Partida Rol por web

Estáis corriendo apresuradamente sobre los tejados contiguos al edificio Berkey College, bajo el cielo nocturno de New Big Hall. Vuestro guía, Hermes W.Kellerman os lleva directamente hacia el río Dawson. Mientras corréis podéis escuchar los disparos alcanzando las cornisas, los tenéis cerca.

Quien iba a pensar que el trabajo con aquel explorador os iba a llevar a aquel derrotero...

Fuisteis contratados por el ilustre gremio de cazadores de tesoros "Octopus Jim". Lleváis mas de dos meses trabajando para Kellerman, pero ahora solo han sido encargos menores que se centraban en la catalogación de artefactos hallados en un yacimiento arqueológico de antigua cultura yurita. Ahora, al parecer, él ha descubierto algo que ha llamado la atención del gobierno.

Vosotros estábais hace unos escasos minutos en una conferencia magistral sobre cultura yurita que reunía a decenas de ilustres historiadores y arqueólogos. Esta conferencia trataba sobre los recientes descubrimientos documentados que relacionaban a los antiguos reyes yuritas con el uso cotidiano de la hechicería. Justo cuando iba a finalizar la conferencia, un destacamento de la agencia anti-magia del gobierno ha irrumpido en la sala preguntando por Hermes W. Kellerman. Tanto él como vosotros estáis implicados en el asunto, sea cual sea.

Y ese asunto os había metido precisamente en la situación: huyendo por los tejados de la polícia anti-magia del gobierno. 

Si alguien no cuadraba en la imagen de un corredor de techos, era August Rayner.

Tal vez tenía el físico, un cuerpo delgado pero fibroso. Era mediano tirando a alto y de piernas largas. El cabello, medianamente largo, le daba un aspecto algo rebelde que también podía ser... Pero su elegante atuendo de vestir, el saco amplio y el bastón que sujetaba, eran prendas que pocas veces se veían en estas alturas. De hecho eran mucho más afines al salón de la disertación, donde estaban hace poco.

Sin embargo esforzaba la tela  y sus músculos mientras corrían en pos de la seguridad, sin decir palabra. Se guardaba el aliento para cuando no tuvieran a la policía detrás… Pero sus ojos iban fijos en Kellerman… y no de manera amistosa.

*Acabare con el… juro que lo hare… ni bien salga de esta… Pero primero me explicara qué demonios está ocurriendo! 

Como hemos acabado así? Hace nada estábamos cómodamente sentados escuchando la conferencia sobre los recientes descubrimientos documentados que relacionaban a los antiguos reyes yuritas, mi raza, con el uso cotidiano de la hechicería. Y de repente nos encontramos corriendo por los tejados, esquivando disparos y huyendo de la policía anti-magia del gobierno. Un disparo rebote a escasos milímetros de Max Uf! Por poco, esa estuvo cerca...

No podía decirse que Max no estuviera acostumbrado a este tipo de huidas en  en mitad de la noche, era asesino, y eso implicaba este tipo de escenarios. Pero normalmente iba solo, no estaba acostumbrado a trabajar con más gente, y menos con un grupo tan variopinto y dispar. Salto para esquivar unas cajas que tenia delante, mientras escuchaba otro ruido cerca.

-Maldita sea el momento en que acepté esta propuesta, ahora debo correr como rata por los tejados para no morir como un colador. Los odio a todos. - bufo en mis silencios mientras corro por el techo del lugar. El sonido de los disparos no me inquietan en absoluto ya que estaba muy acostumbrada a ello. -Música para mi oídos. - pienso al esbozar una sonrisa maliciosa cuando una bala pasa muy cerca de mi hombro sin tocarme siquiera. 

Sin importar la rapidez de los hechos ni los motivos de porqué se desmadró absolutamente todo, necesitaba conservar mi integridad y seguir con vida un largo rato. Veía como mis compañeros se las apañaban para salir ilesos de esta, yo contaba con cierto sigilo similar al de un gato por ser una saqueadora compulsiva. Eso sí, a mi estilo como siempre. 

Por momentos lamentaba haber dejado mi aeronave tan lejos, igual tampoco quisiera que la dañaran porque es muy alto el precio para repararla. Como esto era una persecución busco la salida e intento encontrar lo que me lleve de regreso a mi casa. Ya en los lindes de mi privacidad me dedicaría a planear una venganza al malnacido de Kellerman por todo esto.

Grrrraarrr Urff Krarrrk Urrrrrr

Tom nunca había sido muy hablador y esta no era la situación que le fuera a sacar de su rutina. Corría con su gabardina y sus armas, es decir, con todas sus pertenencias.

Este viejo cazarecompensas había sobrevivido a situaciones mucho peores. Aunque esto no llegaba a ser algo tan relajado como para divertirlo, no estaba tan nervioso como alguno de sus compañeros de huída.

Si había algo que odiaba Arrah era investigar, sobre todo sobre cosas de los Yuritas, ¿pero a ella que le importaba eso? ah espera... el trabajo. No sabía muy bien como y por qué, acabaron corriendo por los tejados huyendo de la policía anti-magia. Eso no era nada bueno, eran bastante estrictos referente a ese tema.

Así que ahí estaba, junto a sus compañeros, corriendo como alma que lleva el diablo. Sin duda esto era mejor que escuchar una soporífera charla sobre la civilización Yurita, pero a sus compañeros no le parecía agradar la carrerita. 

Tras saltar varios edificios con bastante holgura -parecía que teníais por costumbre este tipo de huidas- vuestra guía se detiene para descender por una tubería hasta el suelo. No hace ningún gesto hacia vosotros pero estaba claro que debíais seguirle. Aqui, el pobre August no tiene mucha suerte y su mano resbala, cayendo sobre unos contenedores que le hacen un pequeño rasguño sin importancia -eso, y que tendrá que darse un buen baño después de salir de allí-.

Ya en el suelo seguís corriendo como alma que lleva el diablo, siguiendo a Kellerman. Giro, recto, otro giro... y finalmente llegáis a vuestro destino: el río Dawson. 

Deprisa- os insta vuestro compañero mientras se dirige hacia vuestro bote. El ruido de la persecución prácticamente ha desaparecido, pero uno no podía fiarse. Debíais dejar aquel lugar cuanto antes mejor. Montáis y Kellerman pone en marcha el bote que comienza a moverse. 

El profundo río Dawson fluye ante vosotros. El bote en el que navegáis se mueve con el vaivén de las aguas mientras el motor ruge detrás de vosotros. Kellerman parece tranquilo observando hacia la dirección a la que os dirigís, donde se alza el mal iluminado suburbio de la ciudad, el distrito Blackstone. Aun siendo de noche, podéis ver diferentes embarcaciones que navegan por las apacibles aguas del río mostrando que esta gran ciudad nunca duerme.

Por poco, ¿verdad?- dice Kellerman mientras gira ligeramente la cabeza y os sonríe. Aquel hombre tenía la desafortunada desgracia de hablar cuando no tocaba: de repente, el sonido de unos motores revolucionados os llama la atención... vuestros perseguidores no se rendían fácilmente. 

Sentado en la parte posterior, se limpiaba el saco cuando observo a los perseguidores aproximándose. La caída no había sido ni mucho menos tan dolorosa como las manchas al traje, que necesitaría los servicios de unas buenas lavanderas… o quizás simplemente fuego. Mucho fuego. Los sentimientos sobre desperdicio se traducían en un ceño fruncido, que no mejoro ante la vista de lo que se venía tras ellos.

-… por todos los dioses. +mascullo, buscando una mejor cobertura, aunque todavía no extrajo ningún arma. No le agradaba nada la idea de intercambiar tiros con la policía. Pero si no quedaba otra… Sus dedos fueron hacia la pistola que guardaba en la espalda, con mucha reluctancia.+ ¿No puedes ir más deprisa, Kellerman?

La carrera había sido frenética. Saltar, escalar, girar a un lado, girar a otro... Arrah empezaba a echar de menos su nave, eso de correr usando las piernas durante tanto tiempo no le gustaba demasiado. 

Se subió al bote lo más rápido que pudo, parecía que por fin les había dado esquinazo. Suspiró  aliviada, mientras miraba a sus compañeros con una fugaz sonrisa - Si, que poco ha falt... mierda- dijo al ver que sus perseguidores habían dado con ellos. Miró a Kellerman y después a August - eso, haz que este trasto se mueva.

Consiguen llegar al bote y ponerse en marcha. Un poco más relajados, Max empieza a escuchar como algunos empiezan a decir que están a salvo cuando escuchan un motor.

Mierda! Parapetándose como puede, saca su pistola. Por mucho que fueran la policía anti-magia, no se iba a andar con remilgos. Si ellos disparaban, el no tendría ningún reparo en devolverles el fuego...

Jamás en todos estos años siendo una pirata del aire he pasado por esto, estaba realmente ofuscada. En todo momento siempre tuve el control de la situación, cada emboscada era en grupo y con un plan. En cambio por aquí todo era al revés, nunca fue lo mío esto de huir como ratas sin tener nada en mis manos para comercializarlo por lo tanto la ira se acrecentaba a medida que pasaba el tiempo.

Subo al bote con rapidez y tomo asiento en un rincón para no fastidiar a los que se dispongan a remar. Sujeto mi pistola sin dejar de observar el entorno, cuanto mas se acerquen mas ganas tendré de dejarlos como coladores humanos. -Salgamos de aquí, vamos. - grito con fuerza para que esto se mueva un poco.

Tom corre por los tejados y saca su arma. El rifle vuela en el aire sin que nadie lo sujete, mientras el orco gira su torso manteniendo la carrera. Cuando el arma baja, lo recoge. En el mismo gesto apunta y aprieta el gatillo.

La explosión de su arma recorre los callejones de la ciudad haciendo que los niños que vagabundean robando a los turistas del lugar se asusten y presten atención su entorno. Los comerciantes de la ciudad se dan cuenta de que va a ser una mañana problemática para sus negocios.

La bala recorre los tejados hacia los guardias. Tom mantiene su carrera mientras mira la trayectoria. Tiene la esperanza de por lo menos librarse de uno de sus perseguidores. Pase lo que pase, mantendrá su mutismo habitual.

El disparo de Tom es certero, logrando impactar contra uno de los centinelas que les perseguía. Este no recibe especial daño -bien sabíais que las armaduras de los centinelas eran huesos duros de roer-. Sin embargo, Tom esperaba que la bala bien pudiera haber hecho mella en la armadura. 

Sin embargo, el disparo había supuesto una cosa favorable para vosotros. Una de las naves retrocedió ligeramente: parecía ser que los centinelas no querían morder el polvo. La otra lancha por el contrario, no retrocede.

Max ve como Tom, el orco Cazarrecompensas impacta en uno de los guardias. Sin hacerle nada grave, pero consigue que su lancha retroceda. Max, se gira hacia la otra lancha, a ver si hay suerte y consigo lo mismo que el grandullón.

Toma aire, apunta, se concentra y dispara.

Aquello era sin duda una idiotez. No se sentía de otra forma. Escapar de la ley los ponía del lado equivocado… una situación que el comprendía perfectamente sin necesidad de los problemas adicionales en los que se estaba metiendo.

Suspiro con pesar, cansado de su alma. Luego extrajo la pistola y apunto al barco, pero ni siquiera se molestó en buscar un blanco concreto, tirando al azar. Qué demonios. La presión del grupo no empujaba a otra cosa. Por suerte su vacilación se transmitía de alguna forma al arma y la bala no pareció tener ningún efecto. Mejor así. Si solo los amedrentaban lo suficiente para que retrocedieran, sin herirlos…

Ya arriba del bote empuñando mi pistola comienzo a disparar, era buena con las armas así que no me importaba si me respiraban en la oreja terminarían convertidos en un colador humano. Con el semblante serio y atenta a los sucesos me coloco en la parte trasera para resguardar a quien conduzca de cualquier bala perdida que pueda rozarle. - No podemos quedarnos mucho tiempo aquí, se nos vienen encima y no tengo tanta munición. - aviso al grupo para que agilice las cosas y quien esté conduciendo el bote vaya acrecentando la velocidad. 

Llegó el momento de los tiros y Arrah se sintió algo más que inútil. No es que fuese mala disparando, pero lo suyo eran las armas de vehículos y como mucho pelear cuerpo a cuerpo... y lamentablemente no tenía ninguna de las dos opciones.

Miró a Kellerman, más frustrada que preocupada por ser un colado - ¡Dioses, haz algo que haga que esto se mueva! - estaba tentada de apartarle del mando y ponerse ella a conducir este cacharro. 

Kellerman te observa, y en un abrir y cerrar de ojos se levanta, te coge y te coloca en el sitio del piloto. 

Bueno, creo que eres piloto ¿no? todo tuyo- te dice mientras desenfunda su arma para ayudar al resto de tus compañeros para intentar hacer retroceder a los centinelas.