Partida Rol por web

Pido dos jarras frías de cerveza y me acerco a Falen. Buenas camarada, ten una fresca cerveza.¿Que clase de negocios te traes con ese cabezota de Kramghat? No quiero vuelva a meterse en líos.

-Hemos tenido problemas en nuestro último viaje.- remugó el enano.-Acabamos con unos brujo que se ocultaban en una fortaleza, no muy lejos de aquí, estamos pensando en rehabilitarla y establecernos. ¿Tal ves te interesase suministrarnos el grano?Podemos hablar de negocios.-Kramghrat no iba a dejar pasar la ocasión de tener la bodega repleta de viveres-No se que decirte a lo de si vendremos todos, hablaré con los míos, pero como mucho seremos tres.-hizo un gesto hacía Olaf y Kraner, dejando claro que Rothrim y Thorin no eran de los suyos. Ni por todo el oro del mundo pensaba volver a viajar con aquellos dos, recomendándole a Dagar que no les contratase pues solo traían problemas demás de ser unos incompetentes.

Observo como otro de los enanos se acerca a mi mesa. 

- Sois un poco raros los enanos. - Y sonrío. - Tu compañero solo quiere que entablemos una relación comercial. Tengo que buscar un carro y algunos animales de tiro para todo lo que me ha pedido. Parece ser que queréis reconstruir la fortaleza que habéis asaltado a los magos. 

Escuchar que el grupo de enanos que se encargaría de su protección en el viaje se había cargado a un grupo de magos en una fortaleza, no hizo más que iluminar mi cara. Nunca había invertido mejor mi dinero en salva guardar mi vida. Pero eso era una cosa y otra era comercial con el grano.

- El grano se paga caro dependiendo de la época del año que lo quieras. Pero me encantaría cerrar algún tipo de acuerdo contigo. 

Llegas a la posada junto al último puente con tu miel, como viene siendo costumbre en los últimos años. La entrada principal a la posada se hace por unas vayas de madera y piedra, y da un patio, con dos árboles de sombra de gran tamaño, uno más grande que otro. Y entre ellos dos, una pozo. Rodeando la parte izquierda y el frente de la entrada se encuentran 12 cuadras para guardar, cuidar y alimentar a los animales de los viajeros del camino. Los encargados de la cuadra son los dos hijos de los Grumm. La posada se encontraba en la parte derecha del patio. Su entrada se sitúa justo al lado de la última cuadra de enfrente. Desde esa puerta se da a una espaciosa sala abierta al público, una taberna pequeña para beber en serio e intercambiar chismes con los lugareños. Dos pequeños reservados con cortinas se encuentran en el centro de la sala, pegados a la pared de una habitación mediana para discusiones privadas. La gran cocina que sirve el mejor pollo asado al este del río se sitúa en la izquierda de la puerta de entrada. Allí trabajan las hijas de los Grumm, Minna, Bannie y Gleefa, que además de cocinar, se encargan de la limpieza del lugar. La familia Grumm vive también en esta planta baja, en habitaciones más bien pequeñas situadas pegadas a la pared que da al patio. Sus ventanas dan hacia esa parte. 

Junto al a cocina, en la taberna, hay unas escaleras que suben al primer piso de la posada, que ofrece cuatro dormitorios privados, cómodos y con buena calefacción y dos dormitorios comunitarios muy grandes. 

En estos momentos puedes ver diversos clientes de los muchos que viajan regularmente por el Gran Camino del Este y que se paran en la Última Posada, camino de Bree, de las ciudades de Rhudaur o, en ocasiones, de Rivendel. Los adornos que se pueden apreciar en el lugar son escasos y pobres. No se alardea con grandes cosas, ni cabezas de animales, simplemente alguna que otra herramienta de trabajo antigua colgada con dos puntillas es lo que hay. Detrás de la barra, atendiendo a todos los presentes, se encuentra Rubb, el padre de familia. 

Actualmente en la posada hay dos enanos sentados en una mesa, otro de ellos hablando con otro hombre que no conoces. Luego reconoces a Falen el comerciante, charlando con otro enano en una mesa; Matholuich en cazador conocer de caminos y rutas,  en una mesa; la panda de Matabueyes, que siempre están buscando pelea, tomando cerveza en la barra. Y un hombre que no conoces solo en otra mesa. 

Tras abrir la puerta con timidez el pelirrojo hombre deja abierta con el pie, su cuerpo vuelve a salir, y empieza a meter con cuidado unos tarros de cristal tapados con unos paños azules.

Rubb, buen hombre. Seria menester que me auxiliaras, la carga es tan delicada como siempre.

Con una sonrisa, no dejaba de meter un tarro tras otro, hasta al menos haber puesto unos 8.

El posadero, le toco en el hombro con cariño y le echo una mano. Finalmente dos docenas de tarros entraron entre los dos hombres, directos a la barra, y algunos a la cocina.

No necesitaron de mucho tiempo, y tampoco esfuerzo. Pues el contenido no tenia mucho peso. Pero, el cristal era frágil. Así era su naturaleza, y así debía de ser, para mantener la propiedades de su oscuro contenido.

Con una sonrisa, siempre torcida por aquella larga cicatriz, el hombre deambulo por la posada tras acabar de cargar, saludando con la mano a algunos conocidos, y también sea dicho, arreando la nariz al detener su vista en los granujas de los matabueyes. Ya le habían producido perdidas la estación anterior. Solo deseaba que esta vez, él licor los tuviera más pasmados que de costumbre.

Con paso cansado se acerco a la barra evito a los clientes, y espero a él buen posadero trajera el dinero que estaba pactado.

El enano se hizo el interesante esperando que la edad e impaciencia del muchacho jugase en su contra.-Adelante, soy todo oídos.-tal vez así pudiera sacarle más partido a la oferta del chico y evitarse el viaje en la caravana. No estaba de humor para perder el tiempo por una misera moneda de oro.

Una vez colocados los tarros de miel en su sitio, sacó de su bolsa de cuero unas monedas, las contó delante de Aramis y se las entregó con una sonrisa.

- Supongo que ya serán de esta cosecha, ¿no? ¿Y cuando tienes pensado hacer matanza? necesitamos carne para nuestros asados, ya sabes que no solo pollo sabe cocinar bien mi mujer.

Hago referencia al plato que más fama había cogido en la posada. 

O sea que este cabezota finalmente quiere remodelar tal y como habíamos hablado dicha zona. Pero veo que sigue tan testarudo como siempre y parece que quiere hacerlo solo, pero necesitara ayuda. Avisame cuando tengas todo preparado para entregárselo, viajare con el, no puedo abandonarlo. Por cierto, ¿conoces a este hombre que acaba de entrar?¿Parece un asiduo a la posada pero nunca le había visto por aquí?le comento a Falen para sacar toda la información posible de lo que Kramghat pretende asi como de quien es el nuevo hombre que acababa de llegar.

Aramis guarda las monedas con rapidez, pero deja una en la mesa al tiempo que hace un gesto de necesitar algo que beber.

Siempre era así. El bueno de Rubb siempre le hacia el favor de ser diligente con los pagos, y él no podía menos que dejar algunas monedas de vuelta en la taberna.

Eran muchas bocas que alimentar, y mantener el fuego del hogar para todos ellos y los invitados era un duro trabajo.

Un gorrino esta a punto. Aunque lo tuve algo malo hará dos semanas, me ha costado cierto disgusto, al retrasar la recolección de los panales. Pero creo yo, dioses mediante, este listo para el próximo mes.

Hizo una pausa y toco la jarra que le ponían delante, aun sin el rico licor. La cerveza era una verdadera maravilla, sobre todo si el alma te sonreía. Y Aramis era un hombre feliz, que no necesitaba de grandes lujos, o de lujos apenas, para sentirse bien consigo mismo.

Cuando llegue el frio creo yo. Tendrás menos clientes, pero el frio azuza al estomago. Y seguro que el gorrino te dará buenos beneficios.

Luego, mientras esperaba que llenaran la jarra, observo la taberna. No se podía decir qué estuviera llena, nunca lo estaba. Pero al menos estaba viva y los clientes bebían y comían.

Le llamo la atención la cantidad de enanos que allí había. Seguramente fueran algún grupo de trabajo, o puede que mercaderes. No estaba del todo seguro. Eran seres extraños aquellos menudos. Si al menos no fueran tan toscos como una montaña, seria mas fácil tratarlos.

Le gustaban más los hobbits, eran gente alegre y vivían al día, sin pretender nada mas de la vida que vivirla. Ah, que buenos recuerdos su ultimo viaje a la comarca hacia ya dos, no tres años.

Ahora estaba escaso de economía. Y sus practicas mágicas algo paradas, pero qué demonios. Estar en casa y vivir de la tierra era toda una experiencia.

- Con el negocio que tengo entre manos, la entrega del grano que tenemos aquí, voy a sacar un buen puñado de monedas de oro. Con ellas, podría comprar más carruajes, pagar más hombres y comprar más grano para no solo traer a las Torres Faro, si no a ti. 

Asiento yo solo con la cabeza, pensando que el negocio sería redondo. El viaje sería largo y costoso, pero el beneficio grande. 

- En cuanto al precio depende de a cuanto esté el grano en el momento de la recogida. Todo se hablaría antes de traértelo. Me pasaría por la Fortaleza y cerraríamos un acuerdo. Posteriormente, traería el grano hasta ella.

- Vuestros problemas internos no me incumben. Por lo que tenéis que hablarlo entre vosotros. Yo tardaré al menos una estación en traer todo lo que me ha solicitado. Y creo que tiene pensado salir antes de la posada. 

Me giro para observar a Aramis, como entrega la miel a Rubb y se queda charlando en la barra con él.

- Es Aramis, tiene abejas y cerdos cerca de aquí. Abastece a Rubb carne y miel. Es un hombre tranquilo y afable. 

- Me alegra escuchar eso. - Digo sonriendo. - Me encanta los gorrinos que traes. Son de lo mejor que compro por estos sitios. Bien cuidados, limpios, sanos y gordos. 

Hago una pausa mientras limpio un poco la barra.

- ¿Y que tienes pensado hacer? ¿Vas a volver a salir de viaje?

Sabía que salía de viaje en busca de aventuras que le reportaran algo de dinero para pasar la época donde la producción de miel era escasa y los cerdos no estaban a punto para matarlos. 

Aramis sonrió. Era cierto. Una pequeña aventura bien remunerada podía hacer que los próximos meses fueran mas cómodos. Y aunque tenia ganas de viajar a Bree a ver a viejos amigos, aquello no le daría más que problemas al volver.

No, era mejor que hiciera algo más corto, un viaje a algún sitio no muy lejano.

Mi buen Rubb, me encantaría juntas otras tantas monedas, dormía mas tranquilo. Mas sabed que no siempre uno puede encontrar un grupo de gente decente con la que salir a caminar por el mundo. Y mas cuando el mismo ambiente parece enardecido de peligros.

Hizo una pausa para beber, y volvió a la carga.

Juraría que los perros de Angmar andan más rudos que de costumbre. No hace mucho vi pasar a medio galope a un grupo. Me da en la nariz que están aburridos de sus tareas, y eso puede ser mortal para muchos.

Guiño un ojo al posadero, con suerte el sabría algo más. Cosa nada difícil teniendo en cuenta que no tenia idea de lo que podrían hacer las patrullas en la zona.

Dio un largo sorbo a su cerveza y cerro los ojos, degustando con cariño el olor que provenía de la cocina. Grandes cocineras, hacían que hasta una patata podrida fuera un manjar.

Luego recordó el caldo de verduras que tenia en casa, y el espantoso olor que desprendía. Algún día, mas pronto que tarde, debía empezar a aprender a cocinar. O moriría de indigestión.

-No me cuentas nada que no sepa muchacho, puede que algún día seas un gran mercader, pero este enano no es de los que compra humo. Si vas a traer tanto comprar al por mayo siempre sale más barato y aprovechas el mismo viaje que para tus otros clientes, con lo cual te ahorras gastos, tal vez te debería haber preguntado directamente el trato de favor que puedes darme en función de la cantidad que te compre y de si solo quieres que comercie contigo o con más mercaderes.

Ademas si vas a ganar tanto oro en este negocio, tal vez deberías plantearte ofrecernos más dinero a tus Airund Shegan y más después de saber que han acabado no solo con un troll, sino con una panda de brujos también.-Kramghrat sonrió con astucia, Dagar se había desvelado a si mismo con su fanfarronada. Ahora que el enano sabía que el mercader cobraría un buen dinero no tuvo reparo alguno en pedir más.

- Algo de eso he oído, pero escucho tantas tonterías al cabo del día que tampoco les presto mucha atención. Solo espero que no me afecte al negocio. 

Sonrío tras mi afirmación, más en broma que en serio, pues me importaba los clientes que atravesaban el Gran Camino del Este y que se habían convertido ya en amigos. 

- Pero si quieres saber más, puedes preguntar a cualquiera de los que viajan mucho. Eso te daría una idea de como están los caminos antes de emprender un viaje. 

El enano es habilidoso en los negocios y esto me dejaba en evidencia. Ahora recuerdo las sabias palabras de mi padre y el motivo por el cuál estoy aquí. Aún me queda mucho por aprender y como no ande con cuidado, puedo estropear un negocio ya conseguido, por intentar beneficiarme de otro que aún no es seguro. Pienso mientras me habla e intento medir mis palabras. Tengo que comportarme como un buen comerciante.

- Sintiéndolo mucho, no traigo más monedas para destinar a gastos y mi oferta sigue siendo la misma. Eso si, en cuanto los dos acordemos la compra venta del grano, bien podría acordar un nuevo precio para sus servicios y salvaguardar mi cargamento de grano por el Gran Camino del Este, mientras viajo hacia las Torres Faro. Eso convertiría nuestra charla en un doble negocio. 

Aramis asiente a Rubb. No era el hombre más chismoso del mundo. Y hacia bien en evitar difundir majaderías. Aunque dudaba mucho que no tuviera una imagen mental de lo que sucedía, entendía que se la guardara para sí mismo.

Levanto la cabeza jarra en mano, y echo un vistazo a la taberna. Algunos conocidos, muchos que no. Y volvió a caer en el detalle de que contra pronostico estaba lleno de enanos.

Mas mi sorpresa será sincera, si te digo que muchos hijos de Durin hay en tu taberna. Es acaso, que este año van a empezar obras antes de tiempo, pensé que las clásicas luchas por los bastiones aun no se habrían producido.

Me sorprende verlos campar por aquí.

Un vistazo de reojo al grupo de matones del lugar me confirma que no parecen hacerles caso. Algo extraño, reconfortante, pero extraño.

Parecen gozar de buena salud y dinero. Enanos en estas tierras, siempre plantean un desafío.

Se volteo para mirar al tabernero. Y estudiar un poco su rostro. No le merecían mejor opinión los enanos que a muchos de los lugareños, pero era muy cierto que tampoco sentía la necesidad de odiarlos, como les pasaba a muchos otros.

   -- Bien Kramghrat, cuando partimos para la misión y es muy lejos de aquí, debemos llevar muchas provisiones, me preocupan un poco las miradas de estos parroquianos, ¿crees que alguno de ellos pueda aprovechar el momento que estemos liados con los Trolls para intentar hacernos alguna jugarreta?, hablo con mis compañeros mientras terminamos la bebida que estamos tomando. 

El enano se carcajeo con fuerza, el muchacho no era malo, no le culpaba por su intento.-No es mala muchacho, no es mala, pero un enano nunca compra las gemas que no puede ver, me estás prometiendo humo. Bueno tengo que marcharme, otros asuntos me requieren, imagino que ya no nos veremos hasta el año que viene entonces; hablaré con los míos y les diré que sigues interesado igual alguno si quiere acompañarte.-el desinterés del enano era totalmente sincero, ahora mismo tenía mucho en la cabeza en que pensar y había muchos mercaderes a los que consultar. El asunto no le corría prisa, en cambio honrar a su hermano muerto si. Se despidió sin confirmar nada dejando al muchacho inquieto y sin escoltas, pero poco le importaba.