Partida Rol por web

La muchacha tan sólo pudo asistir a su condena sin poder moverse. Ni siquiera tuvo tiempo de gritar, aunque lo único que hubiera logrado hubiese sido dar más motivos al conde para beber de ella.

Cuando los colmillos del vampiro se hundieron en su cuello, el dolor del principio se transformó en un malsano placer, sabía que la estaba matando pero disfrutó del "beso". El cuerpo de la joven se dejó caer entre los brazos de Drácula quien la sostuvo en vilo aferrándola por la espalda con una mano, mientras que con la otra se desabrochaba la camisa dejando una parte de su torso al descubierto. Con la uña del meñique se infringió una herida lo bastante profunda para que la sangre del vampiro manase. Aquella sangre era más espesa que la de un humano, y tan negra como el alma del ser en cuyas venas corría...

Obligó a la muchacha a beber de ella, que en un atisbo de humanidad luchó por repudiar aquel "regalo" sin éxito. Finalmente bebió y el conde dejó que cayera al suelo cuando consideró que había sido suficiente. Mientras se volvía a cubrir, observó a la gitana con altivez y satisfacción.

La gitana estaba asqueada por lo que le había pasado pero aunque trató de limpiarse, se cercioró de que algo en ella había cambiado para siempre, era humana... pero al mirar a Drácula lo comprendió...

- Ahora eres mía...- sí lo era pensó la muchacha- ¿como te llamas criatura...?

La gitana había mejorado de aspecto físico, se encontraba más fuerte y segura de sí misma. Se levantó con un atisbo de altivez, sintiéndose hermosa.

- Esmeralda... mi señor...

Perfecto...

El susurro de mi voz resuena perfectamente mientras con mi mano alzo su mentón para observar su cambio, con una sonrisa lupina en el rostro, satisfecho de mi propia adquisición.

Ahora me guiarás hacia el alma del pobre desgraciado que habéis dejado a la sombra de mi castillo.

Mientras hablo, abrocho mi camisa volviendo a recuperar la compostura y el saber estar del caballero que representa que soy. Miro hacia el cielo. ¿Cuánto quedará para que amanezca?

Esmeralda miró al conde confundida, no sabía a que se estaba refiriendo. 

- No os entiendo mi señor...- la aturdida mente de la mujer trataba de trabajar con velocidad, pero eran muchas cosas las que le habían ocurrido. Aún así pareció empezar a comprender- Estábais escuchando cuando mi ma...- a Esmeralda se le hizo un nudo en la garganta y a punto estuvo de alejarse del vampiro horrorizada por el destino que habían corrido su marido y su cuñado. Pero la sangre de Drácula estaba en sus venas y la atracción que sentía por el conde le hizo sobreponerse- ¿Os referia entonces al turista inglés? Boris le robó y lo dejó a su suerte, pero yo me apiadé de él y antes de que lo dejara perdido en el bosque puse en sus manos una brujula con unas anotaciones, si lo ha seguido a estas horas estará en el pueblo... Mi señor, no falta mucho para que amanezca-apuntó la gitana viendo el gesto de su señor y sintiendo su preocupación.

Entonces lo traerás a mi presencia mañana después del ocaso.

Sentencio mientras me muevo con premura por el bosque.

Y ahora te guiaré hacia mi castillo.

La tomo de la muñeca y comienzo a caminar firmemente para regresar antes del amanecer.

Cuando Esmeralda entró en el castillo no pudo evitar acercarse a Drácula y asirse de su brazo, aquello era grande y siniestro y había aprendido a temer su sombra desde que era una niña. La mujer no podía evitar mirar a un lado y a otro con un temor irracional mientras avanzaba entre los fríos y lúgubres pasillos.

Esmeralda era humana y por tanto necesitaba dormir en una habitación decente, aunque el castillo había estado un tiempo deshabitado conservaba el mobiliario y gran parte de decoración y enseres, incluido la ropa que su anterior compañera utilizaba. 

Drácula tuvo que acomodar él mismo a Esmeralda tras cerciorarse de que las puertas estaban bien cerradas, no deseaba ningún tipo de visitante diurno y menos en aquel momento. 

- Cuando despiertes, quiero que vayas al pueblo y compres alimento para tí- le tendió unas monedas- con esto será suficiente. Después investiga el paradero del inglés y vuelve.

Las primeras piezas del plan comienzan a encajar, ahora sólo queda esperar a mañana... Van Helsing va a disfrutar con mi espectáculo.

Una ligera sonrisa colmilluda justo antes de abrir mi viejo ataúd y sumirme en el sueño...

Y son los primeros años de luz lunar los que me despiertan, incluso a través de la impenetrabilidad de mi ataúd. Me levanto despacio, con calma, dispongo de todo el tiempo del mundo.

Me levanto y ajusto mi traje y mi capa. Me aseguro de llevar mi broche y mi anillo, y desciendo.

Me encuentro a Esmeralda en el salón principal y mis ojos se clavan en ella por cinco minutos antes de siquiera moverme. Avanzo despacio hasta colocarme a escasos diez o quince centímetros... y aguardo.

Esmeralda saludó al conde con una tímida sonrisa, parecía que estaba orgullosa de algo y deseaba hacer partícipe a Drácula.

- Buenas noches mi señor,he hecho lo que me pedisteis. He localizado al inglés, pudo encontrar el camino hacia el pueblo y se encuentra en la posada, ha reunido el dinero suficiente para regresar a Inglaterra, va a partir esta misma noche, el tren pasa por la estación en unas horas.

Entonces debemos de ir a hablar con él antes de que parta de regreso.

Me acerco hacia ella y le miro con reconocimiento por su brillante tarea.

Vamos.

Sentencio, a espera de que me guíe.

Drácula y Esmeralda abandonaron el castillo rumbo al pueblo, el conde dedicó una rápida mirada a su fortaleza. El castillo se alzaba oscuro y misterioso sobre la montaña emitiendo su siniestra sombra a varios kilómetros a la redonda... sonrió orgulloso para sí, con semejante imagen no costaba trabajo imaginar por qué los mortales temían acercarse y... no estaría mal que lo siguieran temiendo, sobretodo ahora que había regresado.

El trayecto hacia el pueblo fue corto, pues el conde para ahorrar tiempo caminó con Esmeralda en brazos. Drácula no sentía cansancio y andaba mucho más rápido que la muchacha.

Mi despedida con el castillo es silenciosa, pero a veces si quieres que las cosas salgan bien has de hacerlas tú mismo.

Llego así a la estación* y me quedo a las afueras, entre unas sombras que ningún mortal en su sano juicio se atrevería a cruzar si aprecia su vida. Entonces coloco con delicadeza a Esmeralda en el suelo.

El inglés debe de estar cerca de llegar. Quiero que lo traigas a mi presencia antes de que entre la estación.

Como de costumbre, no doy demasiadas explicaciones, no hablo demasiado, extiendo mi mano y arreglo unos mechones mal colocados en su rostro debido al trayecto. La apariencia es importante, y ella debe de aprenderlo.

Esmeralda sonrió al conde con un ligero rubor de mejillas, asintió y desapareció saliendo del anden y dirigiéndose al pueblo.

Drácula pudo entonces observar desde su posición la estación. La última vez que estuvo allí estaban colocando las vías, era asombroso lo rápido que habían construido aquello... o más bien el tiempo que había transcurrido desde que Van Helsing acabó con él... un punzada de orgullo herido lo atravesó, pero se sobrepuso, había cosas por hacer y debía actuar con frialdad.

Al rato vio aparecer a Esmeralda acompañada por un joven, por su porte, maneras y acento estaba claro que debía ser el inglés.

Esmeralda sabía jugar muy bien sus cartas, estaba empleando el truco de la seducción e interpretando el papel de muchacha desvalida. Con su buen hacer y su indiscutible atractivo consiguió traer al joven a unos metros de donde estaba el conde, pero el muchacho miró las sombras con desconfianza y comenzó a recular.

Recordar el pasado y la derrota no es algo precisamente agradable, y a pesar que me deja un sabor amargo en la boca que hará falta mucha sangre para borrar, también me alienta a seguir adelante con mi plan.

Mi chica, muy sagaz ella, consigue atraerlo hacia las sombras, pero no lo suficiente.

No obstante, eso no debería de ser un problema para mí...

... disculpe los modos...

Comienzo a decir, avanzando un paso para dejar ver mi silueta sin ningún problema.

... pero bien sabrá usted que hoy en día uno no puede fiarse de nadie.

Desde la penunmbra, mis ojos se clavan en Esmeralda.

Detente ya, debemos de hablar, el señor y yo.

Y sin añadir nada más aún, aguardo a que el hombre decida si quedarse o huir, permtiéndole una distancia más que segura para retirarse en caso de desearlo. Las distancias siempre se me habían dado bien, casi tanto como la oscuridad, y esa vez jugaría con ella, dejándole al hombre creer que puede elegir, pero en realidad ya he decidido qué hacer antes de que él pueda siquiera avanzar.

El joven inglés vio como se acercaba la siniestra y esbelta silueta del conde. Los movimientos de Drácula era tan felinos y elegantes que cuando apareció ante él se sorprendió pero no fue inducido a la carrera. No obstante sus palabras, maneras y la forma que había tenido de dirigirse a la mujer, por la que tontamente se había dejado embaucar, despertaron un temor más que considerable en aquel joven, que sumado al hecho de que ya había sido atracado una vez por una panda de gitanos, hizo que se desembarazara por completo de la mujer e iniciara un retroceso hacia la estación.

- No se acerque a mí...- dijo caminando hacia atrás cada vez más rápido- no tengo nada que hablar con usted.

Si hace el favor de escucharme, podremos hablar de negocios...

Comienzo a decir, mientras hago una señal con la cabeza para que mi compañera le deje irse de desearlo.

Disculpe mis modales, soy el Conde Drácula. Ahora, si es tan amable...

Dejo la frase en el aire, y aguardo su reacción, no avanzo para que no se sienta intimidado, y para no desvelarme del todo.

El joven inglés se había calmado un poco y detuvo su retroceso, aún así seguía nervioso. Si el conde quería algo de él necesitaría emplearse con un poco más que palabras... la distancia no era demasiado grande y el muchacho estaba cometiendo el error de mirarlo a los ojos...

Para un maldito mortal que no deseo devorar...

Aquejo mentalmente. No obstante, mis ojos se enrojecen, le observo, extiendo mi mano, su mente es débil, la mía no.

No obstante, ni siquiera para mí los años pasan en balde, siento que las fuerzas me fallan...

El Doctor Van Helsing...

Comienzo a hablar, aguardando que quizá así pudiese atraer su atención.

Cuando el muchacho escuchó aquellas palabras se acercó a Drácula, quizás su palidez y el enrojecimiento de sus ojos, que al inglés no le había pasado desapercibido... se debiera a que se encontraba mal y por eso la mujer lo había atraído en busca de ayuda.

- ¿Se encuentra bien, señor?- le dijo posándole una mano en el hombro- ¿necesita un médico?

El Doctor Van Helsing...

Repito, sin demasiadas ganas. Varias posibilidades se abren ante mí ahora, y convertirle a mi servidumbre es una de ellas, no obstante, sería demasiado fácil, incluso para Van Helsing, por no hablar del quebradero de cabeza inútil que supondría con Esmeralda.

Es profesor en la Universidad de Londres...

Mis manos frías toman las suyas, colocando algo entre ellas.

Entrégeselo y él ya sabrá qué hacer...

Retiro mi mano lentamente y mis ojos le miran, intentando averiguar si realmente cumplirá con el sencillo cometido que le he encomendado.

El muchacho al sentir el frío tacto del conde se interesó aún más por el estado de aquel hombre. Miró el sello sin entender nada.

- ¿Desea que le de este sello a ese doctor...? creo que lo más conveniente es que acudiera usted mismo a verlo, no parece tener buen aspecto... Yo no soy médico si quiere puedo llevarlo a que lo vea alguno.

El inglés lo estaba mirando a los ojos, parecía querer ayudarlo sin necesidad de utilizar ningún poder extraordinario.

Entonces el pitido del tren hizo que el joven mirase hacia donde se encontraba el tren, debía darse prisa si no quería perderlo.

- Caballero, quisiera poder ayudarlo... pero si pierdo este tren no podré cogerlo hasta dentro de 3 días... espero que sepa perdonarme...- meditó unos segundos- Trataré de encontrar a su doctor... - le sonrió y se despidió del conde para salir corriendo hacia el tren.

Cuando el muchacho desapareció de la vista del conde, Drácula escuchó una ligera risa irónica a sus espaldas.

- ¿Ese es su malévolo plan... mi querido conde?- se trataba de Vincent que lo miraba divertido con la espalda apoyada al tronco de un árbol- Cuando Van Helsing reciba tu sello... ¿Que piensas que hará? ¿Mandarte un ramo de rosas...? A estas horas deberías de estar rumbo a Inglaterra... ¿Cómo piensas ir?- lo miró a los ojos con una mezcla de diversión y decepción a partes iguales