Partida Rol por web

Con reverencia, como quien deposita el grial sobre un altar, Wilbur deposita a la divina-divina Kendra sobre algo que parezca limpio

"Buenos dias. Me alegra ver que no soy el único representante de la fe en estas tierras, aun si nuestros patrones son distintos" dice Wilbur con educación y sinceridad. Aunque no comulgue con las ideas del clérigo, al menos sabe que Tyr es una deidad sabia y grandiosa.

"Soy el Hermano Nitales. Wilbur Nitales, del templo de DOC, señor del Tiempo, y estoy en un peregrinar en estas tierras que me eran desconocidas" continua. Es un trato de respeto, de cortesía. No es el trato de obediencia que le daría a mi propio arzobispo, el gran ArchiMaestre Fester Addams, sino el que le daría a un Conde que viniera de visita.

"Tanto mi señora protegida Lady Kendra como yo somos nuevos en esta zona, y extraños a las costumbres del lugar, así que intentamos tratar de aceptar la hospitalidad de esta alegre y buena gente. Quizá en demasía, pues nuestro paladar no conocía la fuerza del Tilbert local. Ahora bien: De un hombre de fe a otro, de un hombre que busca la santidad y servir a las deidades, cuente conmigo si necesita ayuda en mantener la causa del bien y la sabidurida en estas tierras.

Esta faceta, casi regia, contrasta con el pobre bobo que siempre está a los pies de Kendra, besando sus huellas, o insistiendo en llamarla "Divinidad Suma".
La idea de Wilbur es estar cerca de los amigos, pero aun más cerca de los enemigos.

"Respecto a lo acontecido anoche, poco puedo contar que no os haya dicho ningun otro aldeano: El Wilbur hizo un gran efecto en mi. Jugue inocentemente a los juegos de mesa de los locales, y pasé gran parte de la noche cantando, riendo y compartiendo anécdotas divertidas y leyendas curiosas"

Que la semielelfa tuviera pleitos sin resolver con el humano vale. Que quisiera asesinarlo brutalmente para vengarse por el frote de partes pudientes en su cara, también valía. Pero ya que le amenazara de muerte delante de ella sin que hubiera terminado el interrogatorio, eso ya era una falta de educación que no se podía permitir. Por favor, ¿es que eran bárbaros? Bueno, ella sí, pero hasta Gorsha tenía sus estándares. ¿Es que las normas de Urbanidad no eran universales? Que cuando se torturaba a alguien, había que esperar el turno. ¡Un poco de educación, caramba!

 -Muchacha, no peques de acelerada.

Este humano aún no ha contestado.

Y necesito esa respuesta de inmediato.

No os comportéis como una maleducada.

Y para reforzar lo dicho, Gorsha se giró lo justo para ponerse entre las flechas y Daron. Incluso le aflojó un poco el agarre del cuello para que finalmente pudiera contestarla. Y que conste que lo hacía porque sabía que la elfa tenía toda la intención de matar a Daron. Que de no ser el caso, hasta se lo pondría a tiro para sacarle una respuesta más rápida y echarse unas risas. Pero viendo las intenciones de aquella pelirroja... No, no le daría al humano hasta haber obtenido sus respuestas. Eso sí, siempre y cuando decidiera hablar. Porque si se obstinaba mucho en permanecer callado, entonces sí que llegaría el turno de la semielfa.

Sin duda en un entorno desconocido para él y sin conocimiento de aquel lugar y su historia, poco podía hacer contra aquel señor inquisidor, por lo menos ante un público y guardias. A oscuras en otra situación, Ulus ya hubiera vertido su sangre y dejado el cuerpo pudrirse, pues semejante gusano no merecía nada mejor. Pero en aquella situación no tuvo más que darse por vencido, por lo menos no sin investigar un poco más. Se había metido en un enredo que no le venía a cuento pero que por lo menos le había divertido, y que resolvería en el futuro sin duda.

- Con tanto desconocimiento de la región, sus leyes y sus celebres autoridades poco más tengo que añadir por el momento. Sin duda me pondré al día e investigaré hasta el último resquicio de la ley. Y si, del lugar del que provengo también existen leyes, pero no tan intolerantes a pesar entre mis compatriotas los humanos y otras razas inferiores no son bien consideradas, por lo menos se les trata con algo más de respeto. se fue hacia los guardias.

- Si os pido algo de tiempo, debo conocer las leyes de este lugar que desconocíamos, incluidos los pecaminosos. Apenas acabamos de llegar y nadie nos puso en sobre aviso de lo que estaba o no permitido hacer. Y por tanto se torna un tanto cumplir unas leyes territoriales muy particulares como son las de este valle. Por tanto, si me disculpais. Acompañaré a los guardias y espero nos veamos en el juicio.

Y sin más dilación marcho con los tres guardias que le esperaban.

* Mientras caminaban fuera de la posada, Ulus comenzó a estirarles la lengua a los guardias. - ¿Cómo podéis soportar tal actuación de totalitarismo? ¿Me podríais contar algo más sobre él? Si tengo que ayudar a esos dos y enfrentarme cara a cara con ese hueso inquebrantable por lo menos me gustaría saber más de él y de este lugar. Su historia, la batalla esa que ha mencionado y como es el Lord del Valle. ¿Qué opinais? ¿Vivis bien en este lugar bajo el yugo de tal hipócrita? Creo que esos dos no merecen lo ocurrido. Estaban embriagados de Tilford y ni siquiera saben que ha pasado. Y siendo tan jóvenes como son, ¿quién les culpa?

Ya con la vejiga vacía y la mente por fin sin estar nublada por la doble desesperación, pues ya orinó y lo atraparon, no le quedaba más angustia que la de por fin razonar con la semiorca; y claro, no morir asfixiado. Usaba todas sus fuerzas en los brazos para levantar su cuerpo y no morir colgado asfixiado por su propio peso, afirmándose de los férreos antebrazos de Gorsha.

 -Responde rápido, que mi paciencia de agota.

Mi equipamiento ya me has dicho dónde se encuentra.

Pero hay otra duda que ha un rato que me atormenta.

¿Has mantenido relaciones íntimas con Gorsha?

Daron no se encontraba en condiciones de decir una mentira, mucho menos de decir una verdad poco creíble, pues si no satisfacía en su respuesta a su enorme compañera, así que decidió hablar su mismo idioma a ver si lo entendía, o por lo menos le perdonaba la vida.

-Antes que decidas cualquier cosa- dicho con la voz rasposa y ahogada,
-Me gusta vivir más que el vino, eso tenlo por seguro,
Toma eso en cuenta antes de que me partas el culo,
Por mi parte garantizo, aun eres virtuosa-

La verdad es que vivir no le importaba mucho, lo que realmente le importaba a Daron era no morir, que aunque suenan parecido son dos cosas muy distintas, y lo que más le importaba en segundo lugar era no sufrir mientras aun no moría; pero vamos, su compañera lo quería matar en breve y tanta cháchara no rimaba. Entonces algo que reconoció bien Daron rozó su mejilla marcándolo quizás hasta la muerte, la semielfa lo amenaza de muerte, pero Gorsha quiere terminar primero su interrogatorio y se interpone para que Daron termine su discurso.

-Acaba el interrogatorio rápido. Tienes el tiempo que tarde en decidir si esta flecha va para su ojo izquierdo o para su ojo derecho.-

-Lo que paso contigo fue un infortunio, no lo niego,
Sinceramente me disculpo, pues no quiero quedar ciego...
Ah no, perdón, contigo si puedo hablar español...- Exclama dando a entender que para el Gorsha habla otro idioma.

-Estem... En serio disculpa amiga! Te puedo decir amiga? Si no te gusta seamos simples desconocidos, yo solo quería hacer pipí y no morir, yo no pedí tres pelirrojas en mi habitación, no tenía tanto dinero para ese tipo de room service- 

Pero desviarse del tema solo hace desesperar más a la verde princesa.

 -Muchacha, no peques de acelerada.

Este humano aún no ha contestado.

Y necesito esa respuesta de inmediato.

No os comportéis como una maleducada.

Entonces Gorsha se gira y lo protege de cualquier posible flecha, haciendo que el único riesgo para Daron sea que el puño de la orca se cierre con su enclenque cuello adentro, cosa que este aprovecha para confesar la única verdad que sabe, sin disfrazarla mucho y demostrando que no hay rencores, que todo fue un malentendido sin vil intención. 

-Eso, resolvamos los problemas de uno en uno,
Tus cosas aparecieron en mis aposentos,
creo que eso ya lo he respondido,
y no podría con una mujer de tal portento,
así que contigo no he dormido.
Ahora que esta todo resuelto, tomemos desayuno-

Daron intenta encogerse de hombros y sonreír amablemente, pero la piel de su rostro y cuello se había comprimido como arcilla fresca y el rostro de Daron más bien parecía el de Jabba De Hutt, o una especie de Pugg luchando por ser feliz mientras le cuesta respirar.

Ya se encargará de lidiar con la otra pelirroja de las flechas, primero ver si sus versos llegan al corazón de la princesa y lo ablandan como el puño a la piel de su cuello.

Kendra examina con detenimiento al padre Pierre observando sus gestos y su lenguaje no verbal, intentando averiguar sus intenciones para elegir con cuidado sus palabras e intentar caerle en gracia. Poniendo su mejor cara de inocencia y con toda tranquilidad comienza a narrar lo que ocurrió la noche anterior. 

"Pues verá usted, padre... Lo que puedo contarle no tiene nada de extraordinario. Ayer el clérigo (con el que ya ha hablado) y yo, junto con un grupo de desconocidos, llegamos a Tilford en la última caravana y después de un viaje largo y cansado vinimos a la taberna para buscar hospedaje y comida. Probamos el famoso licor de Tilford que nos ofrecieron por cortesía y respeto hacia este bello pueblo y sus gentes. Yo soy joven y no estoy acostumbrada a beber y me resultó un tanto embriagador. Debo confesarle que, aunque no me habría atrevido a rechazar tal gesto de amabilidad y amistad, no tengo intención de volver a beberlo. Estuve bailando un rato con la maravillosa música que sonaba en el local, pero después de dar unas cuantas vueltas me encontré un tanto indispuesta y me entregué en los brazos del sueño. Esta mañana he escuchado ruido en el pasillo y he salido a ver qué pasaba. Al parecer la mujer a la que usted ha visto correr un tanto ligera de ropa no lograba encontrar sus pertenencias y estaba buscándolas. Me he cruzado con el clérigo y con alivio he observado que se había recuperado del tremendo golpe que se dio anoche por accidente y que lo dejó totalmente inconsciente. Y después de eso al bajar las escaleras nos hemos encontrado con ustedes. Perdone mi ignorancia, pero no sé muy bien qué quiere saber o a qué delito se refiere ya que desconozco las leyes de este lugar."

El Dracónido, un poco ajeno al alboroto y el politiqueo que se estaba proliferando sin control en la conversación, prefirió escuchar atentamente y tratar de seguir la corriente a lo que ocurría. Su fuerte no estaba en ese tipo de predicación salvaje en la que predominaba la ley terrenal sobre la divina, y ciertamente lo que ocurría lo sentía como un mundano discurso que apelaba más a la manipulación de los hechos que a la misma autoridad superior de la que tanto alardeaba el pastor. Trató de mantenerse ajeno mientras que el elfo resolvía todo con su poderosa lengua, agradeciéndole en sutiles reverencias, pero fue cuando el Padre lo acusó de ebriedad que su paciencia comenzó a resquebrajarse. Adoptó una postura más seria que su intento inicial de parecer un ser cordial entre las pobres almas que lo rodeaban, sus ojos se ensombrecieron en una forma temible, como si estuviera reviviendo el orgullo de su raza de varios siglos de historia en una sencilla mirada. Comenzó a apretar las manos, liberando un sonido de piedras chocando violentamente entre sus dedos, y fueron las últimas palabras que le dedicó el Padre Pierre lo que hizo ceder su infinita paciencia, liberando el orgullo de su credo en un momento. 

-Me parece curioso, buen señor, que la autoridad con la que se nos acusa, trate de desprestigiar mi Fe con palabras basadas en esa demencial ignorancia, que mueve las masas dentro de oleajes de ponzoña-Su voz se oye como un apacible trueno, un eco tormentoso con la tranquilidad de los elementos-Que se atreva usted a hablar de mi causa, o de mis procedimientos, sin tener una mínima idea de lo que puedan significar, de la gran fuerza que acompaña a mis palabras cada día de mi vida, solo puedo sino querer perdonarlo por su pobre vista. ¿Quiere hechos, mi corto hombre? Le demostraré, por un momento...-En medio de sus atronadoras palabras, desenvaina su escudo en su mano izquierda y su pesado martillo de engarce en la derecha-...La fuerza de aquel "ser invisible" que usted osa insultar tan malamente-Sobek levanta su martillo de una mano, con su precioso diseño ceremonial, a la vez que levanta su escudo a la altura de su pecho y gira su rostro pesado grabado con su Dios apuntando hacia la izquierda-Esta es la verdadera autoridad divina que me confiere Bahamut...-Sus ojos dejan de ser normales, para comenzar a brillar con una luz cegadora que se transfiere a todo su cuerpo como un aura divina incandescente, que incendia su martillo en una luz purificadora, y una vez que el fuego rodea toda su arma, descarga de un poderoso movimiento un golpe hasta su martillo, que resuena con un eco ensordecedor, liberando una pequeña explosión de llamas dentro del radio de su escudo, que se expande como una brisa calurosa por todo el grupo que le ve. Una vez acabada la demostración, vuelve a dejar su escudo tras su espalda y su martillo en su cinturón.

-Esta será la primera y la última vez que permitiré que un insulto a mi señor, el Gran Plateado, pase por los labios de semejante criatura tan ordinaria y poco interesante. He de decir que me encanta respetar las culturas ajenas a a la grandeza de mi linaje, pero cuando se atreven a desprestigiar con tan poca "vista" lo que no entienden, tengo que darles una pequeña muestra de lo mucho que no entienden-Su tono ya se había relajado, sin dejar de tener ese color de llamarada incontrolable en sus palabras-La última vez que un ser tan insignificante se atrevió a desprestigiar a mi credo, usé su ojo como un material. Lo cristalicé dentro de un ambar milenario, lo imbuí con un trueno celestial y lo usé como la gema de un arma que yo mismo forjé como un engarce. Claro está que ese hombre era un criminal que trató de asaltarme, pero sus pecados eran tan largos que sólo quedaba la absolución por ese camino. Alégrese que su insulto no viene acompañado de una lista tan pérfida, le daré el beneficio de la duda-Le habla casi que sonriente, tratando de colar una broma de mal gusto junto con una historia real-Y por mi "embriaguez", su pequeña vista no alcanza a entender el evento divino que me ocurrió gracias a esa bebida, y es que el poder del alcohol se escapa sus términos terrenales. Tuve contacto con emisario de mi credo en ese estado, quien me condujo a hacer lo que fuese que hubiere hecho. Un momento inevitable del que pido perdón, pero que cuento con orgullo. Tenga usted cuidado con lo que impone, y a nombre de quién lo impone, el acusar con desconocimiento de esos actos pérfidos de los que tanto habla no le queda si usted mismo recae en esa naturaleza. 

Y con ello, el enorme Sobek se retira pacíficamente, caminando con la vista tranquila y tratando de mirar a la gente que lo rodea con una vista amable y cordial. Merecían saber quiénes los estaba guiando, y la poca monta que tenía. Camina fuera de la taberna, en busca del elfo que lo había acompañado en el combate de lengua. Merecía sus respetos por haber actuado acorde a la moralidad. Una vez cerca de él, se acercó a hablar una vez más con su tono alegre y bonachón. 

-Señor Elfo, permítame acompañarlo a rebuscar entre las leyes de esta buena gente, que estoy seguro que habrán sido alteradas y corrompidas por la lengua viperina de ese hombre que trata de presentarse como un superior entre sus filas. 

El sacerdote contempla la demostración de poder del dracónido con asombroso estoicismo. A diferencia de sus acólitos, que parecen ponerse en guardia, el anciano se limita a sonreír en silencio mientras el dracónido abandona la taberna acompañando al elfo y a los guardias. Sólo cuando abandonan la estancia, el sacerdote centra la vista en Wilbur y en Kendra, dispuesto a iniciar el interrogatorio.

*****

Tras escuchar sus testimonios con aparente interés, tanto Wilbur como Kendra quedan algo extrañados por lo fácil que resulta contentar al sacerdote con sus explicaciones.

-Entiendo. Según indican, son perfectos ignorantes de lo acontecido a causa de los devastadores efectos de esa bebida afrutada. Bien, no es el testimonio que esperaba. De hecho, es bastante inútil y siento que he perdido el tiempo con ustedes. Aunque...-, el sacerdote se golpea con el índice de su mano derecha la sien en gesto calculador. -Ustedes conocen a los exhibicionistas y a la pareja de insensatos que quieren defenderles de la Ley. Resultará esclarecedor que...-.

Las palabras del sacerdote se ven interrumpidas por uno de los soldados, que baja del piso de arriba.

Uno de los soldados, con el rostro enrojecido y la mirada bisoña del recién alistado a la guardia, habla con cierto temor reverencial al sacerdote.

-Tal y como apuntó el elfo, hemos encontrado varias pistas registrando las habitaciones.

A su espalda, la alargada figura del acólito Kyril y su rostro pálido de perfil aguileño, lleva una mano al pecho y con tono solemne sentencia.

-La sombra del pecado se cierne sobre nosotros, Padre.

-Calma, señores. Ni Jorg... ¡Wilbur!, ni Kendra tienen nada que ver en este entuerto. Puedo demostrarlo. El señor Dhukan Tilford fue testigo de cómo el señor Nitales se dejó parte de la testa con la lámpara del local anoche. Estuvo inconsciente hasta esta mañana. Revivió gracias a una infusión artesanal. Podrán encontrarla en su habitación. En cuando a la señorita Kendra...-, el mediano carraspea y se ruboriza ligeramente. -Bueno, la señorita Kendra es una prima mía. Sólo hay que observar la delicada tez, digna de un Bellamy del Valle, y la frondosa melena roja. Está aquí de visita y le... eh... le... le invité a pasar la noche aquí en el Ernie's puesto que... hum... ¡Qué demonios! ¡Este local es el único en el que se puede pasar la noche en Tilford! Ustedes ya lo saben.

Bellamy, visiblemente nervioso, improvisa sobre la marcha para cubriros las espaldas.

No os parece que esté dando buen resultado.

-¿Usted es sargento?-, el sacerdote se muestra sorprendido al examinar el uniforme del mediano. Bellamy ha logrado ajustarse sus pertrechos, pero los pantalones del pijama no ha podido quitárselos a tiempo, por lo que tiene una pinta algo extravagante.

Tras escuchar sus palabras, el Padre Pierre muestra un gesto pensativo. Un silencio acompaña el final de la alocución de Bellamy.

-Muy interesante su testimonio, sargento. Deduzco que usted estuvo con los testigos e incluso con los alborotadores. Nos será útil su visión de los hechos.

-Subamos a la planta superior. Quiero examinar las pruebas con los testigos. Kyril, paga al tabernero, por favor.

-Tsk... No voy a librarme de este simpático gordito...-, murmura Bellamy.

-Eh, Wilfred, que diga, Wilbur, Kendra, venid conmigo.-. Cuando estáis a su lado, el mediano os susurra al oído -No hagáis nada sospechoso. En esta zona del mundo los religiosos tienen bastante peso... Je. Bastante peso... Jeje. Ha tenido gracia, ¿eh, larguito?-, el mediano lanza un codazo suave en el tobillo a Wilbur en claro gesto de camaradería. No llega más alto, claro.

El pasillo de la planta superior muestra las seis habitaciones con sus respectivas puertas abiertas. El guardia que os acompaña os conduce hasta la habitación de Gorsha, donde su compañero ha efectuado una especie de inventario.

Este último guardia, con un acento bastante característico fruto de una deformación en la dentadura, repasa al Padre y a vosotros qué ha encontrado.

-Bien, feñor, efto ef lo que hemof encontrado. Un conjunto de cuero tachonado de altífima calidad. Un arco largo con flechaf de punta afiladífima. Un par de dagaf. Y una capa con capucha ofcuraf. Eftaban difperfaf por la habitación. También hemof encontrado bajo el camaftro una túnica baftante elegante con un penetrante olor a cereza.

-Por otro lado, en la habitación en la que se hofpedó el hombre hemof encontrado un bikini de mantícora y un conjunto de armaf con el que podríamof armar Tilford contra un afedio.

-Hummm...-, el sacerdote medita, golpeándose la sien con su índice. -Cuento seis habitaciones. ¿Cuántos individuos se han hospedado aquí durante la pasada noche?-.

Tras girarse hacia Wilbur y Kendra, el hombre, con mirada astuta, sonríe.

-¿Tienen una explicación lógica para lo que ha ocurrido aquí?-.

Sobek y Ulus marchan con los guardias, que atienden con cierto recelo inicial sus preguntas.

¿Cómo podéis soportar tal actuación de totalitarismo? ¿Me podríais contar algo más sobre él? Si tengo que ayudar a esos dos y enfrentarme cara a cara con ese hueso inquebrantable por lo menos me gustaría saber más de él y de este lugar. Su historia, la batalla esa que ha mencionado y como es el Lord del Valle. ¿Qué opinais? ¿Vivis bien en este lugar bajo el yugo de tal hipócrita? Creo que esos dos no merecen lo ocurrido. Estaban embriagados de Tilford y ni siquiera saben que ha pasado. Y siendo tan jóvenes como son, ¿quién les culpa?

-Somos hombres, elfo. A nosotros las leyes no nos perjudican. El Señor de las Espinas tiene una política de nula tolerancia contra los mestizos. Especialmente los cruces con orcos. Tenemos buenos motivos para no quererlos aquí. Hace algunos años nos las tuvimos tiesas con los pielesverdes de la montaña. Las minas que hay en los Dientes son muy ricas en hierro, pero parece que en su interior hay algún tipo de reliquia sagrada para los orcos. Se lanzaron a por nosotros, un pueblo minero, y pasaron a cuchillo a muchos de los nuestros. Entonces Lord Raelthorne inició una campaña de castigo que acabó con la batalla de los Dientes Helados. 

El hombre hace una pausa, exhalando vaho y retirando el cabello mojado de su frente.

-Casi nos llevan por delante allá arriba. Rodeados por el viento gélido, entre la nieve, los orcos son oponentes temibles. Pero contábamos con nuestro Capitán. El viejo Rothgar logró abatir al líder orco y que los pielesverdes se retirasen en desbandada, su número diezmado. Desde entonces, hemos tenido unos años de paz. Mucha gente cree que les vencimos para siempre. Pero no te dejes engañar, elfo. Volverán. Ellos siempre vuelven. Pero esta vez no es Lord Raedric el que está al frente, que el Hacedor le tenga en su guardia. Es su hijo. Con diferencia, mucho más intolerante. Correrá la sangre en el Valle, te lo aseguro. Y quién sabe si en el Reino...-.

-La Ley es una advertencia poderosa para los clanes orcos. Saben que violar a nuestras mujeres acarrea la persecución y la muerte. Gracias a la Ley, y las demostraciones de fuerza de los hombres de Lord Ares Raelthorne, los orcos se han quedado aislados en las montañas. Aunque... La Ley no puede aplacar eternamente la naturaleza de esos salvajes. Sólo necesitan tiempo para recobrar el aliento. Y volverán. No importa con qué les amenacemos. Volverán.

-El sacerdote insoportable... No le conozco. Vino hace unas semanas, pero impone como si fuera un miembro del Consejo del Valle. Antes estaba al cargo el hermano Agnatio, un hombre bueno, ya anciano, pero bastante fuerte y aclimatado a la aldea. No era tan duro con los forasteros. ¡Por los Nueve Infiernos! ¡El Tilford es durísimo para paladares inexpertos! ¡Ja! En fin, no os preocupéis demasiado. Si detenemos a vuestros compañeros sin sangre, es muy probable que el Capitán Rothgar relaje los ánimos a esos sacerdotes. No recuerdo que antes tuviéramos tantos...-.

Mientras corréis al trote entre la tormenta siguiendo el rastro de la persecución, encontráis, a un buen trecho del Ernie's, la escena entre Gorsha, Daron y Dhalarinn.

-Maldición.-, exclama el soldado. -He visto tirar a esa elfa antes. Rara vez falla. Esto va a ser complicado...-.

Gorsha tenía el ceño fruncido, pero no por estar mosqueada con el humano, sino porque estaba pensando. Y si uno prestaba atención, podría ver finos hilitos de vapor saliendo de las orejas de la semiorca. Y es que la cosa no era para menos, ¿y ahora qué hacía? Porque aunque el humano merecía un castigo por habérselo hecho pasar tan mal, ¡no merecía la muerte ni de lejos! Sólo un par de puñetazos en el abdomen y otro en la mandíbula, ¡si ni siquiera quería ya romperle un hueso!

Así que, el problema radicaba en qué demonios decirle a la elfa para que se tranquilizara y dejara de querer matar a Daron. Y por más que se exprimía el cerebro, a Gorsha no se le ocurría gran cosa. Excepto quizás...

Dándose la vuelta, la semiorca encaró a la otra mestiza. Puso los brazos en jarras, alzó la cabeza y sacó pecho para ponerse lo más digna que podía con su impresionante tamaño.

 -Me temo que vas a tener que olvidarte de venganzas.

Este humano es ahora mi servidor.

Puesto que su ofensa hacia mi fue peor.

Que lo que sus genitales pudieran hacerle a tu cara.

La pelirroja arquera no iba a darse por satisfecha con eso ni de lejos y la diplomacia nunca había sido su fuerte, pero lo que sí que se le daba bien era la intimidación. Así que Gorsha tensó los músculos, enseñó los dientes, frunció el ceño y apretó los glúteos antes de continuar.

 -Eres una joven lo bastante inteligente.

Como para saber lo que puede ocurrir.

Si decidieras con tu venganza seguir.

Y quitarme a mi posesión más reciente.

Cualquier hombre, mujer, elfa, enano o quien fuera que vikera a Gorsha, se tomaría sus palabras realmente en serio. Y desearía haberse puesto sus pantalones marrones, de paso.

 -Pero por si acaso no aventuraras a adivinarlo.

Tienes dos opciones entre las manos.

Una es proseguir en paz con tu camino.

La otra es medirte en pelea justa conmigo.

Medita bien tu siguiente paso, muchacha.

No creo que quieras morir aún en batalla.

Las cartas estaban sobre la mesa. ¿Qué elegiría la semielfa? Porque, siendo sinceros, ella era la que tenía el arco. Podía meterle una flecha a Gorsha entre los ojos y acabar con todo. Bien pensado, había sido una elección bastante estúpida encarar a Dhalarinn sin armas, escudos ni un plan más elaborado para evadir sus mortales disparos. Mierda...

Daron aun sujetado por el cuello por el gran puño de Gorsha poco podía hacer, pero sus ganas de no morir no mermaban, de hecho, al escuchar a la semiorca hablar en su icónico lenguaje decidió actuar como intérprete a ver si lograba hacer llegar las intenciones de comunicación de su compañera a la asesina del arco.

-Me temo que vas a tener que olvidarte de venganzas.

Este humano es ahora mi servidor.

Puesto que su ofensa hacia mi fue peor.

Que lo que sus genitales pudieran hacerle a tu cara.

-Este... hm hm... cof cof cof aghhh- se trata de limpiar la garganta y tragar saliva, pero lo que logra más bien es ahogarse como tonto y necesita hacer todo su esfuerzo para tragar la saliva que tiene en la boca y no escupirala, que no quería ofender más de lo que ya había ofendido, y eso de escupir en una disputa parecía ser una ofensa que Daron no entendía muy bien.

-Ehm, amiga, somos colegas de arco y ahora te traduzco, lo que mi verde compañera quiere decir es que yo soy su presa, que su venganza viene primero que la tuya y que lo que tu me hagas no puede ser peor que lo que ella me haga!- entonces hace una pequeña pausa -ya va, qué? pero si dije que no hice nada- expresa con lagrimas en los ojos no por tristeza, sino por la reacción de su cuerpo ante la dificultad para respirar con su garganta prensada.

Gorsha apreta los músculos hasta de las nalgas, lo que hace que su cuello llore de miedo ante la amenaza de apretar mas los dedos.

-Eres una joven lo bastante inteligente.

Como para saber lo que puede ocurrir.

Si decidieras con tu venganza seguir.

Y quitarme a mi posesión más reciente.

-Si sabes bien lo que te conviene, más te vale no hacerle nada al enclenque que pienso matar yo misma... ya vaaaaa qué??? Pero si no quiero morir dije! y que pido? perdón? Yo te lustro y refuerzo las botas de cuero en compensación, vale?- dice desesperadamente mientras le traduce a la semielfa lo que dice su captora. Que inconsciente de lo que hace, en lugar de poner las palabras más bonitas, más bien suenan más terribles, en lugar de endulzar el corazón a la elfa parece que más bien le mete más leña al fuego.

-Pero por si acaso no aventuraras a adivinarlo.

Tienes dos opciones entre las manos.

Una es proseguir en paz con tu camino.

La otra es medirte en pelea justa conmigo.

Medita bien tu siguiente paso, muchacha.

No creo que quieras morir aún en batalla.

 -Más te vale dejarme en paz con mi víctima, porque si me impides vengarme de el, tendré que vengarme de ti, y no te pienso dejar viva para que sufras como pienso hacer con el- Daron ya más asustado que calmado solo logra levantar sus manos -Chicas, chicas... por favor... La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena...- dice recitando las sabias palabras de un mítico mentor que enseñaba a sus inferiores a punta de coscorrones y pellizcos.

Sobek dio un golpe sobre la mesa mostrando sus poderes espirituales, cosa que el Padre Pierre de seguro podía replicar sólo por joderles. Ya que cada cosa que habían intentado, ese mamonazo había resultado ser superior a ellos, además no le quitaba ojo al acólito Kyril. Como siguiera actuando de esa manera el elfo tenía claro que aquella iba a ser su última noche. Estaba empezando a cansarse de los sacerdotes y de su "honorable líder" que hacia del uso de la oración para atraer a las masas como si fueran simples corderillos. Por un momento Ulus pensó que pudiera haber magia detrás de su oratoria. Fue un dato que anoto sobre su cabeza y que en su siguiente encuentro trataría de averiguarlo.

El dracónido también les acompañó al exterior y mientras avanzaban consiguió hacerle hablar al guardia. Lo que comentaba le intereso de sobremanera, ¿en nombre de quién los orcos buscaban tal objeto? Por si solos ellos no parecían capaces de siquiera conocer la posible ubicación de un objeto poderoso. Tenía que haber alguien detrás de aquellos ataques. Aunque en su cabeza ya se iba formando un plan, para hacer que el juicio no supusiera la muerte de nadie.

- ¿Me podrías decir hace cuanto fue aquella batalla y desde cuando los orcos comenzaron la búsqueda de ese objeto? Me resulta algo muy interesante lo que comentas ya que no veo a orcos por si mismos ser capaces de localizar un objeto poderoso ni de llevar a tantos orcos para intentar conseguirlo. Me gustaría hablar con el capitán Rothgar aunque creo que todo lo que ha sucedido nos va a llevar a él de una manera u otra. ¿No crees? dijo mirando a Sobek.

Como sospechaba el Padre Pierre no era bien recibido entre los guardias y el echo de que fuera tan intolerante podía ser una muy buena baza para ellos. Tenía que conocer al capitán y ganarse su favor, quizá hasta adelantarle el plan que tiene en mente para que el juicio fuera en su favor o si tuviera poder suficiente, incluso anularlo. Cuando la voz le tembló al guardia Ulus no se imaginaba porqué y acabó viento la dantesca escena. 

El humano y la semiorca en cueros con esta levantandolo sobre el suelo con una sola mano agarrada al cuello, si no habían consumado acto la noche anterior, sólo con ver esto cualquiera de los acolitos ya les acusarían de libertinaje por tocarse ambos estando desnudos. Pero lo que más le preocupaba era la mestiza. Su cara estaba apunto de estallar de la ira.

Necesitaba detenerla antes de que hubiera muertos o corriera la sangre como había dicho el guardia, así que uso sus poderes otorgados por el infernal para detenerla. Con una mano sacó la vara de tejo y comenzó a realizar unos movimientos con esta mientras susurraba las palabras de poder. En la silueta de la mestiza se pudo ver durante un instante un halo blanco que sumió en su interior.

- ¿Me podrías decir hace cuanto fue aquella batalla y desde cuando los orcos comenzaron la búsqueda de ese objeto? Me resulta algo muy interesante lo que comentas ya que no veo a orcos por si mismos ser capaces de localizar un objeto poderoso ni de llevar a tantos orcos para intentar conseguirlo. Me gustaría hablar con el capitán Rothgar aunque creo que todo lo que ha sucedido nos va a llevar a él de una manera u otra. ¿No crees? dijo mirando a Sobek.

-Hace unos veinte años. No conozco demasiado bien a los orcos. Sólo sé que los clanes en este lado de la montaña son especialmente violentos y que hay que andarse con ojo si subes a las cumbres de los Dientes. El Capitán es el especialista. Vino del Valle con algunos hombres de Lord Raedric. Él fue el que coordinó los ataques. Él fue el que abatió al líder orco. Sin ese hombre, Tilford no existiría. 

-Por cierto, espero que intercedas por nosotros si los alborotadores se ponen violentos. Te he visto largar con el sacerdote. A ti y al dracónido. Hay que tenerlos bien puestos para dar un paso al frente ante una acusación del clero en estas tierras. Te recomiendo que seas prudente con los politicuchos del Valle, amigo. No tengo nada en contra de los tuyos, en serio. Pero en esta región la política es convulsa y desde el atentado contra Lord Ares Raelthorne... Las cosas están tensas. (*)

*****

Una aureola de poder en forma de haz de luz mortecina se cierne sobre Dhalarinn cuando Ulus pronuncia el hechizo, atenazando los músculos de la arquera justo antes de lanzar su flecha.

Quién sabe si las palabras de Gorsha habrían tenido efecto.

Los guardias se apresuran a intervenir, espadas desenvainadas en manos temblorosas.

-Vosotros tres, nos acompañaréis ahora. El Capitán Rothgar va a tener unas palabras con vosotros. No opongáis resistencia.- La tensión se palpa en la voz del guardia que lidera a sus compañeros, pero su mirada es firme.

Un guardia desarma a Dhalarinn y sin mucha dificultad le ata las manos a la espalda. El conjuro de Ulus ha resultado decisivo, claro, si bien la mirada de la mestiza advierte que podría traer consecuencias. 

Otro par de guardias se acercan a Gorsha y a Daron con intención de inmovilizarlos. Daron, con un aspecto lamentable y sus característicos gallumbos atigrados no resulta demasiado amenazador. Los guardias lo amarran sin miramientos.

Al acercarse a Gorsha, los guardias dudan.