Partida Rol por web

Vincent enarcó una ceja 

-No estoy preocupado, tan sólo te estoy preguntando. Haré algo mejor que darte unas monedas, te proporcionaré un medio de transporte adecuado. Viajarás en el tren de medianoche, mañana al anochecer volveré a por tí. Así tendrás tiempo de preparar tus asuntos. Buenas noches...Vlad.

Y sin dejar lugar a replica abandonó la estancia dejando a Drácula sumido en sus pensamientos.

Buenas noches.

Respondo sencilla y únicamente.

Demasiado amable, hay algo en las sombras.

Me replico a mí mismo una vez se ha marchado. Sin dudarlo, rápidamente busco algunos objetos de valor entre los recobecos de mi castillo, además de algún arma, por muy atípico que sea en mí, y cualquier otra cosa que pudiese utilizar o ser mínimamente útil: un espejo, papel, pluma, tinta, cera, cualquier cosa.

Dracula había decidido registrar el castillo en busca de objetos que le fueran a ser útiles, para su sorpresa aún conservaba gran parte del dinero que tenía atesorado. A pesar de que van Helshing hubiera acabado con él, la sombra del castillo infundía temor en los habitantes del pueblo y nadie había osado aventurarse en los dominios de Drácula.

El conde se dirigió pues a la habitación del falso bibliotecario, Jonathan Harker, en ella pudo encontrar una maleta, material de escritorio, y un mapa de Londres. Una vez que hubo echo la maleta, en al que incluyó varias mudas de ropa y parte del dinero que encontró, se volvió a dirigir a la biblioteca para dejar localizable su equipaje.

Recogió el candelabro que le había servido a Van Helshing como cruz improvisada y lo dejó encima de la mesa, mientras pensaba lo que haría a continuación.

Mocosos...

Mascullo al ver cómo, pese a todo, no están todas mis riquezas, no obstante, no me preocupo. Tengo tiempo más que suficiente para cumplir mis planes, y el pueblo no está demasiado lejos.

Me dirijo con cautela al pueblo, donde además de algo para comer, mi mente tenía en mente otro objetivo en mente a buscar: un chico jóven y fornido, educado y capaz. ¿Podré encontrar lo que busco?

Conforme me acerco a lo lejos, en el pueblo, se escucha algún ruido... ¿Estarán despiertos? No... ¿Qué está pasando?

Drácula encaminó sus pasos hacia el pueblo, pero un sonido de gente cantando le llamó la atención, se aproximó amparándose en las sombras hacia el lugar del que provenía el ruido.

 Se trataba de una caravana de gitanos que había acampado a unos metros del cruce de caminos que llevaba al castillo, al parecer estaban celebrando algo, pudo ver a varias parejas de gitanos que hablaban animadamente sobre el último timo que acaban de cometer. 

El conde conocía lo suficiente del idioma gitano para comprender toda la conversación a la perfección, lo primero que le llamó la atención fue la palabra, hombre inglés y turistas extranjeros... de manera que escuchó atentamente oculto entre la maleza.

- Boris... no deberíamos haber dejado así al pobre muchacho- dijo una mujer entrada en años al hombre que estaba a su lado- es una buena persona, al menos lo debíamos haber dejado en el pueblo...

- No seas tonta mujer, si lo hubiéramos llevado al pueblo nos estarían buscando ahora... no te preocupes más y hazme la cena- le dio un manotazo en el trasero- tengo hambre.Además él se lo ha buscado por tonto ja,ja,ja.

- Boris, dijo otro de los hombres- Naniuska tiene razón, hemos abandonado a un hombre en mitad de la noche y cerca de su sombra- señaló en dirección al castillo- no me gustaría que mi alma se condenase por eso.

- Sois unos ímbéciles, que va a pasar, el nosferatu está muerto, sois peores que mi madre...

Cuánta razón tienen, señores... ¿Qué temer si el nosferatu está muerto?

Comento mientras avanzo, dejando ver al principio, desde las sombras, poco más que mi silueta y, segundos después, mi rostro iluminado por las llamas.

Decían, hace décadas, que también estaba muerto: no habían habido muertes en varios años. Unos jóvenes celebraban y festejaban. Pero amanecieron muertos, desangrados. Y a la pequeña Marlene nunca más se le volvió a ver. Dicen que se convirtió en una lacaya del nosferatu. Pero seguro que esta vez es de verdad... ¿No?

Una mueca de una sonrisa victoriosa.

Oh, disculpen que me meta donde no me llaman. Pero el olor me recordó que hace bastante que no como... ¿Les importa?

Pregunto con la mayor de las cortesías.

Boris, el gitano que había estado hablando se puso serio de repente, era un hombre rudo y fuerte que no entendía de buenas maneras, ni se había enterado de lo que quería decir el conde. Pero cuando la mujer gritó asustada se interpuso en el camino de Drácula en posición amenazante, mientras que el otro gitano acudía también a respaldar a Boris en silencio.

- ¿Quien demonios eres? Será mejor que te des la vuelta, no tenemos comida para tí, a no ser que puedas pagarla- comenzó a recapacitar examinando el atuendo del conde.

- Boris, cállate... no sabes lo que estás haciendo... Por favor señor, no le hemos echo nada...- comenzó a implorar la mujer que sí se había percatado del peligro proveniente de aquel hombre vestido de negro.

- Calla mujer... ¿Qué nos va hacer este?

Cierto, señorita. Sólo me han propuesto pagar por la comida. ¿Un par de monedas estará bien?

Pregunto hacia Boris. Al pasar por el lado de la mujer inclino mi cabeza con cortesía, tomando su mano con delicadeza y posar en su cálida mano un frío beso, ignorando por completo a su protector.

Cuando la mujer sintió el frío tacto del conde sobre su piel y entrevió sus incisivos, se apartó rápidamente de él con un terrible alarido de terror. Drácula escuchó además con claridad los pensamientos de la gitana "Nosferatu, vampiro... Dios misericordioso ayudanos" 

- Oiga, deje en paz a mi mujer- le increpó el tal Boris acercándose al vampiro enarbolando un cuchillo.

Estaba claro que aquello no terminaría de forma pacífica, los gitanos eran muy supersticiosos y era mucho más difícil engañarlos...

Sencillamente me retiro un paso hacia atrás y miro a la doncella. Y luego a su marido, dejando que el terror y el miedo inherentes hagan su trabajo por mí. Una tranquila sonrisa asoma en mi rostro, carente de duda y emoción.

El gitano como acto reflejo golpeó a Drácula con el palo sobre el cuello. El palo se partió al hacer contacto con el cuello del conde, pero este ni se inmutó mirando al hombre que le acababa de atacar con su sonrisa de medio lado y un brillo peligroso en los ojos.

La mujer no necesitó ver más para salir corriendo entre gritos, mientras que la anciana que dormitaba a su lado se despertó y decidió salir también corriendo de allí en cuanto miró a uno y otro lado.

El segundo gitano reprimió el instinto de salir en pos de la mujeres pero aguantó el tipo y arremetió contra el conde clavándole un cuchillo entre las costillas. Drácula permaneció tan impasible como con el palo, peor esta vez intensifico su sonrisa. 

La herida se esfuma. Mi rostro se ensombrece.

Si gustan de llamar a la parca...

Extiendo mi mano para tomar al segundo gitano del cuello.

¡Así sea!

Y entonces extiendo el brazo para lanzar con toda la fuerza de la que dispongo al segundo gitano contra Boris. Inspiro profundamente, el olor del miedo me llena, me da fuerzas. Avanzo hacia ellos, amenazante. Y muestro mis colmillos.

El gitano lanzado por Drácula chocó contra el otro quedando ambos inmovilizados en el suelo por la terrible fuerza con la que fue lanzado por el vampiro.

Boris no podía moverse ya que se encontraba debajo del cuerpo innerte de su compañero y se había golpeado la cabeza con el suelo abriéndose una brecha en la cabeza. Ambos hombres estaban en shock y tardarían unos minutos muy valiosos en poder hacer algo.

Por otro lado las dos mujeres se estaban empezando a alejar de allí, el sonido de sus corazones latiendo de forma desvocada por el miedo era un sonado encantador a oidos de Drácula, pero el perfume de la sangre que se desprendía de la herida del gitano era embriagadora.

El conde se quitó el cuchillo de las costillas y se concentró unos segundos hasta que la herida cicatrizó.

Huyen. Miedo.

El miedo me alimenta.

Su sangre está tan viva.

Mi hambre crece.

Más aún con el sonido de la cabeza golpeando contra el suelo, con el olor férreo inundando mis fosas nasales.

Y por un segundo, la duda hace presa de mí. ¿Ella o él?

Ella era más capaz. Pero eso lo comprobaría luego.

Mi hambre ahora es demasiado grande.

Y tengo comida.

Me alimento hasta dejar de ellos poco más que cáscaras vacías... O estar lleno.

Lo que suceda antes.

Sangre, sangre por todos lados... Drácula no pudo evitar sumergirse de lleno en la vorágine de la sangre, cuando se acercó a los gitanos hundió sin miramientos sus sedientos colmillos en el cuello del que había quedado boca arriba imposibilitando la huida de Boris. El conde se deleitó con el líquido elemento y con el horror de Boris mientras veía como se le escapaba la vida a su compañero. Era un justo castigo a su osadía... podría haberse contentado con la sangre de un sólo gitano, pero el terror de Boris era demasiado apetecible para dejarlo estar y como disfrutó de aquel bocado hasta dejarlo seco...

Una vez satisfecho alzó la cabeza hacia el cielo dejando que el viento le susurrara cosas, la sangre le corría por al comisura de los labios, posó uno de sus largos dedos sobre su boca y descubrió que tenía el mentón manchado... se lo limpió con los dedos y sonrió... ¿A donde habían ido a parar sus modales? Él era un caballero, la próxima vez comería con más mesura...

Tanto tiempo sin probar bocado... ¡Válgame Satanás*! ¿Dónde quedó mi educación? Pero no importa, las mujeres se me escapan, pero si se escapan, mi nombre será escuchado, el miedo se extenderá... pero necesito...

Sin dudarlo, me pongo tras el rastro de las mujeres, paso firme y constante, pero sin perder las formas.

Drácula tras unos segundos de indecisión decide ir tras las mujeres que han salido corriendo, después de alimentarse de aquella forma le vendría bien un poco de movimiento. La anciana no le servía pero la otra mujer era más joven...

Buscar nunca fué mi especialidad, pero acabo de beber... mis sentidos están despiertos, y casi casi puedo sentir su sangre latiendo, clamando por ser tomada por mí. Entonces asomo un colmillo entre mis labios en una mueca que queda a mitad de camino entre un cazador tras su presa y una sonrisa victoriosa e irónica. Mis movimientos son rápidos, la anciana no me interesa, ella me devolverá el nombre. La sombra de mi castillo.

Mía...

Susurro, y el viento lleva mi voz como un eco huidizo hacia ella. Y es mi sombra la que crece.

Y en poco más que un parpadeo me coloco a diez metros de ella, enfrente, y la miro, le observo, en el más absoluto silencio, con la boca ya limpia, impecable.

Los pasos del conde lo condujeron hacia su presa, la sangre que acababa de ingerir le había dado la fuerza y la destreza necesaria para seguir el rastro de la mujer, olía tan bien, tan exquisitamente bien que no sólo la alcanzó sino que la adelantó y se posicionó enfrente suyo, le encantaba saborear el miedo y la sorpresa de sus víctimas.

La gitana se detuvo en seco, los latidos del corazón de la mujer la hacían cada vez más irresistible, bum,bum,bum,bum... Entonces, para la sorpresa del conde la mujer hizo alarde de una valentía inusual en una humana y lo miró a la cara, al tiempo que luchaba por tratar de tranquilizarse, bum,bum..bum...bum.

- No has tenido bastante con ellos y ahora vienes a por mí. No voy a salir corriendo, termina de una vez- lo reto mientras lo continuaba mirando con los puños apretados y el pelo revuelto y descuidado.

Le miro a los ojos sin decir nada, levantando ligeramente las cejas, mis ojos rojizos delatan una clara atención en cada ápice de ella, de su sangre corriendo por sus venas, de su belleza salvaje, incluso del valor que respira la chica.

Pero nuevamente no digo nada, mientras los segundos se extienden, la tensión es palpable en el ambiente. Ella aguarda que yo haga algún movimiento, pero sencillamente observo.

Y cuando ya casi llega al medio minuto así, sencillamente extiendo mi mano.

Ven... Criatura.

Le ordeno.

Para cuando ella es capaz de reaccionar ya es tarde.

Mis colmillos penetran la piel que impide que su sangre sea para mí*.

...

Su vida es mía lentamente.

Y también su esencia.

Mi sangre moja sus labios.

Poco a poco el pacto se sella.