Partida Rol por web

Bill se de cuenta de que el carro está demasiado bien vigilado y decide que tendrá más posibilidades si lo intenta por la noche, cuando todos duerman. Decide acercarse a Buck y preguntarle:
Demonios Buck tengo una duda, ¿si nos atacan unos indeseables cual es nuestra prioridad, las reses o el carro? jajajaja, es por ahorrar balas.

Mientras tanto, el bueno de Buck parecía empeñado en no dejar alejarse demasiado del rebaño a las reses que la inexperiencia de Bill dejaba ir, el cowboy parecía multiplicarse y estar siempre en el sitio donde hacía falta.

Si nos atacan unos indeseables mi prioridad será mantenerme con vida, muchacho... las reses se pueden recuperar luego, pero hay que estar vivo para ir tras ellas.- Contestó sonriente al comentario de Bill en una ocasión.

En lo que a mi respecta al carro Tillis puede hacer lo que quiera con él, que para eso es suyo. Yo estoy aquí para llevar las dos mil cabezas hasta Great Valley.

Se hacía ya de noche cuando por fin divisásteis una estructura en medio del desierto que debía ser Fort Brady. Aunque desde la lejanía supusísteis que aquel no era más que un lugar abandonado, pues veíais un mástil sin bandera alguna enarbolada en dicho fuerte.

Al llegar comprobasteis como vuestras suposiciones eran correctas. El lugar era ya un vestigio de lo que antes fuera un puesto fortificado. Su protección era una empalizada doble, con pasarela superior entre ambos muros para los vigilantes, y bajo tales eran aprovechados los huecos para establecer algunas cuadras.

Las construcciones interiores aún se mantenían en pie, pero completamente vacías de mobiliario solo podíais intuir su anterior uso como almacén, sala del oficial, comedor o dormitorio de la tropa.

Fuera del fuerte, junto a la empalizada, había una especie de estructura construida con similares materiales a la empalizada, que no eran sino los vestigios de una atalaya.

Al igual que la noche anterior, a lo largo del día se habían producido miradas hostiles y malos gestos entre los hombres de Tillis y vosotros, incluido el bueno de Buck, a los cuales éste ultimo que no tenía aires de confrontación, y siempre bajaba la cabeza ante las muestras de desprecio de los hombres de Tillis y continuaba su trabajo con las reses.

Tillis que no era tonto, también se había percatado de que sus hombres miraban con desconfianza a las nuevas incorporaciones.

Desde la lejanía visteis como Tillis llamó a sus hombres con aspavientos. Fue entonces cuando uno de ellos cabalgó hasta vuestras posiciones, comunicándoos que el ganado había que meterlo dentro del fuerte. La puerta de ésta estaba abierta.

¡¡Adentro!! ¡Adentro! -gritaba Tillis-, ¡Joder, vamos! ¡Antes de que anochezca del todo!

Afirmar que no constó mucho trabajo meter a dos mil cabezas de ganado en un reducto como aquel sería mentir, pues el espacio de entrada, pese a que eran unos cuatro o cinco zancadas, era como un embudo con fina boquilla para un puñado de tierra que pasara por él. Durante más de cuarenta minutos cabalgasteis para reconducir alguna vaca hasta el interior del fuerte.

Una vez dentro, sus hombres cerraron las puertas.

Bien, atendedme todos. -os dijo Tillis cuando os reunió dentro -Esto es Ford Brady. Ése es el establo, -señaló todo a su alrededor- y éste el lugar donde dormiremos nosotros -apuntó con el dedo al edificio más grande-. Éste lugar está abandonado. Hace unos años los apaches hacían estragos a los colonos que se adentraban en estas tierras y a los soldados que venían para protegerlos. Ahora ya no hay ni apaches, pues se han ido retirando, ni caravanas o colonos, que aún temen venir por aquí. Así que... señores, estamos solos.

Los tipos de Tillis comenzaron a guardar sus caballos en las caballerizas bajo la empalizada, y vuestro jefe controlaba como la carreta se colocaba en una esquina del fuerte, algo alejado de la entrada del mismo y la del edificio principal.

Lo cual no quita... -continuó cuando hizo eso- que no hagamos guardias. ¿Entendido? Me da igual cómo lo hagamos, yo también me mantendré despierto. Somos muchos, y es posible que todos podamos descansar bien. Eso si... ya os digo: Ni acercarse a mi carreta, ¿lo entendéis verdad? Bien. ¿Alguna sugerencia o pregunta?

Quizá fuera sarcasmo lo de la última pregunta, aunque en realidad no. Allí mandaba Tillis, estaba claro, pero también admitía, si así se lo parecía, opiniones para mejorar la estancia. Ninguno de sus hombres dijo nada, tan sólo se limitaron a quejarse sobre algunos de vosotros y vuestra manera de desatender el ganado, por lo cual se descarriaron algunas reses durante la jornada.

Vale, ¡vale! -les dijo a sus hombres para que se calmasen-, ¡A callar! ¡No quiero más remilgos! ¿Quién hará la primera guardia? Será de una hora, o algo menos, cada una...

–Yo mismo la haré–repuso Roost mascando una hierba y entrecerrando los ojos. Le estaba tocando muchos los cojones la cantinela de la carreta. No mireis la carreta por aquí, no toquéis la carreta por allá. A cagar con la carreta. Antes había tenido sus dudas pero ahora tenía claro que ocultaba algo en ella. ¿Y para que voy a querer mirar ahí? A mí con que me pagues por mi trabajo me vale ¿Entendido? Menos monsergas y advertencias con el dichoso carromato.

Yo haré la siguiente ronda, pero si no nos podemos acercar a la carreta esa esquina del fuerte quedará sin vigilancia.
Cuanto más insistian en que no había que acercarse a esa carreta, más seguro estaba Martin de que era necesario conocer su contenido, quizá su vida llegara a depender de ello.

Martin tiene razón, no me gustaría que nos atacaran por la espalda por culpa de dejar una zona sin vigilancia, me ofrezco para vigilar esa zona. Puesto que soy el único aqui con formación militar les puedo asegurar que subidos a la carreta podriamos cubrir más zona de vigilancia. Tillis, dejese de tonterias con que no nos acerquemos a esa maldita carreta, estar seguros es nuestra única prioridad, maldito cabezota.