiera atravesar.¿Cuanto tiempo podría mantener la posición?solo los Valars lo sabían...

Apenas podía ver el movimiento de los enanos en la sala. Todos corrían de un lado para otro, haciendo o repitiendo las cosas que otro de ellos había intentado minutos después. Y lo extraño de todo es que la luz que entraba por el agujero caía sobre el Trolls convertido en piedra, a tan sólo un par de pasos de él, por lo que generaba una luz que iluminaba toda la estancia perfectamente, a pesar de la sombra que generaba el propio Troll. Esta luz había hecho que el Troll que acudía a la estancia se frenase en la entrada y tapara sus ojos para generar sombra y poder ver mejor. Cuando sus ojos se acostumbraron a la claridad, tenía delante de él a Thorin y Kramgrat, decididos a atacarle.

De pronto, un nuevo golpe sacudió mi cadena. Kraner era el culpable. Miro y apenas le ha hecho nada a la cadena. Estas cadenas eran irrompibles, y eso sólo quería demostrar una cosa. Su muerte.

Aquello era de todo menos organización. Aquellos enanos luchaban más con el corazón que con la cabeza. Y eso les podía ser fatal para su existencia. Con el arco tensado, miro por el agujero, pero el Troll, convertido en piedra a tan sólo unos metros de mi, me impedía ver mucho más allá. Pero si pude ver como se acercaba un nuevo Troll por la entrada a la sala de la caverna que hace un momento, estaba obstruida por una piedra. 

¡Tres Trolls!

Efectivamente, lo que estaba viendo sus ojos era que no sólo venía uno, sino tres más detrás de él. Aquella puerta, si se le podía llamar así, daba a una gran sala que desde mi posición podía asegurar que era la zona de vivienda de aquellas criaturas. El sudor recorrió mi frente. Yo sabía que estaba a salvo desde mi posición, pero no podía decir lo mismo de aquellos enanos.Si no salían rápido, morirían seguro. 

El golpe del martillo de guerra de Kramghrat retumbó en la cadena del Troll que estaba ya a punto de entrar en la sala de tal forma, que apuesto mi flecha a que ni notó el golpe. Miro la posibilidad de disparar mi flecha contra aquella criatura, pero la posición que tenía en ese agujero, el troll de piedra que tenía delante y aquellos dos enanos revoloteando delante del otro, me hacían imposible disparar.