Partida Rol por web

Intento abrir la siguiente más cerca de mí, que creo es la de la pared Izquierda.

Avanzas hacia la siguiente puerta. Esta vez la manija sí que se abre sin problemas. 

El interior, sin embargo, está totalmente a oscuras. Te viene un olor a sudor, a cerrado. Y oyes una respiración. La respiración de alguien que duerme profundamente.

Martillo en mano entro en la habitación y espero que mis ojos se acostumbren para ver.

Entras en la habitación.

Está todo muy oscuro, más oscuro que los pasillos que vienes recorriendo. Te detienes en la puerta esperando, intentando que tu vista sea capaz de atravesar esta oscuridad.

Pero no logras ver nada. La respiración sigue sonando acompasada, casi al ritmo de los latidos de tu corazón. 

También oyes un goteo en alguna parte a tu espalda.

Salgo de la habitación en silencio y voy a la ultima puerta del pasillo a la derecha.

Abres la última puerta del pasillo a la derecha. El sonido del goteo venía de aquí, ya que se trata de un baño bastante amplio. Al entreabrir la puerta te sorprende la luz que sale del interior. Una luz mortecina y titilante que procede de un candelabro que está sobre un pequeño armario toallero.

Hay una pileta de porcelana y una enorme bañera llena de agua. El grifo de la misma es el que provoca el goteo. 

Sobre la pileta hay un enorme espejo con decorados dorados que pende sobre las baldosas blancas y negras de la pared. En la pared de enfrente hay un gran armario de aseo colgante con tres portezuelas. 

El baño es un lugar cálido y te das cuenta de que el espejo empieza a empañarse porque el agua de la bañera está, sin duda, muy caliente. Pero ¿quién la ha llenado? ¿y dónde está ahora? Porque no ves ningún sitio donde se pueda ocultar alguien salvo en el interior de la propia bañera, que no alcanzas a ver desde el umbral.

Me acerco a la bañera despacio (estoy cagado)

Te aproximas a la bañera despacio con el martillo preparado.

Te quedas congelado cuando desde el borde ves a que en su interior, sumergida totalmente, hay una anciana desnuda. Su largo pelo blanco tapa su rostro mientras que sus brazos huesudos se cruzan sobre el pecho haciendo que unas manos de dedos largos, con uñas que parecen garras, aguanten su cabeza. La mujer está totalmente inmóvil y no ves ninguna burbuja que salga a la superficie. ¿Está muerta? ¿Inconsciente? ¿Quién es? Sientes como se te eriza el vello de la parte trasera del cuello.

De pronto, antes de que puedas reaccionar, un enorme chapuzón te empapa cuando la mujer se levanta súbitamente. Resbalas hacia atrás con la sorpresa, el martillo siempre en tu mano, mientras la mujer lanza un aullido salvaje, que no se parece a nada que hayas escuchado antes. Sus ojos lechosos miran hacia el techo del baño. 

Me levanto y le pego con el martillo en la cabeza modo histérico
 

Np eres de los que se amedrentaban ni tampoco de los que se lo pensasen demasiado, así que sin saber lo que sucede realmente optas por la acción más primaria: golpear antes de ser golpeado.

El martillo se estrella contra la cabeza de la vieja. La sangre y sesos saltan en todas las direcciones mientras la mujer cae de nuevo hacia atrás como una muñeca desmadejada, lanzando un largo aullido. El cuerpo, derrotado sobre la bañera, se mueve en estertores espasmódicos hacíendo que el agua mezclada con sangre se desborde por todo el suelo.

¿Qué has hecho? Has matado a alguien. En defensa propia. ¿En defensa propia? Es una maldita vieja. 

La cabeza te da vueltas pero no tienes demasiado tiempo para pensar. 

En ese momento, el algún lugar sobre tu cabeza, se oye un ruido fuerte, como si algo pesado hubiera caído sobre el tejado de la casa. Y luego el ruido que podrían hacer tejas al ser arrancadas. En algún lugar a lo lejos se escucha un aullido gutural, que no se parece al de ninguna bestia que conozcas. Se te eriza la piel al escuchar una contestación idéntica que procede del tejado.

Cuando la Vieja se deja de mover, busco (con asco) si tiene una llave encima.

Respiras hondo y rebuscas en el cadáver de la vieja y la propia bañera. No encuentras nada, ninguna llave, nada. Ahora que te aproximas a ella te das cuenta de que la vieja es anormalmente grande. Debe tener unos dos metros de altura y su cuerpo es anémico pero fibroso. Hay algo contra natura en todo su aspecto. 

Los golpes del tejado siguen escuchándose pero ahora parecen moverse hacia un lateral de la casa. Algo está corriendo por encima de la superficie de la mansión destrozando las tejas a su paso.

Busco por los armarios del baño algo que me ayude, incluído el espejo.

Los golpes del tejado cesan momentáneamente.

Rebuscas desesperadamente por los cajones del armario del baño. Hay un montón de objetos de limpieza, todos de época, pero lo que llama tu atención es una gran navaja de afeitar antigua, toda de ella de metal. La despliegas para comprobar el estado de la hoja, que mide más de cuatro dedos, y compruebas que está muy afilada, tanto que no parece difícil provocar un mal corte usándola como arma.

Me guardo la navaja, Salgo al pasillo y miro si está vacío.

Guardas la navaja y te asomas al pasillo para ver si está vacío. 

Y entonces escuchas el estruendo que provoca un ventanal al estallar en mil pedazos seguido de un ruido pesado, como si algo lo hubiera atravesado y hubiera aterrizado sobre el suelo de madera. Todo ese ruido viene de la habitación a oscuras que abandonaste un momento antes, justo enfrente a ti.

Salgo corriendo hacia la escaleras ara subir un piso

Te quedas mirando las escaleras del fondo. Si hay una buhardilla o similar no ves ningún acceso en este pasillo. Si quieres huir por ellas la única opción sería descender nuevamente a la planta inferior. 

Bajo a la planta de abajo y busco donde emboscar a quien baje por las escaleras.

Desciendes rápidamente por las escaleras, ocultándote a un lado, agazapado con la esperanza de emboscar a quien baje por ellas.

Vuelves a escuchar sobre tu cabeza el aullido gutural y luego unos pasos pesados que se detienen. Aprietas la navaja con fuerza. Entonces te sorprende otro ruido de la planta superior. El que haría un gran animal si estuviese olisqueando el aire. Los pasos avanzan sobre tu cabeza en dirección a la escalera. 

Desde donde estás, agazapado, todavía no puedes ver a quien quiera que esté arriba. Pero lo oyes respirar. Sea quien sea es grande, muy grande. También llega un olor raro, como almizcle mezclado con otro más denso, a podredumbre. Y de nuevo escuchas ese olfateo brutal, como un animal que sigue una pista.